Contra “Las Maras”
Presidenta de Honduras, Xiomara Castro, sigue el Buen
Ejemplo de Bukele, en El Salvador
TEGUCIGALPA-(Especial para The City Newspaper) No hemos de negar que, cuando supimos la noticia de que la nueva mandataria de esta nación centroamericana era la esposa de Manuel “Mel” Zelaya, quien quiso entregar este país a las fauces y garras del venezolano Hugo Chávez, mediante la incorporación al ALBA, las naciones comunistas de América Latina, sentimos un escalofrío que nos recorrió toda la espalda, debido al temor que esta pareja de esposos políticos nos generaba. Nos llegó la imagen de “Mel” Zelaya, todavía en pijamas, pues fue arrancado de su lecho donde estaba durmiendo, y fue tirado en la pista de aterrizaje del aeropuerto internacional Juan Santamaría, en Alajuela, Costa Rica, por una aeronave militar que le acababa de dar un golpe de Estado, precisamente por tener más hundido a Honduras (valga el juego de palabras), y por poner a este país bajo el dominio del comunismo cubano, venezolano y nicaragüense. Zelaya fue un traidor a la patria con todas sus letras y su profunda acepción, un individuo descentrado que cometió el grave delito de lesa patria y por ello los militares, junto a los comerciantes, capitalistas y la clase poderosa económicamente hondureña, decidieron bajarlo del poder sin devaneos ni dilación.
Es por esa razón que, cuando se dieron a conocer los resultados de la última elección presidencial en Honduras, y nos percatamos de que Xiomara Castro de Zelaya, esposa de “Mel”, había ganado… nuestra preocupación se precipitó hacia lo más abismal de nuestra alma; pero, con el paso del tiempo, la señora ha demostrado precisamente eso… ser una señora, muy diferente a su díscolo esposo, del traidor que estaba decidido a implantar el narco-comunismo en este país centroamericano.
Ella, consciente del terrible éxodo (a pie) de miles de ciudadanos hondureños hacia los Estados Unidos, huyendo de los delincuentes asesinos de “las maras” (especie de filial de “los mareros” salvadoreños), ha decidido ponerle coto a este tema que está reñido con el corazón y el ser hondureño, quien es humilde, trabajador, luchador y buen ciudadano. Es decir, está atacando con todas sus fuerzas disponibles (morales, policiales, judiciales y militares), a los gamberros que han sembrado, durante décadas, el terror en las distintitas ciudades de Honduras. No se debe negar, en ningún momento, que el ejemplo dado por el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, ha servido a la señora Castro para copiar esta determinación, las técnicas y hasta ha anunciado la construcción de una mega-cárcel, según lo ha hecho Bukele en suelo salvadoreño, para meter en ella a todos los asesinos que ha ido sacando de las calles paulatinamente y sin contemplaciones.
Promesa de campaña política
No hay que perder, desde ningún otro concepto, que el alma de la mujer es diferente a la del hombre y en este tema específico de la delincuencia en Honduras, lo podemos notar con la resolución tomada por Xiomara Castro, presidenta de esta nación: luego de que el poder estuvo en manos de hombres, de políticos curtidos que se entronizaron en el Palacio de Gobierno en Tegucigalpa (la Capital del país), ninguno de ellos tomó la decisión importantísima de acabar con “las maras” y, por el contrario, como en el caso del último mandatario (hoy preso en los Estados Unidos, por supuesto lavado de dinero y contubernio con los narcotraficantes), Juan Orlando Hernández, quien dirigió su rostro hacia el lado contrario y no movió un dedo siquiera para solucionar el problema de “las maras”, hoy Xiomara Castro ha ordenado una ofensiva a gran escala contra los delincuentes que, prácticamente, tienen a Honduras entre sus garras y son los que gobiernan con base en el asesinato, el secuestro, la extorsión, el tráfico de drogas, “trata de blancas” y todos los delitos imaginables que nos lleguen a nuestras cabezas.
Fue una promesa de campaña y ahora la está cumpliendo. De eso no hay ni la menor duda y la gran mayoría de los hondureños se sienten y se muestran complacidos y esperanzados en que su país volverá a ser aquel idílico de épocas trasanteriores, cuando no estaba infestado por la delincuencia en sus calles. Aunque nunca faltan las opiniones y voces discordantes que la critican porque, según los amigos de “las maras”, está imitando a Nayib Bukele, quien tiene en contra a las ONGs, periodistas y organizaciones internacionales que dicen velar por los derechos humanos de los presos, y que, aparentemente, prefieren a los criminales en las calles, matando a las personas buenas, antes que en una mega-prisión. Concretamente, las reacciones de esas organizaciones que lo único que hacen es tolerar la existencia y las actividades de los delincuentes y desean mayor impunidad para ellos, han señalado lo siguiente: “En total despliegue bukelista (por Nayib Bukele), de populismo punitivo, el Gobierno de Xiomara Castro replica políticas fallidas de seguridad, que solo profundizan un contexto de crisis de derechos humanos. El falso dilema entre la seguridad y los derechos humanos, nos ha pasado alta factura en la región.” Así según Erika Guevara Rosas, directora para América de Amnistía Internacional (AI), quien ha sido hipercrítica con el régimen de Nayib Bukele, en El Salvador, y ahora ha dirigido su mirada hacia Honduras con la misma retórica con la que ha atacado al mandatario salvadoreño por “la gran batida” que ha dado a “las maras” en su país. Se desprende inmediatamente que esta dirigente de AI desea más sangre de inocentes en las calles de las ciudades centroamericanas, infestadas y dominadas por “los mareros”, delincuentes que no se lo piensan dos veces para asesinar, extorsionar, robar, traficar estupefacientes o secuestrar, entre una gran variedad de delitos que practican empuñando armamento pesado que les surten los narcotraficantes afincados en estas tres naciones, contando a Guatemala también.
Pero es cierto que Honduras se desangra por la ola de violencia ejecutada por “los mareros” de un extremo a otro del territorio nacional. Las gentes tienen miedo, corren hacia sus casas apenas anochece y se encierran en ellas, sin salir más que al trabajo diario. Lo mismo sucedía en El Salvador antes del arribo al poder de Bukele; pero hoy la situación en la realidad salvadoreña es completamente diferente, positivamente diferente.
En la primera “gran batida” contra “las maras”, hace escasos dos meses atrás, la policía hizo públicas varias imágenes de centenares de delincuentes aprehendidos en una enorme redada. Lo mismo que en El Salvador, los nuevos presos hondureños yacen, en las fotos, en ropa interior, como parte del castigo que tiende a desmoralizarlos de cara a la opinión pública. Un comunicado emitido por el Ministerio de Policía señala textualmente: “La presidenta de Honduras, Xiomara Castro, ha cumplido con su promesa de tomar ‘medidas drásticas’ para luchar contra la violencia que desangra a nuestro país.” Simultáneamente a lo que sucedía en las calles de las principales urbes hondureñas, se llevó a cabo otra acción policial en las cárceles, para recobrar el control de esos lugares, también donde “las maras” imponían sus nefastas leyes entre los prisioneros comunes. Otro comunicado de la policía, esta vez firmado por el secretario de Estado de Defensa Nacional, José Manuel Zelaya, aduce: “Iniciamos actividades para que las cárceles dejen de ser escuelas del crimen y romper el ciclo con el crimen organizado.” Casi de inmediato, comenzaron las organizaciones internacionales, que se mantienen alejadas “de los teatros de operaciones” y encuentran muy fácil criticar desde lejos, desde el exterior, a mostrarse inconformes con el trato que se les está dando a los gamberros de “las maras”, ahora en suelo hondureño y que recuerda a El Salvador y lo hecho por Bukele.
Y es que en el interior de un billar, por ejemplo, en Choloma, norte de Honduras, un fin de semana recién ido, ocurrió una masacre de 13 personas a manos de “los mareros.” En esa misma fecha, los asesinatos alcanzaron la escalofriante cifra de 21 muertos; y es que, cada mañana, los noticieros y periódicos del país llegan a los ciudadanos con noticias de ese talante y crean, en consecuencia, mayor temor en las personas decentes y de bien. Por otra parte, en una de las prisiones para mujeres, 46 reclusas murieron en una reyerta entre integrantes de pandillas rivales. De inmediato, la presidenta de la República, Sra. Xiomara Castro, decretó un toque de queda en Choloma y en San Pedro Sula –importante ciudad comercial en el Caribe, considerada la más progresista de Honduras-, y la operación policial a gran escala dio inicio con allanamientos a garitos, casas de habitación, edificios y demás sitios donde se esconden “los mareros”. Por supuesto, las capturas no se hicieron esperar, siempre con las voces de los defensores de “los derechos humanos” en abierta crítica contra las medidas gubernamentales; y la respuesta de Xiomara Castro ha sido: “he tomado medidas para darles seguridad ante el brutal y despiadado ataque terrorista a que están sometidos por los matones a sueldo, entrenados y dirigidos por los cabecillas del narcotráfico, que opera impunemente.” Así, de acuerdo a un texto que ella misma escribió y publicó en su perfil de Twitter.
Por su parte, Héctor Zelaya, hijo de la mandataria y a la postre su secretario privado, manifestó: “La presidenta y este gobierno se han visto superados por la violencia de las pandillas y el crimen organizado, que controlan amplios territorios del país. La Administración intenta enviar a la población un mensaje de fuerza y las medidas tomadas por la presidenta y las autoridades de seguridad, son decisiones contundentes para poner fin a los remanentes de la narcodictadura. Estos esfuerzos son base sólida para vencer al terrorismo y la criminalidad.” Puntualizó.
Lo mismo que en El Salvador, en Honduras operan “filiales” de las salvadoreñas, “la mara salvatrucha” y “la pandilla 18”, que se disputan en forma sangrienta territorios, calles, barrios enteros, comarcas, plazas y todo aquel lugar donde ellos solo intentan criminalizar cada día que amanece y transcurre. Es por ello que, con las recientes capturas, la policía hondureña publica imágenes (fotos y cortos fílmicos), donde se muestra a los reos en los patios de las prisiones, sentados o arrodillados, en ropa interior –lo mismo que en El Salvador-, con los oficiales de seguridad a sus espaldas, fuertemente armados y con los rostros cubiertos con pasamontañas. Así mismo, los videos enseñan la captura de armas de grueso calibre, teléfonos móviles y satelitales, explosivos de fabricación casera y gran cantidad de municiones. Todo ello fue hallado en las mismas penitenciarías donde están ahora los presos, con el visto bueno de las autoridades corruptas, que han sido separadas de sus cargos paulatinamente y de acuerdo con la misma política ideada por la presidenta de la República. Es por ello que José Manuel Zelaya ha afirmado en torno a este caso. “La vida y la seguridad de los ciudadanos y sus bienes, la garantiza la Constitución. Nuestra misión es derrotar el crimen organizado que está en las cárceles y vamos sobre los autores intelectuales que operan desde afuera.” Lo que significa que, dentro de poco tiempo, veremos “una gran barrida” que darán los cuerpos policiales en toda Honduras.
Edificar una enorme prisión
Los periodistas centroamericanos ya le han dado el nombre de “la Alcatraz hondureña”, porque será una penitenciaría enclavada en una isla de Honduras. Estará, específicamente, en un archipiélago deshabitado, conocido con el nombre de las Islas del Cisne, al noroeste del Mar Caribe. El complejo carcelario, según los trazos hechos por los arquitectos a cargo de la obra, tendrá una capacidad para albergar a 2,000 delincuentes y estará tan aislado del mundo circundante, que las comunicaciones solo podrán realizarse vía satélite. Según declaración policial a la agencia AP, de noticias estadounidense. Será exclusivamente para los pandilleros que desangran a Honduras, a sus ciudadanos sencillos, nobles y trabajadores y hacen huir a los más jóvenes y decididos, a pie, hasta la frontera sur de los Estados Unidos.
“Es lo más lejos que pueden estar, por lo que estos líderes de pandillas sienten la presión una vez que están en la isla. La idea es que pierdan contacto con todo, el contacto con toda la sociedad y realmente puedan pagar por sus crímenes.” Ha explicado José Jorge Fortín, comandante de las Fuerzas Armadas de Honduras (FAH). Este proyecto, por supuesto, ha alterado todavía más los nervios de los defensores de “los mareros”, quienes siguen gritando que “sus defendidos (los criminales), no merecen esa clase de trato (¡!).”
Será un mega-complejo con altas medidas de seguridad, para encerrar a centenares de peligrosos delincuentes, “una enorme prisión de alta seguridad para encerrar a los líderes de las pandillas que desatan el terror en el país,” ha explicado la presidenta de la República, Sra. Xiomara Castro. De hecho, la decisión de edificar el complejo carcelario, la impulsó una serie de sangrientos incidentes, perpetrados por las pandillas, tanto en las calles de las ciudades como en el interior de los centros penitenciarios existentes. Por otra parte, la mandataria está luchando en el seno de su gobierno, contra la enorme corrupción reinante y está dispuesta a ejecutar reformas políticas que le permitan limpiar al también corrupto sistema de justicia imperante en Honduras. Y es que la violencia está desbordada en todo el país y hay que frenarla ya, con “un golpe de mano dura”, en clara postura contraria a lo que se ha hecho (o no realizado), contra los criminales. Es por ello que la Sra. Castro de Zelaya ha anunciado medidas extremas, como los toques de queda, estados parciales de excepción (que podrían llegar a ser totales), para combatir al crimen en 120 comunidades y ha ordenado el despliegue de militares y policías, con el propósito de retomar el control de zonas que han sido tomadas por grupos delincuenciales. La construcción de la mega-prisión en el Caribe, solo es parte de su plan integral, para acabar de una vez y por todas con el flagelo que aterroriza a los hondureños desde hace décadas atrás. Xiomara Castro también ha insistido en decir que los líderes pandilleros han tenido el apoyo de funcionarios penitenciarios corruptos y por ello ha tomado esas medidas que aquí hemos desglosado a lo largo de este reportaje. Y ante la avalancha de críticas de los organismos internacionales que, supuestamente, velan por los derechos humanos, la mandataria ha respondido: “Si otro país ha hecho algo bien… ¿Por qué no copiarlo?” En clara alusión a las políticas de Nayib Bukele en El Salvador. Más todavía cuando las Naciones Unidas han publicado que, en Honduras los jóvenes entre los 18 y 20 años, continúan siendo las principales víctimas de los homicidios. Esa realidad es preocupante en grado sumo para la mandataria. “No vamos a permitir que esta atmósfera de terror continúe”, ha reforzado la tesis de la presidenta, José Jorge Fortín, jefe del ejército hondureño.
Para concluir, la presidenta anunció a la prensa que, en primer término, lo que intenta es apaciguar las críticas de los ciudadanos hondureños, cansados y atemorizados por “las maras”; y, en segundo lugar, abrir un frente internacional, específicamente en las Naciones Unidas, para crear una comisión semejante a la CICIG, desplegada en Guatemala, para combatir en lo interno de su gobierno a la corrupción y la impunidad. “Personalmente –dijo Xiomara Castro-, hablaré con el Secretario General de la ONU, António Guterres. No podemos esperar más.”
Por lo visto, Honduras está cambiando a golpe de acciones gubernamentales positivas, definitorias en materia de seguridad y largamente esperadas, mientras “los ladridos de los perros (los críticos) se escuchan a lo lejos… señal de que cabalgamos, amigo Sancho.”