Retrospectiva: el Rey Emérito Juan Carlos de Borbón. El Pasado y el Presente del Ex Monarca de los Españoles
MADRID, España-(Especial para The City Newspaper) Fue amado por el pueblo español, porque, en principio, significó la esperanza para salir de la dictadura franquista y conocer la democracia; y, además, demostró en su primera etapa al frente del gobierno, una sapiencia y sabiduría únicas para conducir al país y conducirse él mismo frente a las masas de ciudadanos que nunca dudaron de su preparación personal y política y de su inteligencia aun en las peores crisis que confrontaba. Hasta que un día… todo pareció cambiar y su imagen comenzó a deteriorarse evidente y ostensiblemente.
¿Qué fue realmente lo que pasó en la vida del Rey Juan Carlos, aquel monarca que impresionaba a todos con su sobriedad y su cercanía con el pueblo?
Fueron varios motivos los que causaron problemas en su matrimonio con la Reina Sofía, por sus supuestas relaciones extramaritales; sus presuntos movimientos financieros espurios, sus evasiones fiscales y un largo etcétera que todavía no termina, a pesar de que hace años abandonó la Corona y se refugió en los Emiratos Árabes, donde busca afanosamente la paz que nunca ha tenido, pues se le robó la infancia, incluso se le acusó de haber matado premeditadamente a su hermano -una de las peores mentiras que se le achacaron-; y tuvo que soportar el adoctrinamiento al que le sometió Francisco Franco, una vez que le fue cedido Juan Carlos por su padre, don Juan de Borbón, el Conde de Barcelona.
Pero leamos a continuación el martirio que este ex monarca ha vivido en los últimos 20 años de su vida.
Después de un reinado de 40 años, abandona la patria
Escándalo tras escándalo y una imagen personal totalmente resquebrajada, es lo que ofrece hoy en día Juan Carlos de Borbón, el Rey Emérito español. Estuvo a la cabeza del Reino de España de 1975, año de la muerte de Franco, hasta el 2014, cuando envió una carta a su hijo, el actual Rey, Felipe VI, en la que le decía que se marchaba lejos de su país. “Hace un año te expresé mi voluntad –redactó el monarca saliente-, y deseo de dejar de desarrollar actividades institucionales. Ahora, guiado por el convencimiento de prestar el mejor servicio a los españoles, a sus Instituciones y a ti como Rey, te comunico mi meditada decisión de trasladarme en estos momentos fuera de España. He sido Rey de España durante casi 40 años y durante todos ellos, siempre he querido lo mejor para España y para la Corona. Con el mismo afán de servicio a España que inspiró mi reinado y ante la repercusión pública que están generando ciertos acontecimientos pasados de mi vida privada, deseo manifestarte mi más absoluta disponibilidad para contribuir a facilitar el ejercicio de tus funciones, desde la tranquilidad y el sosiego que requiere tu alta responsabilidad.” Cita la misiva en los párrafos más importantes.
Es decir, don Juan Carlos anunciaba a su hijo su intención de no interferir en los asuntos de Estado ni en los personales, que pudiesen dañar la tranquilidad y la paz que Felipe VI necesitaba para ejercer adecuadamente su papel al frente de la monarquía.
Esta carta, cuyo valor histórico es innegable y aparecerá tiempo después en las vitrinas de algún importante museo de la Capital española, cuando haya pasado el tiempo prudencial y talvez tras la muerte de don Juan Carlos, fue difundida y dada a conocer por la Casa Real, desde el Palacio de la Zarzuela, y en ella se puede observar el momento anterior, cuando don Juan Carlos I había abdicado, hecho que se produjo en junio del 2014. Sin embargo, yendo a lo profundo, se deduce que su intención de irse de su patria estuvo relacionada con una investigación realizada por fiscales de Suiza y España, sobre sus cuentas en el extranjero, en un caso de supuesto fraude fiscal y blanqueo de capitales. Una acusación bastante seria, digna de ser tomada en cuenta por todos: la prensa, la Casa Real, la familia del Rey, la opinión pública, los banqueros suizos, la fiscalía española, los jueces y la policía, por supuesto. Por todo ello, era mejor irse lejos, donde pudiera llevar una vida tranquila y meditativa, al margen del cuestionamiento general.
La base de la investigación en su contra, fue la construcción de una línea de un tren de alta velocidad, para unir a las dos ciudades más importantes para el mundo islámico: Medina y La Meca, ambas en Arabia Saudita. Este transporte llamado en España el AVE, cubre actualmente 450 kilómetros en el desierto saudí y fue inaugurado en octubre del 2018. ¿Pero dónde entra el nombre de don Juan Carlos I en relación con ese tren de alta velocidad en Arabia? Lo que se investigó entonces, fue el papel que jugó el Rey Emérito en la adjudicación, en el 2011, de un millonario contrato a un consorcio formado, en su mayoría, por empresas españolas, para la realización de la obra. Los trabajos de construcción dieron inicio en el 2012, pero las conversaciones y competiciones para ver a cuál empresa se le adjudicaban estos trabajos, se remontan a los años previos, antes de que el proyecto se echara a andar.
Y es que la fuerte amistad de don Juan Carlos con la familia Real saudí, le obligaron al monarca español a actuar como intermediario a favor de los intereses comerciales españoles en la región arábiga. En números fríos, el contrato ascendió a unos US$7,800 millones y la sospecha para la policía suiza y española, se fundamenta en que posiblemente se pagaron comisiones de manera irregular y en ese punto preciso se centraron las investigaciones. Además, las autoridades investigaron una supuesta transferencia de US$100 millones que hizo el gobierno saudita a favor de don Juan Carlos I, en el 2008, cuando todavía estaba a la cabeza de la monarquía española. Ese dinero fue ingresado a un Banco suizo y la fiscalía de esa nación centroeuropea sospechó que se trató de una comisión para compensar al Rey Emérito por haber conseguido, presuntamente, que el consorcio de empresas españolas presentase una oferta de costo más reducido para la construcción de la línea férrea y se hiciera dueña de esa misma construcción.
La problemática detonó en el 2018, debido a una grabación, realizada tres años antes, a la mujer que supuestamente fue la amante de don Juan Carlos, llamada Corinna zu Sayn-Wittgenstein o Corinna Larsen, de acuerdo a su apellido de soltera, en aquel tiempo con 55 años de edad, rubia natural, de nacionalidad danesa, de profesión empresaria y de quien se dice vivió un romance tórrido con el Rey Emérito. Ninguno de los dos lo ha negado, por lo tanto parece que esa atractiva mujer fue la que separó al matrimonio de don Juan Carlos con su esposa de toda la vida, la Reina Sofía.
En “el tape” de la grabación, la novia del Rey parece decir que éste había solicitado una comisión por interceder en el contrato ferroviario con los árabes y que ese dinero precisamente, lo había escondido en el exterior (propiamente en Suiza); pero una primera investigación al respecto, fue desestimada por la debilidad de las pruebas aportadas. Fue un primer “round” ganado por don Juan Carlos y que le dio cierta tranquilidad, pero las investigaciones no se detuvieron ahí…
En marzo de ese mismo año, el 2018, el periódico suizo Tribune de Genéve, escribió en portada: “Juan Carlos I escondía 100 millones en Ginebra.” Punto. Suficiente para reabrir las sospechas, las intrigas, las investigaciones y el dolor en el alma del ex monarca. Y en las páginas interiores, el mismo diario publicó: “Entre 2008 y 2012, al amparo de una sociedad panameña (el país centroamericano, famoso por ser un paraíso fiscal), y con él como único beneficiario, el Rey Emérito confió en total discreción US$100 millones al Banco Mirabaud.” Agregó el redactor del tabloide que se sospechaba que el pago procedía del Rey de Arabia Saudita, Abdallah, y añadió también que la justicia de la ciudad suiza había abierto una investigación por el delito de blanqueamiento de capitales (lavado de dinero, en su concepto más simple y conocido). Esa era la comisión supuestamente pagada por los saudíes a don Juan Carlos, por haber facilitado la contratación del consorcio que iba a construir la línea del ferrocarril entre las urbes de Medina y La Meca y que se hizo realidad sin contratiempo alguno.
Y aquí vendría “la bomba” que cayó encima de la pobre y burlada Reina doña Sofía, porque el mismo periódico añadió a su reportaje: “En 2012, Juan Carlos transfirió lo que quedaba de dinero, unos US$76 millones (€65 millones), a su antigua amante.” La generosidad del amante hizo millonaria, supuestamente, a la joven danesa que compartió tantas veces su lecho. La Reina se sintió devastada, sin lugar a dudas. Y Juan Carlos detonaba problemas aquí y allá y de toda magnitud y especie. Por supuesto, esta información desencadenó una investigación de parte de las autoridades suizas y de los fiscales españoles, quienes pusieron en el objetivo las cuentas del Rey Emérito.
La Familia Real reacciona ipso facto
Una de las primeras reacciones de parte del nuevo Rey en aquel entonces, fue desmarcarse de su padre. Felipe VI intentó blindarse él mismo y a su gobierno monárquico y que “las andanzas” de su progenitor no lo involucraran de alguna manera a él, su esposa ni sus hijas. Aunque fuera solamente que lo quisieran “salpicar” con esos problemas tan profundos e incomodantes.
Incluso, la carta que detallamos al principio de esta retrospectiva que aquí hacemos, no fue satisfactoria para el joven Rey, quien, ante el escándalo propiciado en torno a su padre, y que llegaba a diario desde la cercana Suiza, anunció a todos los españoles, el 15 de marzo, que le retiraba a don Juan Carlos la asignación monetaria que como ex monarca recibía del erario público español; es decir, le anulaba definitivamente los US$235,000 mensuales que se le depositaba al Emérito en su cuenta personal en uno de los Bancos españoles. Es decir, lo dejaba sin su pensión vitalicia a la que tenía derecho. Así mismo, Felipe VI anunció que, llegado el momento, iba a renunciar a la herencia que le iba a dejar su padre.
La mayoría de los ciudadanos se sentían asqueados y profundamente desengañados con quien había sido su guía, su referente en muchas situaciones y vivencias, como lo había sido don Juan Carlos de Borbón. Por eso, tampoco aplaudieron las decisiones de don Felipe, mismas que consideraron impostergables y que tenían que darse de una manera u otra. Es decir, si el nuevo monarca no hubiese procedido de aquella forma, la situación límite lo hubiese tocado de frente a él también.
Otra decisión dolorosa y in extremis que tomó el nuevo Rey de España, fue revocar el título de Duquesa de Palma a su hermana, la Infanta Cristina, cuando el esposo de ésta, Iñaqui Urdangarín fue encontrado in fraganti en negocios turbios, al utilizar una fundación que, en realidad, le servía de “tapadera” para llevar a efecto sus jugarretas ciento por ciento ilícitas. Iñaqui fue puesto en prisión, enlodando todavía más la imagen de la familia Real. Luego, el otro movimiento de don Felipe VI fue renunciar a su posición de beneficiario de una fundación offshore en Panamá, llamada Lucum, en la que lo había designado su padre. Todo esto significó que el nuevo monarca no quería absolutamente nada con su familia y cerraba su núcleo inmediato, compuesto por su esposa Letizia y sus dos hijas, entonces muy pequeñas. Y rara vez su propia madre, la Reina Emérita doña Sofía, quien además no “parte peras” con su nuera, podía llegar a ver a sus nietas y conversar someramente con su hijo don Felipe. Así las cosas…
¿Pero cómo está actualmente don Juan Carlos de Borbón? Pasa de los 80 años de edad; su salud no es buena. Todos estos problemas lo han deteriorado física, espiritual y mentalmente y camina, desde hace tiempo, ayudado por un bastón, mientras sus dos guardaespaldas le siguen los pasos de cerca, siempre vigilantes ante un posible atentado o agresión de algún ciudadano inconforme con la vida del ex monarca español. De hecho, muchos en España creen que su alejamiento del país, propiamente a Abu Dabi, donde ha fijado su residencia y está protegido por el Rey de esa nación, lo realizó don Juan Carlos a manera de estrategia para eludir a la justicia; aunque su abogado ha manifestado reiteradamente que “mi cliente estará a disposición de la justicia española, si es llamado a comparecer.”
No obstante todo lo anterior, lo desglosado en esta crónica retrospectiva de su vida, las investigaciones en su contra por el opaco origen de su fortuna, fueron archivadas; y cuando parecía que iba a gozar de cierta tranquilidad, se abrió otra investigación de parte de la Hacienda española, apuntando a sus gastos vinculados a sus viajes a regiones exóticas, preferentemente al África, para participar en cacerías. Incluso, una fotografía suya al lado de un gigantesco elefante africano muerto, portando el ex monarca una escopeta en sus manos, llenó de indignación al pueblo ibérico, debido a que, en medio de una aguda crisis económica, el Rey Emérito despilfarraba el dinero divirtiéndose en cacerías que, además, contrariaban a las organizaciones defensoras de la vida animal. Adicional a ello, la imagen del ex monarca al lado de un elefante muerto, que es parte de una especie admirada y venerada en el mundo entero, no le hizo mucha gracia a nadie alrededor del planeta. No había escape: todo lo que hiciera don Juan Carlos estaba impregnado de polémica, rechazo generalizado y desgracia.
Regresando a su problema con la Hacienda española, las sospechas de corrupción y una prensa que se hacía eco de sus desaciertos, hizo que desistiera de participar en una regata en su barco “el Bribón”, pocas semanas después de su regreso a España, después de haber decretado su exilio en Abu Dabi, mismo que comenzó en el 2020. Según el diario español El Mundo, la Agencia Tributaria pidió al Rey Emérito que “acredite el origen de los fondos con los que se sufragaron los vuelos y el resto de gastos derivados de jornadas de cacerías a las que asistió entre 2014 y 2018.” El monto investigado no superaba, en un inicio, los €120,000 (US$128,000), a partir de los cuales, don Juan Carlos podría haber incurrido en un delito de defraudación a Hacienda, que se castiga en su país con una pena de entre cuatro y cinco años de prisión.
Y en lo que corresponde al cierre de los otros casos relacionados con la adjudicación de la obra de construcción del tren de alta velocidad en Arabia, la fiscalía arguyó que había actuado así, debido a la inviolabilidad de la que don Juan Carlos disfrutaba mientras fue jefe de Estado y también por la prescripción de los posibles delitos. Por otra parte y por consejo de sus abogados, el Rey Emérito hizo regularizaciones fiscales ante Hacienda, por más de €5 millones (US$5,34 millones), y por ese motivo pudo regresar a España para navegar en su barco, en una regata en Sanxenxo, Galicia (noroeste de España), luego de haber permanecido durante dos años en “su exilio musulmán.” Pero lo más sorprendente en este Rey, cansado y despacioso al caminar, fue su visita a su hijo Felipe VI en el Palacio de la Zarzuela, en Madrid, donde se reencontró con todo su núcleo familiar.
Por supuesto que esta visita reabrió los enfados, los enojos enardecidos de un sector de la población española, especialmente de los ultra-comunistas, quienes fueron los que más “ladraron” por la presencia del monarca en España. Peor aun cuando periodistas le preguntaron en Sanxenxo si iba a explicarse ante su hijo y don Juan Carlos, categórico, les respondió: “Explicaciones… ¿De qué?” Los marxistas, encabezados por aquel individuo de “la coleta”, llamado Pablo Iglesias, se lamentaron por “haber perdido una oportunidad para que don Juan Carlos diera explicaciones y pidiera perdón durante su visita por las irregularidades halladas por la fiscalía.” Ladraron.
¿Pero cuál es la situación actual de don Juan Carlos de Borbón, quien fuera el Rey amado por casi todos los españoles en su época de mayor realce y distinción? Se ha avejentado vertiginosamente, debido a los problemas recurrentes; camina ayudado por un bastón y en un principio lo hizo con una andadera de metal. Su esposa, la Reina Emérita. doña Sofía, se ha distanciado clara y tajantemente de él, por razones obvias, pues cada vez que abría una revista del corazón en España, encontraba a su esposo con su nueva compañía, la danesa rubia y varios años más joven que él, llamada Corinna Larsen, quien, a la postre, terminó traicionándolo al contar todos los entresijos de la relación entre los dos, narrando detalladamente los arrumacos e intimidades con el ex monarca, lo mismo que todo lo referido a la fortuna que él le traspasó en un momento dado. La bella rubia lo acusó de cobrar comisiones y tener cuentas en Suiza, fue cuando la fiscalía de Ginebra lo investigó y destapó una red de cuentas bancarias secretas, sociedades pantalla, testaferros, comisiones, donaciones multimillonarias y fundaciones turbias. Una rubia malagradecida sin duda y “una tabla falsa” en la que quiso pararse el Emérito, pero como falsa que era, terminó por hundirlo.
Hace unos pocos meses atrás, don Juan Carlos I regresó al lago de Ginebra para asistir a la graduación de su nieta, Irene Urdangarín, hija de la Infanta Cristina e Iñaki Urdangarín, y el ex monarca hizo el vuelo en un jet privado que le fue prestado y presidió el almuerzo familiar en uno de sus hoteles favoritos, el Four Seasons des Bergues, un lujoso establecimiento que está a sólo 50 minutos de Vieille Fontaine, el palacete donde vivió su abuela, la Reina Victoria Eugenia, y donde se celebró su almuerzo de compromiso con doña Sofía en 1961.
Pero su imagen yace por los suelos. Nadie da por él “ni un duro” en España y por más que ha tratado de resarcirse, negando relaciones aquí y allá, el feroz sabueso que es el periodista especializado en temas de la aristocracia española, Jaime Peñafiel, saca a cada instante que puede y quiere, “los trapos sucios” de don Juan Carlos. Por ejemplo, lo vinculó también con Marta Gayá, una socialité catalana, afincada en Mallorca y dijo de ambos que estaban pasándola deliciosamente en Ginebra, Suiza. La prensa le persigue como los perros a la perdiz herida que ha caído desde lo alto y por más que lo intentó, el Rey Emérito no pudo aplacar “los incendios” que encontraron varios focos de su vida pública y privada. Pero sus decisiones por marcharse de España y guardar un penoso silencio, sin afirmar ni desmentir nada, son las mejores que ha tomado, porque ante las tormentas es mejor refugiarse en casa, cerrar los accesos y esperar que los rayos y fuertes aguaceros amainen afuera. No todo dura para siempre…ni siquiera el mal y las malas intenciones.