Julian Assange, el Hacker Australiano, Logró Finalmente su Libertad al Llegar a un Acuerdo 

con la Justicia de los Estados Unidos

ISLAS MARIANAS DEL NORTE, USA-(Especial para The City Newspaper) Adquirió notoriedad mundial como nunca nadie antes lo había logrado, después de “hackear” una serie de documentos clasificados por el gobierno de los Estados Unidos y subirlos a su página en internet, llamada WikeLeaks. Por supuesto, se trató de información altamente sensible para los estadounidenses, oculta precisamente al gran público para que no se enterase de los abusos que se estaban efectuando en algunos puntos del orbe, donde las tropas norteamericanas estaban en misiones bélicas.

            De inmediato, Julian Assange, este australiano controversial, fue puesto en la mira de la justicia estadounidense y requerido para ser juzgado y criminalizado, según correspondía su caso. Leamos un resumen de su periplo, de su huida de la policía internacional y de los jueces:

Cronología del caso Assange:

            Después de haber sido liberado de una cárcel inglesa, este australiano llegó a un acuerdo con la justicia de los Estados Unidos, según el cual se declararía culpable de uno de sus delitos y de esa manera iba a recuperar la ansiada libertad. La humanidad, por lo menos aquellos que siguieron con interés su lucha legal, han aplaudido este hecho por haber alcanzado la libertad, misma que se la concedió una jueza en una isla del Océano Pacífico, territorio de ultramar norteamericano, quien consideró que el “hacker” australiano ya había cumplido su condena al estar encerrado en una penitenciaría londinense. Un tema al que regresaremos después con mayor detalle. Por lo pronto, este es el periplo cronológico vivido y sufrido por Assange:

            En el 2006: Assange se convierte en co-fundador de WikeLeaks, una página en internet para publicar documentos altamente secretos o clasificados, especialmente por el gobierno de Washington. Extrañamente, nunca publicó nada acerca de los gobiernos de la China comunista, ni de Rusia y las dictaduras como las de Nicaragua, Venezuela y Cuba. Tampoco de Irán.

            2010: En la web WikiLeaks se publican imágenes consideradas “top secret” de la guerra en Irak, cuando un helicóptero dispara indiscriminadamente contra civiles desarmados en una ciudad iraquí.

            Agosto del 2010: Aparte de las publicaciones periódicas que se efectúan en su página web, Julian Assange tiene sobre su cabeza una orden de arresto, debido a dos acusaciones hechas por fiscales suecos, quienes le señalan como agresor sexual. El “hacker” australiano niega sobre el particular, se declara inocente y dice que solo es una excusa más para entregarlo a los Estados Unidos.

            Diciembre del 2010: Assange es arrestado en Londres, Capital de Inglaterra, pero, mediante fianza, es dejado en libertad y comienza, por otra parte, a apelar contra la orden de arresto internacional solicitada por los fiscales de Suecia.

            Mayo del 2012: La Corte Suprema inglesa decide que deberá ser extraditado a Suecia, para ser interrogado con base en las acusaciones por abusos sexuales.

            Junio del 2012: Assange decide escapar de la extradición y se asila en la embajada de Ecuador en Londres. Pesa a su favor que el presidente ecuatoriano, Rafael Correa, de tendencia izquierdista, simpatiza con el trabajo de divulgación de documentos secretos que ha efectuado Julian Assange, principalmente porque va en contra de las potencias occidentales, específicamente contra los Estados Unidos. De tal manera, permite a Assange una estadía en la sede diplomática de Ecuador, más que placentera y segura.

            Agosto del 2012: Assange recibe oficialmente asilo en dicha embajada y sale al balcón del edificio para dialogar con los periodistas internacionales: exige al gobierno de Washington que ceje en su “cacería de brujas.”

            2012, 2013, 2014, 2015: En esa legación suramericana en Inglaterra, el asilado Assange recibe visitas constantemente; por ejemplo, la ex actriz y modelo canadiense, Pamela Anderson, preocupada por su situación, le visita mes a mes y le lleva regalos. Hay muchos que insisten en decir que el australiano y la mujer viven un tórrido romance en medio de los muros de la embajada ecuatoriana. Pero solo se trata de un rumor. Se publican fotografías del asilado cuando hacía ejercicios en uno de los recintos; incluso, cuando usa una patineta. No la estaba pasando del todo mal en aquel sitio.

            Febrero del 2016: Un panel de las Naciones Unidas dictamina que Assange ha sido “detenido arbitrariamente” por las autoridades inglesas y suecas y pide su libertad.

            Mayo del 2017: El director del Ministerio Público de Suecia, anuncia que las investigaciones contra el australiano, que le señalan como un agresor sexual, serán abandonadas.

            Octubre del 2018: El cambio de presidente en Ecuador, causa dificultades al asilado y desde Quito, Capital ecuatoriana, le llegan una serie de reglas internas que deberá cumplir en la embajada y Assange responde al gobierno de esa nación suramericana que está realizando acciones legales para acusarlo de violar “sus derechos y libertades fundamentales.”

            Abril del 2019: La policía metropolitana inglesa ingresa a la embajada del Ecuador, previo permiso otorgado por el gobierno del Ecuador, y detiene a Julian Assange “por no entregarse al tribunal por una orden emitida en su contra en el 2012.” Su detención causa un revuelo internacional de gran repercusión y comienzan las movilizaciones de simpatizantes del prisionero en varios puntos de la geografía mundial. Assange es conducido y recluido en una penitenciaría inglesa en las afueras de Londres.

            Mayo del 2019: Julian Assange es sentenciado a 50 semanas de cárcel por violar las condiciones de su libertad bajo fianza, según la sentencia de un juez inglés. Ese mismo mes, Suecia reabre la investigación por agresión sexual y los Estados Unidos revelan los cargos contra Julian Assange. Comienza la lucha in extremis de los abogados del australiano, para evitar la extradición hacia la Unión Americana.

            Noviembre del 2019: la fiscalía sueca interrumpe la investigación en su contra por supuesta violación.

            Enero del 2021: Un juez británico rechaza la solicitud estadounidense de extraditar al prisionero, arguyendo que Assange no se encuentra bien en su salud mental. Pero en diciembre de ese mismo año, la justicia estadounidense consigue revocar el fallo del juez inglés.

            Junio del 2022: Finalmente los tribunales londinenses ceden ante la insistencia de los estadounidenses y ordenan la extradición de Julian Assange hacia USA; pero el caso sigue stand bye, debido a las apelaciones que presentan los abogados del “hacker.”

            Febrero del 2024: los abogados de Assange intentan detener su extradición ante el Tribunal Superior, una autoridad judicial superior que funciona solo para Inglaterra y el País de Gales.

            Mayo del 2024: El Tribunal Superior dictamina que Assange puede presentar un nuevo recurso contra la extradición a los Estados Unidos. La lucha continúa, mientras la prensa mundial publica todo lo relacionado con estas batallas legales que libra el detenido.

            19 de junio del 2024: Julian Assange y la justicia estadounidense llegan finalmente a un entendimiento beneficioso para el australiano, quien firma un acuerdo de culpabilidad y el Tribunal Superior británico le concede la libertad bajo fianza.

            24 de junio del 2024: El cautivo sale libre de la cárcel bajo fianza y sube a un vuelo chárter que lo conduce hasta las Islas Marianas, territorio de ultramar de los Estados Unidos, donde comparece ante una jueza para formalizar el acuerdo de culpabilidad. Después, le dejará en libertad. El mundo se regocija ante esta noticia y aclama al “hacker” a quien considera el vencedor en esta “guerra legal” contra la primera potencia mundial.

Cinco años en “las garras” inglesas

            Parece un sueño, un hecho alucinante, que Julian Assange haya logrado su anhelada libertad y se halle ahora mismo en su natal Australia, gozando del cariño y la presencia de su esposa e hijos, quienes han crecido a sabiendas de que su padre existía pero estaba preso. Se quitó de encima “las cadenas y grilletes” de la cárcel inglesa de máxima seguridad donde estaba recluido desde hacía 5 largos años, desde que los ecuatorianos le entregaron a la justicia británica. El propio medio que él co-fundó, llamado WikiLeaks, anunció la salida del famoso preso de 52 años, de la cárcel de Belmarsh, cerca de Londres; y por la tarde tomó un vuelo especial en el aeropuerto de Stanstead, con destino a las Islas Marianas del Norte, ante la jueza que dictaría sentencia sobre su caso.

            El trato sellado con la justicia de los Estados Unidos, indicó que Assange debería declararse culpable de uno de los 18 delitos de los que se le acusaba, lo cual le permitiría regresar a Australia en condición de hombre libre. De esa manera, pondría punto final a una larga saga judicial por la filtración y publicación de documentos clasificados, que estaban en poder del Departamento de Estado norteamericano. En concreto, Julian Assange reveló secretos de las guerras de Irak y Afganistán, junto a otros datos sensibles sobre los prisioneros islámicos, sus condiciones infrahumanas, en la base militar de Guantánamo en territorio de Cuba. En síntesis, fue un violador de la “Ley de Espionaje.”

            Por esa razón, el avión chárter que lo llevaba, voló desde Londres hasta las Islas Marianas, que pertenecen a los Estados Unidos. El mismo Assange se negó viajar a territorio continental estadounidense, en clara desconfianza de la justicia de esa nación, por el temor de que lo dejaran preso de manera inminente. Su comparecencia ante la jueza se realizó a las 9:00 am, hora local de las Islas Marianas, el 26 de junio recién pasado. El mismo acuerdo indica que la jueza le iba a sentenciar a 62 años de prisión, mismos que ya cumplió en la penitenciaría de Belmarsh, en Londres, Inglaterra, donde estuvo recluido por espacio de 5 años.

            Antes de que se diera este beneficioso acuerdo entre ambas partes, organizaciones defensoras de la libertad de prensa, lo mismo que el primer ministro de Australia, Anthony Albanese, solicitaron reiteradas ocasiones a los Estados Unidos, que levantara los cargos en contra de Assange y lo liberaran. Pero solo el presidente Joe Biden contestó con un lacónico: “Lo estoy considerando.” Stella, la esposa de Julian Assange, también tuvo una incansable presencia ante los medios televisivos de prensa, para obtener la libertad de su consorte. De hecho, cuando fue liberado finalmente, esta compañera de vida impostó en la red social X (antes Twitter): “Tengo una inmensa gratitud con quienes se han movilizado desde hace años para lograr que su liberación sea una realidad. Las palabras no pueden expresar nuestra inmensa gratitud hacia todos ustedes, sí, ustedes, que se movilizaron durante años para que esto fuera realidad. ¡Gracias, gracias, gracias!” También publicó un video en el que se veía a Julian Assange firmando los papeles que contienen el acuerdo; luego su viaje en una furgoneta hasta el aeropuerto londinense de Stanstead y posteriormente, abordando el avión de regreso, acompañado por el alto comisionado de Australia en el Reino Unido, Stephen Smith. Y la madre de Julian, Christine Assange, aseguró: “Estoy agradecida de que el calvario de mi hijo finalmente esté acabando. Esto demuestra la importancia y el poder de la diplomacia secreta.”

            El gobierno australiano reaccionó ante la noticia al decir: “el caso Assange se había prolongado demasiado y su detención ya no tenía ningún interés.” Así según el portavoz del primer ministro. Por su parte, Anthony Albanese, primer ministro australiano, dijo: “No hay nada que ganar con su encarcelamiento y lo queremos de vuelta en Australia.” Así lo dejó escuchar en una sesión de control, en el parlamento de Camberra. Otras reacciones han provenido de la Federación Internacional de Periodistas (FIP), que publicó una declaración argumentando que esta ha sido “una victoria significativa para la libertad de los medios de comunicación y un gran impulso para la libertad de expresión. Esta es una victoria para el derecho a informar y a ser informado. Es una victoria para los periodistas de todo el mundo.” Así según su presidenta, Dominique Pradalié, en un comunicado. En lo que se refiere a representantes del gobierno de Alemania, Annalena Baerboock, ministra de Exteriores germana, argumentó: “Solo puedo decir que estoy muy feliz de que este caso, que ha sido debatido de manera muy emocional en todo el mundo y que ha conmovido a muchas personas, haya encontrado por fin, una solución.”

            Recapitulando, Julian Assange se declaró, en las islas Marianas, culpable de “conspiración para obtener y revelar información relativa a la defensa nacional”, así según documentos judiciales que firmó el indiciado. También se menciona a su cómplice, la persona que le facilitó esa documentación hasta entonces secreta, la militar transexual Chelsea Manning. Fueron miles de documentos militares y diplomáticos clasificados por el Departamento de Estado norteamericano, que Assange publicó en WikiLeaks en el 2010, según los registros judiciales. De hecho, el delito del que se declaró culpable conlleva una pena máxima de 10 años de prisión, pero el tribunal lo condenó solamente a 5 años, cumplidos en la prisión inglesa, tal y como hemos consignado a lo largo de este reportaje.

            El gobierno de los Estados Unidos lo acusaba de 17 delitos contra la ley de espionaje y uno por intromisión en una computadora; si hubiese sido extraditado a la Unión Americana, tal y como lo intentó la justicia de esa nación, Assange se hubiera enfrentado a una pena máxima de 170 años de prisión, principalmente por la filtración de más de 250,000 documentos clasificados, en noviembre del 2010. El documento presentado ante el tribunal de Saipán, Capital de las Islas Marianas del Norte, en el Océano Pacífico, sostiene que Assange “conspiró a sabiendas e ilegalmente, para recibir y obtener documentos relacionados con la defensa nacional y comunicar esa información a personas que no tenían derecho a recibirlos.” De tal modo, Julian Assange compareció ante la jueza Ramona Manglona, después de sostener durante todo el tiempo que estuvo asilado en la embajada del Ecuador y en la prisión inglesa que “la publicación de los documentos confidenciales eran un asunto de interés público y me protege la Primera Enmienda de la Constitución de los Estados Unidos, que ampara la libertad de expresión. WikiLeaks publicó historias revolucionarias sobre corrupción gubernamental y abusos contra los derechos humanos, responsabilizando a los poderosos de sus actos.” Pero el gobierno de Washington sostuvo siempre que “la filtración puso en peligro a fuentes, ciudadanos y la seguridad nacional con documentos que perjudicaban a los Estados Unidos y a sus aliados y ayudaban a sus adversarios.” Por su parte, la página WikiLeaks indicó sobre este caso al conocer sobre la liberación de Assange: “Como director, Julian pagó duramente por estos principios y por el derecho de la gente a saber.”

            ¿Pero qué sucedió con el transexual Chelsea Manning, que facilitó los documentos a Assange? La acusación del Departamento de Justicia, del año 2019, imputó a Assange por alentar y ayudar a la analista de inteligencia del Ejército estadounidense, Chelsea Manning, a robar los cables diplomáticos y archivos militares que WikiLeaks publicó en el 2010. Por ello, Manning fue condenada a 35 años de prisión tras ser declarada culpable de violar la ley de espionaje y otros delitos como la filtración de los documentos clasificados; pero el presidente Barack Obama conmutó su pena en el 2017 y permitió su liberación después de haber purgado su pena durante siete años en prisión.

            Durante el gobierno de Obama, Julian Assange vivió algo así como un “tiempo de relax”; pero con la llegada de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos, todo comenzó a ir mal nuevamente, ya que el fiscal general, Jeff Sessions, nombrado por Trump, convirtió la extradición del australiano en una prioridad. Finalmente, WikiLeaks atribuye el triunfo de Assange al obtener su libertad, a la campaña mundial que abarcó a organizaciones de base, defensores de la libertad de prensa, legisladores y dirigentes de todo el espectro político, hasta Naciones Unidas. “Esto creó el espacio para un largo período de negociaciones con el Departamento de Justicia de los Estados Unidos, que desembocó en un acuerdo que aún no se ha cerrado formalmente. La libertad de Julian es nuestra libertad.” Ha publicado WikiLeaks recientemente en torno al tema.

            Han pasado 14 años desde que Assange fue puesto en el ojo mediático, por haber publicado los documentos clasificados y ha terminado donde menos se esperaba: en las Islas Marianas del Norte, un territorio insular que pertenece a los Estados Unidos. Toda una argumentación para una buena novela basada en una crónica de vida, realista y fidedigna; o para una película de corte judicial, de esas tan bien logradas por el cine de Hollywood, con acusados inocentes, fiscales enardecidos y abogados defensores diestros en sacar adelante a los imputados.

            Allí, en la Corte Federal de Saipán, la Capital de este archipiélago conformado por 14 islas, Julian Assange se declaró culpable de violar la ley de espionaje estadounidense. Lo hizo en el tribunal revestido de madera, una edificación característica de estos contornos, cuando la magistrada Ramona Manglona solicitó al australiano que detallara el acuerdo al que había llegado con el gobierno de los Estados Unidos y luego, le otorgaría la ansiada libertad. En esa sala de sesiones llena y acompañado por el ex primer ministro australiano, Kevin Rudd, actual embajador de este país en USA, dijo que había alentado a una de sus fuentes para que le proporcionara la información clasificada requerida. Era su trabajo como periodista y “acepto que aquello me hacía incurrir en un delito de espionaje y reconozco que soy culpable del mismo.” Dijo de manera textual. Pero defendió que su trabajo de periodista debió estar amparado por la Primera Enmienda de la Constitución de los Estados Unidos que protege a la libertad de prensa.

            La jueza aceptó la declaración, ante la mirada inquieta y expectante de decenas de periodistas estadounidenses y británicos que se desplazaron hasta esta isla que fue descubierta por el navegante español Fernando de Magallanes, en 1521, y le reconoció al imputado los cinco años que ya había cumplido en la prisión en Inglaterra. Fue cuando le dijo para finalizar el procedimiento: “Podrá salir de esta sala del tribunal como un hombre libre.” Assange no expresó ningún comentario al salir de la Corte y se dirigió directamente al aeropuerto para poner rumbo a Canberra, donde llegó con su abogada, la también australiana Jennifer Robinson, quien, de paso, publicó un selfie en su cuenta de Instagram, que se tomó con el creador de WikiLeaks. No cabía la menor duda: estaba junto a un personaje que ha hecho historia, que hincó y preocupó hondamente al gobierno de los Estados Unidos; y estaba ante un momento irrepetible en el devenir de la humanidad, porque nunca antes una potencia del calibre de los EE.UU, había perseguido con tanta saña y fuerza a un solo personaje, con el fin de procesarlo y encarcelarlo.

            En la escalinata del avión que lo trasladó hasta su patria, Julian Assange hizo la señal de la victoria ante una multitud que lo vitoreaba con ruidosa alegría. Su esposa Stella volvió a publicar en su cuenta de X: “El viaje de Julian hacia la libertad tiene un coste enorme: Julian deberá US$520,000 que está obligado a devolver al gobierno australiano por el vuelo chárter VJ199.” Sin embargo, no faltará quien pague esa cantidad de buena gana, Hasta podría cancelarla el primer ministro Anthony Albanese. Cualquiera y quien quiera, porque lo importante es la libertad de este sujeto admirado por una inmensa mayoría alrededor del mundo.

Así concluye esta historia de Julian Assange, el hombre que nació el 3 de julio de 1971, en Townsville, Queensland, Australia. ¿O acaso nos equivocamos y este ha sido apenas el primer capítulo y continuará con más publicaciones clasificadas en WikiLeaks? El tiempo lo dirá…


El Largo e Interminable Cautiverio de Julian Assange. Su Delito: Develar los Abusos Secretos 

de los Estados Unidos

LONDRES, Inglaterra-(Especial para The City Newspaper) En pocas fechas dos jueces británicos, llamados Victoria Sharp y Justice Johnson, decidirán si el australiano Julian Assange, requerido por la justicia de los Estados Unidos por develar secretos de Estado, será extraditado para que encare a los tribunales en tierras estadounidenses. La decisión que están por tomar y el caso en sí, es el más polémico que ambos han vivido en sus carreras judiciales. Por su parte, la esposa de Assange, Stella Morris, ha sentenciado que “la decisión del tribunal decidirá si Julian vive o muere.”

            Independientemente de lo anterior, la determinación que está por tomarse, será decisiva para el futuro de quien fue el fundador del sitio en internet, famoso mundialmente por demás, conocido bajo el nombre de WikiLeaks. En el tanto los dos jueces decidan lo peor para Julian Assange, éste podría enfrentar una pena de hasta 175 años de prisión si se le considera culpable en los Estados Unidos, de los 17 delitos de espionaje de los cuales se le acusa.

            Su esposa insiste en que él no está nada bien de salud, en un atenuante para que los magistrados sopesen su decisión de extraditarlo a USA; mientras que los abogados defensores esgrimen que “las motivaciones de las autoridades estadounidenses son políticas y por lo tanto, la extradición no procede.” Sin embargo, los abogados que representan al gobierno de los Estados Unidos, han dicho que la acusación contra el australiano de 52 años de edad y que ha estado asilado gran parte de los últimos 15 años en la embajada del Ecuador en Londres, se fundamenta en que “puso en riesgo las vidas, a través de la publicación de miles de documentos clasificados por Washington (específicamente por el Pentágono).”

Más señalamientos…

         En un intento por convencer a los dos jueces ingleses que tienen en sus manos el futuro inmediato de Assange, una de las abogadas que actúa en representación de la Casa Blanca, llamada Clair Dobbin, dijo ante el mismo tribunal londinense que “las acciones de Assange estaban lejos de ser las de un periodista común y no se dedicó a hacer un periodismo responsable con la filtración masiva (de documentos clasificados top secret).” Añadió que “el juez que evaluó inicialmente el caso de Assange, había rechazado de plano la idea de que debía ser tratado como periodista o editor y lo acusó, por el contrario, de haber buscado activamente material clasificado para su publicación en el sitio web WikiLeaks, en lugar de simplemente ser un receptor pasivo.”

            Para tratar de hundir todavía más a Assange, la abogada Dobbin recordó que la exsoldado estadounidense Chelsea Manning, quien proporcionó a Assange grandes cantidades de documentos clasificados, "actuó en respuesta a sus demandas y además, el australiano la incitó a robar y ayudar a descifrar contraseñas de las computadoras del Departamento de Defensa de los Estados Unidos, para acceder a la información que luego publicó sin edición alguna (esto es, sin corregir el estilo de redacción, ni los posibles textos que iban a ser contraproducentes para el lector).” Hizo hincapié también en que Assange intentó reclutar a otros hackers y filtradores de información clasificada. “Assange era consciente –dijo la abogada-, de que esto podría poner en riesgo a personas que colaboraban con las autoridades y provocó que algunos individuos tuvieran que huir de sus hogares y países de origen, perdieran sus empleos, sufrieran la congelación de activos por parte de regímenes represivos de los países donde vivían o incluso, fueran encarcelados.” Esto último en tergiversación de los argumentos de los defensores de Assange, quienes han reiterado que “los mencionados en el material filtrado, no sufrieron daños.” Es decir, aquellas personas que aparecen con nombres y apellidos en los documentos publicados en WikiLeaks no resultaron lesionados ni física ni emocional ni laboralmente, en ningún sentido… “no sufrieron daños.” Puntualizaron. Pero para la parte acusatoria, Assange “publicó de manera consciente e indiscriminada ante el mundo, los nombres de individuos que actuaron como fuentes de información para Estados Unidos.”

            Continuando con el legajo de acusaciones contra el australiano que espera su extradición hacia la Unión Americana, la abogada Clair Dobbin llamó la atención ante los jueces ingleses que tienen en sus manos el caso de Julian Assange, que las acciones del prisionero tuvieron un fuerte impacto global, porque “los materiales filtrados fueron utilizados por organizaciones terroristas y hostiles, incluyendo a al-Qaida (el grupo de Osama bin-Laden); y el costo humano de estas revelaciones (en los documentos secuestrados al Pentágono y al Departamento de Estado de USA), fue real, al poner en riesgo las vidas y la libertad de individuos en países como Irán, China o Siria. (…) Es esto lo que forma la base objetiva de su enjuiciamiento. Son estos hechos, no sus opiniones políticas.” Subrayó la parte acusadora.

¿Qué sucederá si el veredicto le es desfavorable a Assange?

            En los próximos días se espera la decisión concluyente de los jueces ingleses, específicamente en lo que estriba a su extradición a los Estados Unidos para que

confronte a las leyes de aquella nación, o le exima de ese viaje que podría ser mortal para él. En otras palabras, si Assange pierde, podría ser extraditado casi de manera inmediata, a menos que ponga en marcha un último recurso por parte de una intervención del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH), que ordenaría al Reino Unido que no lo extradite mientras considera su caso. Empero, la defensa de Assange reconoce que esta última opción requeriría presentar el caso en menos de 24 horas y tienen poca confianza en que pueda prosperar a favor de su cliente.

            En lo que atañe al gobierno de Australia, ha instado varias ocasiones a los gobiernos de Inglaterra y Estados Unidos, para que dejen de lado “la persecución” contra Julian Assange y el Primer Ministro australiano, Anthony Albanese, incluso trató el tema abierta y francamente con el presidente Joe Biden, en un intento por favorecer al prisionero que está ahora bajo la tutela de la justicia inglesa. Así también el fiscal general australiano, Mark Dreyfus, confirmó haber dialogado con su homólogo y colega de los Estados Unidos, Merrick Garland, con el mismo objetivo de obtener la libertad de Assange de una vez y por todas.

            El premier Anthony Albanese dijo que “aunque no es el papel de Australia interferir en los procesos legales extranjeros, espero una resolución amigable, porque consideramos (en el gobierno de Australia), insostenible que el proceso continúe indefinidamente, sobre todo considerando el delicado estado de salud de Assange.”

            Sin embargo, un viraje en los deseos de la justicia estadounidense no se ha producido a pesar de dichas conversaciones bilaterales a nivel de gobiernos; y tampoco hay indicios, por leves que fueren, de que los norteamericanos, por razones humanitarias, vayan a echarse atrás y dejar que Julian Assange regrese tranquilamente a su país de origen y olvidar todo el largo trajinar que ha significado este proceso. Hay quienes lo ven detrás de unas rejas por el resto de su vida, en una penitenciaría de los Estados Unidos, y esos pesimistas son la mayoría, quienes ven con ojos realistas lo que podría acontecer; y muy pocos confían en que el fundador de WikiLeaks regrese victorioso a Australia. Pero el precio que ha tenido que pagar Julian Assange ha sido muy caro, por revelar secretos que estaban bien guardados en los archivos de las computadoras oficiales del gobierno de Washington y “ha penado” largamente desde su asilo en la embajada ecuatoriana en Londres, hasta su entrega por ese mismo país a la policía inglesa, una situación en la que hoy se encuentra para su desgracia y la de su familia.

            En conclusión: si el fallo de los jueces británicos es negativo, le espera a Assange la cadena perpetua en los Estados Unidos, algo que llena de pánico a cualquier infractor de las leyes de esa potencia mundial. Porque Assange se permitió “subir la escarpada montaña y meter sus manos en el nido del águila, donde estaban sus polluelos y jugar con ellos de manera riesgosa e inconsciente.” Esa es la fábula subyacente o análoga a este caso.

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