Las Mujeres que Amaron a Beckenbauer

MUNICH, Alemania-(Especial para The City Newspaper) Después de la reciente muerte del Kaiser del fútbol alemán, Franz Beckenbauer, se ha hablado y escrito mucho de sus innegables dotes como futbolista: de su elegancia, su fino toque del balón con el borde externo del pie, su manera de dirigir a su equipo como si se tratara de una orquesta bien afinada y por supuesto de su don de mando que, sin ofender a ninguno de sus compañeros (ni adversarios), imponía sus reglas con afecto y todos terminaban obedeciéndole y queriéndole. Todo eso era Franz Anton Beckenbauer. ¿Pero qué se sabe de su vida sentimental, de sus mujeres, de sus conquistas, de sus hijos, de su hermano Walter, de su vida privada? Muy poco. Pero fue tan intensa como trágica, en especial tras la enfermedad y muerte de su hijo Stephan, que significó “la cuesta abajo” del Kaiser y comenzó a decaer ostensiblemente ante la preocupación de su esposa Heidi y sus dos hijos menores, los adolescentes, Joel, de 24, y Francesca, de 20 años de edad.

Elegante dentro y fuera de la cancha

            No hay duda de que Beckenbauer fue un triunfador en esas cosas del amor, debido a su elegancia natural, su atractivo varonil, su carisma avasallador y su don de gentes. Las mujeres que se encontraban con él, principalmente cuando lideraba a la Selección alemana y al Bayern Munchen en la década de los 70s., caían rendidas a sus pies. Fue así como la primera de ellas fue Brigitte Wittmann, quien saboreó junto al Kaiser los mayores triunfos deportivos de él: la Eurocopa de 1972 con la Selección alemana; la Copa del Mundo de 1974 y los reiterados éxitos nacionales e internacionales del Bayern, en los que descollaba Franz desde su posición de líbero.

            Beckenbauer se casó con ella cuando solo tenía 21 años de edad y el hecho ocurrió en 1966, poco antes del Campeonato Mundial de Inglaterra, cuando Alemania llegó a la final con los ingleses. La revista Scala, editada y publicada por la Central de Turismo de Alemania, le dedicó una exclusiva a la pareja en 1972, donde aparecieron caminando por Munich de la mano. Él luciendo su clásica elegancia a pesar de ir vestido sport; y ella, un escultural cuerpo que fascinó a quienes leímos el reportaje y observamos las fotografías. Por aquel entonces, en los albores de los 70s., Beckenbauer trabajaba para una agencia de seguros, cuando todavía era posible compaginar un trabajo con el fútbol. El deporte de masas no era tan vertiginoso como lo es ahora y no se devengaban los salarios hiperbólicos (exagerados), que se devengan hoy en día.

            Brigitte Beckenbauer tenía el apellido Wittmann de soltera; era rubia, muy alemana y siempre atenta con su esposo, hasta en los mínimos detalles que él requiriera. Era secretaria, la profesión de moda para la mayoría de las europeas y estadounidenses de la época, antes de contraer nupcias o conocer a “su príncipe azul”. Solo que Beckenbauer no era azul, sino rojo, según el color del Bayern de Munich; y tampoco era príncipe, porque era más que eso… era Kaiser o Emperador.

            Con ella engendró dos hijos a los que llamaron Michael y Stephan y la esposa estuvo de acuerdo, al poco tiempo, en adoptar a un tercer niño llamado Thomas, quien era hijo de Beckenbauer pero de una relación anterior a su primer matrimonio, con una novia de apellido Grönke. Thomas nació en 1963, cuando el futbolista tenía apenas 18 años de edad. Tres años después, Franz Beckenbauer contrajo nupcias con su nueva novia, Brigitte. Según vemos, la precocidad en el amor siempre estuvo al lado del gran Franz, quien, siendo apenas un mozalbete que despuntaba a la vida, ya había engendrado a su primer “heredero.”

            Quienes conocieron a la perfección a Brigitte, coinciden en describirla como “el remanso de paz en la vida de Franz”, pues se ocupaba de todo en la casa, mientras el futbolista iba triunfando aquí y allá, con un balón pegado a sus pies y derrochando elegancia en todos los terrenos de juego donde se posaba con el Bayern y con la Nationalmannschaft. Ya a los 23 años, Franz era padre de tres hijos, una responsabilidad demasiado grande para un hombre tan joven, pero Brigitte fue quien asumió “la carga” de cuidarlos, hacerlos crecer como hombres de bien y mostrarles los caminos rectos de la vida. “No podía ocuparme de los problemas familiares”, confesó Beckenbauer cuando hizo reminiscencia de aquellos años de triunfador. Esos recuerdos los hizo dentro de un documental, de los tantos que la televisión alemana le filmó en exclusiva, e hizo hincapié en que su única ambición era el fútbol. Pero Brigitte estaba allí, siempre linda, escultural, agradable, fina, amorosa esposa y abnegada madre. De tal manera que esa tranquilidad que irradiaba Franz en los campos de juego, se debían, esencialmente, al hecho de que tenía en su hogar a una mujer sacrificada, estoica y dispuesta a ayudarle en su exitosa carrera deportiva. “Ella fue demasiado generosa conmigo y nuestros hijos”, comentó Franz en una entrevista que le realizaron mucho tiempo después.

            Las últimas imágenes que han quedado de Brigitte Wittmann fueron precisamente al lado de Franz Beckenbauer durante los oficios religiosos, tras la muerte de Stephan por causa de un tumor canceroso en el cerebro, y también cuando salió del templo al lado del Kaiser, mientras él cuidaba que bajara con seguridad unas escalinatas. Se le veía entrada en años, vestida de riguroso negro y con gafas para el Sol, que no permitían ver la tristeza de sus ojos en aquel aciago momento. Brigitte, la extraordinaria primera mujer de Franz Beckenbauer, falleció a los 76 años de edad. Ambos se habían divorciado en 1977 por razones que nunca trascendieron a la opinión pública. Pero, a pesar de la ruptura, la relación entre los dos continuó siendo respetuosa, de cariño y de profunda amistad.

            Era indudable que su elegancia prevalecía también fuera del verde césped, porque fascinaba a las damiselas que gravitaban iguales a las luciérnagas alrededor de él, quien sumaba a su prestancia una innata y espontánea simpatía, una facilidad de palabra pasmosa y la aureola que lo rodeaba en aquellos instantes cuando era ganador por todas partes donde fuera con sus dos equipos, el Bayern y la Selección germana.

            Aparte de las féminas, hubo alguien que fue muy importante en la vida del Kaiser y ese fue su único hermano, Walter, de quien hay imágenes filmadas en documentales por la TV alemana en años recientes. Pero el día de su muerte, el domingo 7 de enero del presente 2024, y a la edad de 78 años, la TV alemana reprodujo algunos de sus documentales, pero llamó la atención uno en especial, en el Canal Erste (Primero, en español), y donde entrevistan a Walter Beckenbauer, el gran hermano del Kaiser: “Es un momento que te llega a la piel”, dijo escuetamente para comenzar y al finalizar de escuchar las palabras de Franz en el mismo especial fílmico, Walter vuelve a decir: “Sus palabras te ponen la piel de gallina. Si ahora dijera que está bien, mentiría. Y no me gusta mentir. No está bien. (Su muerte) es un altibajo constante. Estoy feliz de haberlo tenido como hermano o todavía lo tengo como hermano. Fue una época maravillosa y todavía lo es hoy. Cuando estoy allí y lo veo… nada cambia. (…) Esto es un afecto que no se puede explicar. Nunca cambiará. Él lo sabe.” Seguidamente destacó el fuerte vínculo existente entre ambos hermanos y que se puede observar fácilmente en ese nuevo documental de BR, disponible en la mediateca de ARD desde el pasado 2 de enero del 2024. Ahí, en ese largometraje, Walter brinda sus opiniones acerca de su famosísimo hermano fallecido.

Tres mujeres más que lo amaron

            La segunda esposa de Franz Beckenbauer fue Sybille Weimar, también de extraordinaria belleza. Muy alemana, rubia, de espigada estatura y de gran inteligencia. Eran amigos desde los años 70s, cuando Sybille trabajaba en la Federación Alemana de Futbol, la famosa DFB. Por aquel entonces, Beckenbauer era muy famoso a nivel mundial junto a otros futbolistas alemanes, en los casos de Paul Breitner, Gerd Müller, Wolfgang Overath y Gunter Netzer, entre otros más. Además, junto al brasileño Pelé descollaba en todo el orbe y era motivo de admiración en todas partes donde se le mencionara y se le observara con el balón en los pies. Aquella imagen fue suficiente para que la bella Sybille cayera rendida ante la luz que irradiaba el Kaiser en torno suyo.

            No obstante, el amor no surgió de inmediato o a primera vista, sino que comenzaría hasta 1988, de acuerdo a una información publicada por el famoso diario Bild. Fue cuando ella comenzó a organizarle los viajes a Franz y dos años más tarde se casaron. Fue en abril de 1990, año en el que Alemania alcanzó, bajo la dirección técnica de Beckenbauer, su tercera Copa del Mundo, en el Campeonato organizado por Italia. La fama del Kaiser estaba “al tope” y ella no resistió tanto éxito en un hombre que estaba solitario desde el punto de vista marital. Se casaron en Kitzbühel. No hubo hijos en esta unión y también terminaron divorciándose. Hoy, ella transcurre por sus 76 años de edad.

            En todo caso, Sybille Beckenbauer tenía una particularidad especial: era una emprendedora de la moda en Alemania, llegando incluso a ser una magnate en esta actividad de la ropa cara y los desfiles en las pasarelas. Ha sido una mujer “con luz propia”, que ha triunfado en lo que se ha propuesto, gracias a su propio empuje, determinación e inteligencia empresarial. De hecho, es reconocida como una personalidad alemana, respetable y admirable, que “ha dejado su huella tanto en la industria de la moda como ex esposa del legendario futbolista y entrenador Franz Beckenbauer.” Así según descripción que hace de ella un periodista de nuestra época. Y añade: “No solo ha resistido las presiones de un matrimonio de alto perfil, sino que también ha demostrado su fortaleza para superar pruebas personales, incluida la lucha contra el cáncer de mama. La vida de Sybille Beckenbauer se expande más allá de su personalidad pública, ya que se aventuró en el negocio de la moda, lanzó su marca y escribió un libro, lo que refleja su existencia diversa fuera del centro de atención.”

            Nació en Berlín, la entonces siempre tensa Capital alemana, más aun en aquel año de 1949 cuando Sybille vino al mundo. Indudablemente creció en aquella ciudad dividida en cuatro sectores por las potencias vencedoras en la Segunda Guerra Mundial y con un Muro ignominioso dividiéndola en dos mitades igualmente humillantes. Su familia pertenecía a la clase media, como la mayoría de las familias alemanas de aquel tiempo, que veían en el resurgimiento del país un gran motivo de vida. Luego de su existencia al lado del gran Franz Beckenbauer, en el 2005 le diagnosticaron cáncer en uno de sus senos; de tal forma, enfrentó la vicisitud con valentía y determinación, quizás muy propio de las gentes berlinesas acostumbradas a las contrariedades de todo tipo en la ex Capital alemana. Se sometió a cirugías dolorosas, a la quimioterapia y radioterapia. Todo ello demostrando gran valentía, decisión, positivismo y deseo de vencer al maligno que le carcomía la carne desde adentro. Un periódico alemán resaltó el significado de esta mujer para las vidas de muchos otros pacientes aquejados por el cáncer: “Después de una recuperación victoriosa, emergió como una defensora de la concientización y la prevención del cáncer de mama. Ahora tiene 74 años y reside en Munich, y permanece soltera desde su divorcio de Franz. Independientemente de los obstáculos que enfrentó, Sybille se ha negado a permitir que la definan, manteniendo un perfil bajo y contribuyendo a iniciativas filantrópicas.”

            Fue así como la segunda señora Beckenbauer se convirtió en parte de un grupo de apoyo para sobrevivientes de cáncer de mama, ofreciendo y recibiendo apoyo de otras personas que habían tenido experiencias similares. Y, además de su trabajo caritativo, avanzó mucho en la industria de la moda, lo que le permitió lanzar su propia marca de ropa, llamada Sybille Beckenbauer Couture. Ello ocurrió en el 2005.

            Por otra parte, llama poderosa y especialmente la atención el libro suyo que escribió y que publicó en el 2007, intitulándolo “Mein Leben mit dem Kaiser” (“Mi Vida con el Emperador”). Una obra autobiográfica en la que hace hincapié a sus años junto al gran personaje alemán que una vez conoció en 1989, en las oficinas de la Federación Alemana de Futbol (DFB). La unión finalizó en divorcio en el 2004. Las razones nunca estuvieron claras, aunque hay aventureros de la prensa que han asegurado que se debió a la infidelidad de Franz, quien ya llevaba relaciones sentimentales con la que sería su tercera consorte, Heidi Burmester. Pero esa es una conjetura que nunca llegó a comprobarse en modo alguno. Lo que sí quedó establecido fue el hecho de que el futbolista y entrenador le brindó todo el apoyo cuando Sybille pasó por su dura etapa dentro de la enfermedad, “Franz, a pesar del divorcio, le brindó apoyo emocional. Este vínculo compasivo entre ellos, incluso frente a la adversidad, muestra su resiliencia, superando las legalidades del divorcio.” Publicó la revista Bunte, especializada en vidas de los famosos.

            Tal fue el vínculo entre los dos y el agradecimiento de esta ex esposa, quien, al darse cuenta de la muerte de Beckenbauer, Sybille lo lloró y le dedicó un conmovedor post en Instagram con estas palabras, en recuerdo de los años que vivieron juntos: “¡Eras genial! Una gran personalidad, una persona adorable y cariñosa. Tu despedida es una señal silenciosa pero poderosa de solidaridad que mantiene vivo el recuerdo de años juntos y momentos inolvidables.” No en balde estuvieron casados durante largos 11 años.

            Hubo otra mujer en la vida del Kaiser Franz que no fue esposa suya, pero cuenta en el momento de “hacer la nómina” de amores que tuvo esta leyenda del fútbol mundial: se trató de Diana Sandman. Ambos se conocieron en la boda de Robert Schwan, el manager de Beckenbauer. Ella trabajaba como fotógrafa deportiva en una época cuando esa profesión era dominada de manera apabullante por los hombres y ella resaltaba por ser la única mujer en el campo. Diana recordó para la televisión alemana el instante cuando se conoció con quien iba a ser su novio y lo que “más me gustó de él fue su forma de caminar.” Indicó al reportero. Agregó que en un inicio la relación no discurrió tranquilamente porque tenían que verse en secreto para evitar habladurías de parte de un sector del público que se oponía a la relación, en concreto porque Franz estaba todavía casado y Diana se preocupaba por su reputación. De hecho, cuando salió a la luz el affaire, varios periódicos publicaron juicios de valor bastante duros en contra de la pareja.

            El amor que se profesaban era tan grande que, incluso, la novia siguió a Beckenbauer a los Estados Unidos, en 1977, cuando éste firmó contrato con el equipo Cosmos, de Nueva York, donde jugaría al lado de Pelé, el holandés Johan Neeskerns; y el italiano Giorgio Chinaglia.

            Los dos pusieron final al idilio en 1988.

            Hasta lo aquí narrado, nos enseña a un hombre que no solo era triunfador en el fútbol, con grandes luces y marquesinas en todo el planeta, un triunfador a carta cabal hasta alcanzar la universalidad en este deporte, sino también en su vida sentimental, pues estuvo siempre acompañado de bellas mujeres, espigadas, rubias, de cuerpos sensacionales y dispuestas a acompañarlo adonde fuere con tal de amarlo y ser amadas. Su innegable atractivo de hombre, su caballerosidad, su fama rutilante y su fortuna, resultaban “un cóctel” muy fuerte, un afrodisíaco irresistible para esas bellezas que pululaban a su alrededor. Ciertamente no podemos decir lo mismo de otros grandes deportistas, famosos futbolistas, quienes, a pesar de que fueron muy exitosos en su actividad, en sus vidas privadas no lo fueron ni un ápice siquiera.

            Finalmente, en el ocaso de su vida, en el umbral de la ancianidad, Franz Beckenbauer comenzó lo que iba a ser su último gran amor: Heidrum Burmester, hoy con 57 años de edad. Cuando el Kaiser la conoció, era una linda señorita rubia, con ojos azul profundo; ella era su secretaria en el Bayern Munchen cuando él era el presidente del Club bávaro. El romance comenzó paulatinamente, lentamente, hasta que él no pudo más y la pidió en matrimonio. Sería su última mujer y su última esposa. La misma que vimos hace pocos días sollozando en un palco del estadio Allianz Arena, durante la solemne y majestuosa ceremonia que se le dedicó a Franz de parte del club de sus amores, el Bayern.

            El primer hijo de ambos, nació en el 2,000 y pusieron por nombre Joel-Maximilian, hoy con 24 años, y es un “clon” de su padre, idéntico en el rostro, su estatura, elegancia y en su forma de moverse. Cuatro años más tarde nacería su último “retoño”, la linda señorita que es hoy Francesca, con 20 años de edad en el momento del deceso de su padre. Los dos estaban sentados en el graderío del Allianz, flanqueando a su madre y con facciones de tristeza, profundo dolor, por la muerte de su afamado papá.

            La participación de Heidi en la vida de su esposo siempre ha sido motivo de admiración, lo mismo se puede decir de sus otras dos esposas, Brigitte y Sybille, quienes fueron incondicionales compañeras del Kaiser en las buenas y en las malas. Pero, de acuerdo a lo publicado en los medios de prensa, “Heidi no sólo apoyó a la leyenda del fútbol en los buenos tiempos, sino también durante el escándalo que rodeó al Mundial del 2006,” un tema con el cual la prensa sensacionalista trató de enlodar al Kaiser alemán.

            Se casaron en Kitzbühel.

            Durante la justa mundialista que se celebró en Alemania y que Beckenbauer organizó de principio a fin, Heidi estuvo junto a él en casi todos los juegos a los que se desplazaban en helicóptero. Luego del certamen que fue un derroche de alegría y perfección organizativa, Beckenbauer cayó en una sostenida y preocupante depresión por la muerte de su hijo Stephan por causa de un tumor canceroso en el cerebro. A partir de ese deceso, el camino que seguía Franz fue “cuesta abajo” y se retiraron a vivir a Austria, propiamente a Salzburgo, para estar lejos de los focos de la prensa que insistía en enlodar su imagen con presuntos casos de corrupción que provenían desde la FIFA y que, supuestamente, tenían relación con la organización del Mundial del 2006 y el de Qatar.

            Cuando la leyenda del balompié expiró el pasado domingo 7 de enero del 2023, Heidi fue la primera persona que lo asistió, que lo lloró y dio la noticia al mundo. “Formaron una unidad hasta el día de su muerte”, sintetizó un periodista alemán lo que significó el último enlace matrimonial de Beckenbauer.


Franz Beckenbauer, Uno de los Dos Mejores Futbolistas del Mundo (Junto a Pelé), ha Muerto

SALZBURGO, Austria-(Especial para The City Newspaper) El inicio del año 2024 nos ha traído esta impactante noticia, referida al deceso del gran Franz Anton Beckenbauer, el futbolista más importante de Alemania de todos los tiempos, uno de los mejores de Europa y junto al brasileño Pelé, el mejor del orbe entero.

            Su fallecimiento ha llenado las redes sociales existentes, los periódicos de todo el mundo y las páginas web en internet, una prueba inequívoca de su carisma e importancia para los medios de prensa y de millones de personas alrededor del globo terráqueo.

            Su familia, su tercera esposa llamada Heidi, alemana de nacimiento, y sus dos hijos con ella, Joel, de 24 años de edad, y Francessca de 20, hicieron público este mensaje: “Con profunda tristeza anunciamos que mi esposo y nuestro padre, Franz Beckenbauer, falleció pacíficamente mientras dormía ayer domingo, rodeado de su familia. Le pedimos que puedan llorar en silencio y abstenerse de hacer preguntas.” Un texto característico del modo de ser alemán, quienes, en estas circunstancias, prefieren siempre la solemnidad y sobre todo, el recogimiento íntimo en el seno familiar. No más que eso.

La muerte temprana de Stephan

            Era hijo de Franz Beckenbauer y de su primer matrimonio con su primera novia, Brigitte, con quien se casó en 1966 (año de la Copa del Mundo en Inglaterra, donde Alemania jugó la final con Beckenbauer apenas despuntando al futbol). De esa unión nacieron tres varones: Thomas, Stephan y Michael. Desafortunadamente para la familia, Stephan murió a los 46 años por causa de un tumor cerebral y dicen los allegados a los Beckenbauer que ese hecho fue el punto de inflexión en la vida del Kaiser (apodo de Franz), y comenzó con sus dolencias que le condujeron a la muerte en días recién idos.

            Fue así como se ha filtrado que padecía un dolor intenso en su ojo derecho ya que  sufrió un infarto ocular, aparte de dolencias causadas por el Parkinson y también aquellos de origen cardíaco; de hecho, ya había perdido la vista en ese mismo ojo, meses antes. Lógicamente, estaba alejado totalmente de la vida pública, había dejado de escribir su famosa columna en el periódico Bild, uno de los más importantes de Alemania, un trabajo que desempeñó por más de 30 años; y decidió refugiarse en Los Alpes austríacos, propiamente en Salzburgo, para encontrar esa paz que los fotógrafos, “los focos” y los periodistas no le concedían, debido a que era una luminaria del futbol, una figura de talla mundial.

            Falleció a los 78 años de edad y su esposa Heidi, casada con él en 2006, asumió la responsabilidad de Franz al acudir a los actos en su honor, debido a los padecimientos de su esposo. En el 2022 se le vio a Heidi (quien fue secretaria en el Club Bayern de Munich y laboró al lado del entonces presidente, Franz Beckenbauer), en la Kinderlachen Gala, un acto benéfico que se celebra año tras año y al que asisten otros deportistas de renombre en Alemania para ayudar a personas en situación vulnerable. En esa oportunidad la acompañaron sus hijos Joel y Francessca. Para citar solamente un caso. De todos modos, la ausencia de Franz Beckenbauer ya se sentía y notaba en todos esos acontecimientos y la gran interrogante acerca de su salud se hacía tan grande como su propia personalidad y prestigio.

Se desprende entonces del suceso de la muerte de su hijo Stephan, la vertiginosa decadencia física de su padre Franz, quien no tuvo fuerzas mentales y espirituales para superar ese deceso. Anteriormente el mismo Stephan había sufrido otras situaciones difíciles cuando no pudo continuar su carrera de futbolista, debido a una seria lesión que lo alejó de los terrenos de juego; fue cuando se dedicó a buscar talentos en las ligas menores del Bayern Munich y llegó a descubrir a Bastian Schwansteiger, quien, con el paso del tiempo, fue campeón del mundo con la Selección absoluta de Alemania, en Brasil 2014.

            Franz Beckenbauer también tuvo –si se quiere- una vida plena en el aspecto privado, ya que su aspecto físico, su innegable atractivo varonil atraía a las mujeres “a granel”, en cantidades importantes; fue así como se casó muy joven con la escultural alemana Brigitte, de quien se divorció por razones que nunca trascendieron a la luz pública; y se casó por segunda ocasión con Sybille, a quien conoció en la ciudad de Munich cuando trabajaba en aduanas. También se divorció de ella en el 2004; y finalmente contrajo matrimonio con Heidi, de quien hemos reseñado anteriormente que era su secretaria personal en las oficinas del Bayern Munich y era 20 años menor que él. Las tres consortes de extraordinaria belleza, del prototipo de la mujer alemana: altas, rubias, con ojos azules e imponentes personalidades.


   Nace un Ídolo entre los Escombros de una Alemania Arrasada en 

la Segunda Guerra Mundial

SALZBURGO, Austria-(Especial para The City Newspaper) Franz Beckenbauer nació el 11 de septiembre de 1945 en el barrio obrero de Giesing, al sur de Munich, la ciudad quefue fuertemente bombardeada por los aliados durante la conflagración mundial. Corría 1945, el final de la guerra propiamente y los dos hijos de la familia Beckenbauer permanecían en su casa y calles aledañas. “Rara vez me alejé de Giesing”, confesó Franz a la revista Scala en una de sus ediciones de 1972. Además de peligroso, estaba restringido por las autoridades estadounidenses que gobernaban en aquella zona de Alemania, un país dividido por las potencias vencedoras (Unión Soviética, Francia, Estados Unidos e Inglaterra).

            Es importante hacer referencia al hecho de que los destrozos de las ciudades alemanas durante y al final de la guerra, causaron un efecto positivo en la generación de jovencitos que deambulaban y jugaban en sus calles; es decir, al no tener recursos económicos para comprar juguetes, el balón se convirtió en el objeto preferido de aquellos niños. Incluso, nueve años después, los alemanes ganarían en la final de Berna, Suiza, contra la poderosa Hungría de Puzkas. Tal fue la fuerza, la técnica y el deseo de triunfar que la tragedia de la guerra había creado en sus corazones.

            De aquellos juegos en las vías por donde circulaban los famosos jeeps estadounidenses, surgieron hombres y nombres como Gerd Müller, Sepp Maier, Gunther Netzer, Wolfgang Overath y por supuesto, Franz Beckenbauer, quienes serían triunfadores indiscutibles en las décadas siguientes con sus respectivos clubs y la selección absoluta de Alemania.

Un estilo único, dentro de una elegancia natural

            “La elegancia se tiene o no se tiene.” Han dicho los conocedores del comportamiento humano. Hay personas que la traen desde niños y en muchos casos es una elegancia que contrasta con el origen de ellos; es decir, son elegantes aunque el origen es humilde, tal como sucedió con Beckenbauer. Hay quienes le vieron jugar y han dicho que parecía que entraba al partido con un smoking. “Nunca se ensuciaba”, “nunca causaba faltas a los contrarios” porque su juego era perfectamente limpio, adornado con una estética que, o causaba un enorme silencio en el estadio cuando se hacía con el balón o era interrumpido por los aplausos de unos y de otros, sin importarle a cual equipo apoyaban.

            A pesar de que su sobrenombre “Kaiser Franz” le fue impuesto porque apareció en una foto de prensa abajo del retrato del Emperador austríaco Franz Joseph I, Beckenbauer hizo méritos para parecerse a un Kaiser realmente: era quien mandaba en el campo, el que distribuía el balón, quien daba la tranquilidad a sus compañeros y quien discutía civilizadamente con los árbitros, como aquel gol que el árbitro soviético, Tofik Bakhramov, avaló a los ingleses y que no entró nunca en la portería alemana en la final de Wembley en 1966.  Era lógico y esperable que un soviético iba a dar la razón a los británicos, cuando las heridas de la Segunda Guerra Mundial, causadas por las tropas alemanas en su invasión a la Unión Soviética, todavía estaban muy frescas. Hubo un revanchismo evidente y convincente de parte del línea soviético en el gol validado al inglés Geoff Hurst, en contra de Alemania. Aquel gol fantasma tuvo tufo a la Segunda Guerra Mundial y a los soviéticos llenos de rencor contra el ser alemán. La tecnología actual ha demostrado suficientemente que aquel disparo al larguero nunca entró en el marco defendido por el portero Hans Tilkowsky. Y Beckenbauer estuvo allí en el centro del campo en su primer Mundial. De hecho fue considerado y premiado como el jugador joven más valioso de ese certamen.

            Cuatro años más tarde, Inglaterra y Alemania se volvieron a encontrar en el Mundial de México, en 1970, y Franz Beckenbauer tuvo la oportunidad de anotar uno de los tres goles con los cuales los germanos eliminaron a los mismos ingleses que todavía ostentaban la corona de campeones mundiales. Es decir, el rival de ayer se cobraba venganza deportiva y acababa con el campeón todavía vigente. En esa oportunidad no hubo guardalínea soviético que apoyara a los británicos.

            Retornando a Franz Beckenbauer, jugaría dos Copas del Mundo más en calidad de deportista: en México 70 y en Alemania 74, donde resultaría campeón del mundo por segunda ocasión después del triunfo en Suiza en 1954. Fue el Kaiser quien dirigió elegantemente al conjunto teutón que derrotó a Holanda en la final. Anteriormente, en 1972, ese mismo grupo alemán se había coronado campeón de Europa al vencer a la Unión Soviética 3 goles por 0.

¿Líbero? ¿Qué es líbero?

            Los periodistas e historiadores del futbol insisten en repetir que Beckenbauer fue el creador de la posición del “líbero” (libre), en el futbol; y algunos antigermanos señalan que fueron los italianos; pero la autoría de esa táctica dentro del futbol se le debe al jugador muniqués. Consistía en colocarse detrás de los defensores (en el caso de Beckenbauer, detrás de Vogts, Schwarzenbeck, Hoettges y Breitner), y “barrer” con todo balón que quedara suelto en el área de su portería. Pero es muy simple definir dicha posición de “líbero” semejante a un “barredor”, porque Beckenbauer tenía una visión absoluta y detallada del campo y a partir de ahí, comenzaba a organizar la salida de su equipo y a distribuir el balón, ya fuese con pases cortos o largos hacia sus compañeros. “Libre”, porque se le veía detrás de los defensores, delante de ellos, al lado de ellos, en el mediocampo o atacando en las líneas de adelante y marcando goles. Decir que fue un defensa central, es minimizar su labor y restarle importancia a su juego organizativo, dotado de una extraordinaria inteligencia para interpretar y crear el mismo juego.

            El mismo Johan Cruyff, el astro holandés, escribió en su libro “Mis futbolistas y yo”, que el jugador más inteligente que tuvo que ver y enfrentar en toda su carrera, fue Franz Beckenbauer.

            El estadio explosionaba en entusiasmo cuando Beckenbauer cortaba un avance del contrario o le sacaba un balón al atacante: lo llevaba hasta la línea final, el atacante cubría con su cuerpo la posesión del balón y Beckenbauer, quien le había cerrado todas las posibles salidas, le sacaba el balón con su pierna derecha, ante el asombro y aplausos del público. A partir de ahí, su salida, su conducción del esférico era elegante y bien direccionado, siempre con la cabeza en alto, sin mirar al balón o al césped. En su camiseta portaba el número 5 (en el Cosmos de New York llevó el 6); aunque, en verdad, era un 10 más, un cerebro que comenzaba el ataque desde muy atrás, desde las espaldas de sus compañeros en defensa.

            A esa elegancia natural que hemos subrayado, se le debe agregar un espíritu combativo desde la tranquilidad; es decir, sacaba su casta, sus agallas, pero sin perder la compostura. Durante el llamado “partido del siglo” durante el Mundial de México, en 1970, contra Italia, el defensor italiano Giacinto Facchetti traía a Beckenbauer a patada limpia, sino era un foul en un momento, lo era en otro… hasta que cometería la falta que bien podría considerarse también “la falta del siglo”, cuando Beckenbauer entraba en el área de Italia con el balón dominado y Facchetti, fiel a su libreto durante todo el juego, se lanzó contra él con una soberana patada a las piernas, que le astilló la clavícula. Alemania no tenía más posibilidades de cambio de jugadores. El médico alemán lo vendó sin darle la posibilidad de mover su brazo derecho y lo envió nuevamente al partido. No hubo reclamo alguno de parte del jugador, una prueba más de la valentía y la disciplina alemana: no reclames, no te quejes, si sabes que no vas a lograr nada con ello, parecía ser la consigna del equipo teutón. El árbitro del encuentro, Arturo Yamasaki, nacido en Perú pero nacionalizado mexicano, no tuvo la honorabilidad ni las agallas de sancionar, aunque fuera verbalmente al carnicero italiano Facchetti, quien continuó en el partido, pero sin el rosario de patadas que estaba propinando a Beckenbauer. Parecía que su cometido había sido alcanzado al disminuir al portento alemán.

            Pero para decepción de los italianos, Beckenbauer siguió jugando como nunca lo imaginaron y, además, las fotografías, la imagen suya, de hombre lesionado, se convirtió en una verdadera estampa de valentía, tesón y entrega para todas las generaciones venideras. Facchetti, el carnicero que quiso matarlo, jamás logró una Copa del Mundo. Ciertamente Italia pasó a la final con Brasil al ganarle con malas artes a Alemania 4 x 3, pero fue vapuleada por los brasileños de Pelé 4 x 1. Tampoco 4 años más tarde, en el Mundial de Alemania, Facchetti logró alzar la Copa y tuvo que regresar a su país de origen con el desprestigio de su juego artero y deslucido.

            Un cronista describió así lo que sucedió durante aquel juego: “Llegó la prórroga, en la que normalmente apenas se marcan goles. Cinco cayeron aquí, uno de más. Beckenbauer cargó los cuatro en su espalda. Era un líbero. Eso significaba que aparecía en todas partes. Habría estropeado los gráficos de la ‘formación real’ que son comunes hoy en día, en la que se registran las posiciones reales de los jugadores durante un partido. Esto también significaba que no tenía oponente. En consecuencia, se movía de forma diferente a todos los demás jugadores del campo, más libre, elástico, siempre con la cabeza alta, jugando más desde el tobillo y con la parte exterior del empeine que desde los muslos. Y nunca en una postura de lucha. Ni siquiera podías imaginarlo sudando. Ciertamente tuvo que sufrir en el proceso. Varias veces recibió una dura falta por parte de los rústicos italianos. A mediados de la segunda mitad, se discoló el hombro (por la patada de Facchetti) y siguió jugando con un cabestrillo y el brazo derecho delante del pecho hasta el final de la prórroga. Lo que hacía que sus movimientos fueran aún más dignos de lo que ya eran.”

            No podemos cerrar esta crónica nuestra sin repetir ese cansino estribillo que dice: nadie ha sido como él y tampoco nadie podrá ser como él. Una verdad de Perogrullo que nadie se atreve a tergiversar de manera alguna, ni siquiera desde el fondo mismo de la tergiversación.


Distintas Reacciones Después de la Muerte de Beckenbauer 

a sus 78 Años de Edad

MUNICH, Alemania-(Especial para The City Newspaper) Sin duda el deceso del Kaiser ha sacudido fuertemente al “Universo fútbol” y las reacciones han sido de toda índole alrededor del mundo, pero siempre embargadas por una profunda impresión y tristeza. En esta ciudad sureña de Alemania, que fue cuna de Beckenbauer, las gentes se apersonaron en gran cantidad en la Säbener Strasse, donde se ubica la sede del Bayern. El frío era insoportable y el termómetro marcaba -8 grados centígrados. La idea era rendir homenaje al jugador más importante de la historia balompédica alemana.

            Se le preguntó a Bogdan Piecuch, aficionado al Bayern, acerca de su ídolo que recién ha partido y esta fue su respuesta: “En 1990, cuando se convierte en campeón del mundo como seleccionador, esos minutos en los que camina solo (por el Olímpico de Roma), esos son mis recuerdos de infancia de Beckenbauer. Es lo que recuerdo de niño. Sin él, no existiría el Bayern. No nos imaginamos un Bayern sin Beckenbauer. Evidentemente el Bayern seguirá sin Beckenbauer, pero será un poco diferente.” Puntualizó visiblemente conmovido.

            La puerta del club se iba llenando de velas encendidas y ramos de rosas en honor al Kaiser, fallecido el domingo 7 de enero de este 2024, a la edad de 78 años, y aquejado de varias dolencias, entre ellas el Parkinson que le estaba afectando su capacidad de razonamiento.

            Para Karl-Heinz Rummenigge, uno de los grandes del futbol alemán, subcampeón del mundo en la Copa de 1982 en España, “El mundo del futbol y todos en general, lloran a nuestro amigo Franz. El Bayern, como agradecimiento y recuerdo, debería organizarle una ceremonia funeraria en este estadio, que nunca habría visto la luz sin él.” Dijo al periódico Bild, este gran ex deportista, ex delantero y mediocampista alemán, quien ahora es miembro de la junta de supervisores del Bayern de Munich.

Su gran obra “en piedra”… el Allianz Arena

            Todos le recuerdan por sus grandes hazañas cuando obtuvo los títulos para el Bayern y la Selección alemana; así mismo con la organización del Mundial del 2006, pero su gran obra en concreto, cemento y varillas de acero está ahí, a la vista de quienes quieran disfrutar de ese elegante, futurista y bello estadio, sede del Bayern Munchen: el Allianz Arena, una estructura soberbia, plena de avance tecnológico y arquitectónico, cuyas luces led exteriores se encienden con los colores de la Selección Nacional, del Bayern y de otros equipos cuando es menester. Y es que este estadio no existiría sino hubiese sido por el impulso que le dio Beckenbauer cuando fue presidente del club bávaro. Un periodista escribió sobre este tema, de esta manera: “El Allianz Arena quedará probablemente como el principal legado material de Beckenbauer a ‘su’ Bayern. A finales de los años 90 y principios de los 2,000, el club debía decidir si seguir en el Estadio Olímpico construido para los Juegos de 1972 o levantar un nuevo recinto. Presidente del club en aquella época, Beckenbauer siempre se mostró favorable a la segunda opción, que permitiría al Bayern convertirse en propietario de su estadio, cuando era solo un inquilino en el Olímpico.”

            Retornando a las opiniones de sus amigos y colegas del fútbol, recogemos las impresiones de otro grande del balompié germano: Günter Netzer, quien figuró como mediocampista del poderoso Borussia Monchengladbach, del Real Madrid en la década de los 70s y de la Selección alemana. “Para el futbol alemán fue y es una gran suerte. Nunca hubo uno mejor. Nunca habrá uno mejor.” Escribió sobre su amigo Franz

             Y es que Beckenbauer era “elegante, ligero, técnicamente perfecto”, según descripción de un cronista que asistía regularmente o cada domingo a verle jugar los partidos del Bayern de Munich.

            Para Lothar Matthäus, capital de la selección teutona en el Mundial de Italia 90: “La conmoción es profunda, aunque se sabía que Franz no estaba bien. Todos los que lo conocieron saben lo grande y generoso que era Franz. Un buen amigo nos ha dejado. Lo echaré de menos. ¡Todos lo extrañaremos!” Exclamó. Y en criterio personal de Hans-Joachim Watzke, entrenador en la Bundesliga: “Franz Beckenbauer fue sin duda el mejor futbolista alemán de todos los tiempos y una de las mejores personas que he conocido. Cada una de las experiencias que tuve personalmente con Franz, fue maravillosa.”

            En opinión del ex futbolista inglés, Gary Lineker: “El Emperador era el más bello de todos los futbolistas, que lo ganaba todo con gracia y encanto.”

            El comunicado oficial del Bayer Leverkusen, el equipo que representa al complejo industrial farmacéutico Bayer, manifiesta lo siguiente: “El mundo del FC Bayern ya no es lo que era, de repente más oscuro, más silencioso, más pobre: el campeón record alemán llora la pérdida de Franz Beckenbauer, el inigualable Kaiser, sin el cual el FC Bayern nunca se habría convertido en el club que es hoy. Hoy es un día triste para Alemania.”

            La UEFA, en otro comunicado oficial, dejó leer: “Uno de los hijos más grandes del fútbol europeo. Der káiser fue un jugador extraordinario, un entrenador de éxito y un popular comentarista que marcó el fútbol alemán como ningún otro. Entre sus innumerables logros personales fue nombrado Futbolista del Siglo de Alemania en 2000, futbolista del año de su país en cuatro ocasiones, ganó el Premio Presidencial de la FIFA en 2012 y el Premio del Presidente de la UEFA al año siguiente y también recogió una serie de honores por su labor social y caritativa.”

            Alexander Ceferon, presidente de la misma UEFA, despidió embargado por la emoción al futbolista: “Adiós a una verdadera leyenda. Sus cualidades de liderazgo brillaron cuando fue capitán (…) y continuaron brillando en su carrera como entrenador. Con Beckenbauer se va su versatilidad incomparable, sus elegantes transiciones entre la defensa y el mediocampo, su impecable control del balón y su estilo visionario que remodelaron la forma en la que se jugaba el fútbol en su época. El legado de Beckenbauer como uno de los grandes del fútbol de todos los tiempos, está fuera de toda duda.”

            La Bundesliga alemana le definió en otro comunicado oficial, de este modo: “Fue un auténtico icono antiguamente, ahora y siempre. La familia de la Bundesliga está devastada al conocer la noticia del fallecimiento de Franz Beckenbauer. Descansa en paz Der Kaiser.” Y la Liga de Fútbol Alemana (DFL), también dio a conocer sus condolencias: “Lloramos la pérdida de una leyenda del fútbol mundial. Descansa en paz, Franz Beckenbauer.”

            La Premier League escribió: “Nos entristece profundamente el fallecimiento de Franz Beckenbauer, uno de los mejores jugadores de fútbol de todos los tiempos. Ganador de la Copa del Mundo como jugador y como entrenador. Der káiser era tan elegante como dominante. Siempre será recordado.”

            El ex portero de la Selección de Inglaterra, Peter Shilton, quien tiene el record personal de ser el jugador que más partidos oficiales ha disputado en la historia de este deporte, dijo sentirse muy triste por la partida “de un jugador fantástico que alcanzó la categoría de clase mundial.” Y Pep Guardiola, quien fue entrenador del Bayern durante una corta etapa, manifestó acerca de Beckenbauer: “Fue un honor compartir momentos contigo en el Bayern. Descansa en paz, Kaiser.”

            El Borussia Dortmund dejó leer: “Lloramos la muerte de un gran futbolista alemán. Será recordado para siempre, nuestros pensamientos están con su familia y sus seres queridos.”

Los españoles generosos en los conceptos

            Ante la muerte del Kaiser, los clubs de España, en especial los dos grandes, el Real Madrid y el Barcelona, emitieron los comunicados de rigor alabando la figura del ex jugador muniqués. Así, el Madrid lo definió como “una de las más grandes leyendas del fútbol europeo y del fútbol mundial” y envió sus condolencias a la esposa de Beckenbauer y a sus hijos. El Barsa FC lamentó el fallecimiento del Kaiser, “una leyenda del fútbol mundial, un sentimiento compartido por todos aquellos que le vieran o nó jugar. Nos sumamos a las condolencias tras la muerte de Franz Beckenbauer, leyenda del fútbol mundial que nos ha dejado hoy a los 78 años. Descanse en paz.”

            Y la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), emitió un comunicado en el que asegura que el Kaiser alemán “marcó una época y su legado será eterno.” El Comité Olímpico Internacional (COI), por su parte, manifestó en palabras de su presidente Thomas Bach, que “Beckenbauer fue un amigo cercano y leal durante más de cuatro décadas, alguien en quien podías confiar. Era una leyenda mucho más allá del fútbol.” Puntualizó.

            Y desde las salas de redacción deportivas de los famosísimos periódicos españoles El País y Diario AS, sus periodistas, uno a uno, dieron las siguientes opiniones:

            Diego Torres (periodista): “Beckenbauer es la ortodoxia absoluta, el futbolista de manual, una dosis de elegancia. Beckenbauer tenía un pase absolutamente increíble, de los más bonitos que se han visto en la historia del fútbol, con todas las superficies del pie. Beckenbauer era un Primer Ministro. Desde el punto de vista del mandato, un gran administrador, un gran gestor, un gran manipulador de la imagen personal y de todo lo que le rodeaba. Era capaz de controlar la Federación, el club, los capitanes, sus compañeros, los rivales. Jugó dos Mundiales como jugador y dirigió a Alemania en dos finales y ganó una. Eso no lo ha conseguido nadie.”

            Tomás Roncero (subdirector del Diario AS): “El primer líbero, el primer pionero que demostró que desde la defensa se puede ser el mejor. ¡Un Kaiser! Luego ya a cualquier alemán bueno le pudimos haber dicho el Kaiser, pero el verdadero Kaiser es Franz Beckenbauer. Con diagonales a veces de 40 metros de lado a lado, a veces rompiendo líneas y luego, sobre todo, la seguridad que transmitía a sus compañeros atrás. Jugaba con ‘pajarita’. Tenía una autoridad moral sobre los compañeros y sobre los rivales. Si habla Franz, hay que escucharle por lo menos. Es leyenda porque no hay nada mejor que un futbolista elegante desde atrás; es decir, los defensas nos los imaginamos siempre rocosos, duros, con caras de perdona-vidas y sin embargo, él podría estar con smoking jugando, sin dar una patada a nadie, siendo el mejor atrás. Habría sido una felonía, un sonrojo en historial, hablar sobre los Mundiales sin que estuviera Beckenbauer.”

            Luis Nieto (director adjunto del Diario AS): “Se ha hablado del mejor defensa de la historia, porque no era casi un defensa: ¡Era mucho más que un defensa! Era un defensa con salida de balón. Con salida de balón quiere decir que llegaba hasta la meta contraria. Era un jugador que hasta metía goles. Era un jugador muy limpio: hacía muy pocas faltas y él sobrevivía de la colocación. Hoy, que todos los entrenadores están buscando centrales con buena salida de balón, él era el mejor con muchísima diferencia sobre los demás. Un señor al que le llaman el Kaiser… ya te puedes imaginar ¿Nó? Era un poco jefe, ya lo era en el Bayern y en la Selección alemana igual, era el jugador más respetado. Él era el que mandaba y de hecho, eso le llevó luego a ser seleccionador. Franz Beckenbauer probablemente… bueno, sin probablemente… es el jugador más importante que ha dado Alemania.”

            Vicente Jiménez (director del Diario AS): “La figura del líbero, eso requiere de una inteligencia espectacular. Ingeniería alemana, tecnología alemana. Un jugador total y hay otra cosa: es que Beckenbauer jugaba con las salidas Copas del Mundo que son las salidas de los nuevos futbolistas. No se puede hablar en el fútbol de Europa sin ser justos y hablar de Beckenbauer. Con Beckenbauer descubrimos que, además de ser un defensa, podría ser otra cosa.”

            Santiago Segurola (columnista de El País y del Diario AS): “Era un jugador imponente, un jugador también con una soberbia un poco prusiana. Pero era una delicia verle en un mundo de imágenes en blanco y negro o de malos campos, parecía que no se manchaba nunca. Era un jugador muy sereno. Era un jugador, aparte de elegante, era eficaz. Tenía liderazgo en el equipo, desplazaba muy bien la pelota. En el Mundial del 70 con aquella famosa lesión en el hombro, que, sin embargo, no le impidió jugar aquel partidazo con Italia.”

           Aritz Gabilondo (redactor jefe de AS América): “Un centrocampista en defensa o un defensa en el centro del campo. Inteligencia defensiva, elegancia para iniciar el juego, personalidad para ser el líder desde atrás. Recuerdo, por ejemplo, tirar faltas con el exterior, que eso no se lo he visto a mucha más gente. Fue un defensa gigantesco. (…) Ganar con Alemania parece sencillo, pero que con él fue todavía más sencillo.”

            José Sámano (periodista de El País): “Parecía un caballo de carreras, más cuando avanzaba, parecía que el agua se abría a su paso. Hay quien dice que fue demasiado comodón ahí, cuando él se instaura como líbero, Siempre llevaba la barbilla arriba. Él era también un tipo de una gran resistencia, física y mental”

           Alfredo Relaño (presidente de honor del Diario AS): “De los hombres que, digamos, parecieron nacidos para la Copa del Mundo. Con una limpieza casi empalagosa, sí tenía capacidad de quite y de cruzarse, pero él arrancaba el juego en corto y en largo, de una manera impecable. Es que fue el primero con el que muy seriamente el fútbol buscó que la jugada arranque de atrás. ”

            Finalmente, reproducimos las palabras de Peter Burghardt, periodista del Süddeutsche Zeitung de Alemania: “Franz nunca suda. ¡Lo he visto bajo el sol, en pleno verano, con mis propios ojos! No gesticuló el esfuerzo. No se le vio sufrir, ni cuando disputó el Mundial de 1970 con el brazo en cabestrillo por una fractura (la que le propinó el salvaje italiano Giacinto Facchetti). Despeinado porque nunca se peinaba, ejecutaba sus hazañas con aparente facilidad, no al amparo de un físico privilegiado, sino impulsado por el don que encumbró a los fuera de serie: la imaginación. En el juego con más variables aleatorias que se conoce, los soñadores van por delante. Todo lo que Beckenbauer hacía, había sido compuesto en su mente segundos antes de que los demás participantes del partido comprendieran lo que se estaba desencadenando a su alrededor. La potencia cognitiva coordinaba sus extremidades en torno al centro de gravedad en la pelvis y él se movía al compás de su música, sin prácticamente tener que mirar la pelota que conducían sus pies.”

            Y el entrenador alemán Otto Rehagel, quien llevó a la Selección de Grecia a ganar una Eurocopa, dijo del Kaiser: “Si Franz salta por la ventana de un décimo píso, sale volando hacia arriba.” Lo aseveró para definir aquello que el espectador en los estadios veía en este hombre iluminado, cuando jugaba al balompié. “No se puede imprimir una huella más profunda que la que deja Franz Beckenbauer en la memoria colectiva del fútbol.” Remató otro periodista, esta vez italiano.

            Paz a sus restos. Ha fallecido uno de los dos futbolistas más grandes de la historia del futbol mundial… El otro fue Pelé.

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