Más Revelaciones de la Relación Entre Donald Trump y el Pedófilo Judío Jeffrey Epstein

WASHINGTON D.C. USA-(Especial para The City Newspaper) Lo ha intentado todo este vicioso llamado Donald Trump, al que los estadounidenses cometieron el peor equívoco de la historia de los votantes de este país, al llevarlo por segunda vez a la presidencia. Y decimos que lo ha intentado todo, pero no le ha dado resultado alguno. Veamos: en primer término, citó al genocida ruso, Vladímir Putin, a Alaska, a una mal llamada “cumbre” para pacificar Ucrania, con un enorme despliegue mediático; después, bombardeó Irán, las presuntas centrales nucleares persas; luego, le confeccionaron un plan de paz para detener el también genocidio israelí en la Franja de Gaza, que no ha dado resultado, dicho sea de paso; posteriormente, envió buques de guerra al Caribe para sitiar a Venezuela, insinuó que iba a derrocar a la camarilla narco-dictatorial de ese país suramericano (pero no lo ha hecho y el dictador Maduro continúa en el poder), y ha estado bombardeando lanchas que no se sabe si eran portadoras de cocaína o de pescadores artesanales que salían a bregar para ganarse el sustento diario por medio de la pesca. Últimamente, ordenó al Pentágono que comience con nuevas pruebas nucleares, en respuesta a las que está efectuando Rusia. También, durante su reciente viaje a lejano Oriente, y tras su entrevista con Xi Jingping, el dictador chino, Trump anunció exultante que habían llegado a acuerdos comerciales satisfactorios, restableciendo los mecanismos anteriores entre ambas potencias en lo que atañe a importaciones y exportaciones en ambas direcciones.

            Todo ello lo ha hecho Donald Trump con una intención velada de fondo: que los estadounidenses medios, el pueblo que le dio la presidencia a él mediante el voto, los periodistas y, principalmente sus enemigos acantonados en el Partido Demócrata, se olviden de ese feo, engorroso e incómodo tema de su amistad –clarísima amistad-, con el pedófilo judío, Jeffrey Epstein, quien se suicidó en una celda en Manhattan. Pero los recuerdos cada día aparecen más frescos, más molestos, como la peor de las pesadillas en una noche cualquiera; aunque no se trata de un mal sueño, sino de una realidad por la que Trump está pagando su inmoralidad de sus años anteriores, cuando compartía con Epstein y otros amiguetes del mismo talante, a jovencitas, casi niñas, en actos de pedofilia aberrantes, vulgares y fuera de toda regla humanista. El judío delincuente sexual, persigue a Donald Trump y le quita la paz, el sueño y la alegría al saberse presidente de la primera potencia mundial. Los congresistas demócratas lo saben y vierten “más sal a la herida” para que no cierre, para que se mantenga abierta y para que al gobierno de Trump le sepa amargo y le sea imposible disfrutar de lo que debería ser un verdadero éxtasis de gloria, al vivir nuevamente en la Casa Blanca.

Nuevos mensajes del pederasta

Hace pocos días, los representantes del Partido Demócrata en el Congreso de los Estados Unidos, asemejándose a un ataque con decenas de drones que pueblan el cielo, lanzaron al “aire” nuevos correos electrónicos del delincuente sexual Jeffrey Epstein, en los que se puede leer que aquel sujeto que se mató en su celda de la prisión federal de Nueva York, en el 2019, mientras aguardaba juicio, sugirió que “Donald Trump conocía mi conducta (depravada), y pasó horas con una de las víctimas (muchachas explotadas sexualmente por el judío y sus amiguetes).” En realidad, se trata de nuevos correos electrónicos que pertenecen a los archivos del hebreo, acusado de pederastia por las leyes estadounidenses. Quienes han hecho públicos estos eMails, son legisladores demócratas y lo han hecho en la Cámara Baja, con el propósito de revelar más vínculos del judío con el actual mandatario Donald Trump, quien sigue negando cualquier nexo con el delincuente, quien fue, sin duda, amigo cercano y aliado en sus “correrías” e indecencias con menores de edad, quienes subsistían a duras penas (en condición de secuestradas), en las casas de lujo del pedófilo en cuestión.

            Los hallazgos a los que hacemos mención en este reportaje, fueron compartidos por miembros del Comité de Supervisión de la Cámara de Representantes, durante la revisión de unos 23,000 documentos adicionales sobre el caso Epstein; y la reacción en Donald Trump y sus allegados en la Casa Blanca, ha sido de verdadera preocupación; y en la bases, en sus partidarios, esos mismos que le otorgaron sus votos en las pasadas elecciones, ha sido algo así como “un síndrome” que les ha aturdido fuertemente en sus espíritus y consciencias. “Trump pasó largas horas en mi casa con una de las víctimas”, revela uno de los correos enviados por Epstein. Una afirmación que cualquier persona decente que se preciara de ser simpatizante política de Trump, no podría soportar y mucho menos asimilar de ninguna manera. Y eso es justamente lo que está sucediendo: la gente se está decepcionado aceleradamente de su ídolo, Donald Trump, al conocer estas verdades.

            Los congresistas demócratas han expresado al respecto: “los correos electrónicos plantean serias preguntas sobre Donald Trump y su conocimiento de los crímenes horribles de Epstein.”

            Dentro de la opinión pública, simultáneamente a lo que estaba aconteciendo en las entrañas del Congreso, y en una conferencia de prensa justamente en el Capitolio, víctimas de los abusos del judío Jeffrey Epstein, exigieron la publicación íntegra de los archivos del caso y argumentaron que “sólo la transparencia garantiza la (aplicación de la) justicia.” Y en otras circunstancias, cuando una de las oradoras hacía su intervención hablada en el mismo escenario, Trump ordenó que aviones de combate sobrevolaran el edificio y lo hicieran a vuelo casi rasante para interrumpir con sus motores las palabras de las víctimas de Epstein y sus “colegas” delincuentes sexuales. ¡Hasta ese extremo, al usar a la Fuerza Aérea, ha llegado Trump para acallar las voces que le descubren y acusan!

            No obstante, no pudo evitar que esas mujeres abusadas por el judío y su mujer, Ghislaine Maxwell, quien gustaba actuar en los tríos sexuales y orgías que su marido Epstein organizaba, continuaran pidiendo justicia a los congresistas que las escuchaban en los salones del Capitolio. “Esta mujer abusó de niñas”, intentaba decir Anouska De Georgiou sobre Maxwell, quien permanece en prisión en estos instantes, pero los aviones enviados por Trump ahogaron su alocución con el estruendo. Sin embargo, pudo continuar con su intervención en las escalinatas del edificio, lo mismo que otras compañeras suyas que dieron sus testimonios abrasadores y acongojantes. “Fui abusada por Jeffrey Epstein y Ghislaine Maxwell durante más de 10 años. Ghislaine Maxwell estuvo presente en parte de mi abuso a manos de Jeffrey Epstein. Estuvo presente, fue cómplice y lo facilitaba.” Aseveró Anouska. 

            Las denunciantes sostienen que la publicación íntegra de los archivos del caso Epstein, les permitiría ser escuchadas: “El Congreso debe decidir: ¿Seguirá protegiendo a depredadores o, finalmente, protegerá a las sobrevivientes? La transparencia es justicia. Publiquen los archivos, acaben con el secretismo y acompáñennos a la hora de proclamar que nadie –ni multimillonarios, ni políticos, ni líderes mundiales- está por encima de la ley.” Manifestó Lisa Philipps, otra de las víctimas del hebreo y su mujer.

Esta comparecencia de las víctimas fue organizada por los congresistas Ro Khanna (demócrata por California); y Thomas Massie (republicano por Kentucky, muy consciente del daño que Trump y los otros secuaces de Epstein, causaron a estas mujeres, a pesar de pertenecer al mismo partido del presidente del país). Ambos, impulsan una votación en la Cámara de Representantes sobre la llamada Ley de Transparencia de los Archivos Epstein. Dicho proyecto exige la publicación íntegra de los documentos del Departamento de Justicia, que están vinculados a este delincuente sexual. Anteriormente, el Comité de Supervisión de la Cámara, que es el principal órgano de investigación legislativa, difundió un primer compendio de más de 33,000 páginas sobre Epstein y su mujer, Maxwell. Fue cuando Teresa Helm, otra de las víctimas del judío y su compañeros, aseveró que “espero que la apertura de los archivos permita un ajuste de cuentas y revele responsabilidades. Si hay más investigaciones y cargos contra quienes deben responder por crímenes, eso sería enormemente significativo para todas las sobrevivientes.” Helm fue engañada por Maxwell y abusada por Epstein en el 2002, cuando tenía 22 años de edad. Hoy trabaja de coordinadora de servicios para sobrevivientes en el Centro Nacional de Explotación Sexual y al referirse a sus negras experiencias, declara: “Las secuelas del trauma acompañan toda la vida. Han pasado más de dos décadas de mi caso y trabajo con otras sobrevivientes. Eso forma parte de mi proceso de sanación. Nada borrará lo ocurrido, seguiré lidiando con ello siempre; y, sobre todo, quiero evitar que tantas otras personas pasen por lo que yo pasé.

Existe la famosa “lista Epstein.” Trump está en ella

Cuando los congresistas demócratas dieron a conocer los eMails de Epstein, de inmediato la prensa de los Estados Unidos se volcó ante Donald Trump y en el Despacho Oval no pudo evitar ser consultado sobre este tema particular. Lógicamente se sintió y se le vio molesto, pues el tema no lo abandona y haga lo que haga, como expresamos al inicio de este reportaje, ya sea detener la guerra en Ucrania o bajar de la dictadura a Nicolás Maduro en Venezuela, siempre el tema Epstein estará por encima de todos esos aspectos que Trump utiliza para acallar las voces, para desviar la atención de los periodistas y para que, de una vez y por todas, le dejen en paz con este asunto que ha trascendido la pesadilla para convertirse en un horrendo trauma, del cual él es el culpable y nadie más por haber disfrutado (así como se lee) de las niñas que el judío le ponía a su disposición. Nadie más que Donald Trump es el causante de este feo pasaje en su vida y en las vidas de las víctimas, que hoy se le aparecen, en plena madurez de estas mujeres, exigiendo justicia contra los pedófilos; aunque el principal de ellos ya se suicidó y su socio es nada menos que el presidente de la primera potencia mundial.

            Molesto, siempre molesto, al borde de la explosión violenta, Trump contestó a la prensa y reiteró al decir que “las demandas de más archivos son un engaño (que) desvían la atención de mis logros. Creo que deberíamos hablar de la grandeza de nuestro país y del éxito que estamos teniendo (¡?). Probablemente estamos viviendo los ocho meses más exitosos de cualquier presidente en la historia (!) y de eso quiero hablar. Deberíamos hablar de eso, no del engaño de Epstein (?).” “Engaño de Epstein” ha dicho Trump, queriendo desmarcarse de quien fue su gran e inseparable amigo de fiestas sin límite, quien le facilitaba no mujeres, sino niñas que tenía enclaustradas en sus mansiones, en su isla personal en las Antillas y de las que Donald Trump abusó sin ningún miramiento y mucho menos escrúpulos.

            Y es aquí, en este lapso preciso cuando Teresa Helm aparece nuevamente para recordar y subrayar que “la politización del debate es un obstáculo y la rendición de cuentas debería ser una responsabilidad nacional. Esto no es una guerra política. Es lamentable llevarlo a ese terreno, porque hemos visto pasar administraciones de todo signo que no han hecho nada al respecto. No es de izquierdas contra derechas, azul o rojo. Es un asunto de Estados Unidos. Todos debemos unirnos. (Nuestra) demanda de transparencia debería ser una prueba sobre quién puede abusar de quién en Estados Unidos y quedar impune. Y, para nosotras, la respuesta debería ser clara: nadie.” Demandó con esta argumentación esta víctima del judío, su mujer y sus socios en esto de abusar sexualmente de personas normales, cuyo único error fue creer a Ghislaine Maxwell cuando ésta les ofrecía mucho dinero a cambio de trabajo honrado y posibilidades de surgir académicamente en las mejores Universidades que Epstein mentía también al ofrecerles.

            Mientras tanto, la famosa lista de Epstein sigue “sobrevolando” la opinión pública del país y todos quieren conocerla con detalle. Es un documento que consta de casi 1,000 páginas y que un tribunal ordenó su publicación al completo. Allí, aparecen nombres como los de Bill Clinton y Donald Trump, dos reconocidos pederastas desde siempre y cuya aparición en la lista no sorprendió a nadie en los Estados Unidos, pero si causaron asco y repulsión.

            Este legajo de páginas fueron dadas a la opinión ciudadana dentro del marco del juicio que enfrentó la mujer del judío, la inglesa Ghislaine Maxwell, quien luego sería condenada a 20 años de cárcel por el cargo de haber reclutado a niñas y mujeres menores de edad, para que fueran abusadas sexualmente por Epstein, ella misma y otras personas que eran invitadas y accedían gustosas a las orgías que este delincuente sexual, quien se ahorcó en su celda de prisión, organizaba constantemente en sus casas particulares. Maxwell, quien a la postre estaba casada con Epstein, alcanzaba a las muchachas cuando caminaban hacia sus sitios de trabajo, se bajaba de su lujoso auto, les hablaba, convenciéndolas para dejaran lo que estaban haciendo y se fueran a “trabajar” bajo las órdenes de su marido, el pedófilo hebreo, como masajistas, y les prometía excelentes salarios y posibilidades de seguir estudiando en las mejores escuelas y Universidades del país. Una vez dentro de las paredes de las casas de Epstein, ambos las obligaban a prostituirse con él y sus invitados.

            El grueso folio que ha sido desclasificado por los jueces, contiene protocolos de la audición de testigos, correos electrónicos y otros textos, como declaraciones de Maxwell, así también de la entonces niña abusada, Virginia Giuffre (quien se trajo para el suelo la reputación y la posición aristocrática del ex Príncipe Andrés de Inglaterra); y de Johanna Sjoberg, otra de las víctimas.

            Algunos de los personajes que aparecen en la lista, además de Trump y Clinton, son el ex Príncipe Andrés, el artista Michael Jackson y el magnate de la informática, Bill Gates, entre muchos otros quienes fueron más precavidos y usaron seudónimos como aquel que fue muy utilizado, de John Doe. En lo que respecta de Andrés, caído en lo más bajo de su desgracia al serle eliminados sus títulos de nobleza y sus cargos dentro del gobierno británico, Sjorberg declaró que tuvo un encuentro con él en el departamento de Epstein en Nueva York y que éste había posado con ella en una foto, mientras le manoseaba los senos. En lo que estriba a Bill Clinton, la misma víctima dijo mediante juramento ante el tribunal, que este ex presidente de los Estados Unidos (1993-2001), “las prefiere jóvenes, casi niñas.” Añadió que el ex mandatario en cuestión, voló algunas veces en el avión privado del judío, hacia los sitios donde se llevaban a efecto los abusos sexuales. Casi de inmediato, un vocero de Clinton publicó una declaración en los medios más importantes de USA, en la que aseguró que “el ex presidente no sabía nada de los terribles crímenes y en sus vuelos siempre estuvo acompañado de su comitiva y guardaespaldas.” Y aquí las preguntas que surgen son: ¿Si desconocía lo que hacían el judío y su mujer con las menores de edad, para que fue repetidas ocasiones a visitarle? ¿Y… era Clinton tan inocente que, al ver a las jóvenes, no supusiera siquiera que eran para ser abusadas por los individuos que el judío invitaba? ¿Para qué iba Clinton a aquellos lugares; cuáles eran sus “verdaderas” intenciones entonces: negocios, inversiones, política… o fue allí para saciar su voraz y consabido apetito sexual que lo llevó casi a la destitución de la Casa Blanca cuando aquella becaria, Mónica Lewinski, se involucró sexualmente con él?

            Retornando al caso de Donald Trump y su amistad con el judío pedófilo y suicida, el mandatario fue informado desde mayo del 2025, el presente año, por funcionarios del Departamento de Justicia, que su nombre aparece en “múltiples ocasiones” (no una vez, sino en “múltiples”) en los archivos del polémico caso contra el pederasta Jeffrey Epstein. Una noticia que fue difundida por el prestigioso diario estadounidense, The Wall Street Journal. En un principio fue la fiscal general, Pam Bondi, y su número dos, Todd Blanche, los que comunicaron a Trump que su nombre figuraba en los documentos, junto a otras figuras conocidas. La reacción de Donald Trump fue la de siempre: negó todo, en especial que Bondi lo hubiera contactado e informado sobre su permanencia en aquellos archivos. Pocos meses después, la misma Bondi se desdijo al manifestar que Trump no aparecía en aquellos legajos. Posiblemente, así lo creen muchos, se contradijo en su argumentación por el temor a una represalia de Trump o que éste le quitara su puesto al frente de la fiscalía general de los Estados Unidos. Fuere lo que fuere, todo esto sólo muestra un aspecto: la rampante corrupción e indecencia que priva en las altas esferas de la política y la justicia de los Estados Unidos.   

The Wall Street Journal insiste en sus crónicas que, en la lista del pedófilo, hay cientos y cientos de nombres, en una lista de clientes del delincuente sexual, a quienes, además, aquel extorsionaba exigiéndoles abultados pagos de dinero, porque, de lo contrario, publicaría sus aventuras sexuales a la prensa (con fotos incluidas). Un tema al que volveremos luego en este mismo reportaje. Tal el extremo del “negocio” que este vándalo tenía entre manos, junto a su esposa. Su muerte, por causa del suicidio, fue lo mejor que les pudo suceder a estos “amiguetes”, quienes temían que sus reputaciones quedaran enlodadas en un abrir y cerrar de ojos. En referencia a Donald Trump, miembros del movimiento que lo respalda, Make America Great Again (MAGA), se han mostrado muy disgustados e inconformes con su líder, más todavía cuando el mismo Trump había prometido publicar la lista cuando llegara a la presidencia de la nación por segunda vez. Sin embargo, no lo hizo. Lo cual hubiese sido algo así como “un disparo en su propio pie”, porque en esa lista aparece su nombre “N” cantidad de veces. Y la renovación del interés en este caso a nivel nacional, ha puesto al presidente contra la pared, quien ha tratado de contentar a las bases de MAGA, pero sin éxito alguno en este aspecto. Más bien el enojo se ha enconado y ha tenido fuertes repercusiones cuando The Wall Street Journal publicó una carta de Trump, con contenido obsceno, que envió a Epstein durante aquel tiempo cuando la amistad era más cercana que nunca y que incluía un dibujo hecho por el actual mandatario y que publicamos en foto adjunta, un tema al que volveremos más adelante. Trump ha negado todo y ha aseverado que la misma “es falsa.” Además, demandó ante los tribunales al periódico.

La incomodidad, angustia y depresión del presidente

Es lógico que el mandatario de USA esté mal, que se sienta impotente al no poder detener tanto ataque en su contra y con un tema que se le ha salido de sus manos y que cada día crece y crece hasta perderse en el horizonte, el horizonte personal del actual presidente estadounidense. Es por ello que, dando muestras de una mal disimulada angustia, Trump ha pedido a sus seguidores que cesen los ataques en contra de él por los archivos de Epstein. También que detengan su enojo contra la fiscal Pam Bondi, quien se ha plegado por completo a favor de Donald Trump con sus contradicciones obvias y descaradas. Incluso, para colmo de males, se ha afirmado que Jeffrey Epstein no se suicidó en su celda en el 2019, sino que fue mandado a matar, muy posiblemente por el propio Trump, para acallar lo que él iba a declarar en el juicio que estaba por celebrarse en pocos días.

            Fue cuando el presidente manifestó a la prensa: “¿Qué pasa con mis ‘muchachos’ y, en algunos casos ‘muchachas’ (refiriéndose a los miembros de MAGA)? Todos van detrás de la fiscal general Pam Bondi… ¡Qué hace un trabajo fantástico! Somos un solo equipo MAGA y no me gusta lo que está pasando. Tenemos una administración perfecta, la habladuría del mundo y ‘gente egoísta’, tratan de hacerle daño, todo sobre un tipo que nunca muere, Jeffrey Epstein (!).” Publicó en Truth Social, la red que le pertenece a Trump. Sin embargo, el enfado ha continuado en los seguidores del mandatario, quienes se sienten insatisfechos con los hallazgos, más aún cuando Bondi y el subdirector del FBI, Dan Bongino, prometieron antes del comienzo de esta administración presidencial, que iban a revelar la verdad sobre el caso y no lo ha hecho, perdiéndose en excusas y mentiras y sacando el nombre del presidente de la lista del judío delincuente sexual y extorsionador. Muchos fieles de MAGA sostienen que el llamado “Estado profundo” oculta información sobre los asociados de élite de Epstein. Fue cuando Alex Jones, fiel seguidor del actual presidente, escribió en su página social: “Lo próximo que dirá el Departamento de Justicia es: ‘en realidad, Jeffrey Epstein ni siquiera existió. Esto es exageradamente enfermizo.”

            Y la “influencer” de extrema derecha, Laura Loomer, una de las mayores figuras públicas de MAGA y más cercanas a Donald Trump, escribió en X que, “Trump debería despedir a Bondi”, a quien llama “Scam Blondo” (“rubia estafadora”). Una exigencia que comparte su colega Megyn Kelly, quien escribió también en X en torno a este caso: “Como alguien que está bastante conectada con todas las facciones de la base MAGA, no puedo suavizar qué tanta buena voluntad le ha costado Pam ‘Blondi’ a la Administración Trump con su base esta semana. Es una lastra enorme para el presidente Trump.”

            Y en esta otra oportunidad, la respuesta del mandatario fue: “los llamados archivos Epstein son un engaño. No desperdiciemos tiempo y energía en Jeffrey Epstein, alguien que no le importa a nadie.” En este punto, es evidente que Trump quiere “bajarle el tono” a las acusaciones y críticas en su contra, pero él aparece en un video filmado hace algunos años, en una fiesta junto a Epstein, pero ha seguido negando su vinculación y amistad con el delincuente sexual. Ciertamente, las evidencias son demasiado claras y no dejan duda de su culpabilidad, por más que intente negarlas, taparlas con retórica barata o desviarlas en su atención con actos políticos dirigidos al extranjero o ataques con misiles a otras naciones.

            Y cuando Trump creía que se había relajado un poco, sólo un poco, el Congreso publicó el dibujo erótico que le ha dado la vuelta al mundo entero, hecho por Donald Trump y que éste… negó nuevamente, como ha sido su infantil costumbre. Lo cierto es que ese boceto de una mujer desnuda con un mensaje al pie, lo envió el hoy mandatario a Jeffrey Epstein con motivo del 50 cumpleaños de aquel. En específico, se trata de un pequeño y críptico guion audiovisual, escrito dentro de la silueta de un cuerpo desnudo femenino (no podía ser de otra manera entre esos dos pedófilos consumados y comprobados), con explícita alusión al pecho y el vello púbico. Sobre este tema en particular, nuevamente The Wall Street Journal, el periódico que develó este entuerto, publicó lo siguiente: “(…) la noticia es atípica. Si se tiene en cuenta que el autor es el presidente de Estados Unidos, se llega a niveles inimaginables. Pero si la noticia se completa con el hecho de que el destinatario, en 2003, era el financiero pederasta Jeffrey Epstein, y que Donald Trump negó y niega vehementemente que ese dibujo exista –e incluso denunció por US$10,000 millones a este periódico TWSJ (…)-. Se roza el paroxismo.” Pero para desgracia de Trump, los abogados encargados del patrimonio de Epstein han entregado al Congreso una copia del libro que Ghislaine Maxwell compiló para el 50 cumpleaños del judío. El regalo incluye mensajes cariñosos de importantes personalidades, como Bill Clinton; y también una carta firmada (su firma hace las veces de pubis), por Trump, con un dibujo de su puño y letra. Aunque el presidente lo niega todo a pies juntillas, a pesar de la claridad de las evidencias. Concretamente, la carta enviada por el presidente de USA al pederasta, decía (y dice): “Feliz cumpleaños y que cada día sea otro maravilloso secreto. Tenemos algo en común, los enigmas nunca envejecen; tengo presente la última vez que nos vimos.”

            Por esta publicación, hasta los tribunales de justicia ha llevado al Wall Street Journal, a su directora y su propietario, Rupert Murdoch, repitiendo incansablemente que las afirmaciones (evidencias irrefutables), “son falsas, un montaje y algo ridículo.” Y que “yo no tengo por costumbre hacer caricaturas ni dibujitos”; pero que en aquella oportunidad hizo uno de ellos y que existen documentados numerosos ejemplos de lo contrario: a Donald Trump le seduce, le encanta, hacer dibujos pornográficos, obscenos, y enviarlos a sus amistades de la misma calaña. Y ante la demanda al diario, Taylor Budowich, uno de sus jefes de Gabinete adjuntos, manifestó en X: “Es hora de que News Corporation prepare la chequera. No es su firma. ¡DIFAMACIÓN!” Y añadió que la firma en el dibujo no es la habitual del presidente, sino sólo su nombre, “Donald”. Así vemos como sus sabuesos lo defienden, esos amigos aparentemente incondicionales, de parecido corte al de Jeffrey Epstein, quien terminó traicionándolo, pero que le han defendido alguna vez, no exentos de un calculado oportunismo.

            Siempre en relación con este tema, el congresista demócrata, de origen hispano, Robert García, confirmó haber recibido en el Comité de Supervisión de la Cámara de Representantes, una copia del libro de cumpleaños de Epstein, que le hizo su esposa Ghislaine. En él se puede ver el dibujo picante y la letra de Trump. “El presidente Trump calificó la investigación de Epstein de engaño y afirmó que su nota de cumpleaños no existía. Ahora sabemos que Donald Trump mentía y está haciendo todo lo posible por ocultar la verdad. Basta de juegos y mentiras, publiquen los archivos completos ya.” Clamó el mismo congresista, opositor al gobierno actual de los Estados Unidos.

Pero Trump se siente furioso y lo que es importante… está acorralado por las informaciones sobre el caso que salen a flote día a día. Él no soporta la atención que se le está dando y recibiendo el caso por parte de la prensa y la opinión pública; y ruega, en forma literal, que “se olviden del caso y de alguien (Epstein), que lleva seis años muerto.” Indudablemente, el también pederasta mandatario de los estadounidenses, está sufriendo profunda e inmisericordemente por este tema.

“Yo soy el único capaz de acabar con él (con Trump)”

En otro capítulo de esta negra historia de pedofilia, y a la luz de más de 20,000 páginas de documentos que han sido publicados por los legisladores que componen la Cámara de Representantes, han salido más aspectos que eran imposibles de imaginar. En otras palabras, los demócratas del Comité de Supervisión de la Cámara de Representantes, publicaron tres cadenas de correos electrónicos que incluían correspondencia entre el judío pedófilo y su antigua socia y esposa, Ghislaine Maxwell. Correos realmente espeluznantes, si el término no es exagerado. Así mismo, publicaron eMail entre Epstein y el periodista, biógrafo de Trump, Michael Wolf, quien es una “espina clavada en el alma del presidente”, debido a los numerosos libros que ha publicado sobre Trump.

            Una vez que estos documentos salieron a la luz, los congresistas republicanos respondieron que ello es “sólo un intento de los demócratas de seleccionar archivos en forma sesgada. Un intento de crear una falsa narrativa para difamar al presidente.” Pero la verdad es que Donald Trump no necesita que nadie más lo difame, pues él mismo, su propia vida, es una difamación constante, permanente, en su propia contra. Él es su peor enemigo, a ojos vistos.

            Aterrizando en los correos hace poco desclasificados, el primero de ellos entre Epstein y su esposa Maxwell, dice: “Quiero que te des cuenta de que ese perro que no ha ladrado es Trump… (la víctima) pasó horas en mi casa con él. Trump nunca ha sido mencionado ni siquiera por un jefe de policía.” Y la mujer contesta: “He estado pensando en eso…” Esa víctima no fue otra que Virginia Giuffre, quien publicó hace pocos meses un libro autobiográfico, en el que denuncia a sus abusadores; y, según el eMail de Epstein, fue quien compartió varias horas con Trump. Desgraciadamente, Virginia se suicidó en abril de este 2025, en su casa en Australia, debido a que sufría violencia doméstica de parte de su esposo. Cuando se le preguntó al legislador Robert García por qué no se ventilaba en los documentos el nombre de esta víctima, contestó que “el Partido Demócrata nunca divulgará los nombres de esas mujeres, en cumplimiento con los deseos de las familias.”

            Así también aparecen los textos de correspondencia entre Epstein y el periodista Michael Wolf, y, en el 2015, el comunicador le cuenta al judío que la CNN le preguntará a Trump sobre la relación amistosa entre ambos pedófilos. Epstein le responde en otro correo: “Si pudiéramos elaborar una respuesta para él, ¿Cuál crees que debería ser?” Y Wolff le contesta: “Creo que deberías dejar que se delate solo. Si dice que no ha estado en el avión ni en tu casa, eso te da una valiosa ventaja en relaciones públicas y política. Puedes perjudicarlo de una manera que potencialmente te beneficie, o, si realmente parece que pudiera ganar, podrías salvarlo, generando una deuda. Por supuesto, es posible que, cuando se le pregunte, diga que Jeffrey es un buen tipo, que ha sido tratado injustamente y que es víctima de la corrección política, la cual será ilegal en un régimen de Trump.” Es decir, lo anterior significa que el periodista aconsejó al pedófilo para que intentara convencer a Trump sobre lo que debía decir a la CNN, que ensalzara su imagen y fuera alejada su imagen de pervertido.

            Pero el peor de los correos vendría luego, en octubre del 2016, antes de las elecciones presidenciales de los Estados Unidos, en el que Wolff ofrece a Epstein la oportunidad de conceder una entrevista “que podría acabar con Trump”. Según le aseguró el comunicador de la prensa. “Esta semana tienes la oportunidad de hablar de Trump de una manera que podría aportarte mucha simpatía y ayudarte a acabar con él. ¿Te interesa?” Y en otro correo electrónico de enero del 2019, Epstein le escribe a Wolff: “Trump me pidió que renunciara (a la membresía del club Mar-a-Lago que pertenece al presidente, en La Florida-, (pero) nunca fui miembro. Por supuesto que sabía de las chicas, ya que pidió a Ghislaine que parara.”

            En otro correo entre Epstein y Kathryn Ruemmler, abogada que fue consejera en la Casa Blanca durante la administración de Barack Obama, ella le envió al delincuente sexual un enlace hacia un artículo de opinión en The New York Times, que mencionaba los pagos para silenciar a la ex actriz porno, Stormy Daniels, antes de las elecciones presidenciales del 2016. Pago que envió Trump a esta mujer con un ex abogado suyo. Un caso también negado por el actual mandatario. “Pensé que te interesaría”, le escribió Ruemmler a Epstein. Ella ahora es directora legal y consejera general del Banco Goldman Sachs. Y el pedófilo le respondió: “Da igual que fuera su dinero. El problema es la falta de transparencia. Ya ves, sé lo sucio que es Donald.”

            En otra cadena de mensajes de diciembre del 2018, una persona no identificada escribió al judío pederasta: “¡Todo esto pasará! ¡Sólo intentan acabar con Trump y están haciendo todo lo posible por lograrlo!” A lo que Epstein respondió: “Sí, gracias. Es increíble. Porque yo soy el único capaz de acabar con él.” Lo cual significa en palabras claras y directas, que el pedófilo sabía tanto acerca del actual presidente del país, que, si lo llegase a publicar, sería el final de Donald Trump en todo sentido, tanto en lo personal y lo político; y posiblemente, su entrega a la policía por sus reiterados delitos sexuales con menores de edad.

Otra faceta igualmente oscura del pedófilo

¿Quién es Jeffrey Epstein? Claramente es la persona con la que no hubiésemos querido encontrarnos en nuestra vida. El ser abominable, detestable, que arrastra todas las cadenas de inmoralidad existentes y es capaz de dañar cuantas vidas a él se le antojen. Además de pedófilo, amante de las niñas aún sin florecer en sus tempranas vidas, era un extorsionador de “rompe y rasga”, de los más peligrosos habidos. Sino veamos este ejemplo: Epstein envió una serie de correos electrónicos, en tono agresivo, al multimillonario Leon Black, para quien trabajó como asesor financiero, en los que le exigía millones de dólares al año, según información aparecida en The New York Times, tras tener acceso a dichos correos.

            Epstein trabajó para Black durante varios años y obtuvo sus principales ingresos de él; sin embargo, en el 2016 el cofundador de Apollo Global Management, quiso terminar la relación laboral con el judío, pero éste se sintió humillado y se enfureció de tal manera, que decidió enviarle los correos electrónicos para extorsionarlo. En esos mensajes, Epstein también insultaba a los demás asesores financieros de Black, de los que afirmó que uno había creado “un lío verdaderamente peligroso (con las finanzas de la compañía); y otro era “un desperdicio de dinero y espacio.” Además, calificó a los hijos del magnate de “retardados mentales que estaban destruyendo su propiedad.” En el 2015, Epstein escribió a Black que no quería “volver a tener momentos incómodos por el dinero con él” y enumeró sus condiciones para continuar trabajando para aquel: “Para que quede claro, mis condiciones son las siguientes: sólo trabajaré por 40 millones habituales al año. Al firmar el acuerdo, deben pagarse 25 millones. A partir de entonces, 5 millones cada dos meses durante seis meses (marzo, mayo, junio). Si puedo, puedo empezar en enero. Dejaré de trabajar inmediatamente si no recibo el pago.” Amenazó.

            Así mismo, en sus correos electrónicos siguientes, Epstein presionó a Black para que le diera dinero y le aseguró que sólo podía confiar en él; le propuso también la posibilidad de que le pagara con bienes raíces, obras de arte y financiándole su avión privado, si no podía pagarle con dinero. “Si reflexionas –le escribió el judío extorsionador-, sobre tu vida financiera, verás que ha sido segura, has logrado resultados extraordinarios y no has enfrentado ningún desastre.” Dándole a entender que sólo gracias a él, Jeffrey Epstein, había sido la garantía segura de éxito para Black.

            Y lo peor fue que Leon Black “dobló sus rodillas” ante Epstein y el multimillonario continúo pagándole millones de dólares durante varios años, hasta el arresto del judío en el 2019, por cargos de tráfico sexual. A raíz de ese arresto, Black fue expulsado de Apollo en el 2021 y fue acusado de presuntamente violar a una mujer en casa de Epstein, en Manhattan. Aunque este caso fue desestimado finalmente. Pero trascendió que Leon Black, fuera de los tribunales, llegó a acuerdos privados con diferentes mujeres en varios casos de acusaciones similares. Por lo visto, se trataba de la misma ralea, unos y otros y todos ellos juntos con el mismo objetivo: el abuso sexual.

            Esa era otra faceta de la personalidad depravada de Jeffrey Epstein. Además, se sabe que el judío pedófilo amenazó a varios de sus “socios” en esto del sexo con menores de edad, con publicar mensajes y fotos comprometedoras, si no le llenaban sus cuentas bancarias, a cambio de su silencio.

            Finalmente, y en una variable sobre el mismo tema, el Congreso de los Estados Unidos ha citado al ex Príncipe inglés, Andrés Windsor, para que hable sobre el caso del pedófilo en cuestión, porque se cree que el hermano del Rey Carlos III “podría poseer información valiosa sobre los crímenes sexuales” perpetrados por Epstein. Fue el congresista demócrata, el de mayor rango en la Comisión de Supervisión de la Cámara de Representantes, Robert García, quien escribió una carta que le fue enviada a Andrés Mountbatten Windsor, que es su nombre actual después de que se le quitaran todos sus títulos Reales, para que se someta a una entrevista ante el mencionado comité. “Se ha informado públicamente que su amistad con el señor Epstein comenzó en 1999 y que permaneció cercano a él durante y después de su condena en 2008 por proxenetismo que involucraba a menores”, dice en uno de sus trazos la misiva que le fue enviada a Londres. Esta comisión, además, considera que Andrés “podría poseer información valiosa sobre los crímenes cometidos por el señor Epstein y sus cómplices (entre ellos Donald Trump) y se le solicita ponerse a disposición para una entrevista que será transcrita. Andrés tiene hasta el 20 de noviembre para contestar la carta.

            Sin embargo, a pesar de que se trata de una comisión del Congreso de los Estados Unidos, Andrés, ex Duque de York, no está en la obligación de presentarse para declarar y puede hacer caso omiso del texto que le fue enviado desde Washington, que, en uno de sus párrafos más significativos aluce: “Los hombres ricos y poderosos han evadido la justicia durante demasiado tiempo. Ahora, el ex Príncipe Andrés tiene la oportunidad de confesar y brindar justicia a las víctimas.” La petición fue firmada solamente por congresistas demócratas que laboran en dicho comité, entre otras razones porque en el material que se refiere al caso del pedófilo, el nombre de Andrés, lo mismo que el de Trump, aparece varias veces incluyendo registros de vuelo hacia y desde la isla que era propiedad del judío, en el Caribe.

            Lo más gracioso del caso, es que, lo mismo que Donald Trump y Bill Clinton, Andrés sigue negando que alguna vez se enredara entre los edredones y las piernas de las chicas, jovencísimas, que el pedófilo le presentaba y dijo que se apartaba de la Casa Real británica para no entorpecer el trabajo que su hermano Carlos, el Rey de Inglaterra, lleva adelante en la actualidad. Pero ni en medio de torturas, Andrés y los demás sociosdel judío delincuente sexual, “dan sus brazos a torcer.” La vergüenza personal y profunda, sigue ganándole a la verdad, evidentemente.   

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