DEL EDITOR

Mis opiniones a lo largo de más de 35 años en la prensa escrita de Alemania y los Estados Unidos

José Angel Lagos-Jiménez -Editor/Fundador-



WASHINGTON, USA-(Especial para The City Newspaper) Toda la “judería” amiga de Donald Trump, de sus años cuando se desempeñaba como vendedor de propiedades, se la ha llevado a sus dos administraciones al frente del gobierno de los Estados Unidos. El primero de ellos fue Jared Kushner, quien además es su yerno, esposo de Ivanka, quien de política sabía tanto como de viajes interplanetarios; es decir… nada. Por eso no aportó absolutamente nada a los EE.UU durante su estadía en la Casa Blanca, siempre en las espaldas de su suegro Trump.
El problema radica en que esos amiguetes del presidente menos político de cuantos ha habido en USA, quizás son muy efectivos en la venta y compra de propiedades inmuebles, aunque no lo son en el arte de gobernar y mucho menos en los ambientes diplomáticos; y la presencia, en particular, de Steve Witkoff, otro de los tantos judíos omnipresentes en las esferas de influencia de la mayoría de los países, en nada ha ayudado a los Estados Unidos, en concreto en lo que atañe a la pacificación de la guerra en Ucrania. Su desempeño, además de ineficaz, ha sido un entero ridículo y seguidamente analizaremos el por qué.
Se podría decir que la diplomacia es librar otras guerras, pero con elegancia y en los salones de negociaciones de los distintos gobiernos extranjeros. Requiere de buen diálogo, de altura, provenido de personas versadas, cultas, intelectuales, instruidas y comprometidas con las naciones que representan. Además, tienen que ser profundas conocedoras del tema y de la realidad a la cual van a defender y convencer a sus interlocutores. Y justamente este otro judío, Steve Witkoff, el enviado de Trump a Moscú, Bruselas (Capital de la Unión Europea) y Kiev, “es un empresario del ladrillo, amigo personal de Trump desde los años 80 e inexperto en política exterior, seducido por el poder de Putin.” Así según descripción que hace un periodista del afamado e influyente periódico alemán, Die Zeit.
Y es tan admirador del déspota ruso, que apenas entra en los rancios salones del Kremlin, a Witkoff se le cae la mandíbula al ver la magnificencia que data desde las épocas de los Zares, muy trasanteriores; y aún más cuando Vladímir Putin, el causante de esta guerra ruso-ucraniana, se posa delante de él. El judío se siente maravillado e instantáneamente seducido. Es “un amateur con exceso de confianza,” vuelve a describirlo el diario alemán.
Su nombre completo es Steven Charles Witkoff. Nació en Nueva York (lo mismo que Donald Trump), el 15 de marzo de 1957; es un inversor y propietario inmobiliario, quien tiene su sede para sus negocios en esta misma ciudad. Su entorno familiar es enteramente judío, perteneciente al Bronx. Witkoff se crió en Baldwin Harbor y en Old Westbury, Nueva York. Sus padres fueron Martin y Lois Witkoff. Su padre era fabricante de abrigos de señora. El hijo, Steve, acudió a la Universidad de Hofstra, donde se graduó de abogado y pasó a trabajar en el bufete especializado en derecho inmobiliario, llamado Dreyer & Traub, donde uno de sus clientes era nada menos que Donald Trump. Y es aquí donde comienza la historia que queremos desentrañar y narrar en este reportaje.
Hoy, Steve Witkoff tiene 68 años de edad y una fortuna estimada en más de US$2,000 millones, más los conflictos de intereses que posee por todas partes. Y reiteramos: en el ambiente de la diplomacia “da palos de ciego”, pues el individuo es un completo ignorante de la negociación a niveles gubernamentales y lo es más cuando se trata del delicadísimo asunto de pacificar a dos países en guerra (y uno de ellos es Rusia precisamente, gobernado por el inescrupuloso tirano, Vladímir Putin). En todo caso, es el “enviado especial” de su amigo Donald Trump (el mayor improvisado en el poder de los Estados Unidos, como hemos asegurado hasta el cansancio en otros reportajes de esta índole), para Oriente Próximo y para todo lo que surja alrededor del planeta y donde la Casa Blanca se crea con el derecho de meter allí sus manos.
Este sujeto no tiene ninguna formación o experiencia en política exterior; pero que, a pesar de esa increíble falencia, ya se ha reunido con el voraz, falso, mentiroso, engañista y manipulador Putin y como era esperable, el ruso lo ha seducido en el primer instante con su retórica y sus falsedades. Y con esa misma falencia en lo que atañe a los avatares de la diplomacia, ha viajado varias ocasiones hasta Oriente Próximo para reunirse con el impresionante criminal del pueblo palestino, su congénere Benjamín Netanyahu, a quien le ofreció construir un resort ideado por el también hebreo, Jared Kushner, después de desplazar a la población de Gaza (a más de dos millones de personas) hacia las naciones vecinas y arrebatarles sus tierras, su país. Ese es Steve Witkoff. Quien también se ha reunido con “los pesos pesados” del mundo árabe y grupos terroristas, para tratar de “convencerlos (?)”…
No podemos negar, empero, que Donald Trump es “un buen amigo” cuando lo es… ya que nunca se olvidó de su colega Witkoff en esto de los bienes raíces y le ha dado un poder parecido al del descendiente de cubanos y actual secretario de Estado (equivalente a ministro de Exteriores), Marco Rubio. Es fácil imaginarse el razonamiento torcido de Trump quien, con toda seguridad, pensó: “si es bueno para vender casas, lo será para participar en todo problema que aparezca alrededor del mundo.” Pero el problema yace en que el “vende-casas” es un fiasco, un verdadero fraude negociando con los “tiburones” de la especie de Putin y Serguei Lavrov, ambos en la cúspide de la dictadura de Rusia. En el pasado y durante su primera “administración” (nótense las comillas), Trump nombró a otros dos amiguetes suyos, conocidos años atrás, llamados Rex Tillerson, Mark Esper y Mike Pompeo. Este último, el obeso ex secretario de Estado, fue el que devolvió el poder en Afganistán a los talibanes, acabando de plano y radicalmente con la democracia insipiente que estaba asentándose y floreciendo en aquel país centro-asiático. Una traición de las más funestas y de colosales dimensiones de nuestro tiempo y que prácticamente ha sido olvidada, a pesar de que el tiempo transcurrido ha sido poco, en efecto.
¿Pero en qué lugar ha quedado Marco Rubio con el nombramiento e injerencia de Steve Witkoff? Según “el guión” que tiene asignado este hijo de cubanos, es el responsable de la diplomacia de los Estados Unidos a nivel global; aunque en la realidad evidente y tangible, a Rubio sólo es posible verle en las Capitales de Europa y Asia y alejado de Moscú, El Cairo, Tel Aviv, Estambul y Riad, donde sátrapas como Netanyahu y Putin, prefieren dialogar con Witkoff, que con Marco Rubio, ya que el judío es enteramente manipulable y lo utilizan para que transmita los mensajes que los déspotas quieren que Trump escuche y conozca. De hecho, consideran al amiguete del presidente de los Estados Unidos, “secretario de Estado en la sombra”, pues el titular sigue siendo Rubio, pero… ¿Por cuánto tiempo, antes de ser destituido y nombrado Witkoff allí mismo? Además, pesa el hecho de que el hijo de cubanos fue un rival proselitista de Donald Trump en las primarias del Partido Republicano, a quien, en aquellos momentos de lucha electoral, Rubio insultó y despreció de manera bastante humillante. ¿Lo habrá olvidado u obviado Trump? No estamos seguros, puesto que el obeso mandatario de los Estados Unidos rara vez olvida a sus detractores y suele actuar en consecuencia en contra de ellos, tarde o temprano. Por el contrario, Witkoff ha sido amigo de Trump por más de 40 años, compañeros en torneos de golf, incluso jugaban juntos el día cuando fue detenido un hombre que estaba agazapado en la maleza que rodeaba al campo de golf, armado con un fusil, quizás dispuesto a dar “de baja” al hoy presidente. De hecho, Trump aprecia al judío, lo respeta y comparte con él varios intereses como la venta y compra de propiedades inmuebles y posiblemente otros asuntos que no son tan transparentes y dignos de ser sacados a la luz pública y que desconocemos, pero sospechamos… Y a manera de “plus”, ambos son neoyorquinos y comparten una amistad que se hizo más estrecha y firme en 1986, durante las negociaciones maratonianas de una operación inmobiliaria.
Incluso, hay una anécdota que vivieron y fue cuando Witkoff, quien era socio del bufete de abogados Dreyer & Traub, fue por comida a un local abierto los 24 horas, en la calle 39 Este y “rescató” a Donald Trump, quien se hallaba allí hambriento y sin efectivo. “Le pedí un bocadillo de jamón y queso suizo”, dijo Trump de su amigo hace dos años en un Tribunal de Nueva York, en uno de los juicios que tuvo que enfrentar el hoy mandatario, por fraude contra la Hacienda pública. Aquel gesto de parte del hebreo, fue el principio y el fundamento de la amistad que ahora sostienen y que se ha extendido hasta Moscú y otras Capitales mundiales, debido al nombramiento que Trump hizo de su amigo en la diplomacia de los Estados Unidos.
Además de lo que ya hemos descrito, las semejanzas en las personalidades, las actividades laborales pasadas y presentes, los intereses diversos, su pasión por el golf y los negocios, actúan como acicate en esta amistad entre los dos. Y para partir de un aspecto, Donald Trump cree fervientemente que, tanto él como sus familiares y amigos, son los únicos cualificados para resolver los problemas que aquejan al mundo a diario y ni los diplomáticos de carrera, ni los políticos tradicionales, están capacitados para tales menesteres: “Sólo los empresarios son los que entienden el arte del acuerdo”, piensa y ha dicho Trump en repetidas oportunidades.
Un dato que es importante resaltar, fue el momento cuando Trump convenció a Witkoff para que se especializara en derecho inmobiliario y se pasara a la promoción. También le impulsó para que creara su propia empresa, el Grupo Witkoff, que ha llegado, desde entonces, a ser propietario de inmuebles en Nueva York, entre los que destacan el Hotel Park Lane y el edificio Woolworth. Así mismo, familiares de ambos comparten negocios; por ejemplo, la ex esposa de Witkoff, Lauren Rappoport y sus hijos Zach y Alex, tienen controvertidos negocios en criptomonedas en común, con los hijos del mandatario de USA.
Es evidente que los lazos entre los dos son muy fuertes y datan desde décadas atrás; por ello, quienes se oponen a la presencia del judío en los asuntos internacionales de los Estados Unidos, prefieren hacerse a un lado o callar, pues “desatar” lo que Trump y su amigo tienen “amarrado” es casi imposible de lograr. “El lazo personal con el presidente, es muy fuerte en ambas direcciones”, dijo una persona que los conoce sobradamente. Una prueba de lo que afirmamos se dio en la Convención Nacional Republicana, de julio del 2024, cuando Steve Witkoff manifestó de Trump que es “un verdadero y querido amigo durante muchos años, en los buenos y malos momentos.” Recordó la muerte de uno de sus hijos a causa de una sobredosis de sustancias prohibidas, en el 2011, y Trump estuvo allí para consolar al padre devastado por la trágica situación.
En respuesta, Witkoff ha sido incondicional, completamente leal al mandatario y ha estado a su lado durante los divorcios de éste; las bancarrotas, los distintos juicios en los que ha sido imputado y se mantuvo leal antes, durante y después del asalto a El Capitolio, orquestado por Trump al final de su primera administración y que parecía iba a ser su caída en desgracia. Es por todo ello que Susie Wiles, jefa de Gabinete de la Casa Blanca, ha dicho: “el presidente trata a Witkoff como alguien casi de la familia. Una persona como Donald Trump tiene muchísimos conocidos, demasiados para siquiera nombrarlos o contarlos. Tiene muy pocos amigos de verdad, fuera de su familia y Steve es el primus inter pares de ellos.”
Quienes le conocen, lo describen como un individuo lleno de confianza en sí mismo; de ahí que después de las elecciones de noviembre del 2024, durante una comida, él mismo le dijo a su amigo Trump que podría ser el enviado presidencial a Oriente Próximo y resaltó los nexos suyos con la región, en específico y en el fondo, se refería a las inversiones que tiene en los países del golfo y cuyos gobiernos en alguna ocasión lo rescataron en el pasado de fallidas operaciones comerciales. Fue así como el presidente de USA lo nombró en el puesto que le había dado a su yerno, también judío, Yared Kushner, durante su primer mandato y que fue un total anodino, “un bueno para nada” en un cargo que le quedó enorme, grandísimo, al esposo de Ivanka Trump, el cargo, a la postre, más importante que Yared haya tenido en toda su vida, además de ser el compañero gris, desteñido, insípido e inmóvil como una momia egipcia (sin vida), al lado de la bella mujer. Witkoff narró tiempo después: “Y Donald me miró y dijo: ‘bueno, un millón de personas lo han intentado. Elijamos a un buen tipo que sea inteligente.’” Lo cierto es que tampoco éste ha logrado nada a favor de la paz en aquella zona candente del mundo.
Otros puntos en común que tiene con el mandatario actual de los estadounidenses, se basa en los objetivos que tiene trazados, en las promesas grandilocuentes y el mismo exceso de confianza que transpira Trump; aunque el estilo del enviado especial para Rusia y Oriente Próximo es claramente más discreto; tampoco levanta la voz, aunque en el fondo el mensaje es el mismo de su jefe. Tampoco habla otros idiomas aparte del inglés, no tiene ninguna experiencia en política exterior (daba pena verlo en la última reunión en el Kremlin, sentado al lado de Kushner, dos judíos hambrientos de baratijas de oro, “arrollados” literalmente por la destreza plena de engaños que practica Putin con los representantes de la Casa Blanca); no maneja los códigos, los matices y sensibilidades del arte de la diplomacia; no entiende la cultura, la historia y las tradiciones de los gobiernos o las organizaciones con las que tiene que tratar y da la impresión de que esas carencias no tienen importancia para él. En parte porque ha asegurado en entrevistas que, para las negociaciones de paz, él sigue su instinto, se fía de su intuición y su historial de éxito en operaciones inmobiliarias (!). ¡Habrase visto tal desparpajo! Porque la paz mundial depende de un tipo con ese pensamiento, esas afirmaciones y ese proceder cada vez que se enfrenta con los asesinos (Putin y Netanyahu, los ejemplos más diáfanos y actuales) que están incendiando a regiones importantes de la Tierra. Es decir, con la misma óptica y procedimiento con las cuales ha vendido y comprado casas y edificios en los Estados Unidos, así, del mismo modo, trata de detener guerras causadas por dos de los criminales más significativos de la actualidad y de la historia reciente.
Y para colmo de su estupidez, ha rematado las anteriores declaraciones al decir que “he leído muchos libros (?) y visto documentales en Netflix, sobre conflictos mundiales” y ha llegado a la conclusión que ser un outsider, alguien ajeno al pasado, es la mayor ventaja en las relaciones político/internacionales y “puedo aprovechar la falta de experiencia y triunfar donde los profesionales han fracasado.” Algo similar ha pensado y dicho su amigo Donald Trump en relación con la política interna de los Estados Unidos; es decir, él podía ser presidente de la nación sin importar que viniera de dos mundos distintos: de los concursos de belleza (el Miss Universo) y de la venta de propiedades. Pero su impericia se notó en el primer gobierno, uno de los más desastrosos en el devenir de los Estados Unidos.
Esa falta de conocimiento en Steve Witkoff, la falta de roce diplomático y el desconocimiento de todo aquello que se tiene que saber para desenvolverse con agilidad y propiedad ante los dignatarios extranjeros, hace que, en cada encuentro con Vladímir Putin, éste se burle de él, finja que le escucha, que le comprende; pero al final y en medio de una sonrisa socarrona, le dice que “la paz se puede lograr en Ucrania, pero hay que trabajar todavía muy duro para alcanzarla.” Y Witkoff se emociona, le cree, se ilusiona como un quinceañero y regresa a Washington con el rostro que denota una felicidad propia de un jovencito inmaduro, que cree en las palabras vacías que a ningún resultado positivo llevan. Este emisario de Trump no ha comprendido que la paz está en las manos del bando ruso, que tan sólo con detener los ataques a Ucrania y decir que desea el final de las hostilidades, la paz podría echar a andar. Putin lo sabe, pero no quiere pacificar a la región, porque están en juego su prestigio (?), por lo menos de cara al pueblo ruso, su permanencia en el poder y el poco respeto que algunos, de quienes le rodean en el Kremlin, fingen o le tienen todavía con cierto grado de honestidad.
Es cuando el redactor del periódico alemán Die Zeit ha escrito en torno a este caso: “La realidad es muy distinta. Es un aficionado que no entiende a menudo la gravedad de lo que ocurre, que simplifica y relativiza de forma dramática, que se apoya en falsedades (especialmente en el caso del Este de Ucrania, con las regiones invadidas por el ejército ruso), y que se centra en el resultado del que poder presumir, sean cuales sean las consecuencias o víctimas.” Incluso Witkoff es tan estúpido que utiliza con absoluta irresponsabilidad teléfonos móviles privados y no encriptados para hacer llamadas o enviar mensajes en grupos de mensajería que están expuestos. Es por ello que el espionaje ruso ya debe tener todas esas comunicaciones en sus archivos y se ha reído de tal estupidez, inexperiencia y falta de sentido común.
Además, trabaja con un equipo muy pequeño, media docena de personas, no cobra por su trabajo y, a menudo, paga él los viajes en su propio avión privado, lo cual le resta seriedad a la importancia de su misión, cual es pacificar dos regiones que se desangran en el cotidiano y cuyas guerras no ven el final, ni remotamente siquiera. Es cuando el mismo rotativo alemán cita: “(es) un ‘jinete solitario’, desorganizado, que improvisa constantemente, con oficinas a medio camino entre la Casa Blanca y el Departamento de Estado; y se hace acompañar en sus viajes por su novia, Lauren Olaya, una ex golfista profesional,” a quien, seguramente, le cuenta hasta lo más privado de sus conversaciones con Putin (acordémonos de Marilyn Monroe, en quien los hermanos Kennedy, John y Robert, descargaban secretos de Estado y a quien tuvieron que mandar a asesinar para evitar que los divulgara).
Como consecuencia de ese proceder, Witkoff sólo rinde cuentas ante su amigo Donald Trump, con una autonomía casi absoluta. Para nada piensa ni intercambia sus experiencias recientes recogidas en sus reuniones con Putin, con el secretario de Estado Marco Rubio, quien, en el papel, es el que debería conocer los pormenores de esas citas y actuar consecuentemente, pues es el jefe aparentemente indiscutido de la diplomacia estadounidense. Resulta, en tal caso, que Rubio es el último en enterarse y muy posiblemente lo haga por medio de la prensa, de los periódicos que le dejan en su oficina o en la puerta de su casa cada mañana.
Además, los conflictos de intereses dentro de los que se mueve este “enviado especial” de Trump, son abrumadores. Por ejemplo, hace algunos años atrás, Witkoff quedó atrapado por un escándalo con un estafador de origen malayo, con un hotel que no lograba vender y los Bancos estaban presionándolo para que devolviera el préstamo que había usado para compralo. Fue cuando se movió con fondos árabes, específicamente el dinero que le cedió Qatar, cuyo gobierno “le sacó las castañas del fuego”, interesado en sus vínculos con Donald Trump; lo cual significó que el nombre del presidente de los Estados Unidos pesó demasiado para que actuara como garantía y le cedieran el dinero para cancelar al Banco. Paralelamente, su hijo Alex, quien viaja casi siempre con él en el mismo avión privado, hace negocios con los árabes, mientras su padre “intenta” conseguir una paz que siempre le es evasiva, precisamente porque no sabe absolutamente nada del arte de la negociación diplomática.
¿Y cuáles son las actitudes de Vladímir Putin cuando este sujeto llega a Moscú para, supuestamente, negociar el final de la guerra en Ucrania? Quienes conocen al tirano ruso coinciden al decir que la principal actitud que manifiesta ante la llegada de Witkoff es de burla, de cinismo, sarcasmo, velada grosería. Incluso, las fotografías de estos encuentros muestran a un Putin relajado, con una sonrisa socarrona mundialmente reconocida y que esboza ante Donald Trump y ahora ante su “enviado especial”. Y se siente todavía más divertido cuando está en compañía de Serguei Lavrov, un verdadero “halcón” de la política internacional, como lo es este, su ministro de Exteriores, alguien que se maneja en el panorama planetario de la diplomacia como un verdadero “depredador” en su elemento.
El periódico alemán Die Zeit describe como nadie estas situaciones cuando Witkoff arriba al Kremlin: “Putin se ha burlado una y otra vez de él. Lo hace esperar durante horas cuando va a Moscú, le dice lo que quiere oír y sus asesores han creado un vínculo fuerte. Y efectivo. Tras cada viaje, Witkoff vuelve a Washington haciendo suyas las propuestas del Kremlin, diciendo sin reparo ante las cámaras cómo respeta y confía en Putin. Y asesora en privado (según se escuchó la semana pasada en la filtración de una llamada) a los rusos, sobre la mejor manera de seducir al presidente de Estados Unidos.” Esto último es un punto que a Putin le llama particular y fuertemente la atención, pues, al conocer a Donald Trump de labios de su amigo Steve Witkoff, puede “jugar” mejor con su voluntad y burlarse también de él; y esto último gracias a las infidencias que comete el “enviado especial.”
También, al regresar a la Casa Blanca, cargado de emociones positivas (engañado por Putin para ser más precisos), Witkoff ha dicho a los periodistas, especialmente al sagaz y perspicaz Tucker Carlson: “Me gusta Putin, no es un mal tipo.”
Por su lado, Volodimir Zelenski, presidente de Ucrania, ha opinado así de Witkoff: “Creo que el señor Witkoff ha adoptado la estrategia del lado ruso. Creo que es muy peligroso porque, consciente o inconscientemente, no lo sé, está difundiendo narrativas rusas.” De tal manera, no es por casualidad por la que el “enviado especial de Washington no va a Kiev, Capital ucraniana; ni permite que Marco Rubio vaya a Moscú. Sólo acude él al Kremlin o en la última oportunidad, que se hizo acompañar de otro zoquete en el caso del yerno de Trump, Yared Kushner, quien sabe tanto de diplomacia y política como un marrano del mundo científico o de la física cuántica. En este punto, es muy posible que Witkoff esté trabajando en su propio beneficio, al observar la oportunidad de hacer negocios inmobiliarios en Rusia, como ya lo intentó en la Franja de Gaza, donde ha querido hacer una nueva Riviera.
Sin embargo, es posible que él mismo sepa que lo que está haciendo es una verdadera “chapuza” que no lleva a ninguna parte, mucho menos a la pacificación de una guerra hartamente complicada y que está en un lapso de entrabamiento, precisamente porque Witkoff es un incauto, un analfabeto en cuestiones de diplomacia y porque, principalmente, Vladímir Putin, sabe lo que se está jugando si pide la paz y si llegase a perder el Donbáss y regiones adyacentes, que son las que exige a diario para detener el conflicto.
Indudablemente Trump se equivocó al nombrar primero a su yerno Kushner, encargado de pacificar a las regiones candentes del mundo; y ahora a Steve Kitkoff, dos corredores de bienes raíces que sólo piensan en dinero y las vidas humanas, así como la destrucción de ciudades, cultivos y la libertad de los pueblos atacados, les importa un comino, más todavía si eso no les genera ganancias económicas, que es lo realmente relevante para estos dos miembros del “pueblo elegido” y que pululan alrededor del presidente de los Estados Unidos, alguien que piensa igual a estos dos: distorsionadamente.
WASHINGTON D.C., USA-(Especial para The City Newspaper) El doble rasero, ni siquiera “doble moral”, pues incluir la palabra “moral” sería, además de impreciso… una degradación del término. Y decimos doble rasero porque observamos las políticas de los Estados Unidos con respecto al resto del mundo y notamos la forma como señalan a los delincuentes, en especial a los narcotraficantes, piden las extradiciones con vehemencia y filman a los aviones cuando los reciben para ser llevados a las cárceles estadounidenses en un alarde de “justicia” implacable (supuestamente), que existe para que las sociedades sean limpiadas y reivindicadas; pero tienen en el poder actualmente –y aquí radica la “paradoja de paradojas”-, al peor delincuente posible y que los jueces y fiscales simple y descaradamente no quisieron meter en prisión y el pueblo se unió a esa lamentable decisión y llevaron a ese gamberro nuevamente a la presidencia del país. Por supuesto, nos referimos a Donald Trump, quien hizo, a lo largo de su vida, los méritos necesarios para ganarse una larga estadía, quizás cadena perpetua, en una penitenciaría de esta nación.
Lo anterior quiere decir que a la “justicia” (nótense las comillas), de los Estados Unidos le gusta mirar hacia los gobiernos y pueblos exógenos, pero al propio le permite toda clase de excesos delincuenciales y le permite a su mandatario, Donald Trump, una serie de delitos de “gran calado”, de la manera más infame, inmoral y grotesca que se puede ver en un sistema judicial que se jacta de su supuesto e inquebrantable accionar en la aplicación de la justicia.
Además, a Trump se le permite decir y hacer cualquier acto deshonesto y hasta criminal que a él se le ocurre durante el paso de los días y los estadounidenses sencillos, esos que le dieron sus votos para sentarlo nuevamente en la Casa Blanca, todo ese desbarajuste les tiene sin cuidado, portándose de la manera más indiferente posible. Ciertamente en esto se cumple aquello de que “cada pueblo tiene realmente a los gobernantes que se merecen” y que se apegan fielmente al libreto que esos mismos ciudadanos piden y necesitan en su psiquis general.
Donald Trump, además de todas sus falencias, es un delincuente. Un violador de mujeres comprobado, un evasor de impuestos a la Hacienda de los Estados Unidos, un ladrón de documentos de Estado (la enorme cantidad de cajas que se llevó a su mansión de Mar-a-Lago, cuando finalizó su primer mandato); y en el caso que nos ocupa, ha sido un pederasta consumado, amigo de un suicida, quien se quitó la vida a sabiendas de que lo iban a meter a prisión por el resto de su sucia vida, como fue el judío Jeffrey Epstein, quien invitaba a sus amigos, entre quienes estaba en primera fila Donald Trump y el Príncipe Andrew de Inglaterra, para desflorar muchachas muy jóvenes en casos clarísimos de pedofilia, mientras él y sus “socios” disfrutaban de esa inmoralidad flagrante, de la cual hay películas incluso (véase el video de la NBC, en YouTube, en esta dirección: https://www.youtube.com/watch?v=KLcfpU2cubo), donde aparece clarísimamente Trump, pavoneándose con las niñas y conversando con el pederasta hebreo, en una de las mansiones de éste. Hoy, a pesar del suicidio de Epstein, la sombra, el fantasma de este individuo, sigue a Trump; las gentes se lo recuerdan a cada instante y le recuerdan que él está implicado en los folios, en los papeles acusatorios que maneja el FBI. Una vergüenza con todas sus letras, más aun cuando él es el presidente de los Estados Unidos, pero él sabe que la mal llamada “justicia” de su país a él nunca lo tocará, nunca lo encarcelará y hasta le tienen un puesto elevadísimo en la historia de esta nación, porque, entre otras sinrazones, él representa a la idiosincrasia del estadounidense común y corriente, al que le gusta revolcarse también en la inmoralidad.
Si hay alguien que le recuerda constantemente a Trump sus deslices delincuenciales, ese es su ex amigo, el multimillonario surafricano Elon Musk, quien, en medio de sus fuertes discusiones con el obtuso presidente de USA, le recuerda su paso “sostenido” y casi permanente al lado del judío Epstein, especialista en crear redes para la explotación sexual de jovencitas.
Musk aseveró que iba a soltar una “bomba” informativa acerca de su ahora enemigo Trump, al vincularlo con el fallecido financiero (millonario también), Jeffrey Epstein, acusado y encarcelado en Nueva York por tráfico sexual de menores, a quienes prostituía con sus amigos poderosos y acaudalados. “Donald Trump está en los archivos de Epstein (y también en videos de la NBC, como hemos consignado en las líneas anteriores de este mismo reportaje). Esa es la verdadera razón por la que no se han hecho públicos”, por parte del sistema judicial estadounidense, muy ágil y eficiente en otros delitos, pero en el caso de su presidente, omite referirse a los hechos incluso. Musk fue más allá al publicar en su cuenta en la red social X -que le pertenece dicho sea de paso-, el famoso video en el que Trump aparece en una fiesta con el pedófilo, en 1992. Aun así, con estas evidencias innegables, el mandatario niega a pies juntillas que tuviera alguna relación con el pederasta y así lo escribió recientemente: “Nunca estuve en el avión de Epstein, ni en su estúpida isla (el judío había comprado un islote donde construyó una mansión y donde llevaba a las niñas para desflorarlas sexualmente).”
Aquí, en este trazo preciso, es oportuno recordar que Jeffrey Edward Epstein nació en Brooklyn, el 20 de enero de 1953 y se quitó la vida en su celda del Centro Correccional Metropolitano de Manhattan, en Nueva York, el 10 de agosto del 2019, donde esperaba para ser juzgado por cargos federales de tráfico sexual de menores. De su fortuna, diremos que amasó su capital mediante inversiones, después de haber trabajado en el Banco de inversión Bear Steams, del que fue despedido y decidió fundar su propia firma de gestión financiera, con la que atrajo a clientes multimillonarios de ese país. Sus cuentas bancarias fueron creciendo considerablemente y construyó una red de relaciones con enorme influencia política y social, donde conoció a figuras prominentes de la política, la economía, la Realeza británica y del espectáculo estadounidense, entre quienes, innegablemente, estaba Donald Trump.
En el 2005 se le comenzó a investigar por parte del FBI por sus delitos sexuales comprobados contra menores de edad; y en el 2008, logró un controvertido acuerdo judicial que le permitió evitar los cargos federales, a cambio de una condena leve por prostitución. Por supuesto su dinero, el pago que posiblemente hizo en grandes cantidades y sus influencias dentro de las Cortes de USA, le ayudaron para no ingresar a prisión en esa oportunidad. Pero en el 2019 fue arrestado nuevamente por tráfico sexual de menores, cuando varias jovencitas que él había engañado e introducido en el sórdido mundo de la pornografía, declararon sus nefastas experiencias en las mansiones del pederasta de raza judía. Gracias al movimiento Mee To, esas mujeres tomaron valor y comenzaron a narrar sus funestas incidencias personales. Señalaron con toda claridad a la pareja de Epstein, llamada Ghislain Maxwell, una inglesa proveniente de una familia acaudalada, quien le buscaba las jovencitas (casi niñas) a Epstein, las convencía al decirles que les iban a dar trabajo bien remunerado y el ingreso a buenas Universidades y se aparecía en las mansiones del inversionista con ellas, para ser abusadas sexualmente. “Muchas veces Ghislain participaba, en tríos, junto a Jeffrey y la niña,” ventiló una de ellas en la Corte. Hoy, Maxwell se encuentra en una prisión de los Estados Unidos.
Acerca de los orígenes de Jeffrey Epstein, es oportuno decir que es hijo de padres judíos. Su madre, Pauline Stolofsky (1918-2004); y su padre Seymour G. Epstein (1916-1991), se casaron en 1952. Ella trabajó de ayudante escolar y fue ama de casa el resto de su vida; y su padre laboró para el New York City Department of Parks and Recreation, como jardinero. A juzgar por las actividades de sus ancestros, observamos que “la cuna” de Jeffrey Epstein fue humilde, pero él decidió y pudo amasar la inmensa fortuna que se le conoció, muy probablemente para no pasar privaciones económicas. Él es el mayor de dos hijos. Su hermano se llama Mark y crecieron en el vecindario de clase media de Sea Gate, en Coney Island, Brooklyn.
Su paso por colegios y Universidades no fue el mejor y no llegó a graduarse absolutamente en ninguna carrera profesional; aun así, en 1974, trabajó como profesor de física y matemáticas para adolescentes, en la exclusiva escuela privada Dalton School, del Upper East Side de Manhattan, a pesar de su falta de credenciales académicas. Ya en aquella época demostró un comportamiento inapropiado hacia los estudiantes menores de edad y por ese motivo fue despedido. Alan Greenberg, director ejecutivo de Bear Stearns, cuyos hijos fueron alumnos de Epstein, le dio trabajo en su compañía. Por aquellos años, conoció también a la pareja Clinton e, incluso, Epstein llegó a ser cofundador de la Fundación Clinton. Bill, el ex presidente de USA, aparece también en los papeles de Epstein y es señalado como uno más de los participantes en las orgías del judío.
En 1981 fundó la firma consultora Intercontinental Assets Group, con la que atrajo a varios clientes millonarios; y más tarde fundó una empresa de gestión financiera, que incluía al CEO de la empresa de lencería Victoria’s Secret, a manera de cliente. Durante la década del 2000, Epstein continuó invirtiendo millones de dólares en distintos fondos. El resto de su actividad financiera y el derrotero de su vida, es historia hartamente conocida.
El suicidio en su celda en Manhattan se dio un día después de que se revelaron documentos judiciales que implicaban, a manera de cómplices suyos, a numerosas personas influyentes, donde aparecen el Príncipe Andrew, el inversionista multimillonario Glenn Dubin, el exgobernador de Nuevo México, Bill Richardson, Bill Clinton y por supuesto, nuestro obtuso personaje de esta ocasión, Donald Trump, entre muchos otros más. Todos ellos disfrutaron de la “hospitalidad” de este sujeto que entendió, equivocadamente, que el disfrute de la vida se tenía que basar en el engaño y el abuso a jóvenes muchachas, muy jóvenes por supuesto.
El Departamento de Justicia de los Estados Unidos, un día antes de su suicidio, decíamos, hizo público un conjunto de materiales relacionados con el caso, que incluye una serie de pruebas importantes, como imágenes de mujeres muy jóvenes desnudas, camillas de masaje y juguetes sexuales. Y es aquí, en este preciso punto, donde aparece la fiscal general de la nación, Pamela Bondi, quien se abstiene actualmente de publicar el resto de los archivos de Epstein. Es cuando Elon Musk asevera que no lo hace por una presunta y posible amenaza de Donald Trump, para que no lo haga, pues él aparece justamente en esos folios acusatorios. Varios congresistas presionan a esta mujer para que proceda como lo demanda la ley y, también, le exigen que confiese si Trump ha intervenido directa o indirectamente, para que no se proceda a la susodicha desclasificación.
Musk, en medio de su enojo contra Trump, repite una y otra vez que el presidente está en los archivos de Epstein, lo cual indica que participó en las orgías que el magnate judío realizaba continuamente en sus mansiones e isla privada. Así mismo, el surafricano afirmó en los últimos días que Steve Bannon, ex asesor de Donald Trump en su primer gobierno, está también vinculado con Jeffrey Epstein. “Bannon (archienemigo de Musk y a quien amenazó con sacar a patadas al dueño de Tesla de la Casa Blanca), aparece en los archivos de Epstein.” Denunció en su cuenta de X. Bannon sólo ha optado por el silencio como única arma de defensa. Y es que Bannon “se lo buscó”, porque en fechas recién idas, atacó a Musk y le acusó de injerencia en la política interna de los Estados Unidos por su condición de extranjero y exigió su inmediata deportación. El ex asesor se enfadó profundamente porque el surafricano anunció la creación de un nuevo movimiento político, al que ha llamado Partido América, para competir contra el bipartidismo que existe en los Estados Unidos.
Ha llamado la atención “de los focos” de la prensa estadounidense, esta mujer que ostenta el cargo de fiscal general de la nación. Se llama Pamela “Pam” Bondi. Y ha dado una respuesta nada clara acerca del caso Epstein, concretamente sobre el material incriminatorio que ella tiene que desclasificar por órdenes de la ley vigente. Dijo que la supuesta lista de clientes y amigos de Jeffrey Epstein, de la que ella misma había hablado en febrero de este mismo año (2025), que estaba en su escritorio esperando para ser revisada, “no existe”. Dijo hace pocas fechas, dejando boquiabierto al público en general que ha seguido el caso, periodistas, jueces, víctimas del judío y abogados defensores de esas víctimas. “No existe” la lista. Repitió junto al presidente Trump, en una rueda de prensa hace pocos días, en Washington. Añadió ante la pregunta insistente de un periodista que “en aquel momento me referí al expediente del caso Epstein en general, junto a otros más y no a una lista específica de clientes.” Es evidente entonces, que esta mujer quiere “sacarle las castañas del fuego” a Donald Trump, no implicarlo en modo alguno, mentir al aseverar que el mandatario nunca conoció al judío pederasta, pero los videos y fotografías que circulan por las redes sociales y por la cadena NBC, señalan otras situaciones muy distintas, donde se ve al presidente muy contento, disfrutando de la compañía de las mujeres jóvenes que Epstein compartía con sus amigos poderosos.
“En febrero di una entrevista en Fox. Recibió mucha atención, porque me preguntaron sobre la lista de clientes. Y mi respuesta fue: ‘la tengo en mi escritorio, esperando revisarla.’ Me refería al documento, junto con los documentos sobre John F, Kennedy y Martin Luther King, también. A eso me refería.” Afirmó la fiscal y añadió seguidamente: “los archivos sobre el caso terminaron por ser miles de videos de pornografía infantil, que jamás verán la luz del día (?).” En otras palabras más claras y directas, ella no quiere que la opinión pública conozca que “alguien” en particular aparece en esos films…
En otro aparte de la comparecencia suya ante la prensa, al lado de Trump, se le preguntó por qué faltaba un minuto entero en la grabación de casi 11 horas que el Departamento de Justicia de los Estados Unidos difundió para sustentar que Epstein se había suicidado. Y la fiscal Bondi, haciendo gala de un impresionante autocontrol, una indiferencia glacial inusitada y un despiste desconsiderado hacia la prensa y el pueblo estadounidense al que se debe como funcionaria, contestó que “se debió a un defecto de la grabadora, porque es muy vieja. Como de 1999.” Y con esa explicación pueril y banal, dio por terminada la conferencia de prensa, con un Donald Trump satisfecho y respirando tranquilo después de escucharla.
Un día después, John Kiriakou, ex oficial de la CIA, manifestó en otra entrevista para la cadena de televisión Fox News, que la inteligencia de los Estados Unidos podría haber destruido todos los documentos sobre el caso Epstein y afirmó que “la CIA y el FBI ya anteriormente han destruido información sobre casos importantes.”
Todo lo anterior son sólo “cabos sueltos”, eslabones de una cadena que alguien se opone, se niega vehemente y apuradamente porque no se unan unos detrás de otros, pues la historia que podría darse a conocer le podrían afectar profundamente. Pero todos sabemos quién es Donald Trump, lo que ha hecho en contra de las mujeres, principalmente, y ha sido tan deshonesto y sucio en su proceder, que su aparición en las listas de Epstein no ha sorprendido a nadie; pero es necesario que quede constancia nítida, apabullante y no contradictoria sobre su participación en las fiestas plenas de sadismo y vulgaridad en las que él, Bill Clinton y el Príncipe Andrew, a quien su madre, la fallecida Reina Isabel II, pagó millones de dólares a una de las víctimas para que no lo llevara a los tribunales (específicamente a Virginia Giuffre, de quien escribiremos más adelante), y otros personajes más, aparecen gozando de la vida a costa del abuso contra jovencitas menores de edad. Uno de los delitos más graves que contempla la ley estadounidense.
Retornando a Jeffrey Epstein, el pedófilo que se suicidó en su celda antes de ser llevado ante el juez que vería su caso, hemos de decir que en marzo del 2005, una niña de 14 años se convirtió en la primera víctima menor de edad que acusó formalmente a este sujeto, por abusarla sexualmente. Indicó que el incidente se dio en su mansión de Palm Beach y, de acuerdo a las investigaciones que se efectuaron, fue llevada por otra adolescente “para darle un masaje al financiero a cambio de dinero”; pero nunca se le explicó que dicho masaje incluía la entrega sexual por parte de ella. Fue así como el engaño se produjo de parte del judío cuando procedió a desflorarla o arrebatarle su virginidad.
En el 2019, la Fiscalía de USA, del Distrito Sur de Nueva York, divulgó el siguiente comunicado: “Desde al menos 2002 hasta al menos 2005, Jeffrey Epstein atrajo, reclutó e hizo que decenas de menores de edad fueran atraídas a su mansión en Nueva York y a su finca en Palm Beach, Florida, para que participaran en actos sexuales con él, tras lo cual les entregaba cientos de dólares en efectivo. Para mantener y aumentar su número de víctimas, Epstein también pagaba a ciertas víctimas para que reclutaran a otras menores de edad de las que pudiera abusar de forma similar. De esta manera, Epstein creó una vasta red de víctimas menores de edad para explotarlas sexualmente, a menudo a diario, en lugares como Nueva York y Palm Beach.”
Fue una de las víctimas más conocidas de los abusos sexuales del financiero Jeffrey Epstein; una mujer quien decidió acabar también con su vida, cometiendo suicidio en abril pasado, a sus 41 años de edad, en una localidad rural de Australia Occidental, de acuerdo a un reportaje aparecido en el periódico británico, The Times.
“Su muerte fue un final terrible para esta historia, pero hay una gran parte que nunca pudo contar. Pudo haber librado batallas con algunos de los hombres más poderosos del mundo como Epstein y el Príncipe Andrew, pero lo que la gente no entendía era que en sus últimos días, la batalla más dura de su vida la libró en casa.” Explicó Amanda Roberts, la esposa del hermano menor de Virginia. Seguidamente, la familia de esta mujer que optó por quitarse la vida, compartió un diario que la víctima escribió a principios de este año, en el que comparte recuerdos ingratos de su matrimonio con Robert Giuffre. Ella se desmoronaba por dentro a medida que su compañero se violentaba cada vez más, debido a que ella se convirtió en el rostro visible de la campaña por llevar a Epstein y sus amigos ante la justicia. Junto al diario, Virginia dejó fotos, mensajes de texto y documentos legales en los que expone que su marido era “abusivo y controlador emocional y físicamente. Cuando más fuerte me volvía yo, más aterrador se convertía él. Incluso trató de impedir que yo defendiera a las víctimas de la trata y en los últimos meses, impedía que yo viera a nuestros tres hijos.” Le acusó también de bebedor de licor y extremadamente celoso con ella.
Virginia Giuffre recibió millones de dólares a lo largo de los años, provenientes de fondos de acuerdos y demandas civiles contra Ghislaine Maxwell, del patrimonio de Epstein, el Príncipe Andrew (pagados por la Reina de Inglaterra, como esbozamos arriba) y el Banco JP Morgan, por su gestión de las finanzas de Epstein, dinero que Robert, esposo de la víctima, derrochaba a manos llenas, indicó.
Debido a la extremada violencia de su esposo, Virginia fue contemplando la idea de quitarse la vida y así lo explicó Dini von Mueffling, representante pública de Virginia, quien citó que “semanas antes de su muerte, ella me había contado sus planes de suicidio, incluyendo el método. Yo le aconsejé que no lo hiciera (…). Tenía muy claro que el dolor era demasiado profundo, que simplemente no podía soportarlo más. No fue una conversación dramática. Fue algo muy realista.” Concluyó.
El suicidio de esta víctima de Jeffrey Epstein sin duda alguna fue provocado por sus amargas y traumáticas experiencias siendo apenas una jovencita, a quien el financista judío le quitó, además de su inocencia, sus ilusiones, su deseo por vivir, sus planes y le hizo vivir una desgracia profunda que le generó el resentimiento y el temor por todo lo que le rodeaba. Virginia Giuffre se casó con el ideal de alcanzar finalmente y de otra manera, la felicidad; pero ya vimos cómo era el comportamiento de su esposo… un agresor “con todas sus letras.” De tal modo, su suicidio fue por razones directas; es decir, por la violencia de su marido; y por la consecuencia del horrendo dolor que le causó Epstein en su adolescencia. Su muerte conmovió a muchas personas tanto en Estados Unidos, Inglaterra, como en Australia, donde pasó sus últimos años.
Donald Trump, obstinadamente, sigue negando que él tuviera alguna relación amistosa o económica con el pederasta judío. Y se ha aferrado tanto a esa mentira que, si se le mostrase el video que le pone en evidencia o las fotos que hay por doquier, él lo seguiría negando, de igual manera como lo ha hecho con la mujer que él violentó y abusó sexualmente en una tienda de Nueva York, una columnista de un importante periódico estadounidense; o con la actriz porno a la que él envió a su ex abogado para pagarle por su silencio y no se refiriera nunca a los encuentros íntimos que ambos sostuvieron. Él todo lo niega. Pero lo que no sabe es que su esposa Melania no le cree absolutamente nada y aun así, se lo pasa por alto, con el fin de sostener un matrimonio, que, según los entendidos y quienes le conocen, “está irremediablemente roto y pegado apenas con alfileres.”
La verdad es que el presidente de los Estados Unidos fue fotografiado en numerosas ocasiones con el financiero hebreo y le repiten que su momento dijo de Epstein que era “un tipo fantástico” y alardeó de sus 15 años de amistad con aquel. Fue una amistad muy cercana, estrecha, en la que el judío compartió con el actual mandatario aquellas jovencitas que a ambos les gustaba tanto. Incluso Trump añadió a su descripción de Epstein: “Es muy divertido. Se dice que le gustan las mujeres guapas tanto como a mí y muchas de ellas son jovencitas. No hay duda de que Jeffrey disfrutaba su vida social.” Estas palabras las expresó quien iba a ser presidente de los Estados Unidos, en el 2002.
El pederasta visitó a Donald Trump en repetidas oportunidades en su residencia de Mar-a-Lago, donde fue filmado el video que el magnate surafricano, Elon Musk, subió a su red social X. Esa filmación fue hecha en 1992, cuando Trump celebró el concurso llamado “Chica Calendario”; y un dato relevante es el que describió George Houraney, empresario que ayudó a la organización del evento, cuando dijo que las únicas personas que estaban presentes allí, junto a las 28 chicas, eran Donald Trump y Epstein. ¡Nadie más!
El pederasta también le visitó en Mar-a-Lago en el año 2000. Iba acompañado con Ghislaine Maxwell, su entonces pareja y socia que ahora cumple una pena de 20 años de prisión por organizarle a Epstein los encuentros con jovencitas en clara prostitución infantil y tráfico humano.
El biógrafo del presidente, Michael Wolff, confirmó la amistad entre Trump y el judío, quien aseguró en un episodio del podcast The Daily Beast, que ambos fueron mejores amigos durante 15 años: “Compartían novias, aviones y estrategia comercial.” Reafirmó. Y añadió que había visto evidencia condenatoria de esos años, que el presidente republicano no querría que se hiciera pública y que incluyen supuestas imágenes lascivas de Trump y el financista, en claro abuso de las muchachas. “He visto esas fotos. Sé que existen y puedo describirlas. Hay como una docena. Las que recuerdo específicamente son los dos con chicas en ‘topless’ (sin brassiere), de edad indeterminada, sentadas en el regazo de Trump. Y luego Trump parado allí con una mancha en la parte delantera de sus pantalones y tres o cuatro chicas medio encorvadas de la risa, también en ‘topless’, señalando los pantalones de Trump.” Narró Wolff.
Empero, el diario inglés The Telegraph ha señalado que la relación entre los dos individuos dio un giro en el 2004, cuando se convirtieron en rivales por la compra de propiedades en Palm Beach, aunque se desconoce con profundidad la razón del rompimiento de lo que parecía una amistad indestructible en la que se compartían todo; y cuando Epstein fue arrestado, Trump manifestó a la prensa en julio del 2019: “Tuve una pelea con él hace mucho tiempo”; y cuando arrestaron a Maxwell, la “celestina” o alcahueta que surtía a Epstein de mujeres menores de edad, Trump dijo de ella: “Realmente no lo he seguido mucho. Francamente, sólo le deseo lo mejor.” Evidentemente el mandatario deseaba desmarcarse de aquellas amistades que le pudieron ocasionar serios contratiempos políticos y hasta judiciales.
Pero el colmo del cinismo y de querer engañar a todo el mundo, lo ha hecho patente el mismo Donald Trump cuando dijo, en referencia al video y fotografías que impostó Elon Musk en su red social, que “deberían desarrollarse leyes fuertes contra la Inteligencia Artificial (IA). ¡Será un problema grande y muy peligroso en el futuro!” Dando a entender que todo lo que circula en las redes sociales acerca de su relación con el pedófilo Epstein, es falso y ha sido hecho con IA, porque él nunca compartió ni un minuto siquiera con aquel y su mujer. Evidentemente, este argumento del mandatario es un insulto a la inteligencia de las personas, pues nadie, o casi nadie, puede creerle tal falacia.
Sin embargo, en los últimos meses, esa amistad ha cobrado importancia y relevancia y adonde quiera que va Trump, se le toca el tema. Aspecto que a él le molesta e incomoda visiblemente. Lo cual sólo quiere decir una sola cosa: que la sombra de Epstein lo persigue a él desde el más allá, desde los confines mismos del infierno, donde indubitablemente se encuentra ahora mismo.
Este es el negro pasaje que comparte Donald Trump con Jeffrey Epstein, catalogado por la policía de Nueva York como delincuente sexual de nivel 3, proclive a reincidir en su momento contra jovencitas, con “un alto riesgo de reincidencia y una amenaza para la seguridad pública”, reza el expediente que se le abrió a este sujeto.
Atrás han quedado circunstancias como el momento cuando la denunciante –ya fallecida-, Virginia Giuffre, presentó los documentos en los que acusaba al pedófilo de obligarle a tener relaciones sexuales con miembros de su círculo social, cuando apenas tenía 16 años. Aquello aconteció en enero del 2015. También, el 6 de julio del 2018, cuando Epstein fue arrestado en el aeropuerto Teterboro de Nueva Jersey, por el Grupo de Trabajo de Delitos contra Niños del FBI y el Departamento de Policía de Nueva York, acusado de abuso sexual y tráfico sexual. Fue cuando el fiscal federal, Geoffrey Berman, declaró que, durante el registro de la casa de Epstein, valorada en US$77 millones, se encontraron fotos de niñas menores de edad desnudas.
Ciertamente todo aquello ha quedado en el pasado, pero la negra sombra del pederasta sigue proyectándose sobre Trump, quien, mientras se tocaba el tema ante los periodistas de las inundaciones en el Estado de Texas, interrumpió a quienes hablaban para decir: “¿Siguen hablando sobre Epstein? Se ha hablado de ese tipo durante años. ¿La gente sigue hablando de ese asqueroso? (Que no era asqueroso cuando era su amigo y compartían las mismas asquerosidades). No puedo creer –le dijo al reportero-, que estés haciendo una pregunta sobre Epstein.” Estaba visiblemente molesto, incómodo, preocupado y moviendo, entre bastidores, todo lo que está a su alcance para evitar que aparezca su nombre en la lista del judío. “Un secreto a voces,” que todos conocen en los Estados Unidos y en el mundo entero y que, por más que quiera el mandatario, no puede, ni podrá, hacerlo olvidar y mucho menos esconder. Él compartió jovencitas, menores de edad, en actos impúdicos, con su impúdico amigo. El mismo que se ahorcó en su celda de Nueva York.
TEHERÁN, Irán-(Especial Para The City Newspaper) No hace falta profundizar mucho cuando meditemos acerca de las naciones cuyos gobiernos quieren adentrarse en el mundo de la energía atómica y nos fundamentamos en el absurdo de que, si a Israel y los Estados Unidos, no les simpatiza determinado régimen, entonces ese país no podrá nunca desarrollar la energía atómica, aunque sea para fines pacíficos. No hace falta profundizar mucho, decíamos, porque esos dos gobiernos, el estadounidense y el israelí, se han arrogado la potestad, sin que nadie se la haya conferido, de decidir quiénes pueden tener energía nuclear y quiénes no. La meditación entonces se basaría precisamente en ello: ¿Quién o quiénes o cuál fuerza metafísica o terrenal, les ha dado a esos dos gobiernos el aval, el poder, para determinar tal realidad, más todavía cuando están comandados hoy por un esquizoide e ignorante visceral, en el caso de Donald Trump, en los Estados Unidos; y por un criminal de grandes proporciones, en el ejemplo de Benjamín Netanyahu, en Israel? Quienes no dudan en atacar a aquellos pueblos que a ellos se les ocurre, violentando todos los derechos y leyes habidas y por haber en el orbe.
Es decir, tanto el uno como el otro, estarían fascinados de que los rusos, pakistaníes, chinos e hindúes se desarmen, envíen todo su arsenal atómico a un planeta distante y queden sólo las naciones Occidentales (Francia, Inglaterra, USA y el detestable Estado de Judea), con el poder nuclear. Una determinación, una seudo-política que debe rechazarse de parte de todos esos gobiernos que quieren introducirse y explorar la energía atómica y no permitir que esos dos gobiernos sátrapas, comandados por un convicto en libertad, en el caso de Trump, quien ha violentado, él solo, decenas de leyes en su país de origen; y por un supra-asesino, Netanyahu, que debería estar colgando de una soga, ahorcado, en este preciso instante, debido a su inconmensurable criminalidad en los países vecinos y que son islámicos.
En otras palabras más claras, directas y sencillas: si Irán quiere construir ochenta reactores atómicos (para citar un número X), lo puede hacer y nadie tiene el derecho de impedírselo, porque se trata del gobierno de un país soberano, libre e independiente y en nada guerrerista, como sí lo es Israel, y que, sabemos anticipadamente, no usará esa energía nuclear para atacar a nadie en el futuro. Pero Trump y anteriormente el senil Joe Biden y Netanyahu, bombardean el territorio iraní, sin ningún derecho… un “derecho” que no se los puede otorgar nada ni nadie en el mundo, porque nadie puede arrogarse esa potestad. En principio, porque todas las naciones en este planeta son iguales, con las mismas potestades y capaces de elegir lo que consideren es lo mejor para su presente y su destino. Nadie ni nada, subrayamos, puede interferir en sus determinaciones internas. ¡Nadie! Y mucho menos dos delincuentes y criminales, como lo son Trump y el archi-criminal judío, Netanyahu.
El cabecilla de este grupo, su líder, el argentino (que no sabemos quiénes lo pusieron allí y cómo llegó a ese puesto este individuo, sin la experiencia ni el conocimiento adecuado para dirigir al OIEA), Rafel Grossi, ya había cavado suficientemente “su sepultura” con respecto a Irán, al mostrarse demasiado interesado –y así lo hacía saber descarada y diariamente-, por reingresar a territorio iraní, como si algún “amo” o un jefe “en las sombras”, le estuviese empujando con fuerza a realizar dicho viaje. Lo cual dejaba traslucir que a “ese jefe”, extraño en el amplio sentido de la palabra, le interesaba conocer la realidad de los reactores nucleares que fueron bombardeados recientemente por aviones enviados por Donald Tump y el Pentágono. Y ese “amo” no es otro que Benjamín Netanyahu, quien, al ser descabezada su red de espías, infiltrados en la Capital de Irán, no sabe a ciencia cierta cómo quedaron los famosos reactores. Por ello, giró la orden precisa al argentino Grossi para que hiciera las averiguaciones pertinentes y a partir de su informe –otro de los muchos que ha enviado a Tel Aviv y a la Casa Blanca, en exclusivo “top secret”-, decidirían atacar nuevamente o no a Irán y destruir lo que quedó en pie.
A partir de esa premisa, Teherán decidió no permitir más la entrada de Grossi y su grupo de “soplones” a suelo iraní, “a menos que ofrecieran ciertas garantías de seguridad”, señaló el gobierno teocrático de Irán, como que Israel y los Estados Unidos no volvieran a atacar sus instalaciones; pero esa petición no iba a encontrar asidero o una respuesta positiva de parte del argentino, cabeza del OIEA, porque de él no depende una decisión de ese calado, algo que sólo compete a la dictadura de Tel Aviv y al Pentágono, porque él simplemente es un “soplón” más (ni siquiera espía), al servicio de ambos amos. Textualmente, Teherán así lo hizo saber: “Los inspectores de la OIEA no podrán entrar en Irán a menos que se garantice la seguridad de las instalaciones nucleares del país y de las actividades nucleares con fines pacíficos.” De hecho, la agencia de seguridad nuclear de Irán ya había dejado de compartir información con Grossi y su grupo de “soplones”, que entraban en las naciones consideradas enemigas y blancos seguros de Israel, con cámaras fotográficas y de filmaciones, para que los datos fueran más fidedignos y convincentes. Y lo más doloroso, por su altísimo grado de deshonestidad inherente, se fundamenta en que todos esos supuestos “inspectores” de ese Organismo, devengan jugosos salarios que son pagados por los países miembros de la ONU y son signatarios de la Carta de las Naciones Unidas; e Israel y los Estados Unidos no les pagan nada por sus tareas de espionaje y se dedican tan sólo a obligarlos a brindarles la información para atacar a Irán o no hacerlo.
La emisora radial Bloomberg, utilizada por muchos gobiernos Occidentales para informarse apropiadamente, ha estado al tanto de este “rifirrafe” entre Teherán y el OIEA; incluso llegó a informar que, inicialmente, Irán se planteó abandonar el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares (TNP), un pacto internacional de cooperación para frenar la propagación de tecnología nuclear, que los iraníes ratificaron en el ya lejano 1970. Una determinación que llevó a efecto hace pocas horas, cuando avisó que se retiraba ante la insistencia (sospechosa, vehemente y persistente) del argentino Rafael Grossi, por conocer el estado de los reactores nucleares atacados por los Estados Unidos. Esa insistencia era todo un argumento que develaba las intenciones subyacentes en la mente de Grossi y que decían que estaba urgido por conocer el estado de las plantas nucleares, para reportarlo a Tel Aviv, a la dictadura de Netanyahu, en Israel.
En todo caso, Irán ha seguido insistiendo en que su programa nuclear es de uso pacífico; y lo que ha sido mayormente sorprendente fue la afirmación de su portavoz de Exteriores, Esmaeil Baqaei, quien dijo que su gobierno podría retomar la cercanía con el OIEA, “porque la suspensión es temporal.” Lo cual significa que el gobierno de Irán no ha cerrado la puerta del todo, tanto a esta agencia de la ONU como al gobierno de los Estados Unidos, en lo relativo a negociar un nuevo pacto nuclear, una decisión que había tomado durante el fragor que se extendió por 12 días de guerra con Israel; pero ahora ha dado Teherán señales de un posible acercamiento con Washington: “No se ha anunciado ninguna fecha para las conversaciones con EE.UU; probablemente no sea muy pronto, pero aún no se ha tomado una decisión al respecto”, declaró en rueda de prensa otro vocero del gobierno de Irán, llamado Fatemeh Mohajerani. Añadió que “la evaluación preliminar de las instalaciones atacadas por Israel y Estados Unidos, muestra que fueron gravemente dañadas”, pero no dio más detalles al respecto, mucho menos sobre la capacidad de su país para retomar con rapidez el programa nuclear, que es el punto medular del interés del argentino Grossi y así poder informar a sus jefes judíos y estadounidenses, como hemos explicado anteriormente y repetido de manera incansable con la finalidad de que quede bien clara la posición de dicho argentino.
Imágenes satelitales espías muestran que los iraníes han rellenado con tierra los impactos de los bombardeos en las instalaciones nucleares, lo cual hizo decir a Grossi que muy probablemente han comenzado a reparar las plantas, azuzando mayormente el problema, una especulación de su parte que podría encender nuevamente la guerra en Oriente Próximo, con el consiguiente asesinato de más personas inocentes y fuera del diferendo.
Es evidente que la determinación “a medias” de los iraníes por separarse, temporalmente, del OIEA, no es la más acertada, porque al estar bajo su jurisdicción, permitirá mayor espionaje a favor de Israel y USA, más bombardeos según sea el caso, de parte de sus dos enemigos declarados, con los cuales Teherán no debería reanudar tampoco conversaciones en las que se verá nuevamente delimitado para seguir con su proyecto atómico, mientras los judíos llenan cada vez más su arsenal con bombas nucleares, al margen del derecho internacional, y sin que nadie inspeccione ni prohíba sus políticas que sólo buscan la destrucción masiva de las naciones musulmanas que rodean a la nación hebrea. En otras palabras, mientras esté supeditado el país persa al OIEA, será bombardeado cuando a Donald Trump, Netanyahu y sus secuaces se les ocurra, perdiendo valiosas vidas humanas de su pueblo. Pertenecer a ese organismo sólo faculta a sus enemigos a atacarlos y destruir miles de años de historia e interferir en los asuntos internos de una nación soberana como se supone es Irán.
Resultante de lo anterior, los iraníes deberían seguir los ejemplos de la India y Pakistán, dos potencias nucleares que no entran en una guerra de gigantescas proporciones, a pesar del diferendo que sostienen por la región de Cachemira, justamente porque ambos arsenales tienen bombas atómicas; es decir, el día que Irán tenga su primera bomba nuclear, será respetado por Israel y los Estados Unidos y eso garantizará su paz, la prolongará y su desarrollo en todos los aspectos. Si el régimen del Ayatolá Jamenei no ha razonado lo anterior, denota que algo anda mal en su percepción y análisis de la política internacional.
Hasta aquí, hemos visto que la duda circula alrededor de las instalaciones bombardeadas por los aviones estadounidenses en territorio persa y esa es precisamente “la manzana de la discordia.” Aunque la versión enteramente respetable por ser justamente la verdadera, es la que sostiene y aclara a cada instante Teherán, que dice que “en Fordow los daños fueron severos.” Pero israelíes y estadounidenses, repetimos, quieren mayor certeza y el único que se las puede dar es el argentino Rafael Grossi a la cabeza del OIEA.
Cansados de lo anterior, los parlamentarios iraníes aprobaron la ley que suspende la cooperación con el Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), y ratificado por el presidente de esta nación, Masud Pezeshkian. Básicamente, Irán acusa a esta agencia de alinearse con los países occidentales y justificar los ataques aéreos de Israel y de los Estados Unidos sobre la República Islámica, mismos que se produjeron un día después de que la junta del OIEA declarase que Irán estaba violando las obligaciones derivadas del Tratado de No Proliferación Nuclear, mismo que no toca para nada la actividad atómica que lleva a efecto Israel cada vez que se le ocurre a su dictadura.
En todo caso y en detrimento de Grossi y sus colaboradores, que no son otra cosa que informantes de los países Occidentales, la ley estipula que cualquier inspección futura de las instalaciones nucleares de Irán, por parte del OIEA, debe ser aprobada por el Consejo Supremo de Seguridad Nacional del gobierno de Teherán; fue cuando el OIEA declaró mediante un comunicado: “Estamos al tanto de estos informes. El OIEA está a la espera de más información oficial de Irán”, para luego darla a conocer a Israel y USA, agregamos nosotros en este periódico, incansablemente.
La reacción instantánea y automática de Tel Aviv, al conocer la decisión de Teherán, fue comunicarse con los gobiernos de Francia, Reino Unido y Alemania, testaferros de Israel, para que reactiven sus sanciones contra Irán, según la agencia de noticias Europa Press. El ministro de Exteriores israelí, Gideon Saar, cargó “contra el escandaloso anuncio de Irán, (que ha sido) una renuncia total a todas sus obligaciones (como si Israel cumpliera con las suyas propias), y compromisos internacionales a nivel nuclear. La comunidad internacional –siguió diciendo-, debe actuar ahora de forma decisiva y usar todos los medios a su disposición para detener las ambiciones nucleares iraníes.” Y en este punto preguntamos, ¿Quién detiene las ambiciones nucleares israelíes o acaso el Estado judío es intocable en ese y en otros sentidos?
Y es que Israel no es firmante del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) y no está, por lo tanto, sometido a inspecciones del OIEA; pero aun así se arroga el derecho de exigir cuando le place, a los países occidentales que endurezcan sus posiciones con respecto a Irán, nación a la que acusa que busca desarrollar armamento nuclear y que, en el fondo y en la superficie, es su derecho pleno, lo mismo que las demás naciones de la región si así lo quisieran. Pero eso no lo quieren entender los israelíes, de que cada país es independiente, soberano y autorizado, por derecho propio, de hacer dentro de su territorio y su pueblo, todo aquello que considere conveniente y ningún otro Estado y mucho menos su ejército, deben intervenir en su vida nacional o de lo contrario, sería una violación a su soberanía, tal y como los Estados Unidos e Israel arremeten contra los gobiernos árabes o islámicos. Tampoco los judíos tienen la moral para señalar a ningún otro Estado, cuando ellos mismos son perpetradores de crímenes horrendos de lesa humanidad en el Líbano, la Franja de Gaza, Cisjordania, Irán y Siria; y tienen un arsenal atestado de misiles y bombas atómicas, mismas que no dudarían en dejar caer sobre sus enemigos cuando así les apetezca. Es algo parecido, en su fondo inmoral, al padre alcohólico que regaña a uno de sus hijos por haberse tomado unas copas una noche cualquiera. Es decir, en ambos casos la falta de autoridad moral no es de recibo, ni escuchable siquiera, de parte de los judíos o israelíes.
Concretamente, la respuesta iraní a todos estos cuestionamientos y acusaciones es la que ha manifestado su ministro de Asuntos Exteriores, Abbas Araqchi, y que es la oficial de su gobierno, expresándola a la cadena de noticias de los Estados Unidos, CBS News: “el bombardeo estadounidense del pasado 21 de junio, sobre la instalación nuclear de Fordow ha causado graves daños a la instalación. Nadie sabe con exactitud qué ha ocurrido en Fordow. Dicho esto, lo que sabemos hasta ahora es que las instalaciones han sufrido daños graves. La Organización para la Energía Atómica de Irán, está llevando a cabo una evaluación y un análisis de la situación y ese informe será entregado al gobierno. Me gustaría reiterar que no tengo información precisa sobre los daños. Hay que esperar hasta que lleguen los informes para ver; (los trabajos en esa instalación) podrán ser relanzados, en caso de que sean relanzados. (…) En Teherán contamos con el conocimiento tecnológico para retomar las labores de enriquecimiento de uranio. Irán cuenta con una industria de enriquecimiento local. No la hemos importado del extranjero. Esta tecnología no puede ser destruida mediante bombardeos (!). Si existe esta voluntad (…) para volver a progresar en esta industria, se podrán reparar rápidamente los daños y recuperar el tiempo perdido.” Aseguró, para que tomen nota los enemigos de Irán, Trump y Netanyahu, quienes, para detener el programa nuclear iraní, tendrían que asesinar a todos los científicos persas, como lo intentó en un principio Israel con sus bombardeos, pero el conocimiento siempre estará ahí, donde las bombas estadounidenses e israelíes “pierden todo su poder o no pueden llegar.” Debe quedar claro que esto no es una película de James Bond, donde un todopoderoso y fantasioso espía inglés asesina a los “malos” y el mundo mejora ostensiblemente y por muchas décadas más. La realidad del conocimiento de los iraníes en materia nuclear, es otra cosa. Es real, segura, verdadera, perdurable y lo más importante… indestructible por parte de sus enemigos.
Las críticas del régimen de Teherán al Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), además de realistas y ciertas, deben poner en alerta a las Naciones Unidas, que es el auspiciador o benefactor de la OIEA y hasta el momento ha creído ciegamente en sus inspecciones, documentos e informaciones diversas sobre el acontecer atómico alrededor del mundo.
Para citar un caso recién ocurrido, el presidente de Irán, Masoud Pezeshkian, expresó su inconformidad al considerar que el OIEA tiene un trato parcial hacia Irán. Fue en una conversación con su colega francés, Emmanuel Macron, cuando el iraní instó para que el organismo nuclear de la ONU actúe sin discriminación y respete los derechos de todos sus miembros por igual. Las críticas del mandatario de Irán se hicieron más fuertes cuando más se acercaban a la figura de su director, el argentino Rafael Grossi, a quien acusó de emitir informes incorrectos sobre las actividades nucleares de Irán y de guardar silencio frente a los ataques recientes de los Estados Unidos e Israel contra sus instalaciones nucleares. Por ello, la suspensión de la cooperación con la agencia, es una respuesta natural ante lo que calificó de “conductas destructivas e injustificables.”
Macron le dijo estar preocupado por la decisión tomada por el gobierno de Irán, de interrumpir la colaboración con el OIEA; pero Pezeshkian insistió al decirle que “el organismo no ha actuado con la imparcialidad que exige su mandato y (no nos gusta) el trato preferencial que, a mi juicio, recibe Israel,” país que no recibe sanciones de ningún tipo, a pesar de ser un Estado criminal, guerrerista, que pone en tensión a toda la región, que comete a diario genocidio en Gaza y que está “hasta los dientes y garras” de bombas atómicas y misiles con ojivas nucleares en su arsenal, dotado por los Estados Unidos y las naciones europeas de Occidente.
Añadió el presidente persa que “Israel no es miembro del Tratado de no Proliferación Nuclear (TNP), y ¿cómo resultó que Israel que, además ha violado las normas internacionales en reiteradas ocasiones, se ha convertido en referencia para los informes del OIEA? –Preguntó-. Este doble rasero ha creado numerosos problemas para la seguridad regional y mundial. Se espera que el OIEA respete los derechos de los países, evite los doble raseros y defienda los derechos de los Estados miembros.” Remarcó.
Advirtió, dentro de la misma conversación telefónica con Emmanuel Macron, que incluso si Irán reanudara su cooperación con el OIEA, nadie le da garantías de que sus instalaciones nucleares no vuelvan a ser blanco de ataques militares, por lo que la falta de protección efectiva pone en entredicho el sentido de dicha colaboración, puntualizó.
Con la decisión sabia de Irán de retirarse (aunque sea momentáneamente) del OIEA, la voz insistente y persistente de Rafael Gossi, implorando incluso para que le dejasen entrar a Teherán para ver el estado de las instalaciones bombardeadas, en clara ansiedad por reportar a sus jefes judíos y en la Casa Blanca, se ha acallado casi del todo, ya que no podrá elaborar ese informe que los israelíes necesitan con urgencia, pues temen que los iraníes alcancen finalmente la bomba atómica, algo que equilibraría las fuerzas en Oriente Próximo, como tiene que ser.
En todo caso, el presidente iraní, al finalizar su conversación telefónica con su homólogo francés, se mostró anuente y comprometido, en nombre de todo el país que él gobierna y representa, de resolver las disputas y evitar guerras e inseguridad; y expresó al mandatario galo su esperanza de que los organismos internacionales cumplan con sus responsabilidades y ayuden a encaminar al mundo hacia la paz y la estabilidad, compromiso que no existe en la mentalidad de Rafael Grossi, quien, además, debe ser apartado de la dirección del OIEA sin dilación y nombrar en su lugar a alguien realmente capacitado para tales tareas, que sea realmente imparcial y así como investigue a Irán, lo haga con los israelíes, que son el verdadero foco de tensión y peligro en la región. Una petición que todavía Teherán no formula a la ONU y que debería ser una de sus prioridades o inmediatez, por el bien de la paz, el respeto que los judíos deben a las naciones vecinas y sus pueblos; y por el alcance de la concordia.
