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Así Afectan las Elecciones de los Estados Unidos a la Realidad Mundial
Desde luego, hay que partir de la premisa de que los Estados Unidos es la primera potencia del mundo y como le escuchamos una vez decir a alguien, “en realidad son 50 países que conforman a uno solo”, porque cada uno de sus Estados representa una fuerza humana, tecnológica, agrícola y de productividad general que, sumados, dan como resultado lo que conocemos con el nombre de Unión Americana. Cada uno de esos Estados tiene sus propias leyes y estándares de productividad, lo mismo que sus peculiares características que lo hacen diferente en muchos campos a los demás. En resumen, son 50 Estados empujando al unísono, todos, en plena armonía, a la potencia que han dado a la “escenografía mundial.”
Es por esa razón que el resto de países del orbe, quieren comerciar y “llevarse bien” con los estadounidenses, quienes han conformado al enorme mercado hacia donde van casi todos los productos (y también inmigrantes), para obtener las ganancias para supervivir. Todos quieren ver con los Estados Unidos, relacionarse con esta gran nación y ser beneficiados por su gobierno, ejército, pueblo y grandeza en sus distintos matices. Y como decía alguien más por ahí y en otro momento, “el vuelo accidentado de una mariposa en Arizona o en cualquier otra región estadounidense, afecta al indo-pacífico, lo mismo que a Australia o África.” Es decir, todo lo que ocurra, sea bueno o sea malo, en el interior de los Estados Unidos, termina por afectar al resto del planeta o a la geopolítica y a la economía mundial. Y el comienzo de esa afectación, parte con los procesos electorales que se desarrollan en estos 50 Estados que hemos mencionado.
No obstante, ahora más que en el pasado lejano y reciente, los dos candidatos han generado una expectativa inusual, lo mismo que un temor con una base bastante amplia y razones varias, que son del todo atendibles y entendibles también. En el caso de la demócrata Kamala Harris, la ilusión, la alegría y el beneplácito se refleja en los rostros de los demás líderes mundiales, pues, en principio, se trataría de la primera mujer presidenta de esta potencia y para mejores señas… ¡es de raza negra! Algo inédito durante toda la existencia de esta nación como tal. Por lo demás, se trata de una mujer muy inteligente, curtida en los avatares de la política, conocedora de las leyes, pues ha sido fiscal en San Francisco de California en una etapa de su vida y por ello, es respetuosa del Estado de Derecho, el mismo que Donald Trump, su contendor, ha mancillado una y otra vez, cuando le ha dado la real gana, en detrimento de muchas personas e Instituciones. De tal modo, Kamala Harris representa una ilusión completamente nueva, digna para soñar y anhelar lo mejor para el planeta entero. Y en este punto en particular, fundamentada en su sensibilidad de mujer, sabemos que ella lucharía denodadamente por lograr la paz y la justicia en los conflictos de Oriente Próximo y Ucrania, porque ya lo ha demostrado con hechos y palabras. De tal manera, no sería del gusto del genocida judío, Benjamín Netanyahu, quien desea proseguir con el baño de sangre de palestinos que responden a su plan perfectamente trazado, para exterminar a ese pueblo. En síntesis, el mundo estaría mejor si Kamala Harris resultase presidenta de los Estados Unidos. Por lo menos, estaría confiado al tener en la Casa Blanca a una mujer sabia, sapiente, inteligente y con alma en su fuero interno, cosa que Trump no tiene, puesto que estamos frente a un individuo desalmado en el peor concepto que encierra el término.
En su defecto y por el contrario, Donald Trump, por el Partido Republicano, representa todo lo opuesto a la Sra. Harris: representa a la violencia intrínseca y extrínseca, el abuso, la violación de las leyes establecidas, la burla y la agresividad de frente al Estado de Derecho, el machismo, la degradación del género femenino, la humillación diaria y constante a sus subalternos, el racismo, el poder fundamentado en el dinero que presuntamente tiene en grandes cantidades y las intervenciones militares allí donde a él le llamen y se le ocurra. Así mismo, su mente supremacista estaría acorde a las de Vladímir Putin, su gran amigo en Rusia; y principalmente a la de Benjamín Netanyahu, pues Trump es judío por las simpatías que ese pueblo le despierta y porque su hija Ivanka ejerce una importante influencia sobre él y al estar casada con un judío llamado Jared Kushner y haber abrazado la fe judaica. De tal forma, el exterminio que Netanyahu le tiene confesado a los palestinos, con Donald Trump en la Casa de Gobierno estadounidense, proseguirá en los territorios de Gaza y Cisjordania, de acuerdo al itinerario y la agenda que posee en sus manos el dictador de Israel.
Y con respecto a América Latina, el subcontinente será olvidado por Trump o dejado de lado como lo hizo en su primera administración (o “des-administración” para ser más precisos), y ello favorecería a tiranos como Ortega, en Nicaragua, Díaz-Canel, en Cuba y Maduro, en Venezuela. Porque, en principio, Trump considera que Latinoamérica es un foco de inmigrantes, de inestabilidad política y de miseria material, además de la inferioridad racial que representan sus pueblos indígenas y mestizos, en comparación con la raza blanca a la que él pertenece y que le hacen el supremacista blanco que es realmente.
Con Donald Trump nuevamente en la Casa Blanca, los aviones con miles de deportados estarán de regreso a sus respetivos países en los cinco continentes, mientras el mundo se incendia en el fragor de las distintas guerras. Eso y más significan estas elecciones en USA.