Yana, periodista/editora sección Europa
Paz en UcraniaPete Hegseth o la Anti-Diplomacia de los Individuos que Rodean y Sirven a Donald Trump
EL PENTÁGONO, Washington. USA-(Especial para The City Newspaper) Para situarnos en el verdadero contexto, debemos partir de la descripción y definición de este sujeto llamado Pete Hegseth. Se trata de los conocidos “duros”, partidario de los republicanos, quien tiene en su dorso y brazo derecho una serie de tatuajes que hablan de la supremacía de su país, los Estados Unidos, y presume de una fuerza física que evidentemente no tiene, pero que le permite engañar a los demás ubicados en su entorno, para comportarse de inmediato igual a un cowboy del oeste estadounidense, de esos que querían la conquista de las tierras, el ganado y las minas de oro que habían en aquel entonces en el centro y la costa del Pacífico de esta nación. En resumen, es el típico matón que en las reuniones sociales alza más la voz para que los demás le hagan círculo, le escuchen y acepten sus bravuconadas; y es semejante a aquel vaquero que entraba a una cantina sonando sus tacones de sus pesadas botas y con una mano en el colt 47, dispuesto a matar o morir en un duelo. Ese es el jefe del Pentágono a partir del nuevo ascenso de Donald Trump al poder e, igual a su jefe, ya está hablando estupideces, “animaladas”, allí donde va, en especial en la última Cumbre de la OTAN, donde dijo, como una pequeña muestra de su manera de pensar y ser, que “Ucrania debe irse olvidando de ingresar a la OTAN y exigir la devolución de (la península) de Crimea,” arrebatada por Putin en la primera invasión que ejecutó sobre el territorio ucraniano. Una prueba de que no es un diplomático y gusta comportarse semejante a un gamberro, sin importar lo que la prensa internacional y las personas que le ven y oyen, puedan argumentar sobre él. Incluso, las fotografías donde aparece, enseñan una pose de prepotencia, típica de la gente que es amiga y seguidora de Trump y que sólo quieren que los Estados Unidos pongan su pie aplastante sobre los demás gobiernos y pueblos de la Tierra.
Peter Brian Hegseth
Ese es su nombre completo. Nació en Minneapolis, el 6 de junio de 1980. Fue presentador y comentarista político en la televisión; se dice ser escritor y oficial de la Guardia Nacional del Ejército de USA; y ha sido nombrado por Trump secretario de Defensa de los Estados Unidos; es decir, ya tiene su oficina debidamente acondicionada en un ala del Pentágono, en Washington, desde donde dirigirá a la Armada más poderosa del mundo, que está, desde el 25 de enero pasado, bajo sus designios, órdenes y caprichos.
Ha permanecido al Partido Republicano desde que era estudiante en la Universidad de Princeton; y desde el 2016 le dio la adhesión a Trump y éste le aceptó en su Gabinete como asesor ocasional durante su primer gobierno. En aquel entonces, convenció al presidente para que indultara a tres soldados estadounidenses acusados y condenados por crímenes de guerra, cuando dispararon y dieron muerte a civiles iraquíes, quienes, en modo alguno, eran combatientes yihadistas. Y para formarnos una idea perfectamente clara y fiel de quien es este individuo que ahora ostenta el mando de las Fuerzas Armadas de USA, fue jefe de pelotón en la Bahía de Guantánamo durante su época de servicio militar y defendió todo lo que allí se hacía en materia de presos; es decir, defendió tozudamente el trato que recibían los reclusos que la justicia estadounidense enviaba (y envía) a esa Base.
En el momento cuando Donald Trump decidió llamar telefónicamente a Vladímir Putin, el dictador de Rusia e invasor de Ucrania, para pactar la paz de la guerra que éste llevó fuera de sus fronteras, Hegseth emergió a la opinión pública como una voz paralela a la de su jefe; es decir, remachó lo que Trump había acordado, en primera instancia, con el tirano ruso: “la entrada de Ucrania a la OTAN es imposible; no habrá tropas de los Estados Unidos en Ucrania y la paz comienza por renunciar a Crimea.” Disparó por su locuaz y venenosa boca, mientras sus ojos duros y despiadados recorrían los rostros de los secretarios de Defensa europeos que le escuchaban y observaban. Seguidamente, remachó diciendo que Europa tiene que empezar a defenderse por sí misma, porque “ya no será una prioridad de la política militar estadounidense: debemos centrarnos en nuestras fronteras.” Se desligó en este trazo de su alocución en el seno de la Alianza Atlántica. Sin embargo, no se refirió al Donbass, la región tomada y anexionada por Putin durante esta segunda invasión a suelo ucraniano; pero es posible creer que Trump entregará esos territorios a Rusia, porque las prioridades de Trump son dos: lograr la paz a toda costa sin importar el precio que los ucranianos tengan que pagar tanto a él como a Putin; y obtener el ansiado y deseado Premio Nobel que ha buscado desde la primera vez que estuvo al frente de la Casa Blanca.
Y los ucranianos han tenido que escuchar otras estupideces (este es el sustantivo correcto, pues eso es lo que los dirigentes del gobierno de USA dejan proferir en cada momento), en este caso del mismo Trump, quien dijo de manera inexplicable y fuera de toda lógica y realismo: “Puede ser que algún día Ucrania pase a ser parte de Rusia.” ¿Por qué habrá dicho tal barrabasada? No lo sabemos con certeza. A lo mejor sabe algo que el resto de los implicados no saben y que ha pactado a hurtadillas con Putin, en el sentido de que ha negociado la independencia de Ucrania y la ha concedido en un futuro indeterminado al Kremlin.
Lo cierto es que, aquellos que esperaban un trato digno y elegante de parte de la gente de los Estados Unidos, aferrados a la idea de que son aliados en esto de la Defensa europea, se han dado cuenta de que la anti-diplomacia, las groserías, el matonismo estilo “western” y el flagrante y evidente desprecio interpersonal, es lo que verán y sentirán en este cuatrienio que Trump estará en el Despacho Oval. Y en retorno a Hegseth, sus palabras textuales fueron estas: “Queremos, como ustedes, una Ucrania soberana y próspera, pero debemos empezar por reconocer que volver a las fronteras de Ucrania anteriores a 2014, es un objetivo poco realista. Perseguir este objetivo ilusorio sólo prologará la guerra y causará más sufrimiento.” Por supuesto, se refería a la Península de Crimea; y añadió para empujar hasta el fondo del alma ucraniana el sable que llevaba implícito en sus palabras: “Estados Unidos no cree que el ingreso de Ucrania a la OTAN sea un resultado realista de un acuerdo negociado. En su lugar, cualquier garantía de seguridad debe estar respaldada por tropas europeas y no europeas. Y si estas tropas se despliegan como fuerzas de mantenimiento de la paz en Ucrania en algún momento, deben desplegarse como parte de una misión de la OTAN. Para ser claros, como parte de cualquier garantía de seguridad, no habrá tropas estadounidenses desplegadas en Ucrania.” Según vemos y leemos, más que una posición de Washington, lo que este individuo profirió fueron amenazas tajantes, claras y fuera de toda duda.
Aparte de lo anterior, hizo mención del gasto en Defensa del lado de las naciones europeas que conforman la OTAN y que ha sido una queja “desde siempre” de Donald Trump y Hegseth, como buen subalterno de su jefe, se ha hecho eco de esa molestia. Manifestó que desean ambos que los europeos inviertan en armamento y en seguridad de su continente, un imposible 5 por ciento del Producto Interior Bruto (PIB). “Porque sus países gastan muy poco dinero en Defensa. (…) Estados Unidos –agregó a su perorata o discurso molesto-, se enfrenta a graves amenazas para su propio territorio. Debemos centrarnos, y nos estamos centrando, en la seguridad de nuestras propias fronteras así como priorizar la disuasión de la guerra con China en el Pacífico. Porque Europa tiene que ser capaz de defenderse por sí misma, sin ir más lejos de Rusia, y no depender constantemente de los Estados Unidos. Es más, los países que no alcanzan el 2 por ciento de inversión militar, deben llegar a ese umbral antes de verano (…).” Reafirmó.
De esa forma, Occidente ya sabe a qué atenerse en materia de Defensa con los estadounidenses: podrá contar poco en lo sucesivo, si se diera algún ataque exógeno a sus fronteras o para ser más explícito, un ataque que provenga de Rusia. De hecho, algunos dirigentes de Europa han venido insistiendo en que la defensa del continente deberá correr por parte de los europeos y de nadie más. Autosuficiencia en todo sentido, por lo tanto.
Kiev reacciona
Ante la retórica agresiva, nada amistosa y despectiva (incluso insultante), de parte del nuevo jefe del Pentágono, Pete Hegseth, el gobierno ucraniano no se quedó en silencio, sino que hizo escuchar su postura al respecto: desea un alto al fuego total y definitivo, pero no a cualquier precio, en una supuesta paz que, por el contrario, en la que los ucranianos resultarían perjudicados. Es un hecho que los soldados que están en el frente, jugándose las vidas en las trincheras contra misiles y drones rusos, quieren regresar prontamente a sus casas y reanudar la normalidad de sus existencias: “Todos queremos un alto al fuego, pero no de cualquier manera”, se les escucha argumentar en lo profundo de sus trincheras, mientras sus ojos vigilan alternativamente los cielos, ante la posible aparición de un dron.
Y esa famosa llamada que hizo hace pocos días Donald Trump al genocida Vladímir Putin, tiene sumamente preocupados a los ucranianos; por ejemplo, los mismos soldados a los que nos hemos referido, reciben estas noticias cuando descansan un poco del combate contra los invasores enviados por el Kremlin, ya que utilizan las antenas Starlink, que son propiedad del magnate Elon Musk, ahora dentro del Gabinete de Trump. Esos combatientes se sienten confiados en regresar pronto a casa, pero insisten en una paz justa, equilibrada, sin que se haga a espaldas del gobierno de Ucrania y sin que se le entreguen grandes cosas a los rusos, como la Península de Crimea, la no entrada en la OTAN y lo peor… el Donbass. De hecho, en Kiev consideran que esa conversación por poco más de una hora entre el ruso y el norteamericano “es una mala noticia para nuestro gobierno, al que Trump se limitó después a informar sobre el dialogo con el invasor ruso.” Además, los Estados Unidos no pueden definir o determinar el rumbo de un acontecimiento o el destino de todo un pueblo –sin embargo Trump ya lo hizo junto a Mike Pompeo, cuando entregó Afganistán nuevamente a los talibanes-, porque no es el dueño de ningún país, aparte del suyo. Ucrania no pertenece a los estadounidenses.” Incluso, el hecho de que Putin quisiera negociar la paz con los Estados Unidos, como si Washington fuera el impulsor de esta guerra, prescindiendo o dejando de lado al principal ofendido y agredido, que ha tenido que soportar los bombardeos a sus ciudades, el secuestro de sus niños para ser llevados a Moscú y la muerte de sus soldados y todo ello es inconcebible desde el ángulo desde el que observa Ucrania la manera cómo se perfilan esas negociaciones. Da la impresión, en tal caso, de que USA es el propietario de Ucrania, de lo que hagan los ucranianos o dejen de hacer e, incluso, su presidente, Donald Trump, es un individuo que, moralmente, no responde a la imagen que ningún pueblo quisiera como garante de su paz y mucho menos de su destino. Trump no tiene moral siquiera para estar en la Casa Blanca, un individuo perseguido por la justicia de su país y que sólo su triunfo electoral, concedido por un votante estadounidense igualmente inmoral, lo ha podido salvar de sus delitos cometidos de manera grotesca, sumamente dañina para sus víctimas (algunas mujeres indefensas), e incluso contra su propia patria, al robarle documentos clasificados y enviar a una turba incontenible contra el Congreso, donde hubo varios muertos por culpa del lenguaje venenoso de Trump en aquella oportunidad. Definitivamente, Donald Trump no es el individuo apto para arrogarse el derecho de decirle a Ucrania “quedas fuera de toda negociación, porque yo lo digo… y punto.”
Los historiadores insisten en recordar que algo parecido sucedió en Yalta, cuando Roosevelt y Stalin se repartieron, no sólo a la derrotada Alemania, sino al mundo entero, en 1945, con Winston Churchill como “convidado de piedra”, sin poder quejarse con amargura al ver al criminal soviético frotándose las manos, feliz por su logros espurios. De esa conferencia, resultaron países enteros sojuzgados y exprimidos en todos los aspectos, por las garras soviéticas: Polonia, las tres naciones del Báltico, Alemania Oriental, Hungría, Checoslovaquia, Rumanía y Bulgaria; y sólo los ejércitos aliados pudieron salvaguardar la independencia de los demás países, cuando se hacía inminente que Stalin pronto los atacaría. El punto de fricción fue aquel día cuando los tanques americanos se vieron confrontados con los soviéticos en el Check Point Charlie y sus cañones pudieron tocarse unos a otros.
Volviendo a la postura de Ucrania, es imprescindible que ese tratado de paz impulsado por la Casa Blanca, contemple, a pesar de la pérdida de algunos territorios, unas garantías de seguridad de las que Washington ahora no quiere ni mencionar siquiera. Y lo que resulta más incoherente todavía, es el hecho de que los grandes perdedores en esta guerra, desde que comenzó, han sido los invasores rusos, quienes, aritméticamente, han visto sus blindados destruidos sin contemplaciones y sus soldados muertos en los campos de batalla, en cantidades que “hielan la sangre” cuando han sido dadas a conocer a la opinión pública mundial. Aun así, siendo Rusia el derrotado matemática y logísticamente, Trump lo está tratando como si fuese realmente la segunda potencia militar del orbe y ello sólo obedece a una fantasía que los mismos rusos crearon desde que Putin se hizo con el poder dictatorial en el Kremlin. Mucho menos cuando la OTAN, la Unión Europea (UE) y los ucranianos, sólo pueden ver las conversaciones pro-paz “de perfil”, sin poder sentarse en la misma mesa de ambos interlocutores. Esa es parte de la anti-diplomacia característica de la forma de ser de Donald Trump, quien no conoce de delicadezas ni de buen trato para con sus amigos y aliados, una anti-diplomacia que ya vimos en su jefe del Pentágono, Pete Hegseth, un matón de mala muerte, quien gusta disparar su colt-47 en los duelos que él cree son del western estadounidense.
Ha sido en la Cumbre sobre Seguridad en Munich, cuando Volodimir Zelenski, presidente de Ucrania, ha dicho directamente al representante de los Estados Unidos que sólo se sentará a dialogar con Putin, en el tanto estén a la misma mesa de negociaciones los delegados ucranianos, los de la OTAN y los de la Unión Europea (UE), haciendo ver que este tema compete intrínsecamente a Ucrania y extrínsecamente a los demás europeos. Otra situación diferente, no podrá contar con la anuencia, el beneplácito y la actitud pacifista de Ucrania. Ha hecho saber palabras más, palabras menos.
No obstante, en la concepción de Donald Trump –y que ha llenado de alegría a los rusos, pues les beneficiaría casi en el 100 por ciento si se obtuviera el alto al fuego-, ha sido bueno para sus intenciones, renunciar a muchos intereses, a espaldas de Ucrania. Ha significado algo así como un videojuego que sólo gusta jugar a Vladímir Putin y los demás tienen que seguirle la corriente o en otros términos, cuando los grandes países respetan sus respectivas zonas de influencia y el resto asiste impotente y puede ver el desenlace del juego desde una tercera posición, sin actuar de manera alguna. Lo cierto, hasta ahora, es que Donald Trump está actuando de manera contraria como lo haría un versado y buen negociador y Rusia ha dejado claro que no está dispuesta a ceder, lo cual significa no canjear la región de Kursk en el interior ruso, con los territorios que se ha anexionado y que pertenecen a Ucrania que son las que componen el Donbass. Es cuando Trump ha dejado entrever que ni se ha planteado tocar tal asunto, ni siquiera se va a plantear que Ucrania recobre las fronteras reconocidas internacionalmente, antes de la invasión rusa.
Por otra parte, la seguridad que Trump podría brindar a Ucrania, una vez detenidos los disparos de uno y de otro, no es más que una solemne inseguridad con el impedimento de que los ucranianos ingresen a la OTAN y Putin vuelve a experimentar la misma sensación que tenía en el momento cuando sus soldados cruzaron la frontera ucraniana hace tres años atrás, cuando inició la invasión ilegítima e ilegal a este país vecino; es decir, en aquel instante, en el 2022, el tirano ruso sintió que “las fichas estaban bien colocadas en el tablero” y le beneficiarían. Luego, lo que él llamó “misión especial” se le convirtió en un pantano del que no ha podido salir ni resolver con aquello que él consideraba era el segundo ejército más poderoso del mundo y que los ucranianos han ido desnudando en sus profundas y vergonzosas falencias.
En otro aspecto, el periódico español El País, ha descrito así a Vladímir Putin: “Se define como un experto en relaciones humanas. Por deformación profesional, hace un perfil psicológico de todo el mundo: el miedo a los perros de Angela Merkel (que los soltaba en el salón de reuniones del Kremlin, ante el terror de la ex canciller alemana); la procacidad (entiéndase desvergüenza, atrevimiento e insolencia, según diccionario de la RAE), de Silvio Berlusconi, el ex premier italiano; la religiosidad de George W. Bush; y en el caso de Donald Trump, su ego frágil es un caramelito para un agente de la KGB (quien) se adapta y enrosca como una serpiente a cada víctima. (…) El viejo Donald tiene más apetitos personales que transoceánicos y el veterano Putin ya ha empezado el cortejo al declarar recientemente que la guerra no hubiera sucedido si no le hubiesen robado a Trump las elecciones del 2020. Pura miel para la masculinidad en apuros del líder de los Estados Unidos.” Esas palabras ciento por ciento zalameras, que tan bien han sentado a Trump, contrastan con los silencios de Zelenski y con la negativa a seguirle el juego a ambos y posicionarse firme a favor de Ucrania, mientras aquellos quieren desmembrar (y culpabilizar de Dios sabe qué…), a la nación invadida. Lo cierto es que Putin sólo quiere negociar con los Estados Unidos, porque sabe perfectamente que Ucrania no cederá nunca a sus pretensiones y caprichos, cuales son: el no ingreso de los ucranianos a la OTAN, dejarle a los rusos el Donbass y por supuesto, Crimea. También podría pedir el desarme casi total de Ucrania, en vistas de otra posible invasión en un futuro no definido, pero siempre latente en las intenciones del tirano ruso.
Con ese “estira y encoge” es notoria la derrota negociadora de Washington que está entregando todo a los rusos y el ganador táctico o estratégico en la mesa de negociaciones, es el criminal sentado a su escritorio en el Kremlin, quien tiene mucho por qué responder a la comunidad internacional, incluyendo las miles de muertes en los dos bandos y que él es el causante único y directo de esos crímenes. ¿Pero qué dicen los gobiernos vecinos que observan el derrotero de las cosas? En el caso de Alemania, tanto su Canciller Olaf Scholz (quien sin duda será derrotado en las próximas elecciones por sus desaciertos verbales como por su pésima política interna y externa), su ministra de Exteriores, Annalena Baerbock, y el titular de Defensa, Boris Pistorius, han aseverado que las “concesiones antes de las negociaciones formales que Trump ha hecho a Putin, son lamentables. (…) Habría sido mejor hablar en la mesa de negociación de una posible membresía para Ucrania o de posibles pérdidas de territorio”, así según Pistorius. Y para Annalena Baerbock: “Una paz duradera para ucrania, sólo puede lograrse con fuertes garantías de seguridad y desde una posición de fuerza. Como europeos, hemos insistido repetidamente durante meses en que la paz sólo puede lograrse juntos para todos: con Ucrania y con nosotros, los europeos.” Y para el canciller saliente Scholz: “La siguiente tarea es garantizar que no haya una paz dictada.”
Finalmente, el gobernante ucraniano Volodimir Zelenski, quiere acordar con los Estados Unidos un plan “para parar a Putin antes de entablar conversaciones con Rusia y no aceptaré negociaciones bilaterales de nuestros socios con Moscú y que afecten a Ucrania.” Y el hecho de que Donald Trump sostuviera una conversación telefónica con Putin y después con él por separado y para informarle sobre lo primero, “ha sido un gesto poco agradable.” Manifestó a la prensa en torno suyo.
Por el momento, todo ha quedado en un compás de espera y en los próximos días, quizás semanas, el camino se irá dilucidando y las posiciones de todas las partes quedarán establecidas de manera firme y con mayor claridad de cara al conflicto; pero se espera que Ucrania no ceda en nada si Trump insiste en dejarla fuera de la mesa de diálogo, lo mismo que a la OTAN y a la Unión Europea (UE); y Putin insistirá en conversar únicamente con los Estados Unidos, que prácticamente ya le entregó todo –sin forcejeo alguno-, a los invasores rusos. El dictador en el Kremlin también pedirá conservar los territorios que ha ocupado (el Donbass y Crimea), el primero de ellos no lo ha logrado reducir ni en mínima parte, pero la Duma, en Moscú, lo anexionó unilateral e ilegalmente. De hecho, la Constitución rusa, en una de sus recientes reformas por órdenes del tirano, prohíbe las cesiones del territorio ruso. De tal modo, Ucrania deberá marcharse de Kursk, en el interior de Rusia, sin dilación y a cambio de nada. También, Putin exigirá la neutralidad absoluta de Ucrania en el futuro; es decir, ni contra Rusia, ni con Rusia y tampoco dentro de la OTAN; una neutralidad que deberá ser reconocida por todos. Además, deberá reducir su ejército de manera considerable y drástica. Esto nos recuerda el Tratado de Versalles, en 1918, en contra de Alemania, después de la Segunda Guerra Mundial. Incluso, los franceses se quedaron con la Cuenca del Ruhr, en territorio alemán. Kiev teme, de llevarse a cabo esas pretensiones del criminal ruso, convertirse en algo parecido o semejante a Bielorrusia, un títere más del Kremlin. Exigirá también que lleguen a vigilar la frontera común rusa-ucraniana, tropas europeas, pero que no sean de la OTAN y el hecho de que los Estados Unidos no quieren garantizar la seguridad de Europa, eso tiene feliz, exultante, al dictador Putin. Y para finalizar, pedirá a Trump –después de llenarlo nuevamente de halagos para insuflar su enfermizo ego-, que se aparte del poder en Ucrania al judío Volodimir Zelenski, porque “es nazi”, una ridiculez tan grande como la Catedral de San Basilio, puesto que un judío difícilmente, sino imposible, podría ser nazi nunca. Y lo pedirá porque Zelenski es “una piedra en el camino de Putin” que no ha podido remover ni mover siquiera y es un desafío constante contra sus planes de expansionismo. Recordemos que Putin ve a Ucrania como parte del territorio ruso y es cuando ha dicho que “Ucrania es un país inexistente, que sólo en las fantasías de unos pocos puede estar.”
Por supuesto, y este es el punto capital después del freno a la guerra, Putin pedirá a Trump que levante las sanciones económicas que tienen contra la pared a Rusia; pero esta decisión compete casi exclusivamente a los europeos, quienes son los dueños de los Bancos donde está el dinero ruso. Aquí y en esto, Trump podría volverse en contra de Europa y exigirle esa devolución…
Reiteramos, los días y semanas que sobrevienen, serán de gran importancia en este juego y rejuego de los rusos y los estadounidenses. Por lo pronto, la posición de Ucrania es valiente y firme: o salimos bien de esta negociación o la guerra continuará. Porque una situación ha quedado diáfana, sumamente clara: Ucrania no le tiene miedo a los rusos y a su ejército de mentira. Lo demuestra en cada fecha cuando le mata a más de mil soldados y le deja sus blindados humeantes y herrumbrados a la vera de los caminos.
Ex Ministro de Exteriores Ruso Insiste en que se Deben Enviar Armas y Más Armas a Ucrania para Derrotar a Putin
WASHINGTON D.C. USA-(Especial para The City Newspaper) Se trata de un exiliado que vive en los Estados Unidos y conoce sobradamente quién es Vladímir Putin, el dictador nefasto de Rusia; y el único camino que ve para dirimir esta guerra, es derrotar al sátrapa enquistado en el Kremlin y después, derrocarlo, en beneficio de todos los rusos.
Su nombre es Andrei Kozyrev y fue titular del Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia entre 1990 y 1996, cuando Boris Yeltsin gobernaba al inmenso país euro-asiático. Dentro de su argumentación con respecto a la guerra ruso-ucraniana, acusa a las naciones occidentales de “falta de voluntad” para respaldar con mayor ahínco y determinación al país invadido por las fuerzas de Putin.
Cita que se siente pesimista ante las negociaciones, débiles de todas maneras, entre Rusia y Ucrania y cuyo marco ha sido Estambul, Turquía, con el amparo y beneplácito de Erdogan, el presidente turco. Es cuando el ex diplomático señala: “Me alegraría mucho equivocarme, pero lamentablemente me parece que serán una completa pérdida de tiempo. No hay motivo para pensar que en esas negociaciones, participen quienes participen, puedan tener algún tipo de éxito. La única manera de detener a Vladímir Putin y de llevarlo realmente a una negociación seria, a considerar el fin de la intervención, es armar a Ucrania (…) hasta los dientes. Sólo el ejército ucraniano, la economía ucraniana y la fuerza del país en su conjunto, pueden convertirse en un obstáculo frente a más agresiones en Europa y a la continuación de esta guerra. Pero eso, lamentablemente, no está ocurriendo.” Asevera.
¿Más sanciones a Rusia?
El problema se centra en que, prácticamente, ya han sido impuestas a los rusos todas las sanciones económicas que se podían poner y su gobierno sigue adelante con la guerra, sin que, en apariencia, esas sanciones hayan hecho mella en su aparato financiero. Quienes conocen con cierta profundidad la realidad rusa, explican que los aliados de los rusos, China, Tailandia, las ex repúblicas soviéticas, Corea del Norte, Venezuela y hasta el comercio que sostiene con Turquía, que es gran comprador del petróleo ruso, son los que sostienen financieramente a la dictadura de Putin.
Una posibilidad para estrechar el círculo que rodea al tirano del Kremlin, podría estar en manos de Donald Trump, quien, aparentemente, se ha ido desencantando del ruso, a quien llamaba “mi amigo” con verdadera convicción, apenas asumió el gobierno de los Estados Unidos. Trump ha manifestado su deseo de imponer sanciones a los terceros países que comercian con Rusia; pero hasta la fecha no lo ha llevado a cabo. En relación con este tema, el ex diplomático ruso manifiesta: “No hay indicios de que Trump esté realmente dispuesto a actuar de forma concreta, al menos imponiendo sanciones económicas; aunque éstas tampoco serían demasiado efectivas. Pero ni siquiera eso ha hecho, mucho menos entregar armamento moderno, aumentar la ayuda militar, etc. Lo que veo hasta ahora es esto: ni Trump ni nadie más en Occidente, entre los aliados occidentales, está dispuesto a hacer por Ucrania lo que ‘los aliados orientales’ de Rusia, hacen por ella. Corea del Norte e Irán suministran armas y misiles. Corea del Norte incluso participa ya directamente en la intervención y ha enviado tropas. Y Occidente sólo habla. ¿De qué tipo de amenaza estamos hablando entonces? Putin ya se ha acostumbrado a esas amenazas.”
En este punto de la conversación, Andrei Kozyrev cree que el gobierno estadounidense, bajo el mandato de Donald Trump, debería cambiar su política y armar todavía más fuertemente a los ucranianos: “Por supuesto que podrían hacerlo –enfatiza-, es sólo una cuestión de voluntad política. Pero tienen miedo. Tienen miedo del chantaje nuclear de Putin (quien amenaza con usar armas atómicas contra sus enemigos). Sin embargo, Putin nunca usará armas nucleares contra Ucrania. Eso es sólo una amenaza. Estados Unidos tuvo miedo y todavía lo tiene.” Recordemos en este lapso de sus declaraciones cómo el ex canciller alemán, Olaf Scholz, evitaba enviar los famosos misiles Taurus, de fabricación germana, a Ucrania y a los cuales Putin teme francamente. Incluso el lenguaje utilizado por Scholz rozaba la cobardía cuando trataba el tema de la guerra ruso-ucraniana. Hoy, en Alemania, las cosas parecen haber cambiado en este aspecto con el nuevo Canciller, Friedrich Merz, quien habla sin temores en relación con la satrapía de Putin y sus milicias estancadas en el Donbass.
Mayor protagonismo de Occidente
Para Andrei Kozyrev las naciones que componen el bloque Occidental y que se han declarado aliadas de Ucrania, no están haciendo lo suficiente y no están contemplando el triunfo de los ucranianos en esta guerra. Es por ello que declara: “(Occidente) tiene armas. Francia, Alemania y el Reino Unido tienen armas que podrían poner a disposición o fabricar rápidamente para cambiar realmente el curso de esta guerra e, incluso, ponerle fin. Espero que Rusia se retire tras sus fronteras. Las negociaciones no son más que un sustituto de cualquier otra medida.”
Y ante la terquedad y negativismo de Vladímir Putin, quien se niega a finiquitar este conflicto, Donald Trump en algún pasaje de sus días ha mencionado su decisión de abandonar las negociaciones y dejar “a su suerte” que la guerra prosiga, lo mismo que la matanza de seres humanos y la destrucción de ciudades, principalmente las ucranianas. Ante la posibilidad de abandonar los esfuerzos por la pacificación, Andrei Kozyrev opina: “Creo que le encantaría hacerlo. Y en su entorno hay muchos que harán exactamente eso: esconder la cabeza como un avestruz y decir que lo único que importa es Estados Unidos, que no les interesa nada más y que Europa haga lo que quiera. Eso demuestra una total incomprensión del papel de Estados Unidos como líder del mundo libre y de los intereses estadounidenses en general, también los económicos. Lo único que lo frena es la opinión pública, que en su mayoría está del lado de Ucrania. También le molesta que en la tradición estadounidense exista cierta empatía con las democracias que se defienden de una dictadura. Como en Europa, también en el Congreso estadounidense hay muchos –incluso republicanos-, que, aunque no se opongan abiertamente a Trump, se mantienen firmes en sus propias convicciones. Hay una resolución de apoyo a Ucrania y Trump tiene que respetarla.”
En una variación sobre el mismo tema, en lo que atañe al actual ministro del Exterior ruso, Serguei Lavrov, quien fue adjunto de Andrei Kozyrev, manifiesta este último acerca del margen de maniobra que el representante de Putin pueda tener en las negociaciones pro-paz o el papel que debería tener al respecto: “(Lavrov) no tiene ninguna posibilidad. Porque todo ministro de Exteriores –como yo cuando lo fui-, ejecuta la política del presidente. En este caso, la de un dictador. El ministro de Exteriores sirve al dictador, no a los intereses de Rusia. Creo que Lavrov es muy consciente de que esta guerra es una catástrofe para Rusia casi tan grande como para Ucrania. Y, a largo plazo, quizá incluso mayor. Porque Rusia se está perdiendo a sí misma, mientras que Ucrania, en esta lucha heroica, se está reencontrando consigo misma.”
Cuando cerramos el presente artículo, la aviación rusa sigue bombardeando incansablemente a los centros urbanos de las principales ciudades de Ucrania, en respuesta al ataque ucraniano, con drones, en el que destruyó 41 bombarderos que estaban en las pistas de sus aeródromos, en el puerto polar de Múrmansk y en la lejana Siberia. Putin prometió vengar esos ataques y lo está haciendo en estos instantes por las noches, a edificios de apartamentos, condominios y nunca a centrales militares, como toda guerra “decente” –si es que la hay alguna vez-; y cuando Donald Trump, fiel a su manera torcida de pensar y hablar, dijo en la Casa Blanca que su “amigo” Putin tenía el derecho de responder a los ataques ucranianos. Esa es la clase de “aliados” que precisamente Ucrania no necesita y que Trump lo hace ver claramente: el tipo de aliado que te clava la daga por la espalda en cualquier momento.
Dígase lo que se diga, la guerra continúa con visos de crueldad evidente y sin que haya la voluntad multilateral, aparte de la ucraniana, para ponerle un punto final definitivo.
Rusia no Devolverá Territorios Usurpados a Ucrania. Asegura el Portavoz del Kremlin
MOSCÚ, Rusia-(Especial para The City Newspaper) Un comunicado despachado por el Kremlin, sede del gobierno ruso, así lo hace ver con claridad: “no devolveremos los territorios que hemos conquistado” en Ucrania. Y con esa premisa tienen que “jugar” los negociadores, cualesquiera que vayan a ser. Hasta ahora sólo se conocen dos: los Estados Unidos y Rusia, cuando han dejado afuera nada menos que al país invadido, Ucrania, y a la Unión Europea (UE) al completo. Una decisión inexplicable de parte de un individuo cuya naturaleza también es inexplicable, en el caso de Donald Trump. ¿Tendrá un “as” bajo la manga de su camisa en esta partida? Todo hace pensar que así es, pero con él nunca se sabe… nunca hay nada seguro ni fiable.
Lo que se ha visto hasta el día de hoy, ha sido un acercamiento peligroso y ruinoso de parte de la Casa Blanca al Kremlin y que en nada beneficia a Ucrania ni al resto de Europa Occidental y está muy claro el sometimiento absoluto y total de Trump a Vladímir Putin; es decir, un bisoño en los avatares de la política, como lo es Trump, con un buitre de la misma política, en el caso de Putin. Y, de acuerdo a los analistas más avezados, el segundo se comerá fácil al primero en las mesas de negociación.
Concretamente, la dictadura rusa ha rechazado hacer concesiones futuras en lo que respecta a los territorios que ha arrebatado a Ucrania y que, a pesar de que la Duma (parlamento) de Rusia, los ha declarado de su pertenencia, aunque en el teatro de guerra los rusos no han logrado apuntalarlos ni hacerlos suyos con todas las garantías. En palabras textuales, los rusos invasores han dicho que “los territorios ucranianos ocupados no son negociables” en ningún aspecto ni momento. Fue cuando Trump manifestó que no espera que el proceso de paz vaya a ser fácil y rápido, cuando muchísimas veces en campaña dijo que él iba a detener la guerra en menos de una semana. Fanfarronadas propias de un individuo mentalmente alienado, en el caso de Donald Trump.
La versión del gobierno ruso
El portavoz oficial del Kremlin, Dmitri Peskov, manifestó en días recién idos y en conferencia de prensa que, “los territorios que se convirtieron en entes de la Federación Rusa, lo que está escrito en la Constitución, son parte inalienable de nuestro país (con esas palabras reafirma el robo, la usurpación de tierras ajenas o las ucranianas). Eso es un hecho absolutamente indiscutible y no es negociable.” Más descarada y sinvergüenza no puede ser la dictadura que encabeza Putin y su séquito de usurpadores y con ello, tira por la borda el sueño inocente de Trump de que Rusia, en las próximas negociaciones pro-paz, tendrá que hacer concesiones. Concretamente, si piensa exigir que devuelvan los rusos el Donbass y la península de Crimea, está dentro de una realidad que no es la misma que viven los invasores y los causantes de esta criminal guerra… los enviados por Moscú a masacrar al pueblo ucranio. Poco tiempo después de sus anteriores declaraciones, Trump aseguró que Washington ayudará a Kiev a “recuperar tanto territorio como sea posible, aunque será complicado.” Y, conociendo a Putin, no sólo será complicado, sino imposible.
La primera ronda de conversaciones entre Rusia y los Estados Unidos, con la ausencia de la UE y Ucrania, se efectuó en Riad, Capital de Arabia Saudita; y la segunda en Estambul, Turquía. Con base en ello, el vocero Peskov indicó que lo importante de Trump radica en que “está dispuesto a escuchar. Es muy importante y lo diferencia radicalmente de la anterior administración (de Biden), en Washington. Nadie espera que las decisiones vayan a ser fáciles y rápidas, ya que el problema que tenemos entre manos es demasiado complejo y enrevesado (causado por los rusos, desde luego). Pero si se mantiene la actual voluntad política de los dos países, la disposición a escucharse mutuamente, creo que podemos llevar a buen puerto este proceso de trabajo.” Esa fue la retórica de Peskov que sugiere falsedad, de acuerdo a lo que ha sido desde siempre la política exterior de Rusia desde la Era de la Unión Soviética.
Después de estos dos encuentros con los enviados de ambos gobiernos, Marco Rubio, Secretario de Estado norteamericano, y Serguei Lavrov, del lado ruso, acordaron avanzar hacia la normalización de las relaciones diplomáticas entre los Estados Unidos y Rusia y trabajar en un plan para poner fin a la guerra en Ucrania “lo antes posible”, dijeron. Acordaron poner las bases para la cooperación futura en asuntos de interés geopolítico mutuo”, según un comunicado redactado y emitido por Tammy Bruce, portavoz de Estado de USA. Marco Rubio manifestó que está convencido de que Rusia se comprometerá en un proceso serio para acabar con la guerra en Ucrania y añadió: “Las conversaciones han terminado. No ha ido mal. Tuvimos una conversación muy seria sobre todos los asuntos que queríamos abordar.”
Las primeras negociaciones en Arabia se prologaron a lo largo de cuatro horas y media; y por la parte rusa, su delegación estuvo integrada por Ushakov, el ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov, y el director del Fondo de Inversiones Directas, Kiril Dmitriev; mientras que los Estados Unidos enviaron a Marco Rubio, el asesor de Seguridad Nacional, Mike Waltz, y el enviado especial estadounidense para Oriente Próximo, Steve Witkoff. Casi de inmediato, se escuchó la voz, desde Kiev, Capital de Ucrania, del presidente Volodimir Zelenski, quien dijo que no aceptará ningún acuerdo sobre su país, mientras su gobierno esté al margen y a espaldas de sus aliados europeos. Una afirmación que descolocó y enfureció a Trump, a quien después vimos gritándole al ucraniano en su reunión en la Casa Blanca recientemente.
La postura rusa sigue siendo tajante: “Ucrania tiene derecho a ingresar en la Unión Europea, pero nunca a la OTAN.” ¿Y la autodeterminación de los ucranianos dónde queda? Pues Rusia no gobierna a Ucrania, no tiene derecho a la injerencia en este país ni mucho menos y tampoco está en condiciones de dictar la política exterior de Ucrania. En todo caso, Vladímir Putin, el causante de esta guerra, aseguró que estaría de acuerdo en conversar con Zelenski, el mandatario ucraniano: “el propio Putin ha dicho en varias ocasiones que en caso de necesidad, mantendrá negociaciones con Zelenski.” Dijo un portavoz del gobierno ruso. ¿Será que la pérdida de soldados y material bélico se ha tornado insostenible para los rusos, pues “la inyección” de combatientes norcoreanos no ha hecho otra cosa que aumentar esas pérdidas humanas y complicar el teatro de guerra para Rusia?
Otra de las posturas rusas que ha dejado conocer el Kremlin, se refiere al despliegue de tropas de la OTAN en Ucrania, para garantizar la paz; lo cual quiere decir que se oponen tajantemente a que ello suceda. Fue cuando Lavrov afirmó que su país se opone a la llegada de tropas de la OTAN y de la UE, aunque lleguen con otra bandera. Mientras tanto, Zelenski ha insistido en que las conversaciones tienen que ser justas y deberán incluir a la Unión Europea (UE), el Reino Unido y Turquía: “(…) deben participar en las conversaciones y en la elaboración de las garantías de seguridad necesarias, junto con Estados Unidos, que afectan al destino de nuestra parte del mundo.” Subrayó el mandatario ucraniano durante una reciente visita suya a la Capital turca.
Trump se pliega completamente a Putin
Sin darse cuenta, Donald Trump se ha convertido en el portavoz de Putin y repite incansablemente los argumentos del ruso y que van en detrimento de Ucrania; por ejemplo, manifestó que si el presidente ucraniano no actúa rápido, Ucrania podría desaparecer (ser absorbida por Rusia). En este punto fue cuando Zelenski dijo que Trump vive “en una burbuja de desinformación rusa.”
También, el estadounidense llamó “dictador sin elecciones” al ucraniano y añadió que él está negociando con éxito el final de la guerra entre Ucrania y Rusia. Así texto aparecido en su red Truth Social. Ciertamente el mandato de Volodimir Zelenski era de cinco años y expiró en el 2024, pero la ley de su país no exige que se celebren comicios en tiempo de guerra, pero, evidentemente, Trump ignora ese detalle, como ignora muchísimos datos que suceden a su alrededor.
Otra palabrería dejada ir por Trump indica: “He oído que en Ucrania están molestos por no tener un asiento en las negociaciones. Bueno, tuvieron un asiento durante tres años y mucho antes (…). Nunca debieron haberlo empezado (el conflicto con Rusia). Pudieron haber llegado a un acuerdo. Estoy decepcionado por la postura ucraniana.” En otro tracto de su soliloquio, Trump aseguró que Zelenski sólo cuenta con el 4 por ciento de aprobación en su país, afirmación temeraria de parte del ignorante presidente de los Estados Unidos, que el ucraniano desmintió en el acto.
Ante tal panorámica dialéctica y verbal, el diario The New York Times salió a favor del presidente de Ucrania al publicar en uno de sus editoriales: “Las acusaciones contra Ucrania están totalmente fuera de lugar. Él (Zelenski) no la empezó (la guerra), y no ha tenido ninguna oportunidad de terminarla, excepto rindiéndose al invasor empapado en sangre: sean cuales sean las tácticas de negociación que Trump quiera utilizar, no debería faltar a la verdad. Ucrania es la víctima y nuestro aliado (de USA).” Y la CNN, la influyente cadena de noticias de los Estados Unidos, aseveró sobre el mandatario republicano: “Trump repite como un loro lo que dice Putin y culpa falsamente a Ucrania de iniciar la guerra.”
Y con ese escenario, Volodimir Zelenski arribó a Washington para reunirse con Trump y su vicepresidente JD Vance, quienes le tenían preparada una celada, una trampa, delante de los medios de prensa que usualmente cubren las noticias de la Casa Blanca. Alzaron sus voces, amenazaron al ucraniano, quien, en todo momento, se comportó digna y educadamente y escuchó los improperios tanto del desajustado Trump como de su servil vicepresidente JD Vance. Al final, fue “invitado” a abandonar la sede del gobierno estadounidense y el país mismo. Entre las injurias proferidas por el mandatario norteamericano, le dijo al ucraniano que no estaba en posición de exigir nada, que podría abandonarlo en su guerra contra Rusia, que, en la versión de Trump, fue provocada por Ucrania y nunca por la invasión rusa; que era irrespetuoso, malagradecido con la ayuda económica y militar que los Estados Unidos le han dado y que está jugando con la Tercera Guerra Mundial. Es posible que esa “escenografía” que el estadounidense montó en la Oficina Oval, además de humillar al visitante, fue para ponerlo en una posición de culpabilidad con respeto a Rusia y sacarlo de las negociaciones. Así mismo, le contestó, una por una, todas las afirmaciones hechas por Zelenski, quien ha reclamado estar presente en la mesa de negociaciones, igual que la Unión Europea (UE), entre otros argumentos que han indispuesto y colocado a Trump en su habitual ignorancia de lo que ocurre alrededor suyo.
Una vez que el ucraniano abandonó los Estados Unidos, los líderes europeos le enviaron gran cantidad de mensajes tras el choque con Trump. Por ejemplo, el premier inglés, Keir Starmer, dijo que mantiene su apoyo inquebrantable a Ucrania y “estoy haciendo todo lo posible para encontrar un camino hacia una paz duradera, basada en la soberanía y seguridad de Ucrania.” Emmanuel Macron escribió en X: “Hay un agresor: Rusia. Hay una víctima: Ucrania. Tuvimos razón al ayudar a Ucrania y sancionar a Rusia hace tres años y al seguir haciéndolo. Cuando digo ‘nosotros,’ me refiero a los estadounidenses, los europeos, los canadienses, los japoneses y muchos otros. Gracias a todos los que han colaborado y siguen colaborando. Y respeto a quienes han luchado desde el principio, porque luchan por su dignidad, su independencia, sus hijos y la seguridad de Europa.”
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von de Leyen, dijo a Zelenski: “Su dignidad honra la valentía del pueblo ucraniano. Sé fuerte, sé valiente, no tengas miedo. Nunca estarás solo, querido presidente Zelenski. Seguiremos trabajando con ustedes por una paz justa y duradera.” Y la jefa de la diplomacia de la Unión Europea, Kaja Kallas, escribió en X: “¡Ucrania es Europa! Estamos al lado de Ucrania. Aumentaremos nuestro apoyo a Ucrania para que pueda seguir luchando contra el agresor. Hoy ha quedado claro que el mundo libre necesita un nuevo líder (en alusión a Donald Trump). Depende de nosotros, los europeos, aceptar este reto.”
Las demás muestras de solidaridad llegaron al mandatario ucraniano de parte de los líderes de España, Alemania, Canadá, Suecia, Noruega y Polonia; mientras los rusos, desde el Kremlin, exclamaron con tono violento y vulgar: “¡Fue un milagro que Trump y Vance no le dieron un puñetazo al ucraniano.” Así según Maria Zajárova, portavoz de Exteriores de Rusia.
Tal es la situación. Un trance que ha empeorado con Trump en la Casa Blanca y podría ponerse más “cuesta arriba”, pues estamos tratando con un energúmeno ignorante y agresivo, que no sabe absolutamente nada de política y mucho menos de diplomacia y de favorecer a los débiles.