
¡Impresionante, Realmente IM-PRE-SIO-NAN-TE!¡El Ejército
Ucraniano, con el Uso de Drones, Destruye 41 Bombarderos Rusos que Estaban en
sus Aeródromos!
MOSCÚ, Rusia; y KIEV, Ucrania-(Especial para The City Newspaper) El ataque ha sorprendido y maravillado a todos por dos razones fundamentales: porque los rusos se merecen esa destrucción “de sus activos” y más; y porque se ha demostrado la altísima vulnerabilidad de las defensas rusas ante cualquier ataque que se lleve a cabo en su extenso territorio. Se vuelve a comprobar y reafirmar que el ejército ruso es solamente “un tigre de papel” que, ante un ejército más poderoso que el ucraniano, ya hubiera sido derrotado sin apelaciones de ninguna especie.
Este ataque fue llamado “Operación Telaraña” por parte de la inteligencia del ejército de Ucrania y se dio en el día 1,194 de la guerra entre estas dos naciones: la invasora Rusia, y la invadida Ucrania, en la que un ganador definitivo todavía está muy lejos de dirimirse o establecerse, a pesar de que el dictador ruso, Vladímir Putin, en un alarde de sobreestimación de sus fuerzas armadas, creyó que la guerra era “cuestión de unos pocos días” y que iba a vencer prontamente a sus enemigos al otro lado de la frontera.
Planificación detallada y minuciosa
El Alto Mando ucraniano, después de sorprender al mundo con ese ataque a las Bases aéreas en el interior de Rusia, a muchos kilómetros adentro de este inmenso país, explicó que la llamada “Operación Telaraña” fue planificada durante un año y medio y terminó con un sinigual éxito. Especialistas mencionan que la destrucción de los 41 aviones que estaban en sus aeródromos, debilitó a la Fuerza Aérea rusa; aunque esta aseveración habría que comprobarla con el paso del tiempo y al observar el derrotero del conflicto.
El Servicio de Inteligencia de Ucrania (SBU), anunció que el ejército llevó ataques contra aeródromos militares rusos, ubicados en varias regiones y para ello se usaron drones previamente desplegados cerca de los objetivos que finalmente fueron alcanzados. La fuente indica que los drones fueron transportados en contenedores que estaban ocultos en camiones que se desplazaron por las carreteras rusas, sin despertar sospecha alguna sobre la carga que transportaban. Una vez cerca de los objetivos, los techos de los camiones se abrieron mediante un mecanismo de control remoto y los drones emprendieron el vuelo desde allí mismo.
Volodimir Zelenski, presidente ucraniano, informó al cabo de la misión que los drones utilizados fueron 117, con el “número correspondiente” de operadores (personas que manejaron los artefactos durante el despegue, vuelo, ataque y regreso); añadió a su información que el 34 por ciento de los bombarderos estratégicos rusos fueron destruidos. Todos esos aviones, impresionantes por su tamaño, acción de vuelo y mortalidad, tenían capacidad para transportar misiles de crucero, con ojivas nucleares y son esos los que suelen atacar las ciudades ucranianas de manera constante, causando numerosas bajas dentro de la población civil y los edificios donde las personas comunes viven. El servicio de inteligencia de Ucrania añadió a este reporte del gobierno, que los daños causados en lo económico a Rusia, fue de unos US$7,000 millones, mientras el precio de cada uno de los drones es ridículamente bajo en comparación. Además, Kateryna Bondar, del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS), con sede en Washington, Estados Unidos, indicó lo siguiente: “Vemos que estos drones probablemente estaban equipados con algún tipo de inteligencia artificial (IA) y navegación autónoma. Esta es quizás la primera vez que vemos IA en una operación especial de este tipo, a gran distancia.” Colateral a este ataque, inédito en la historia bélica mundial, ya que nunca antes se había llevado a efecto, la operación reveló importantes deficiencias en la defensa aérea rusa, que, hasta antes de ser puesta a prueba, se suponía que era deficiente, pero ahora es un hecho que los rusos padecen esas falencias: “Vemos aviones estacionados en fila, completamente desprotegidos; no hay protección electrónica ni sistemas de defensa anti-drones. Sólo así pudieron los sencillos drones FPV atacar objetivos estratégicos tan importantes.” Y la realidad de lo acontecido muestra que, desde que los camiones de carga pesada transitaron libremente por las carreteras rusas, hasta que se produjeron los ataques, la absoluta libertad con la cual llevaron a buen término la operación les indicó con toda claridad que Rusia es completamente vulnerable a cualquier ataque que se dé en contra de sus instalaciones bélicas y a su extenso territorio. La calificación de “tigre de papel” sigue siendo válida para este país que presume de ser una potencia militar y que en verdad está muy lejos de serlo, pues, ante un enemigo infinitamente inferior en el arte de la guerra, han quedado desnudadas esas falencias del “arma” rusa.
En resumen, las Fuerzas de Defensa ucranianas han reportado 41 aeronaves destruidas, que incluyen bombarderos de largo alcance del tipo Tu-95 y Tu-22, y al menos un avión de reconocimiento A-50. Así según Adriv Kovalenko, representante del Consejo de Seguridad Nacional y Defensa de Ucrania. Mientras que el Ministerio de Defensa de Rusia aseguró que las aeronaves estaban estacionadas en Bases militares en las regiones de Murmansk e Irkutsk, bastante distantes de la demarcación fronteriza con Ucrania, lo que le da todavía mayor peso, mayor valor a la operación, pues se dio tras las líneas del frente a mucha distancia dentro del espacio geográfico que comprende Rusia.
Para Carlo Masala, de la Universidad de las Fuerzas Armadas alemanas, con sede en Munich, la destrucción de los bombarderos Tu-95, “representa una pérdida significativa de capacidad; sin embargo, Rusia aún es capaz de bombardear instalaciones civiles ucranianas” tal y como lo ha venido haciendo con regularidad en una guerra que evidentemente equivale a terrorismo y nunca a una guerra convencional.
Otro dato importante en relación con estos aviones, los Tu-95 ya no se fabrican y “para compensar las pérdidas, Rusia tendrá que reconstruir su industria aeronáutica; así que necesitará tiempo y recursos (económicos) para restaurar sus capacidades.” Explica Kateryna Bondar. Y para el experto militar ruso, Nikolai Mitrokhin, analista independiente, cree, del mismo modo que Bondar, que la industria aeronáutica rusa no puede reemplazar actualmente las aeronaves perdidas. “Si bien aún hay suficientes bombarderos operativos para mantener el bombardeo masivo de Ucrania –aporta el entrevistado-, con cada ataque de este tipo (y estos ataques se están llevando a cabo cada vez con más frecuencia), el número de estas aeronaves se reduce. Y existe el riesgo de que Rusia finalmente se quede sin estas aeronaves.” Expresó.
Se habla del “Pearl Harbor” de Rusia
El ataque recién efectuado por los drones ucranianos contra los bombardeos rusos, recordó a los historiadores aquel diciembre de 1941, cuando los aviones japoneses asestaron el duro golpe a los Estados Unidos, al atacar a la flota del Pacífico que se hallaba anclada en la Base de Pearl Harbor, Hawái. No obstante, para Marina Miron, del King’s College de Londres, Inglaterra, las pérdidas materiales para los rusos después de este ataque ucraniano a sus aeródromos, no lo es tanto como el efecto psicológico causado, porque, en su opinión, “Ucrania está diciendo: ‘podemos atacarlos donde sea.’ Es muy importante que tanto la población rusa como sus líderes, capten este mensaje. Este símbolo es mucho más crucial que el daño real.”
Y para el politólogo alemán, Carlo Masiala, la “Operación Telaraña” “es comparable a Pearl Harbor en el sentido de que crea un elemento sorpresa. Pero no es Pearl Harbor en el sentido de que marque un punto de inflexión estratégico en la guerra. Tras Pearl Harbor, Estados Unidos entró en la Segunda Guerra Mundial. Este punto de inflexión no puede ser forzado. Es una señal para Rusia, pero también para Occidente. Ucrania muestra una vez más que es capaz de cosas que nadie esperaba ya.” Pero lo que ha quedado completamente claro, meridiano, con la luz más clara posible, es la altísima vulnerabilidad de Rusia, de su inmenso territorio, que puede ser atacado, bombardeado, desde adentro mismo, sin que los rusos puedan detectar, en un inicio, de dónde partirán esos ataques; y son los tiempos de paz que se han vivido desde el derrumbe de la Unión Soviética (URSS), los que han salvado a los rusos de esos ataques directos, frontales y altamente destructivos.
Por otra parte y echando mano a la historia de la primera mitad del Siglo XX, la derrota alemana en las extensas llanuras soviéticas, se debió a la impericia, a las decisiones erráticas tomadas por Hitler, que a la postre hicieron derrotarse “a sí mismo” ante un adversario, los rusos, que ante el avance alemán optaban solamente por internarse más y más en el Este del país, más allá de los Urales. La derrota sufrida por la URSS en Afganistán, en los albores de la década de los años 80, demostró esa impericia, esa inefectividad, esa ineficacia en el campo de las armas, al no poder vencer a los guerrilleros afganos que les causaban día a día, noche a noche, ingentes pérdidas materiales y de vidas humanas sin tener una fuerza bélica similar o que apenas se le acercase en preparación o adiestramiento como supuestamente poseían los invasores soviéticos. Esa derrota de los rusos en las montañas afganas, es lo que se ha dado por llamar “el Vietnam soviético” y que fue el punto de partida o el fundamento para el final del imperio soviético y se derrumbara todo su mito, su realidad y su endeble futuro. Hoy en día, la invasión a Ucrania, algo que Putin consideraba que se alargaría por unos pocos meses nada más y sería “un leve rasguño” lo que harían los ucranianos a los tanques invasores, está demostrando la impericia, la desmotivación, la incapacidad de los soldados y estrategas rusos, lo mismo que la pésima tecnología “made in Russia”, a la que destruyen con una facilidad pasmosa los ucranianos cada vez que atacan a los invasores que sólo optan por vengarse contra-atacando a las barriadas en las ciudades importantes de Ucrania. La evasión por alcanzar la paz, podría ser desastrosa para Vladímir Putin, porque, mientras más perdure esta invasión, más y más pertrechos de guerra y hombres perderá, lo mismo que el daño que causará a su propia imagen, ya bastante deteriorada ante las miradas de sus ciudadanos.
Lo cierto es que, cuantas veces los ucranianos deseen atacar o internarse en territorio ruso, se verán coronados por el éxito, y las acciones emprendidas en Kursk, una zona que fue relativamente desalojada por los ucranianos, quienes se marcharon de allí como gesto de buena voluntad para sentar a Putin a dialogar por la paz; y ahora con la destrucción de los 41 bombarderos rusos, enseña que, cuantas veces decidan atacar lo que hay más allá de su frontera con Rusia, así será el éxito que lograrán irrefutable e irrefrenablemente.
Del tema de la moral y la imagen rusa…
Vladímir Putin, dictador de Rusia, y su corte de incapaces en su Estado Mayor fueron sorprendidos por este ataque y sólo han atinado a decir que responderán con mayor fuerza y en represalia contra los ucranianos. La verdad es que los rusos tienen la moral por los suelos y apenas se están reponiendo del elemento sorpresa que les ha dejado en ridículo ante el mundo que sigue con atención esta guerra.
Los analistas bélicos insisten en decir que Ucrania engañó a los conductores de los camiones que transportaban los drones y manipularon a los mandos rusos para que concentraran los aviones en las bases atacadas. “El dolor” de los rusos es tanto, que sólo insensateces y quejas pueriles e infantiles pueden decir y están expresando en estos momentos al señalar que “los ucranianos han cruzado líneas rojas” al destruir a esos aviones que, a su vez, han atacado, noche tras noche, a las familias ucranianas mientras duermen y desde el 2022, año de la invasión a esta nación vecina. Lo cierto es que “las líneas rojas” las cruzaron los rusos desde el ataque de las hordas de Putin a la península de Crimea, transgrediendo el Derecho Internacional; y luego a la mismísima Ucrania, donde se han concentrado más en el asesinato a los civiles, que al combate al ejército ucraniano. Que no hable entonces de “líneas rojas”, cuando Putin desconoce lo que ello significa y no está dispuesto a respetar absolutamente nada de lo que tenga que ver con la civilidad, el honor, la dignidad y la coexistencia pacífica.
Mientras el Kremlin no encuentra los argumentos para explicar ni replicar a los ucranianos, la imagen de la Armada rusa yace por los suelos y es posible que sufra mayores humillaciones en lo que resta de esta guerra. Ucrania, según un analista militar, es una nación combativa que está dispuesta al ingenio, el riesgo y la frialdad para defenderse de un opresor que no desiste en su empeño de aniquilarlos.
Retornando a la “Operación Telaraña”, las opiniones y teorías divergentes nacen y mueren, van y vienen, en especial aquella que se refiere a los camiones contratados por el ejército de Ucrania para transportar los drones. Es muy posible que los conductores de esos vehículos desconocieran lo que transportaban y esa operación es parecida al ataque del 2022 contra el puente de Kerch, que une a Crimea con el territorio ruso. En aquel momento, una bomba estaba oculta en un camión y que, al activarse, destruyó parte del puente que es el orgullo del dictador y genocida Vladímir Putin, quien no deja de calificarlo “joya de la ingeniería.” En el caso del ataque a los aeródromos instalados en el interior de Rusia, es posible que, mediante engaños, los conductores de los camiones parasen en el punto de la carretera más conveniente para que los diminutos drones alzaran el vuelo, hasta llegar a las Bases y soltaran sus cargas mortíferas que destruyeron a los 41 bombarderos.
Después de este ataque, Rusia y sus dirigentes se sienten profundamente humillados y pueden sentir las burlas de los estrategas de Occidente, quienes han visto la vulnerabilidad de los invasores, quienes no atinan en nada por defender su territorio; además, el factor económico en esto pesa una barbaridad, cuando observamos que cada dron usado por Ucrania en esta operación no vale más de €500 por unidad, mientras los bombarderos aplastados o consumidos por el fuego de las explosiones, sobrepasan los miles de millones de Euros. Este ha sido un auténtico “caballo de Troya” utilizado por los ucranianos, para llegar hasta el fondo del territorio enemigo y hacerle morder el polvo. Lo cierto es que los rusos ya no saben adónde buscar, a quiénes culpar y a quiénes detener y lo han hecho con los propietarios de un almacén ubicado en Cheliabinsk, lugar donde se escondieron los contenedores que contenían los drones. De tal modo que agentes policiales rusos llegaron hasta esas bodegas y sus dueños, junto a otros usuarios, fueron llevados hasta los centros de detención para interrogarlos y muy posiblemente culparlos, cuando los verdaderos culpables fueron recogidos en otros vehículos y llevados a Kiev a salvo, donde celebraron el acierto de la “Operación Telaraña.” El canal de televisión ruso VChK-OGPU afirmó que la persona que alquiló el almacén para guardar allí los drones ucranianos, realmente abandonó Rusia hacia la vecina Kazajistán; y los agentes policiales al servicio de Putin, tomaron muestras para comprobar la presencia de bombas y encontraron, supuestamente, restos de un compuesto químico explosivo.
De ese almacén salieron los cinco remolques, llevando los contenedores que, a su vez, transportaban los drones, según han explicado los medios informativos rusos, “rumiando” la pena y la vergüenza que este ataque les ha llenado el alma, si es que tienen alma estos seudo-militares, incapaces ante el tablero de mapas. Los vehículos pertenecían a Artem, un ciudadano presumiblemente ucraniano, de 37 años de edad, quien recibió un encargo de un empresario que se decía ser de la región rusa de Murmansk, cerca del Círculo Polar Ártico. Indicó que debía entregar cuatro casas de madera desde Cheliabinsk a la península de Kola. El conductor del camión contó que, mientras conducía por las carreteras de Rusia, recibió una llamada telefónica que le dio instrucciones sobre dónde y a qué hora debería detenerse. Lo hizo en una gasolinera de la cadena Rosneft, cercana a un aeródromo militar en la región norteña de Murmansk. Fue desde allí donde se liberaron los drones que surcaron los cielos, para atacar a los gigantescos bombarderos rusos, famosos por llevar las bombas y misiles que noche a noche dejan caer sobre los centros urbanos de Ucrania, asesinando a sus pobladores.
Otro conductor, esta vez de 61 años de edad, cuyo camión pertenece al mismo propietario, narró a la policía de Putin una historia parecida a la anterior e informó que su misión consistía en transportar casas de madera a la región de Irkutsk, ubicada en el centro/sur, en la profundidad de la Rusia asiática, fronteriza con Mongolia. Sostiene el conductor que aparcó cerca del café Teremok, en Usolye-Sibirskoye, y cuando se disponía a almorzar, pudo ver desde la ventana del restaurante que del remolque que llevaba su camión, empezaron a salir drones “como si se tratase de una colmena azuzada por alguien” y con destino a una Base militar cercana. Relatos similares han dejado escuchar los conductores de los camiones desde donde se lanzaron los drones, en las regiones de Riazan e Ivanovo.
La vergüenza, la desmoralización y el enfado son los sentimientos que dominan a los rusos actualmente; por ejemplo, los blogueros-Z rusos han escrito en sus páginas digitales que “lo ocurrido es un fallo del mando ruso.” Roman Alejine lo ratifica al redactar: “Este es nuestro Pearl Harbor.” Y el corresponsal de Russia Today, Andrei Filatov, señala acusatorio a la corrupción que impera y campea en todas las dependencias del gobierno dictatorial de Rusia: “El cerebro del ejército está desquiciado y los mandos intermedios están sumidos en la malversación de fondos.” Escribe.
A la pregunta cómo logró Kiev manejar los drones dentro del territorio ruso, el periódico The Economist asegura que usaron redes de telefonía móvil rusas, para transmitir sus imágenes a Ucrania; y Kiev también manipuló a los ingenuos mandos rusos para que éstos agruparan a los aviones. ¿De qué manera lo hicieron? Los ucranianos atacaron primero otros aeródromos e incitaron a los rusos a trasladar más aviones a las Bases militares que fueron atacadas finalmente por los drones. Allí estaban “apiñados” los orgullosos bombarderos, terror nocturno de Ucrania; eran decenas de ellos, que fueron sorprendidos por oleadas de drones que, semejantes a avispas, no dejaban de disparar sus cargas explosivas y mortíferas, mientras los aviones ardían en llamas que se elevaban hacia el cielo ante las miradas atónitas de pilotos y demás personal ocupante de las Bases. Esos mismos rusos creían que en los aeródromos de Olenya, en Murmansk, y en otros sitios, estarían a salvo y fue todo lo contrario, como ya vimos.
Otros datos que es preciso mencionar
A manera de resumen de lo acontecido, es importante resaltar que los ucranianos, mediante el vuelo y ataque de drones, llegaron muy adentro del territorio ruso, hasta aeródromos en Siberia y el Ártico, en este país, Rusia, considerado el más extenso del mundo. Allí, el Servicio de Inteligencia de Ucrania (SBU), localizó, atacó e incendió a 41 aviones rusos, de los modelos A-50, Tu-95 y Tu-22M3, considerados los más letales a la hora de arrasar los bloques de viviendas de los ucranianos cada noche.
Lo cierto es que el ejército ucraniano se valió de camiones de transporte para cargar los contenedores que, a su vez, portaban los drones en sus adentros. Telefónicamente, los ucranianos ordenaron a los conductores detenerse cerca de las Bases militares, se abrieron las compuertas, algo semejante a lo que ocurrió con el famoso caballo de Troya que narra la historia bélica de la antigüedad clásica, salieron volando decenas de drones que atacaron a los aviones de combate rusos estacionados en las pistas de aterrizaje de los aeródromos, hasta hacerlos añicos bajo las llamas, por las bombas que lanzaron sobre ellos. Ha sido el ataque más dañino lanzado por Ucrania en lo que lleva transcurrida la guerra contra Rusia. Según el medio de prensa RBC-Ucrania, resultaron destruidos aviones cuyo precio por unidad asciende a más de US$2,000 millones; mientras que cada dron no vale más allá de los €500.
En la región de Irkutsk varios drones atacaron una unidad militar, en el asentamiento de Sredniy. Ese fue el primer ataque con drones en Siberia, en la lejana Asia. La oleada se dirigió contra la localidad de Novomaltinsk, en el distrito de Usolsky, donde se emplaza el aeródromo militar Belaya, base de los bombarderos Tu-22M3, los aviones que ha estado utilizando Rusia para atacar con misiles al territorio ucraniano, destruyendo edificios en medio de la noche. Así mismo, una Base en Murmansk, en el Ártico, fue atacada. Se trató del aeródromo de Olenya, donde también operan esos bombarderos. El servicio de noticias del ejército ucraniano ha informado que bombardeó las instalaciones militares rusas de Diaguilevo e Ivanovo, situadas en provincias próximas a Moscú.
La “Operación Telaraña” se completó en su fase planificadora en 18 meses, tras recibir una orden del Alto Mando ucraniano; y se usaron drones cuadricópteros de corto alcance, que fueron introducidos a escondidas en Rusia; y posteriormente se ocultaron bajo el techo de pequeñas estructuras de madera, montadas en los camiones, de acuerdo a un artículo detallado que ha aparecido en el diario ucraniano Ukrainska Pravda. Tiempo después, en el territorio ruso, los drones se ocultaron bajo los techos de cobertizos colocados en los remolques; luego los techos metálicos de las cajas se abrieron a distancia y los drones que viajaban posados en las cavidades entre las vigas del techo, volaron en desbandada para atacar a los bombarderos rusos que yacían estacionados en la periferia de las pistas de aterrizaje.
Periódicos europeos han publicado crónicas como ésta: “(Es) la operación más ambiciosa hasta la fecha, tanto por su amplitud (una parte sustantiva de la fuerza aérea rusa, difícil de regenerar), como por la lejanía de los objetivos. La Base Belaya se encuentra en la región rusa de Irkutsk, a más de 4,000 kilómetros de Ucrania. Fuentes de RBC-Ucrania agregaron que sus participantes ya están en Ucrania; por lo tanto, si el régimen de Putin detiene a alguien de forma ostentosa, será otro montaje (para tratar de salvar algo de la vergüenza inferida a Rusia con este ataque).”
Esta operación fue ejecutada en el máximo secreto, comandada personalmente por el jefe del SBU, Vasyl Malyuk, quien explicó en medio de una amplia sonrisa de satisfacción: “Cuando los drones despegaron desde los camiones y partieron hacia su objetivo, los rusos no pudieron hacer nada para detenerlos, pues estaban demasiado cerca para usar los misiles S-300 contra ellos.”
Tampoco Putin y su aparato de propaganda han podido evitar que canales rusos de Telegram hayan publicado videos donde se pueden observar a los drones en pleno ataque a los bombarderos; y Mash, un canal que tiene fuentes en los servicios de seguridad de Rusia, publicó imágenes donde se pueden apreciar a los vecinos de la región de Irkutsk, subiéndose a otro camión, intentado evitar el lanzamiento de los drones. Mientras tanto, el gobierno dictatorial de Putin ha mentido una vez más al publicar a la población que “los ataques terroristas fueron repelidos por las fuerzas de defensas rusas; y los participantes en los ataques terroristas fueron detenidos.” Algo que no obedece a la verdad, por supuesto.
Otro dato importante señala que los aviones Tu-22M3 son auténticas “reliquias” construidas durante la desaparecida Unión Soviética; pero los rusos los han dotado últimamente de nuevos radares más precisos y misiles más potentes. El radio de acción de estos “dinosaurios” de los aires, llega hasta los 6,800 kilómetros, lo cual les facilita para llegar hasta las ciudades ucranianas en vuelos nocturnos, para arrasar edificios, hospitales, clínicas y todo centro donde haya personas civiles.
Para finalizar por el momento en este reportaje, pues no dudamos que Ucrania seguirá golpeado fuerte y duro a Rusia en el futuro inmediato, el Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU), informó que, después de los ataques a los aeródromos enemigos, llevó a cabo otra misión con singular éxito: volaron los soportes del puente de Kerch, que une la península de Crimea con Rusia. El puente quedó parcialmente dañado y el tráfico fue interrumpido desde la cuatro de la mañana, hasta las nueve. Agentes del SBU minaron los soportes del puente y activaron el primer dispositivo explosivo con una capacidad de aproximadamente 1,100 kilogramos de equivalente de TNT. Kiev ha calificado siempre dicho puente “un objetivo legítimo,” no sólo porque une a Crimea, ilegalmente ocupada por Rusia en el 2022, sino porque el ejército ruso lo utiliza como ruta de abastecimiento para sus tropas.
La propaganda de Putin sigue mintiendo a su pueblo al decir que todos “los terroristas ucranianos fueron dados de baja” y el puente no fue dañado en modo alguno. El problema radica en que casi nadie le cree al Kremlin, mientras que la preocupación anida en cada ruso consciente de que esta guerra difícilmente la podrá ganar su maltrecho ejército y su corrupto gobierno, encabezado por el tirano y déspota que lleva casi 30 años en el poder. Por lo pronto, el mundo entero se siente complacido por estas hazañas que realiza Ucrania y se mantiene a la espera para que sucedan muchas más.
Trump Quiere Entregarle Todo a Putin…
WASHINGTON D.C. USA-(Especial para The City Newspaper) Está más desesperado que el mismísimo Zelenski, presidente de Ucrania, por alcanzar la paz en esa guerra genocida en la que los ucranianos han sido invadidos por los rusos y parte de su población civil masacrada de manera inmisericorde. Nos referimos a Donald Trump, el infeliz mandatario que los gringos nos han puesto encima a los pueblos libres y civilizados del mundo, una bestia en su mayor acepción y en toda su dimensión bestial. Y decimos que está ocupado en la paz en Ucrania, porque, en su reducido cerebro sabe y quizás es lo único que sabe sobre lo que sucede en el mundo, que si logra la paz que le está siendo esquiva debido a las burlas de Putin, se le otorgará el Premio Nobel que ansía desesperadamente y es posible que ese sea uno de los motivos principales por los que luchó por alcanzar la presidencia de los Estados Unidos, además de complacer a su monstruoso ego.
Incluso, esa desesperación que presenta ribetes de infantilismo, le ha hecho decir estupideces del tamaño de su Torre Trump en Nueva York, cuando ha exigido a los ucranianos que entreguen a los rusos criminales la península de Crimea, como si él fuera el dueño del planeta y todos los gobernantes tienen que acatar lo que exige; y pobre de aquel que le obedece, pues estaría obviando que se trata de un analfabeto en un 95 por ciento de su persona y es incapaz de hacer aquellas cosas que requieren un mínimo de inteligencia. Para reforzar esta descripción de lo que es Trump, leímos en un diario español la siguiente descripción hecho en uno de sus foros por un lector y que se ajusta a la realidad y la verdad de lo que es este energúmeno que ahora habita la Casa Blanca. Bajo seudónimo escribió: “El chaquetero bocazas Trump odia a las personas inteligentes, especialmente si éstas son mujeres. Con la ex canciller alemana Merkel, doctora en Ciencias Físicas, estaba visiblemente acomplejado. Ursula von der Leyen, doctora en medicina, madre de siete hijos, habla fluidamente varios idiomas (se expresa en inglés incomparablemente mejor que Trump). El actual presidente de los EE.UU de americano no es más que comerciante de inmobiliarias y sólo entiende de los trucos mentirosos de sus ‘deals’, que son los propios de la ‘profesión’. Von der Leyen es, si cabe, más lista que Merkel, pues Merkel le hacía notar a Trump su inferioridad intelectual. Von der Leyen, por el contrario, le hace creer a Trump que está ‘entre iguales’ e intenta despertar en (el payaso) Trump protagonismo en Occidente del que Europa y América (los EE.UU de América) son partes fundamentales. Es la única forma posible de sacar algo positivo de un ‘narciso’ enamorado de sí mismo como Trump.” Una descripción insuperable de lo que es el presidente estadounidense, una verdadera vergüenza, no sólo para su pueblo, sino para la especie humana en general y una mofa, una burla abierta y descarada del destino que lo colocó allí en ese alto y delicadísimo puesto, porque a veces la vida actúa así, con esa provocación a las gentes inteligentes, infinitamente superiores a este bastardo del Trump y que nos plantea una interrogante, una enorme incertidumbre del por qué una bestia de esa calaña alcanzó lo que ahora asfixia entre sus manazas.
“Que Ucrania se olvide de Crimea”
Eso dijo textualmente Donald Trump hace escasos días antes de viajar a Roma para hacerse lucir durante el interminable sepelio del Papa argentino. Y la exigencia causa enojo, hace sentir una contrariedad en nuestros espíritus, que no tiene parangón alguno, pues Trump se cree el dueño de la Tierra y según él, todos tenemos que obedecerle de una u otra manera. Por supuesto, se ampara en el hecho de que la mayor economía es la estadounidense, lograda por sus antecesores en el cargo presidencial y los millones de ciudadanos norteamericanos e inmigrantes que impulsaron y propulsaron ese hándicap financiero; y también se ampara en el ejército más poderoso que, a pesar de ello, ha tenido que salir en franca huida de Afganistán, Irak, Somalia, aparte del fiasco en Vietnam, naciones muy inferiores en lo militar a los estadounidenses, que sólo atinan a bombardear desde el aire, lo mismo que sus socios israelíes, o embaucar a otras potencias en guerras que no les pertenecen ni les incumbe. Aparte de ello, Trump no tiene ni la capacidad intelectual, ni la inteligencia, ni el convencimiento verbal, ni el carisma, para seducir a miles de millones de personas, para que acaten sus excentricidades.
En concreto, él cree que satisfaciendo todas las ambiciones del criminal ruso, Vladímir Putin, a quien considera su “amigo”, mientras el ruso se burla a horcajadas de ese sustantivo, pues Putin no es amigo de nadie ni considera a nadie su amigo, va a lograr la paz y con ella el Premio Nobel por el que tanto ha luchado y con el que sueña desde que se dedicaba a embaucar gentes con las propiedades inmobiliarias, pues Trump es sólo eso: un vendedor (corredor) de bienes raíces y un productor del distorsionado y cansino concurso Miss Universo, donde las mujeres son presentadas y hechas desfilar como si se tratase de ganado vacuno en una subasta. Aparte de eso, Donald Trump no tiene cerebro ni para que lo devoren los gusanos cuando felizmente nos quitemos de encima su nefasta y vulgar presencia con su muerte.
Está presionando a Volodímir Zelenski para que entregue oficialmente la Península de Crimea, invadida también por las hordas enviadas por Putin en el 2014, su pésimo ejército que recibe paliza tras paliza en las llanuras y trincheras ucranianas. Y Trump muestra su desesperación en momentos cuando el acuerdo de paz que impulsa está al borde del naufragio y con esa exigencia que atañe a Crimea, peligra todavía más en su fracaso. Aparte de Crimea, el estúpido gringo exige también que los ucranianos entreguen aproximadamente el 20 por ciento de su territorio que actualmente trata de ocupar Rusia, en el Donbass. Algo inaceptable hasta por el pueblo más débil y abandonado militarmente de la Tierra, algo que no lo aceptarían los nepaleses, somalíes, palestinos o los bolivianos, para citar algunos casos de naciones cuyos ejércitos acusan profundas falencias. Si Zelenski le obedeciera, sería el final político de este mandatario que, hasta ahora, se ha comportado “a la altura”, con valentía, patriotismo e intransigencia en esta cruenta y criminal invasión que está sufriendo Ucrania. Muy posiblemente le ocurriría lo que le sucedió al negociador en nombre de Alemania, en 1918, tras la derrota alemana en la Primera Guerra Mundial y que aceptó, “sin chistar” siquiera, todas las cláusulas del Tratado de Versalles, base de la Segunda Guerra Mundial. Se trató del político que pertenecía al Partido del Centro y posterior Ministro de Finanzas en la Alemania de “entre-guerras-, llamado Matthias Erzberger. Justamente por haber aceptado todos los términos de los Aliados, humillantes para la Alemania derrotada, fue asesinado el 26 de agosto de 1921 en Bad Griesbach, en la Selva Negra, mientras daba un paseo. Quienes lo ultimaron fueron dos miembros del escuadrón de la muerte ultranacionalista, Organización Cónsul, llamados Heinrich Tillessen y Heinrich Schulz, antiguos oficiales de la Marina Imperial alemana, quienes huyeron a Hungría. Un pasaje de la historia, en el entendido de que la historia es una excelente maestra para todos sus alumnos, aventajados, desinteresados o distraídos. Y algo parecido podría suceder con Volodímir Zelenski, mandatario de Ucrania, quien, hasta el momento, se merece todos los honores en vida, debido a su valiente proceder ante las hordas de Putin. Sin embargo, después del alienante e interminable funeral del Papa, se le vio conversando con Donald Trump, a éste se le vio satisfecho con la charla y no ha trascendido todavía el tema de dicho diálogo que podría perjudicar a Zelenski, conociendo de antemano el alma negra y estúpida de Trump.
En todo caso, Kiev rechaza de plano esa idea de deshacerse fácilmente del Donbass y de Crimea, sólo para congraciarse con Trump y Putin, una especie de premio a este último por las masacres de ciudadanos ucranianos que ha estado ejecutando desde hace tres años de guerra. Ante este rechazo por parte de Ucrania, Trump ha manifestado todo su odio y enojo al verse contrariado en ese plan que sólo ha sido producto de una inteligencia infinitamente inferior, como es la suya. Ese enojo lo hizo ver cuando no asistió a la Cumbre que estaba fijada en Londres, Inglaterra, con el mismo objetivo de alcanzar la paz. Marco Rubio, el servil secretario de Estado de Trump, canceló su asistencia sin dar explicación alguna. Lógicamente, ambos esperaban que Zelenski dijera “sí” a todas sus incoherentes exigencias; pero la negativa los descolocó y se sintieron frustrados en lo más profundo de sus cavidades donde se supone que tienen sus espíritus esos dos pseudo-políticos.
Pocos días después, Trump volvió a insultar imparable a Zelenski durante una entrevista que concedió al diario conservador de los Estados Unidos, Wall Street Journal, y que la bestia de la Casa Blanca reprodujo en su red social Truth. Allí impostó que “Zelenski tiene que entregar Crimea, porque en ese territorio desde hace muchos años Putin tiene bases de submarinos” obviando que esas mismas bases fueron construidas con el objetivo de atacar a los Estados Unidos. Nótese la imbecilidad de este individuo que los gringos nos han puesto sobre nuestras cabezas, llamado Donald Trump. Añadió al texto que “Zelenski no tiene cartas en la partida (acordándose de sus casinos, antros que posee en Las Vegas), su país está en una situación extrema y a Moscú le llevará todavía tres años más ocuparlo”, desconociendo las palizas diarias que reciben los soldados rusos en el frente de batalla, propinadas por las fuerzas de Ucrania, supuestamente inferiores en todo aspecto a los rusos. Supuestamente.
Y para dejar constancia de esta “animalada”, la presentó en un documento que intituló Trump con el rimbombante nombre de “Propuesta final de paz de Washington,” un folio que consta de siete puntos en el que ratifica la ocupación del territorio invadido por Rusia, sin ninguna contrapartida a cambio de parte de los invasores, en absoluto. El texto, que se asemeja a una traición al pueblo y ejército ucranianos (y es una traición en todas sus formas), incluye el reconocimiento oficial por los Estados Unidos de la soberanía rusa sobre Crimea, junto a 12 naciones amigas de los rusos, ninguna de ellas democrática, en los casos de Corea del Norte, Nicaragua, Bielorrusia, Venezuela, Sudán y Eritrea, entre otras pocas. Incluso, ni los gobiernos de Irán y China han dado ese paso de reconocer Crimea a favor de Putin.
Otro de sus débiles y obtusos argumentos sobre este tema, lo dijo Donald Trump de esta manera: “Si Zelenski quería conservar Crimea, debería haber luchado por ella hace once años, cuando fue anexada por Moscú sin un solo disparo. Nadie le pide a Zelenski que reconozca Crimea como territorio ruso, pero, si la quiere, ¿Por qué no lucharon por ella (…)?” Y al conocer la respuesta del mandatario ucraniano de que no cederá ni un ápice de su territorio tan gratuitamente como insiste Trump a favor de su “amigo” Putin, la nueva respuesta del energúmeno de la Casa Blanca fue: “No hay nada más que hablar. Las palabras de Zelenski son muy perjudiciales para las negociaciones de paz con Rusia, ya que Crimea se perdió hace años bajo los auspicios del presidente Barack Hussein Obama (aquí atacó a su némesis, a la persona que más odia y envidia Trump, al primer presidente negro de los Estados Unidos). Son declaraciones incendiarias como la de Zelenski, las que dificultan tanto la resolución de esta guerra. ¡No tiene nada de qué presumir! La situación de Ucrania es desesperada: puede lograr la paz o puede luchar durante otros tres años antes de perder todo el país. En este sentido, no tengo nada que ver con Moscú, pero sí con el deseo de salvar, en promedio, a 5,000 soldados de ambos bandos que mueren sin motivo alguno (¡!). Las palabras del dirigente ucraniano, sólo contribuirán a prolongar el campo de la muerte. ¡Y nadie quiere eso!” Escribió en su red social.
¡Vladímir detente, no dispares más! Exclamó Trump a Putin
Las reacciones ante la imposición que el presidente de USA quiere poner sobre las espaldas de los ucranianos o de “entregarlo todo”, han llegado desde todos los puntos cardinales de esta nación invadida por los rusos. Uno de los primeros en reaccionar fue el representante de los tártaros de Crimea, Refal Chubarov, quien, en declaraciones a Radio Liberty, manifestó que la administración Trump no hacía más que poner a prueba a los dirigentes ucranianos con sus mensajes sobre concesiones territoriales, sin las cuales “la guerra supuestamente no terminaría y no podría alcanzarse una paz duradera.” Luego se escuchó la respuesta del Despacho presidencial en Kiev, Capital de Ucrania, expresado en la televisión de este país en boca del asesor del mandatario, Sergi Leshchenko, quien aseguró que estaban en total desacuerdo con las exigencias del estadounidense. “Crimea no está en discusión”, recalcitró Zelenski, quien añadió que es y seguirá siendo territorio de Ucrania, invadido por Rusia.
Y para Robert Lansing, de la organización Estudios sobre las Amenazas Globales y las Democracias (RLI, por sus siglas en inglés), existen varios riesgos si se reconoce a Crimea como parte de los invasores llegados desde Moscú. Uno de ellos supondría “un giro fundamental en la política exterior de Estados Unidos y marcaría una ruptura con décadas de principios jurídicos en defensa de la integridad territorial. En primer lugar, reconocer la anexión de Crimea sería un golpe estratégico a las normas internacionales, socavaría el principio de integridad territorial, consagrado en el derecho internacional y debilitaría el orden jurídico establecido tras la Segunda Guerra Mundial. Esto animaría a otros Estados autoritarios, como China o Turquía, a practicar el revisionismo territorial.
“En segundo lugar, esto provocaría el distanciamiento entre aliados dentro del campo occidental. Ucrania vería ese paso como una traición y, sobre todo, los miembros del Este de la OTAN y la Unión Europea (UE), lo verían como una capitulación ante la agresión rusa.
“En tercer lugar, esa medida tendría implicaciones para la política interior de Estados Unidos. Provocaría una reacción bipartidista y suscitaría dudas sobre los verdaderos motivos de Trump, especialmente dadas las especulaciones sobre sus posibles vínculos de larga data con Moscú.” Razonó el experto.
Y para el politólogo ucraniano, Volodimir Fesenko, manifestó en una entrevista reciente a la prensa alemana que “Crimea es una línea roja y su pérdida, absolutamente inaceptable para Ucrania, porque reconocer legalmente la anexión de Crimea, crearía un precedente extremadamente peligroso, no sólo para Ucrania, sino para el mundo entero.” Pocas fechas después y para recordar los primeros 100 días del actual gobierno estadounidense, Donald Trump apareció fotografiado en la portada de la revista Time, algo que le agrada sobremanera pues infla su portentoso y descomunal ego, y en la entrevista de fondo dijo de acuerdo a su manera de hablar petulante y vulgar: “(…) Esta es la guerra de Obama. Esta es una guerra que nunca debería haber ocurrido. Dicho esto, ¿Serán capaces de recuperarlo? Han tenido a sus rusos. Han tenido sus submarinos allí mucho antes de cualquier período del que estemos hablando, durante muchos años. La gente habla mayoritariamente ruso en Crimea. Pero esto fue dado por Obama (¡!), no por Trump. Crimea (…), conmigo de presidente, no habría sido tomada.” Sin embargo, recordemos que Afganistán fue entregado a los talibanes por el primer gobierno de Donald Trump, lo cual sólo descubre la fanfarronada en las palabras del presidente de USA.
Y agregó: “Creo que Putin preferiría hacerlo de otra manera, que preferiría llevárselo todo, Y creo que, gracias a mí (nótese el altísimo grado de narcisismo de este tipo), soy el único que puede negociar esto. Hemos avanzado mucho. Hemos tenido muy buenas conversaciones y estamos muy cerca de un acuerdo. Y no creo que nadie más hubiera podido lograrlo.” Mientras tanto, el ruso proseguía bombardeando con más saña localidades de civiles en el corazón de Ucrania, prueba irrefutable de lo cerca que está con Trump de alcanzar la paz (léase en tono sarcástico). Y para acabar de entorpecer más las cosas, el mandatario de USA dijo: “No creo que puedan entrar nunca a la OTAN (los ucranianos). Creo que eso ha sido, desde el primer día, lo que provocó que empezara la guerra. (…) Si no se hubiera hablado de eso, habría habido muchas más posibilidades de que no hubiera empezado.” Dijo Trump con el escaso vocabulario del que “hace gala.”
Y mientras fanfarroneaba sobre “el avance de las conversaciones” con el déspota y criminal Putin, éste ha seguido bombardeando ciudades en Ucrania, causando muertes en civiles. Pocas horas después de la entrevista para Time, Trump se dio cuenta de que los rusos habían lanzado varios misiles y drones contra Kiev, considerado uno de los más graves de los últimos meses. El gringo se sintió despechado, profundamente defraudado de su “amigo…” Fue cuando le gritó semejante a una dama desesperada ante un despropósito de su hombre: “¡Vladímir, basta!” Y un poco más sosegado dijo: “No estoy de acuerdo con los ataques rusos a Kiev. Innecesarios y en un mal momento. Mueren 5,000 soldados a la semana –exageró en Truth Social-. ¡Consigamos el acuerdo de paz!” Expresó en un tono afeminado de su parte.
El ataque ordenado por Putin, según la versión ucraniana, mató a nueve personas y más de 70 resultaron heridas en diversos distritos de la Capital de Ucrania, en los que fueron destruidos edificios residenciales y comerciales. El Ministerio de Defensa ruso negó que los objetivos fijados fueran civiles; pero la realidad presentó otra cosa: fue contra personas comunes que se mantenían en la normalidad y cotidianidad de sus vidas.
Para el analista español Xavier Colás, lo que realmente pretende Putin, dentro de su plan secreto, es mantener a Donald Trump implicado en la paz, para que no intervenga en “su guerra” en Ucrania; es decir, mientras el estadounidense clama y clama igual a un cordero sin su madre, con sonidos lastimeros emitidos por su bocaza, el ruso bombardea libremente todo lo que se le ocurra dentro del territorio ucraniano que ha invadido desde hace tres años atrás. “El Kremlin finge negociar mientras Washington empieza a dar claros síntomas de pérdida de la paciencia”, apunta el mismo analista en un diario de gran tiraje en España. Mientras tanto, ciudades en Ucrania como la misma Kiev, la Capital, Járkiv y otras, sus unidades de rescate intentan sacar a los cuerpos de civiles sin vida que están debajo de los escombros de los edificios destruidos por los misiles de Putin; y mientras Trump escribe, escribe y escribe en su red social acerca de una paz que se le escapa de las manos, el Kremlin da muestras de que la paz no es con ellos, no está dentro de sus planes ni remotamente en su vocabulario. Es cuando el articulista español reafirma convencido: “Trump hace tiempo que ha soltado los mandos de la única esfera en la que Washington podía tener algún efecto sobre Moscú, aunque fuese de manera indirecta: el ámbito militar.”
Lo peor radica en que el mandatario de EE.UU todavía no se percata, ni remotamente, debido a su escases de sustancia gris en el cerebro, que Putin no está interesado en acabar la guerra; no se ha dado cuenta de que el dictador ruso lo que desea es apoderarse de Ucrania, su riqueza material y humana, porque para él “Ucrania no existe, nunca ha existido, es una fantasía de los occidentales” y lo ha repetido decenas de veces, pero todavía Trump no entiende de qué se trata ese argumento de “mi amigo Putin,” según insiste en llamarlo. En este sentido, el analista español Colás insiste al decir: “Pero las decisiones de EE.UU tienen ya pocos efectos sobre Rusia: su poder blando no cala en la población rusa, el negocio entre ambos países es modesto y en gran medida lo que podía sancionarse ya está sancionado.” lo cual indica que Donald Trump no tiene ninguna herramienta para frenar a “su amigo”, tampoco ninguna coacción, y aquel no deja de reírse burlonamente en su oficina en el Kremlin, al ver la ingenuidad del estadounidense, quien cree que es dios, pero un dios sin poder, sin inteligencia mínima siquiera.
“No había ninguna razón para que Putin lanzara misiles contra zonas civiles en los últimos días –retozó Trump, muy dolido-. Esto me hace pensar que (…) sólo me está dando falsas esperanzas y que debería ser tratado de otra manera: ¿Mediante sanciones bancarias o secundarias?” Se preguntó igual a un adolescente al que su novia hizo promesas, pero que lo ha dejado en la amarga espera... La respuesta del gringo podría ser congelar los últimos medios de pago y los posibles vetos a terceros países por comerciar con Rusia; pero en esto, Putin tiene vías de escape que han impedido que la economía rusa decline o colapse y, por el contrario, parece que se mantiene sólida y fuerte como antes del comienzo de esta guerra.
Terminamos el presente reportaje reproduciendo el texto del articulista español Xavier Colás, en el diario de este país europeo, y que da una panorámica fiel de lo que sucede: “Tras 100 días de Trump en el cargo, incluso el negociador más ingenuo podría haberse dado cuenta de que Putin no tiene intención de aceptar un alto el fuego, ni el plan, ni el calendario de Trump, advirtió hace unos días Carl Bildt, ex primer ministro sueco, que está convencido de que ‘Putin depende más de Trump que del ejército ruso para lograr algo que pueda considerarse una victoria.’ Sabe que a Trump le quedan más de 1,300 días que, vistos los 100 primeros, todavía pueden dar mucho de sí pese a los cambios de humor del magnate.
“Putin no logró tomar Kiev en 2022, pero en 2025 ha conseguido que los funcionarios estadounidenses repitan las falsedades del Kremlin como si fueran suyas (…). Mientras Trump culpa a Zelenski de casi todo y persigue acuerdos que son aparentemente inasumibles para Ucrania y tal vez irrelevantes para Rusia, EE.UU ha olvidado los suministros a Ucrania. Un armamento que, en caso de la tecnología punta como los misiles ‘Patriot’, no tiene sustitutos europeos a la hora de interceptar esos ataques rusos contra los que ahora clama impotente –pero en mayúsculas- en redes sociales ante un Putin que apenas usa el ordenador (computador).” Concluye con toda la razón de su lado.
Y para John Lough, investigador de Chatham House y ex representante de la OTAN en Moscú, lo que quiere Putin es predecible: “avanzar lentamente, mantener el interés de Trump y restablecer expectativas. Putin quiere asegurarse de que Ucrania se debilita militarmente al máximo.” Otra cosa, para el déspota nacido en San Petersburgo y que tiene a Rusia tomada por el cuello, carece de total importancia. Él sólo quiere ver a Ucrania postrada a sus pies y entregada al poderío ruso, aunque ese poderío sólo esté en su fantasiosa imaginación soviética.
La “Pax Romana” que Quiere Vladímir Putin para Ucrania. Desde Todo Ángulo… Inaceptable
MOSCÚ, NEW YORK y KIEV-(Especial para The City Newspaper) Una conversación telefónica entre Volodímir Zelenski, mandatario de Ucrania, y Donald Trump, quien podría ser el próximo presidente de los Estados Unidos, si no cambian “las tornas” y Joe Biden insiste en hacer el ridículo al continuar nominándose para ese mismo puesto, ha dado un leve matiz a la guerra entre rusos y ucranianos y puesto en alerta a los analistas de este conflicto.
Sabedor de que podría ser el presidente de los Estados Unidos en los próximos cuatro años, llamó vía telefónica a Volodímir Zelenski y le prometió que negociará con el dictador de Rusia, Vladímir Putin, para poner fin a la guerra; aunque lo que sí es seguro es que la ayuda a Ucrania en un eventual gobierno de Trump, decaerá, sino desaparecerá completamente y ello preocupa a los ucranianos que dependen mayoritariamente de la ayuda del Pentágono y de la Casa Blanca, para sostener y resistir los ataques del ejército invasor de Putin.
En su cuenta de Truth Media, su plataforma social, Donald Trump escribió que la llamada telefónica a larga distancia con Kiev, fue “muy buena” y que Zelenski lo felicitó por su reciente nominación como candidato republicano y le manifestó también su condena al intento de asesinato que sufrió Trump en un mitin, hace pocos días. Y estas fueron las palabras textuales dichas por Donald Trump acerca de su conversación con el ucraniano: “Aprecio que el presidente Zelenski se comunique conmigo, porque yo, como próximo presidente de los Estados Unidos (nótese su seguridad al afirmarlo), traeré paz al mundo y pondré fin a la guerra que ha costado tantas vidas y devastado a incontables familias inocentes. Ambas partes serán capaces de juntarse y negociar un pacto que termine con la violencia y allane un camino adelante, hacia la prosperidad.” Dijo Trump, dando la impresión de ser un Sumo Pontífice antes que el Trump que siempre hemos conocido.
Primeramente, el plan de paz de los asesores de Trump
Después del diálogo telefónico, el presidente de Ucrania escribió en su cuenta de X: “(Agradezco) el apoyo vital de ambos partidos (el Demócrata y el Republicano) y de ambas cámaras legislativas de los Estados Unidos, por la ayuda de ese país, destinada a mejorar nuestras capacidades para resistir el terrorismo ruso. Hemos acordado con el presidente Trump, tratar en una reunión personal, qué pasos pueden llevar a una paz justa y verdaderamente duradera.”
No obstante la buena disposición de uno y de otro, todos saben que Donald Trump no está dispuesto a ayudar a Ucrania con dinero y pertrechos de guerra, cuando llegue nuevamente a la Casa Blanca y el mensaje que está dando ahora, radica en que pondrá fin a la guerra entre Rusia y Ucrania, lo mismo entre Israel y Hamás, en Palestina y exclamó: “¡Ninguna de las dos habría ocurrido si yo hubiese estado en la presidencia (de los Estados Unidos)!” Empero, hay que recordar que en los últimos meses de su administración, Trump y su enviado especial, Mike Pompeo, devolvieron Afganistán a los talibanes, causando el enorme problema que sufre esa nación centroasiática en estos momentos.
Siempre en el marco del conflicto ruso-ucraniano, el candidato republicano y muy posiblemente el ganador de las elecciones estadounidenses de noviembre venidero, tiene en su escritorio el plan de paz que dos de sus asesores de seguridad le han diseñado y que podrá implementar una vez sentado en la Oficina Oval de la Casa Blanca. Uno de los puntos de dicho plan, contempla erradicar “de tajo”, la ayuda militar a los ucranianos si estos no inician las conversaciones para poner punto final a la guerra con Rusia. Los dos asesores que Trump nombró para este cometido, son antiguos miembros del Consejo de Seguridad Nacional, durante la primera administración del republicano: se trata del teniente general retirado, Keith Kellogg y Fred Fleitz, quienes proponen un alto al fuego e iniciar las conversaciones bilaterales, con base a las líneas de frente, establecidas en el momento. Fleitz incluso sostiene que Kiev no tendría que ceder territorio formalmente, pero considera que las fuerzas armadas de Ucrania no tendrán la capacidad de retomar todo el territorio ocupado por los rusos “a corto plazo.”
El mismo Fleitz indicó que Donald Trump leyó la propuesta de paz que le fue presentada y le dio una valoración positiva: “No digo que estuviera de acuerdo o que estuviera de acuerdo con cada palabra, pero nos complació recibir la respuesta que recibimos.” Por su parte, el candidato republicano aseguró que si llega a la Casa Blanca “seré capaz de terminar la guerra en Ucrania en 24 horas.” ¿Una fanfarronada más de Trump? Posiblemente.
Y en el caso de que los rusos no deseen entablar el diálogo pro-paz, Estados Unidos enviaría más armamento a Ucrania, aseguró Kellog. “Les decimos a los ucranianos: ‘tienen que sentarse a la mesa y si no se sientan a la mesa, el apoyo de los Estados Unidos se agotará.’ Y le dices a Putin: ‘Tiene que sentarse a la mesa y si tú no vienes a la mesa, entonces les daremos a los ucranianos todo lo que necesitan para matarte en el campo.’” El documento también contempla retrasar la entrada de Ucrania a la OTAN, “durante un período prolongado, a cambio de un acuerdo de paz integral y verificable con garantías de seguridad.”
Hasta el momento, Ucrania ha rechazado cualquier concesión territorial; o sea, regalarles los territorios a los invasores rusos que están en sus manos en estos instantes y “la paz sólo puede ser justa y sólo puede basarse en el derecho internacional.” Ha dicho Mijailo Podoliak, asesor presidencial del gobierno de Kiev; y esta nueva propuesta redactada por los asesores de Donald Trump, tampoco convence a los ucranianos. En la contraparte, el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, ha asegurado que Vladímir Putin, dictador de Rusia, está abierto a negociaciones, “pero teniendo en cuenta la situación real sobre el terreno.” Lo cual da a entender que los territorios del Donbás, en manos rusas, no serán entregados (devueltos, mejor dicho) en modo alguno a Ucrania y ello sería el escollo más significativo entre ambos gobiernos para el cese definitivo del fuego. Con justa razón, los ucranianos exigen que los rusos se retiren de todos los confines que pertenecen a Ucrania y dejen los límites como estaban antes de la invasión; incluso, pedirían que se les devuelva la Península de Crimea, arrebatada también por Moscú. Evidentemente, no será tan fácil como fanfarronea Donald Trump y posiblemente las negociaciones se extiendan a lo largo de los próximos cuatro años de su nueva administración en Washington.
Estas son las exigencias rusas…
En específico, esto es lo que exige Vladímir Putin desde el seno de su dictadura en el Kremlin:
1. Abandonar la aspiración de Kiev, sede del gobierno de Ucrania, de ser miembro de la OTAN, y adquirir un status neutral de Ucrania (inconcebible, pues sería coartar la libertad de movimiento y elección de un pueblo y un país libre y supeditarlo a las ordenanzas y caprichos de Rusia, una nación convincentemente enemiga de Ucrania).
2. Establecer el ruso como el segundo idioma Estatal y abolir todas las leyes que restringen este status. (Una exigencia tan demencial como la anterior, en principio porque se metería de lleno en las decisiones de un país y un pueblo libre, que tiene la potestad de elegir lo mejor e independientemente, para sus ciudadanos).
3. Reconocimiento de la Península de Crimea como territorio ruso. (Ucrania no está en disposición alguna de “regalar” un solo acre de su territorio y menos esta porción de importancia vital en lo marítimo y comercial para los ucranianos).
4. Reconocimiento de la independencia de las repúblicas populares de Donetsk y Lugansk, dentro de los límites administrativos de las dos regiones, incluidos los territorios actualmente controlados por Ucrania. (Ibid-Idem anterior, nótese que el descaro de Putin no tiene límite y no admite siquiera meditar al respecto ni darle una respuesta distinta a una tajante negativa).
5. “Desnazificación”. Prohibición de las actividades de los partidos y organizaciones públicas ultranacionalistas nazis y neonazis. (El presidente actual de Ucrania, Zelenski, es judío y su naturaleza le impide, de plano, ser confeso del nazismo; y que el Kremlin le ordene a los ucranianos cuáles partidos deben existir y no existir en su vida política, es inaceptable, pues sería una clara interferencia en sus decisiones que como pueblo y gobierno solo competen a los ucranianos; tampoco hay nazismo en Ucrania como insiste en decir histriónicamente Putin para justificar su invasión).
6. Y la última exigencia para otorgar a Ucrania “la Pax romana” que el Kremlin quiere, exige la desmilitarización de Ucrania que implica el completo abandono de las armas que pueden representar una amenaza para Rusia. (Es decir, algo así como la fábula del asno amarrado con el tigre suelto, con Ucrania desprovista de defensa y a merced de cualquier invasión que se le ocurra a Putin y no pueda responder al fuego de ese invasor).
| Dentro de la obviedad, los seis puntos son inaceptables de manera radical y tajante. Ningún país que se precie de ser digno y soberano, aceptaría ni una coma, ni un solo guion dentro de esas puntuaciones, pues todas y cada una de esas exigencias, laceran la libertad y supedita a Ucrania a las imposiciones presentes y futuras que se le ocurra al tirano que habita en el Kremlin. Ciertamente esa no sería “la paz” que todos anhelan en Europa, sino un acto de humillación único en la historia de la humanidad, que ningún país en el pasado hubo aceptado jamás y tampoco le fue propuesto nunca. De hecho, nadie en Europa Occidental está de acuerdo en lo anterior y no aconsejan sus líderes aliados de Ucrania, sentarse siquiera para leer tal desparpajo. Es preferible la guerra con todas sus consecuencias y derramamiento de sangre, que vivir bajo “la bota moscovita”; ya que es un plan estalinista y producto de una mente enferma, como lo es la de Vladímir Putin. Un individuo enfermo, solo puede esparcir su enfermedad allí por donde vaya; en este caso su esquizofrenia le ha desbordado su cabeza.
Paralelo a lo anterior, en el resto de Europa han meditado profundamente sobre la amenaza que representa la Rusia actual en las garras de su dictador Vladímir Putin. Por ejemplo, en Alemania, políticos y militares advierten del peligro de un ataque ruso a mediano plazo a cualquiera de las naciones que conforman la Unión Europea (UE). Ante tal peligro, el ministro de Defensa alemán, el socialdemócrata Boris Pistorius, ha pedido más dinero para reforzar al ejército alemán, “relajado al máximo” después de la desintegración de la Unión Soviética y de la fusión de las dos Alemanias en un solo Estado. El canciller Olaf Scholz, en respuesta a su ministro, anunció “un fondo especial de €100 mil millones para las Fuerzas Armadas alemanas”; pero esa cantidad no es suficiente para Pistorius quien exige para el 2025, al menos €6,500 millones adicionales al presupuesto militar normal. Porque la verdad es esta: el ejército alemán de la actualidad, no podría defender a ningún país ahora mismo, si fuese atacado por un ejército como el de Rusia, a pesar de todas las falencias que ha demostrado en su guerra con Ucrania.
Para Frank Sauer, de la Universidad de la Bundeswehr, “a pesar de la inyección de €100 mil millones, las fuerzas militares siguen estando subfinanciadas y si no se inyecta más dinero, hacia el 2026 llegará un punto en el que la Bundeswehr (ejército alemán), solo podría mantenerse en funcionamiento con mucho esfuerzo.” Ha explicado.
Finalmente, los europeos occidentales y amigos de Ucrania, observan con preocupación un triunfo electoral de Donald Trump, más todavía cuando la situación en los Estados Unidos parece decantarse cada vez más a favor del republicano; y para Christoph Heusgen, jefe de la Conferencia de Seguridad de Munich, cree que “Vladímir Putin pretende restablecer una Gran Rusia dentro de las fronteras de la antigua Unión Soviética. Si Putin no pierde la guerra en Ucrania, debemos esperar que también ataque a Moldavia o a los países bálticos.” Ha resaltado.
Y nuevamente Frank Sauer vislumbra lo peor en el caso de que Trump regrese a la Casa Blanca después de noviembre, máxime cuando Joe Biden continúa con su actitud errática de seguir siendo el candidato demócrata: “Todavía no veo una amenaza inminente contra un Estado de la OTAN –ha dicho-, pero imaginemos que Trump gana la presidencia en Estados Unidos y sentencia, como ha hecho en campaña varias veces, que los países europeos que no hayan pagado su ‘cuenta’, no estarán protegidos por la OTAN. Mientras, Ucrania se derrumba hasta convertirse en un Estado ruinoso, debido a la falta de apoyo occidental: la guerra estaría prácticamente ganada para Rusia. Putin se acerca a los 80 años y desea completar el trabajo de su vida, crear una Gran Rusia, y decide atacar uno a más de los Estados bálticos y Estados Unidos (bajo Trump) dirá: ‘ese no es nuestro problema y de todos modos ustedes no pagan sus cuentas y nosotros estamos ocupados con China.’ Algo así podría ocurrir de acá a cinco años más.” Concluye.
Esa es la panorámica real que preocupa e incomoda a los europeos de hoy y con justa razón, mientras Donald Trump aparece incontenible en su carrera hacia la Casa Blanca, hechos que hacen pensar que la humanidad entrará en una nueva etapa a partir del triunfo electoral del republicano y no será un período para sentirse a gusto, relajados y contentos. Porque será todo lo contrario… según se decantan las cosas.