La Lista por Navidad que Pidió Vladímir Putin a Papá Noel Trump

WASHINGTON, USA Y MOSCÚ, Rusia-(Especial para The City Newspaper) Vladímir Putin, además de dictador sanguinario y glacial de Rusia, es un ser descarado y de los peores que pueden existir en estos momentos. Y para fundamentar nuestra afirmación debemos remitirnos a la lista de “regalías” que le pidió a Donald Trump durante el encuentro que ambos sostuvieron en meses pasados (agosto) en Alaska y que, hasta ahora, han trascendido a la opinión pública.

            Esas exigencias resultaban impensables durante el gobierno de Joe Biden, pues el ex presidente demócrata era un declarado enemigo del déspota ruso y fortalecía a diario a Ucrania, tanto militarmente como política y financieramente, a tal extremo que nunca el gobierno y el ejército ucraniano estuvo tan fortalecido y seguro como durante la administración Biden y fue cuando asestó impresionantes derrotas a los rusos invasores. Pero una vez que Donald Trump llegó por segunda oportunidad a la Casa Blanca, “las tornas” cambiaron para Putin, tanto en lo militar como en lo político, pues conoce perfectamente al republicano, le seduce, lo engaña, le miente, fanfarronea y juega con él, hasta hacerlo caer en el ridículo, sin que Trump acierte a ver con claridad de qué se trata la vileza de Putin y de qué manera lo manipula y obtiene de él todo lo que el criminal ruso le exige.

            Es por ello que llegó a la cita de Alaska con un documento de unas cuatro páginas únicamente, quizás escrito una noche antes de emprender el vuelo hacia territorio estadounidense y que desplegó al sacarlo de una de las bolsas interiores de su saco. Y cuando escribimos este reportaje, la Navidad se acerca alrededor del mundo y lo que allí estaba escrito hace consonancia con esta época en la que se intercambian regalos entre amigos y familiares y es por eso que decimos que el pliego de Vladímir Putin, entregado al voluble, inseguro, manipulable e incauto Trump, se asemeja a una lista por Navidad y a la que el estadounidense dijo sí a todos los temas allí presentados, como si se tratase de un Papá Noel bondadoso y siempre dadivoso en estos tiempos de magia y encanto.

            Putin engaña descaradamente a Trump y todos notamos esos movimientos, pues son clarísimos ante nuestros ojos mediana y normalmente analíticos; pero el presidente de los Estados Unidos no se percata de esa falsedad, en una demostración de las falencias de Trump, de su limitada capacidad para discernir entre lo bueno y lo malo, lo amistoso y lo falso, la realidad y la mentira.

Un plan de 28 puntos

            En esto debemos ser totalmente precisos con el uso del idioma: no es un “plan”, sino una lista de exigencias redactadas rápidamente por Putin antes de subirse al avión “dictatorial” ruso que le llevó a Alaska. Fue conversado y brevemente discutido –pues Trump lo aceptó en su totalidad, de inmediato-, en el mayor de los secretos, según dio a conocer el medio de noticias estadounidense,“Axios.” Y a petición de Putin, ante esos 28 puntos de su pliego elaborado en su escritorio en el Kremlin, tenían que estar fuera de la mesa de negociaciones, Ucrania y los mandatarios de Europa Occidental. De tal manera, fue un dialogo únicamente entre el corredor de bienes raíces y representante de la administración Trump, el judío Steve Witkoff (nótese cómo los judíos están involucrados en todo lo que atañe a los gobiernos de las superpotencias, pues el propósito de esa raza es gobernar entre bastidores, mover los hilos del poder semejantes a titiriteros), y el emisario de Moscú, Kiril Dmitriev. “Existe un plan para acabar con la guerra en Ucrania”, publicó Axios.

            En una variable sobre este mismo tema, los políticos verdaderos, los que son de carrera y que actúan en este entramado como analistas de distintos medios de prensa, especialmente en los televisivos, indican que Witkoff ha fracasado rotunda y reiteradamente, tanto en el conflicto palestino-israelí como en este entre Ucrania y Rusia, porque “precisamente maneja las negociaciones con su experiencia como corredor de bienes raíces y nunca como un diplomático que debería ser, ya que representa a un gobierno”; pero Donald Trump ha llevado a la Casa Blanca a todos sus amiguetes del gremio de los vendedores de propiedades en los Estados Unidos, pues no sabe que un Estado, un país, se maneja de otra manera; es decir, la política tiene que estar en manos de políticos, no de neófitos vende casas y terrenos a personas particulares.

            Axios vuelve a informar cuando dice que fuentes oficiales rusas y estadounidenses dijeron que “en este plan secreto –que no es otro que aquel elaborado por Putin-, se abordan las garantías de seguridad para Europa y el futuro de la relación de Washington tanto con Moscú como con Kiev.” Pero resulta que, justamente en el primer aspecto, los europeos, al conocer los 28 puntos “putinescos” (de Putín), han afirmado que, de ser implementados en la realidad diaria del continente, todas las naciones europeas peligrarían, pues ese plan descabezaría a Ucrania, la convertiría en un Estado indefenso totalmente y en un territorio “de paso” cuando el dictador y criminal de guerra, Vladímir Putin, decida atacar a otros países que irrefutable e indudablemente tiene en la mira.

            Una vez conocidas las exigencias de Putin, la prensa internacional los catalogó de “la lista de deseos de Rusia” o las peticiones “por Navidad”, los regalos de un amigo, Donald Trump, hacia otro… Vladímir Putin. Incluso, Marco Rubio, secretario de Estado norteamericano, en un descuido con su retórica afirmó que, efectivamente, el plan de paz para la guerra en Ucrania fue redactado enteramente por los rusos; pero al darse cuenta de su “metedura de pata”, de su equívoco, escribió en su cuenta de X todo lo contrario y afirmó que la propuesta fue redactada por los Estados Unidos “y se basa en las aportaciones de Rusia y Ucrania.” Esto último es falso a todas luces, porque Ucrania fue hecha a un lado, lo mismo que los demás gobernantes europeos.

            Incluso, varios senadores demócratas y republicanos en conjunto, han dicho que se trata de las exigencias de Putin, a lo cual Rubio tergiversó al señalar: “Se ofrece como un marco sólido para las negociaciones en curso. Se basa en las aportaciones de la parte rusa (es decir, en las ‘aportaciones’ de 28 puntos al completo); pero también en las aportaciones previas y actuales de Ucrania (?).” Sin embargo, el senador republicano (¡del mismo partido de Trump!), desmintió a Marco Rubio al recordarle que fue éste quien lo llamó a él y a otros senadores, para decirles que “fue una propuesta que Estados Unidos había recibido (del dictador ruso) y transmitido a Ucrania. Nos dejó muy claro que somos los destinatarios de una propuesta entregada a uno de nuestros representantes. No es nuestra recomendación, no es nuestro plan.” Fue cuando Rubio se percató de su error –decíamos- al haberle comunicado eso a los senadores y trató de enmendarlo en X: “La propuesta de paz fue redactada por los Estados Unidos.” Pero si la leemos, nos daremos cuenta que ningún gobierno democrático y ligeramente pensante, podría concederle a la nación invasora, Rusia, todas las prerrogativas, todas las situaciones gananciosas, por encima del país agredido, que en este caso es Ucrania.

            Y cuando Volodimir Zelenski, presidente ucraniano, conoció el contenido del pliego, ya estaba bajo la fortísima presión que Donald Trump suele ejercer en estos casos en las personas que él desea doblegar para que acepten sus condiciones e imposiciones y fue cuando el ucranio manifestó bastante perplejo: “Mi país atraviesa por uno de los momentos más difíciles de su historia. Podría enfrentarse a una elección muy difícil: la pérdida de dignidad o el riesgo de perder a un socio clave (Estados Unidos).” Y lo que sería más nefasto para él, sería el deshonor y la altísima traición que cometería si permitiera que Vladímir Putin se saliera con la suya al concederle todos sus caprichos, su “lista de regalos por Navidad.” Podría sucederle a Zelenski lo mismo que al negociador por Alemania, al final de la Segunda Guerra Mundial ante los aliados y su famoso y draconiano Tratado de Versalles: poco tiempo después de haberse plegado a las imposiciones de Francia (principalmente), Inglaterra, Italia y los Estados Unidos, los vencedores en aquella contienda, dos ciudadanos alemanes acabaron con la vida de aquel nefasto (y “arrinconado”) negociador, que le entregó todo a los enemigos. Nos referimos a Matthias Erzberger, el jefe de la delegación alemana ante los vencedores de la gran guerra, y quien firmó el Tratado de Versalles. En el interior de Alemania fue considerado, ipso facto, un traidor y fue asesinado por dos miembros del escuadrón de la muerte ultranacionalista, Organización Cónsul, llamados Heinrich Tillessen y Heinrich Schulz, aquel 26 de agosto de 1921, cuando Erzberger daba un paseo por Bad Griesbach, un balneario de la Selva Negra. Valga el recuerdo de ese crudo pasaje de la historia europea, para vaticinar que algo parecido podría sucederle al mandatario ucranio, Volodimir Zelenski, en el caso de que aceptase las impertinencias redactadas por Putin, que no son otra cosa que descabezar a toda Ucrania y convertirla en un Estado títere, igual a Bielorrusia, sino invadirla totalmente y anexionarla con toda su riqueza en minerales y su ubérrima agricultura, catalogada la mejor a nivel planetario.

El inestimable regalo navideño para el criminal ruso

            En concreto, esto es, en reseña, lo que exige Putin, el sujeto reclamado por la Corte Penal Internacional (CPI), por los crímenes de guerra que ha cometido en suelo ucraniano: que las regiones orientales, Donetsk y Lugansk, así como la península de Crimea, anexionada a la fuerza por Rusia en el 2014, sean reconocidas de facto, propiedad de Rusia. Estados Unidos tendría que hacerlo también; es decir, reconocer sin ambages ni medias tintas que todo ese territorio es ruso. Moscú, por su parte, garantizaría a USA y a las naciones europeas occidentales que conforman la OTAN, seguridad en caso de un eventual ataque futuro. Esto significa que Rusia no atacaría a los europeos, aunque la palabra cedida por Putin vale tanto como el mismísimo estiércol de los caballos que él acostumbra cabalgar.

            Aquí hay que enfatizar que mucho de ese territorio que reclama Rusia de su propiedad, actualmente no está dominado por el ejército invasor enviado por el Kremlin y es donde ha sufrido incalculables pérdidas materiales y humanas. Tal la ilógica del dictador ruso, quien quiere conquistar en la mesa de diálogo lo que nunca ha podido en el plano militar.

            También, otras dos regiones ucranianas, ubicadas en el sur, serían divididas de acuerdo al trazado de la actual línea del frente de guerra y son las de Jersón y Zaporiyia, que pasarían a propiedad de Rusia, por supuesto.

            Aparte de ceder todo ese territorio, Kiev deberá recortar su ejército a tan solo 600,000 efectivos; y la OTAN (para colmo de males), se comprometería a no estacionar tropas en Ucrania; y los aviones europeos de combate permanecerían apostados en Polonia y nunca en suelo ucraniano. Todo esto debería incluirse en la Constitución o Carta Magna de Ucrania, según la fantasía de los rusos.

            El plan prevé la firma de un tratado de no agresión entre Rusia, Ucrania y Europa; además, el gobierno de Kiev renunciaría a integrar la OTAN, aunque podría hacerlo o ser elegible para adherirse a la Unión Europea (UE).

            También, en otra de las exigencias, Rusia sería reintegrada a la economía global y se le permitiría regresar al G8, del que fue expulsada en el 2014, luego de haberse anexionado la península de Crimea por la fuerza. Naturalmente, se le devolverían a los rusos sus activos congelados en los Bancos occidentales y se levantarían todas las sanciones económicas resultadas de la invasión a Ucrania.

            Exige, por otra parte, que Kiev celebre elecciones en 100 días, con la finalidad de alejar definitivamente a Zelenski del poder, ya que este líder ucraniano es una auténtica amenaza para la seguridad de Rusia, a cuyo ejército ya le ha causado más de un millón de bajas y enormes cantidades de vehículos blindados destruidos desde que Ucrania contestó al fuego ruso con el fuego ucraniano.

            En lo que atañe a la central nuclear de Zaporiyia, sería reactivada bajo la supervisión del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), y su producción de electricidad se dividiría en un 30 por ciento para Ucrania y un 50 por ciento para Rusia. Nótese el descaro de Moscú, la intención clarísima y desproporcionada de expoliar a un país, en el caso de Ucrania, al que no ha vencido ni mínimamente siquiera.

            Y para hacer más grande este desaguisado, Putin exigió que el idioma ruso se convierta en el segundo oficial de toda Ucrania. Sólo le faltó pedir que Zelenski cante el himno de Rusia cada mañana cuando se despierta. Tal la falta de respeto de este canalla que habita en el Kremlin desde hace décadas, cuando inició su feroz y criminal dictadura.

            Ante tales exigencias, un dirigente ucraniano deploró que las propuestas para terminar con la invasión, hayan sido preparadas por Rusia y aprobadas por los estadounidenses, a pesar de que no está claro lo que daría Rusia a cambio y que realmente es NADA.

            Ante tal desparpajo de “plan de paz” redactado por los rusos y que han querido hacer creer que fue de manufactura de la Casa Blanca, Zelenski subrayó que “cualquier acuerdo para poner fin a la invasión rusa, iniciada en febrero del 2022, debía traer una paz digna (para Ucrania). Eso incluye que se respete la independencia, la soberanía y la dignidad del pueblo ucraniano.” Aseveró. Y la jefa de la diplomacia europea, Kaja Kallas, asestó el golpe definitivo a esta “fanfarria” rusa, al decir: “los aliados europeos de Ucrania insistimos en que cualquier acuerdo que incluya las posiciones de la UE y de Kiev, para que un plan funcione, es necesario que los ucranianos y los europeos estemos involucrados (en su redacción y conformación final).” Algo a lo que Putin teme sobremanera, pues tendría que negociar con un poderoso bloque de naciones al frente, diestro y extraordinariamente versado en política y diplomacia internacional y no solamente con un Donald Trump acéfalo e ignorante de todo lo que le rodea.  

            Pero lo inaudito estaba por aparecer cuando Zelenski conoció este pliego de exigencias rusas y fue cuando Trump lanzó uno de sus conocidos ultimátum, en el que dio a Ucrania menos de una semana para aprobar dicho adefesio (¡?), con todas sus letras, palabras, trasfondo y puntuación. Es decir, sin “pestañear siquiera.” Y los 28 puntos tendrían que imponerse tras ser aceptados sin cortapisas por el gobierno ucranio. Algo que sólo en la cabeza insensata de un insensato como Donald Trump, puede surgir e intentar imponerlo por la fuerza y nunca por el convencimiento. A raíz de esa amenaza abierta y directa, Trump aseveró: “(el plan) tendrá que gustarle y si no le gusta, entonces, ya saben, tendrán que seguir luchando.”

            Por supuesto que el susodicho papel fue rechazado de plano y de inmediato por Volodimir Zelensiki, quien dijo que iba “a buscar alternativas con Washington (y) nuestros representantes (diplomáticos) saben cómo defender los intereses nacionales de Ucrania y qué es necesario para evitar que Rusia lance una tercera invasión.” En este último aspecto, es evidente que lo que Putin desea es que se le entregue a una nación, a un pueblo y a un ejército ucraniano, severamente debilitados y que sean incapaces de enfrentar el embate de una nueva invasión, misma que se produciría una vez que el “plan de paz” haya causado los estragos que el Kremlin quiere que cause. Es decir, una Ucrania debilitada profunda y esencialmente en todos sus órdenes, no podría contener ni un solo día otra invasión provenida del Este, de los criminales rusos.

            En otro ángulo de esta figura, el mandatario ucraniano consultó a sus aliados y amigos, los gobiernos de la Unión Europea (UE) y a los de Japón y Canadá, observadores algo distantes del conflicto, y fueron estos los que enunciaron lo siguiente: “El plan es una base que requerirá trabajo adicional. Somos claros en el principio de que las fronteras no deben cambiarse por la fuerza. También nos preocupan las limitaciones propuestas a las fuerzas armadas de Ucrania, que dejarían al país vulnerable a futuros ataques.” Mientras que el presidente de Francia, Emmanuel Macron, reclamó “una paz fuerte y duradera (y) un acuerdo debe tener la seguridad de todos los europeos.”

            Otra opinión provino del ministro de Asuntos Exteriores y Cooperación de España, el siempre asertivo José Manuel Albares, quien, en Bruselas, Capital de la UE, se desmarcó del plan ruso y reiteró que la Unión Europea debe participar en cualquier negociación que afecte su seguridad y el plan “no puede hacerse a espaldas del presidente ucraniano, Volodimir Zelenski.” Criticó así mismo que “el planteamiento de Estados Unidos y Rusia no representa una paz creíble y duradera. (Y) cualquier propuesta de paz creíble, justa y duradera, la UE la apoyará, pero eso tiene que empezar por un alto el fuego incondicional. Además, cualquier iniciativa debe respetar la integridad territorial y la soberanía de Ucrania. La soberanía de Ucrania la representa Zelenski, quien debe estar en el centro absoluto de cualquier decisión. España no tiene nada que ver con ese supuesto plan de paz y la UE tampoco ha estado involucrada.” Recordó Albares.

            Y en opinión del ministro de Asuntos Exteriores de Polonia, Radosaw Sikorski, “dado que la seguridad de Europa está en juego, esperamos ser consultados.” Y el francés Jean-Noël Barrot coincidió con su colega polaco al advertir que “la paz no puede ser la capitulación.”

Después de Ginebra, Rusia reacciona

            La siguiente cita se dio en Ginebra, Suiza, para estudiar y hacer modificaciones racionales al boceto elaborado por Putin y allí sí estuvieron representantes de las potencias europeas occidentales y una delegación ucraniana, como debió ser desde el inicio. Pero después de esta Cumbre, los rusos dieron su esperada respuesta: “el plan europeo no nos sirve.” Por supuesto que nunca les va a servir, porque rechaza todas las inmoralidades e insensateces que ha querido imponer el dictador de Rusia.

            Yuri Ushakov, asesor de política exterior del Kremlin, aseguró que “la propuesta europea es poco constructiva”; mientras Washington y Kiev anunciaron que “hemos redactado un marco de paz revisado, tras las conversaciones mantenidas en Ginebra; y a su regreso a Ucrania, representantes de la delegación ucraniana indicaron que Donald Trump había escrito al respecto en su red Truth Social: “¿Es realmente posible que haya un gran progreso en las conversaciones de paz entre Rusia y Ucrania? No lo crean hasta verlo, pero quizás esté ocurriendo algo bueno.”

            En concreto, el documento que rediseñaron los europeos con base en el pliego primero presentado por el Kremlin, plantea detener los combates en las líneas actuales del frente, posponer cualquier discusión territorial (y aquí yace el quid del asunto que no gusta a los rusos invasores); y establecer una garantía de seguridad estadounidense al mejor estilo de la OTAN. Fue cuando Ushakov dejó escuchar en reacción a lo anterior: “El plan europeo, a primera vista, es totalmente poco constructivo y no nos sirve.” Tampoco el gobierno de Ucrania está en su mejor momento, pues su solidez cuando comenzó la invasión rusa, se ha ido al traste, debido a los comprobados escándalos de corrupción de algunos de sus ex asesores (en principio, dos ministros); y en el campo de batalla, los rusos han ido obteniendo algunas significativas victorias. Sin embargo, en la opinión de los ucranianos, “el plan especial de Trump (que no es otro que el redactado por Putin), es, en el fondo, una capitulación para Ucrania. Creo que el pueblo ucraniano no lo aceptará.” Así según Anzhelika Yurkévich, funcionaria de 62 años de edad.

            Retornando a la Cumbre en Ginebra entre los enviados de Europa Occidental y los de Ucrania, no se aclararon en el borrador revisado, cuestiones clave como las garantías de seguridad a largo plazo, frente a otras posibles invasiones armadas de parte de Rusia; o la financiación para reconstrucción del país. Y estas fueron las declaraciones del presidente ucranio, Volodimir Zelenski, al finalizar la reunión cimera en Suiza: “Las negociaciones continúan. Seguimos trabajando con nuestros socios, especialmente con los Estados Unidos, para encontrar compromisos que nos fortalezcan, no que nos debiliten.” Estas palabras suyas las dejó escuchar por video-conferencia, cuando participaba en otra reunión con aliados, pero esta vez en Suecia, norte de Europa.

            Pero la reacción de los rusos, enfadados “hasta la cresta” por supuesto y según era de esperar, no se circunscribió solamente a los acuerdos y correcciones hechas al papel presentado por Putin en Alaska, sino que el incremento de los ataques armados se hizo palpable en el campo de batalla, porque los invasores lanzaron un ataque masivo con drones a la segunda ciudad de Ucrania, llamada Járkiv, donde causaron cuatro muertos, entre ellos niños, según relato hecho por Igor Klymenko, jefe de respuesta de la Cruz Roja de esta urbe.

            Esta clase de situaciones son comunes de parte del ejército ruso, que sigue a pies juntillas las órdenes dictadas por Vladímir Putin, porque, después de cada reunión sostenida entre sus enemigos, desatan oleadas de ataques en suelo ucraniano, dando a entender que ellos, los rusos, no obedecerán ni se plegarán jamás a las imposiciones supuestas de Trump y los líderes europeos. Arrecian los ataques, asesinan a mayor cantidad de civiles e intensifican las hostilidades con la consigna de demostrar que son los “amos y señores” de esta insólita guerra que ellos han llevado a las llanuras de Ucrania, sin el menor de los pretextos. De parte de los representantes de las naciones de Europa Occidental, el canciller alemán, Friedrich Merz, afirmó que “Trump ha demostrado apertura a desarrollar un plan conjunto. Es un resultado provisional, pero sabemos que la paz en Ucrania no llegará de la noche a la mañana.” Y el primer ministro británico, Keir Starmer, coincidió con el germano al señalar que “todos estamos centrados en lo esencial: lograr una paz justa y duradera.”

           En lo que estriba a Vladímir Putin, volvió al panorama internacional con observaciones muy propias de él, en las que la incoherencia, la ilógica y cierto grado de desesperación son evidentes. Dijo que el frente ucraniano está cerca de colapsar, algo que Kiev ha desmentido tajantemente. Estas afirmaciones del ruso criminal de guerra las dijo durante una visita a Kirguistán, un país asociado con el Kremlin y de los pocos a los que Putin puede viajar, de lo contrario sería detenido para ser entregado a la Corte Penal Internacional (CPI) de La Haya, el brazo jurídico de la ONU, por sus crímenes de lesa humanidad entre los que se encuentran rapto o secuestro de niños ucranianos que han sido llevados a destinos desconocidos dentro de Rusia.

          Añadió el déspota ruso que “un eventual cese de las hostilidades sólo será posible si las fuerzas de Ucrania se retiran de las cuatro regiones” donde combaten al ejército enviado por el Kremlin. Es decir, Putin pide que le dejen libre el camino a sus soldados, sólo “porque sí”, porque él lo dice, porque a él se le ocurrió que el enemigo que le ha presentado feroz, decidida y eficaz batalla, se dé a la huida cobarde, como sus anhelos así lo exigen. “Si las tropas de Ucrania se repliegan de los territorios que ocupan, entonces cesarán los combates. (Si) no se van, lograremos esto por la vía militar.” Manifestó el tirano en Moscú. Añadió, siempre fantaseando como ha sido su costumbre desde que ordenó la invasión a Ucrania, que “en Occidente hay voces que llaman a firmar un acuerdo de paz cuanto antes, porque saben que en cualquier momento se puede producir un colapso del frente. La deserción (en las filas ucranianas) es muy grande. Eso se ve no sólo en nuestros medios de comunicación, sino en los partes del Ministerio de Defensa y en los medios occidentales. Contenerlo es prácticamente imposible. Mis fuerzas avanzan en todos los sectores del frente. Aumenta la disparidad entre las bajas y el número de soldados que ellos pueden enviar a la línea del frente.” Ciertamente los ucranianos tienen el problema del recambio de efectivos, pues su población masculina es mucho menor que la rusa y eso incide negativamente en esta guerra, pues el cansancio es notorio en cada uno de los combatientes ucranios; sin embargo, el “colapso del frente” y la conquista de nuevos territorios que ha mencionado el sátrapa ruso, obedece solamente a su imaginación. Tampoco los ucranianos le van a hacer caso de replegarse de aquellos sitios donde a los rusos se les ha imposibilitado vencer y conquistar, porque es evidente que Putin quiere lograr con las palabras, lo que sus soldados inútiles no pueden lograr mediante el uso de las armas.

           En esa aparición que hizo en la televisión de su país, el dictador de Rusia manifestó que quiere abordar en próximas negociaciones con los Estados Unidos, el reconocimiento de la soberanía rusa sobre el Donbáss y la península de Crimea, algo que Trump ha estado anuente a concederle irresponsablemente. “El reconocimiento jurídico internacional –del que Rusia carece por completo-, tiene importancia, ya que en ese caso un ataque a esos territorios será considerado una agresión contra la Federación Rusa con todas las medidas de respuesta consiguientes.” Expresó el tirano.

             Y según cifras del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, las tropas rusas han tenido más de un millón de bajas en esta guerra, entre muertos y heridos; y una cantidad impresionante de vehículos blindados destruidos, cuando Putin dijo, al inicio de su invasión a Ucrania, que era cuestión de pocos meses para que Ucrania cayera en sus manos; pero el tiempo transcurrido desde esa aseveración, que fue el jueves 24 de febrero del 2022, fecha del inicio del ataque ruso, indica que han pasado muchas situaciones nefastas para los invasores, que han prolongado esta guerra que no tiene ni el menor viso para establecer a un ganador y mucho menos para lograr una paz equilibrada y justa, según demandan los principios del derecho internacional.

           Finalmente, trascribimos las palabras de la embajadora de Ucrania en las Naciones Unidas, Krystyuna Hayovyshyn, quien dijo lo siguiente en referencia al plan de paz elaborado por Putin y secundado de manera esquizofrénica por Donald Trump: “Nuestras líneas rojas son claras e inquebrantables; jamás habrá ningún tipo de reconocimiento, ni formal ni informal. Ucrania está dispuesta a entablar negociaciones con Rusia, incluso a nivel de jefes de Estado; sin embargo, una cesión formal de los territorios ocupados por Rusia no es una opción. (Además) no está del todo claro: ¿Proviene realmente este plan de la Casa Blanca, lo elaboró Witkoff por su cuenta y luego lo respaldó Trump, o procede del Departamento de Estado?” Cuestionó la dignataria.

          Y otros políticos ucranianos resaltan la insensatez y el peligro que lleva implícito el pliego de exigencias redactado por Putin, porque contiene elementos que coinciden sin reservas con las exigencias rusas (o son tácitamente las exigencias de los rusos, para expresarlo con mayor precisión): la consagración formal de la ocupación rusa en el Este de Ucrania, fuertes restricciones al ejército ucraniano, la obligación de adoptar la neutralidad sin verdaderas garantías de seguridad, la prohibición de elegir libremente alianzas y la destrucción de la identidad ucraniana. Es cuando Oleksiy Hocharenko, diputado de la fracción opositora Solidaridad Europea y representante de Ucrania en la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa (PACE), dice al respecto: “La garantía más importante para Ucrania, como para cualquier otro país, son sus propias fuerzas armadas. Rusia quiere precisamente debilitar nuestro ejército para destruir definitivamente a Ucrania en el próximo ataque. Algunas propuestas serían absolutamente inaceptables para la sociedad ucraniana.”

           Y Arseniy Yatseniuk, primer ministro entre 2014 y 2016 y actualmente presidente del Foro de Seguridad de Kiev, dijo que “este plan de paz conjunto de los Estados Unidos y Rusia, no es otra cosa que lo que Vladímir Putin y Donald Trump ya discutieron en agosto de este año en Anchorage, Alaska. Nada de lo que ahora se presenta como un supuesto nuevo plan, tiene que ver con la paz. Es un plan para la capitulación gradual de Ucrania. Todas las tesis de este llamado ‘plan de paz’, no son más que la posición de Putin, que expresó hace casi cuatro años.”

         En síntesis, lo que quiere Trump es alcanzar un acuerdo de paz entre los gobiernos involucrados en esta guerra, para ganar prestigio personal (y la obtención el año entrante del Premio Nobel de la Paz), sin reparar en el daño que estaría causando a Ucrania; y lo que desea Putin es anexionarse Ucrania mediante una nueva invasión en pocos años después de firmado este armisticio y adueñarse de las tierras raras, los campos de cultivo y demás riquezas que posee este territorio. Y el simulacro de plan de paz a ello se dirige, evidente y convincentemente. Inaceptable para cualquier persona racional y racionalista. Es la humillación para Ucrania con todas sus letras y el peligro latente para Europa Occidental en un futuro medio o cercano.

Trump Quiere Entregarle Todo a Putin…

WASHINGTON D.C. USA-(Especial para The City Newspaper) Está más desesperado que el mismísimo Zelenski, presidente de Ucrania, por alcanzar la paz en esa guerra genocida en la que los ucranianos han sido invadidos por los rusos y parte de su población civil masacrada de manera inmisericorde. Nos referimos a Donald Trump, el infeliz mandatario que los gringos nos han puesto encima a los pueblos libres y civilizados del mundo, una bestia en su mayor acepción y en toda su dimensión bestial. Y decimos que está ocupado en la paz en Ucrania, porque, en su reducido cerebro sabe y quizás es lo único que sabe sobre lo que sucede en el mundo, que si logra la paz que le está siendo esquiva debido a las burlas de Putin, se le otorgará el Premio Nobel que ansía desesperadamente y es posible que ese sea uno de los motivos principales por los que luchó por alcanzar la presidencia de los Estados Unidos, además de complacer a su monstruoso ego.

            Incluso, esa desesperación que presenta ribetes de infantilismo, le ha hecho decir estupideces del tamaño de su Torre Trump en Nueva York, cuando ha exigido a los ucranianos que entreguen a los rusos criminales la península de Crimea, como si él fuera el dueño del planeta y todos los gobernantes tienen que acatar lo que exige; y pobre de aquel que le obedece, pues estaría obviando que se trata de un analfabeto en un 95 por ciento de su persona y es incapaz de hacer aquellas cosas que requieren un mínimo de inteligencia. Para reforzar esta descripción de lo que es Trump, leímos en un diario español la siguiente descripción hecho en uno de sus foros por un lector y que se ajusta a la realidad y la verdad de lo que es este energúmeno que ahora habita la Casa Blanca. Bajo seudónimo escribió: “El chaquetero bocazas Trump odia a las personas inteligentes, especialmente si éstas son mujeres. Con la ex canciller alemana Merkel, doctora en Ciencias Físicas, estaba visiblemente acomplejado. Ursula von der Leyen, doctora en medicina, madre de siete hijos, habla fluidamente varios idiomas (se expresa en inglés incomparablemente mejor que Trump). El actual presidente de los EE.UU de americano no es más que comerciante de inmobiliarias y sólo entiende de los trucos mentirosos de sus ‘deals’, que son los propios de la ‘profesión’. Von der Leyen es, si cabe, más lista que Merkel, pues Merkel le hacía notar a Trump su inferioridad intelectual. Von der Leyen, por el contrario, le hace creer a Trump que está ‘entre iguales’ e intenta despertar en (el payaso) Trump protagonismo en Occidente del que Europa y América (los EE.UU de América) son partes fundamentales. Es la única forma posible de sacar algo positivo de un ‘narciso’ enamorado de sí mismo como Trump.” Una descripción insuperable de lo que es el presidente estadounidense, una verdadera vergüenza, no sólo para su pueblo, sino para la especie humana en general y una mofa, una burla abierta y descarada del destino que lo colocó allí en ese alto y delicadísimo puesto, porque a veces la vida actúa así, con esa provocación a las gentes inteligentes, infinitamente superiores a este bastardo del Trump y que nos plantea una interrogante, una enorme incertidumbre del por qué una bestia de esa calaña alcanzó lo que ahora asfixia entre sus manazas.

“Que Ucrania se olvide de Crimea”

            Eso dijo textualmente Donald Trump hace escasos días antes de viajar a Roma para hacerse lucir durante el interminable sepelio del Papa argentino. Y la exigencia causa enojo, hace sentir una contrariedad en nuestros espíritus, que no tiene parangón alguno, pues Trump se cree el dueño de la Tierra y según él, todos tenemos que obedecerle de una u otra manera. Por supuesto, se ampara en el hecho de que la mayor economía es la estadounidense, lograda por sus antecesores en el cargo presidencial y los millones de ciudadanos norteamericanos e inmigrantes que impulsaron y propulsaron ese hándicap financiero; y también se ampara en el ejército más poderoso que, a pesar de ello, ha tenido que salir en franca huida de Afganistán, Irak, Somalia, aparte del fiasco en Vietnam, naciones muy inferiores en lo militar a los estadounidenses, que sólo atinan a bombardear desde el aire, lo mismo que sus socios israelíes, o embaucar a otras potencias en guerras que no les pertenecen ni les incumbe. Aparte de ello, Trump no tiene ni la capacidad intelectual, ni la inteligencia, ni el convencimiento verbal, ni el carisma, para seducir a miles de millones de personas, para que acaten sus excentricidades.

            En concreto, él cree que satisfaciendo todas las ambiciones del criminal ruso, Vladímir Putin, a quien considera su “amigo”, mientras el ruso se burla a horcajadas de ese sustantivo, pues Putin no es amigo de nadie ni considera a nadie su amigo, va a lograr la paz y con ella el Premio Nobel por el que tanto ha luchado y con el que sueña desde que se dedicaba a embaucar gentes con las propiedades inmobiliarias, pues Trump es sólo eso: un vendedor (corredor) de bienes raíces y un productor del distorsionado y cansino concurso Miss Universo, donde las mujeres son presentadas y hechas desfilar como si se tratase de ganado vacuno en una subasta. Aparte de eso, Donald Trump no tiene cerebro ni para que lo devoren los gusanos cuando felizmente nos quitemos de encima su nefasta y vulgar presencia con su muerte.

            Está presionando a Volodímir Zelenski para que entregue oficialmente la Península de Crimea, invadida también por las hordas enviadas por Putin en el 2014, su pésimo ejército que recibe paliza tras paliza en las llanuras y trincheras ucranianas. Y Trump muestra su desesperación en momentos cuando el acuerdo de paz que impulsa está al borde del naufragio y con esa exigencia que atañe a Crimea, peligra todavía más en su fracaso. Aparte de Crimea, el estúpido gringo exige también que los ucranianos entreguen aproximadamente el 20 por ciento de su territorio que actualmente trata de ocupar Rusia, en el Donbass. Algo inaceptable hasta por el pueblo más débil y abandonado militarmente de la Tierra, algo que no lo aceptarían los nepaleses, somalíes, palestinos o los bolivianos, para citar algunos casos de naciones cuyos ejércitos acusan profundas falencias. Si Zelenski le obedeciera, sería el final político de este mandatario que, hasta ahora, se ha comportado “a la altura”, con valentía, patriotismo e intransigencia en esta cruenta y criminal invasión que está sufriendo Ucrania. Muy posiblemente le ocurriría lo que le sucedió al negociador en nombre de Alemania, en 1918, tras la derrota alemana en la Primera Guerra Mundial y que aceptó, “sin chistar” siquiera, todas las cláusulas del Tratado de Versalles, base de la Segunda Guerra Mundial. Se trató del político que pertenecía al Partido del Centro y posterior Ministro de Finanzas en la Alemania de “entre-guerras-, llamado Matthias Erzberger. Justamente por haber aceptado todos los términos de los Aliados, humillantes para la Alemania derrotada, fue asesinado el 26 de agosto de 1921 en Bad Griesbach, en la Selva Negra, mientras daba un paseo. Quienes lo ultimaron fueron dos miembros del escuadrón de la muerte ultranacionalista, Organización Cónsul, llamados Heinrich Tillessen y Heinrich Schulz, antiguos oficiales de la Marina Imperial alemana, quienes huyeron a Hungría. Un pasaje de la historia, en el entendido de que la historia es una excelente maestra para todos sus alumnos, aventajados, desinteresados o distraídos. Y algo parecido podría suceder con Volodímir Zelenski, mandatario de Ucrania, quien, hasta el momento, se merece todos los honores en vida, debido a su valiente proceder ante las hordas de Putin. Sin embargo, después del alienante e interminable funeral del Papa, se le vio conversando con Donald Trump, a éste se le vio satisfecho con la charla y no ha trascendido todavía el tema de dicho diálogo que podría perjudicar a Zelenski, conociendo de antemano el alma negra y estúpida de Trump.

            En todo caso, Kiev rechaza de plano esa idea de deshacerse fácilmente del Donbass y de Crimea, sólo para congraciarse con Trump y Putin, una especie de premio a este último por las masacres de ciudadanos ucranianos que ha estado ejecutando desde hace tres años de guerra. Ante este rechazo por parte de Ucrania, Trump ha manifestado todo su odio y enojo al verse contrariado en ese plan que sólo ha sido producto de una inteligencia infinitamente inferior, como es la suya. Ese enojo lo hizo ver cuando no asistió a la Cumbre que estaba fijada en Londres, Inglaterra, con el mismo objetivo de alcanzar la paz. Marco Rubio, el servil secretario de Estado de Trump, canceló su asistencia sin dar explicación alguna. Lógicamente, ambos esperaban que Zelenski dijera “sí” a todas sus incoherentes exigencias; pero la negativa los descolocó y se sintieron frustrados en lo más profundo de sus cavidades donde se supone que tienen sus espíritus esos dos pseudo-políticos.

            Pocos días después, Trump volvió a insultar imparable a Zelenski durante una entrevista que concedió al diario conservador de los Estados Unidos, Wall Street Journal, y que la bestia de la Casa Blanca reprodujo en su red social Truth. Allí impostó que “Zelenski tiene que entregar Crimea, porque en ese territorio desde hace muchos años Putin tiene bases de submarinos” obviando que esas mismas bases fueron construidas con el objetivo de atacar a los Estados Unidos. Nótese la imbecilidad de este individuo que los gringos nos han puesto sobre nuestras cabezas, llamado Donald Trump. Añadió al texto que “Zelenski no tiene cartas en la partida (acordándose de sus casinos, antros que posee en Las Vegas), su país está en una situación extrema y a Moscú le llevará todavía tres años más ocuparlo”, desconociendo las palizas diarias que reciben los soldados rusos en el frente de batalla, propinadas por las fuerzas de Ucrania, supuestamente inferiores en todo aspecto a los rusos. Supuestamente.

            Y para dejar constancia de esta “animalada”, la presentó en un documento que intituló Trump con el rimbombante nombre de “Propuesta final de paz de Washington,” un folio que consta de siete puntos en el que ratifica la ocupación del territorio invadido por Rusia, sin ninguna contrapartida a cambio de parte de los invasores, en absoluto. El texto, que se asemeja a una traición al pueblo y ejército ucranianos (y es una traición en todas sus formas), incluye el reconocimiento oficial por los Estados Unidos de la soberanía rusa sobre Crimea, junto a 12 naciones amigas de los rusos, ninguna de ellas democrática, en los casos de Corea del Norte, Nicaragua, Bielorrusia, Venezuela, Sudán y Eritrea, entre otras pocas. Incluso, ni los gobiernos de Irán y China han dado ese paso de reconocer Crimea a favor de Putin.

            Otro de sus débiles y obtusos argumentos sobre este tema, lo dijo Donald Trump de esta manera: “Si Zelenski quería conservar Crimea, debería haber luchado por ella hace once años, cuando fue anexada por Moscú sin un solo disparo. Nadie le pide a Zelenski que reconozca Crimea como territorio ruso, pero, si la quiere, ¿Por qué no lucharon por ella (…)?” Y al conocer la respuesta del mandatario ucraniano de que no cederá ni un ápice de su territorio tan gratuitamente como insiste Trump a favor de su “amigo” Putin, la nueva respuesta del energúmeno de la Casa Blanca fue: “No hay nada más que hablar. Las palabras de Zelenski son muy perjudiciales para las negociaciones de paz con Rusia, ya que Crimea se perdió hace años bajo los auspicios del presidente Barack Hussein Obama (aquí atacó a su némesis, a la persona que más odia y envidia Trump, al primer presidente negro de los Estados Unidos). Son declaraciones incendiarias como la de Zelenski, las que dificultan tanto la resolución de esta guerra. ¡No tiene nada de qué presumir! La situación de Ucrania es desesperada: puede lograr la paz o puede luchar durante otros tres años antes de perder todo el país. En este sentido, no tengo nada que ver con Moscú, pero sí con el deseo de salvar, en promedio, a 5,000 soldados de ambos bandos que mueren sin motivo alguno (¡!). Las palabras del dirigente ucraniano, sólo contribuirán a prolongar el campo de la muerte. ¡Y nadie quiere eso!” Escribió en su red social.  

¡Vladímir detente, no dispares más! Exclamó Trump a Putin

            Las reacciones ante la imposición que el presidente de USA quiere poner sobre las espaldas de los ucranianos o de “entregarlo todo”, han llegado desde todos los puntos cardinales de esta nación invadida por los rusos. Uno de los primeros en reaccionar fue el representante de los tártaros de Crimea, Refal Chubarov, quien, en declaraciones a Radio Liberty, manifestó que la administración Trump no hacía más que poner a prueba a los dirigentes ucranianos con sus mensajes sobre concesiones territoriales, sin las cuales “la guerra supuestamente no terminaría y no podría alcanzarse una paz duradera.” Luego se escuchó la respuesta del Despacho presidencial en Kiev, Capital de Ucrania, expresado en la televisión de este país en boca del asesor del mandatario, Sergi Leshchenko, quien aseguró que estaban en total desacuerdo con las exigencias del estadounidense. “Crimea no está en discusión”, recalcitró Zelenski, quien añadió que es y seguirá siendo territorio de Ucrania, invadido por Rusia.

            Y para Robert Lansing, de la organización Estudios sobre las Amenazas Globales y las Democracias (RLI, por sus siglas en inglés), existen varios riesgos si se reconoce a Crimea como parte de los invasores llegados desde Moscú. Uno de ellos supondría “un giro fundamental en la política exterior de Estados Unidos y marcaría una ruptura con décadas de principios jurídicos en defensa de la integridad territorial. En primer lugar, reconocer la anexión de Crimea sería un golpe estratégico a las normas internacionales, socavaría el principio de integridad territorial, consagrado en el derecho internacional y debilitaría el orden jurídico establecido tras la Segunda Guerra Mundial. Esto animaría a otros Estados autoritarios, como China o Turquía, a practicar el revisionismo territorial.

            “En segundo lugar, esto provocaría el distanciamiento entre aliados dentro del campo occidental. Ucrania vería ese paso como una traición y, sobre todo, los miembros del Este de la OTAN y la Unión Europea (UE), lo verían como una capitulación ante la agresión rusa.

            “En tercer lugar, esa medida tendría implicaciones para la política interior de Estados Unidos. Provocaría una reacción bipartidista y suscitaría dudas sobre los verdaderos motivos de Trump, especialmente dadas las especulaciones sobre sus posibles vínculos de larga data con Moscú.” Razonó el experto.

            Y para el politólogo ucraniano, Volodimir Fesenko, manifestó en una entrevista reciente a la prensa alemana que “Crimea es una línea roja y su pérdida, absolutamente inaceptable para Ucrania, porque reconocer legalmente la anexión de Crimea, crearía un precedente extremadamente peligroso, no sólo para Ucrania, sino para el mundo entero.” Pocas fechas después y para recordar los primeros 100 días del actual gobierno estadounidense, Donald Trump apareció fotografiado en la portada de la revista Time, algo que le agrada sobremanera pues infla su portentoso y descomunal ego, y en la entrevista de fondo dijo de acuerdo a su manera de hablar petulante y vulgar: “(…) Esta es la guerra de Obama. Esta es una guerra que nunca debería haber ocurrido. Dicho esto, ¿Serán capaces de recuperarlo? Han tenido a sus rusos. Han tenido sus submarinos allí mucho antes de cualquier período del que estemos hablando, durante muchos años. La gente habla mayoritariamente ruso en Crimea. Pero esto fue dado por Obama (¡!), no por Trump. Crimea (…), conmigo de presidente, no habría sido tomada.” Sin embargo, recordemos que Afganistán fue entregado a los talibanes por el primer gobierno de Donald Trump, lo cual sólo descubre la fanfarronada en las palabras del presidente de USA.

            Y agregó: “Creo que Putin preferiría hacerlo de otra manera, que preferiría llevárselo todo, Y creo que, gracias a mí (nótese el altísimo grado de narcisismo de este tipo), soy el único que puede negociar esto. Hemos avanzado mucho. Hemos tenido muy buenas conversaciones y estamos muy cerca de un acuerdo. Y no creo que nadie más hubiera podido lograrlo.” Mientras tanto, el ruso proseguía bombardeando con más saña localidades de civiles en el corazón de Ucrania, prueba irrefutable de lo cerca que está con Trump de alcanzar la paz (léase en tono sarcástico). Y para acabar de entorpecer más las cosas, el mandatario de USA dijo: “No creo que puedan entrar nunca a la OTAN (los ucranianos). Creo que eso ha sido, desde el primer día, lo que provocó que empezara la guerra. (…) Si no se hubiera hablado de eso, habría habido muchas más posibilidades de que no hubiera empezado.” Dijo Trump con el escaso vocabulario del que “hace gala.”

            Y mientras fanfarroneaba sobre “el avance de las conversaciones” con el déspota y criminal Putin, éste ha seguido bombardeando ciudades en Ucrania, causando muertes en civiles. Pocas horas después de la entrevista para Time, Trump se dio cuenta de que los rusos habían lanzado varios misiles y drones contra Kiev, considerado uno de los más graves de los últimos meses. El gringo se sintió despechado, profundamente defraudado de su “amigo…” Fue cuando le gritó semejante a una dama desesperada ante un despropósito de su hombre: “¡Vladímir, basta!” Y un poco más sosegado dijo: “No estoy de acuerdo con los ataques rusos a Kiev. Innecesarios y en un mal momento. Mueren 5,000 soldados a la semana –exageró en Truth Social-. ¡Consigamos el acuerdo de paz!” Expresó en un tono afeminado de su parte.

            El ataque ordenado por Putin, según la versión ucraniana, mató a nueve personas y más de 70 resultaron heridas en diversos distritos de la Capital de Ucrania, en los que fueron destruidos edificios residenciales y comerciales. El Ministerio de Defensa ruso negó que los objetivos fijados fueran civiles; pero la realidad presentó otra cosa: fue contra personas comunes que se mantenían en la normalidad y cotidianidad de sus vidas.

            Para el analista español Xavier Colás, lo que realmente pretende Putin, dentro de su plan secreto, es mantener a Donald Trump implicado en la paz, para que no intervenga en “su guerra” en Ucrania; es decir, mientras el estadounidense clama y clama igual a un cordero sin su madre, con sonidos lastimeros emitidos por su bocaza, el ruso bombardea libremente todo lo que se le ocurra dentro del territorio ucraniano que ha invadido desde hace tres años atrás. “El Kremlin finge negociar mientras Washington empieza a dar claros síntomas de pérdida de la paciencia”, apunta el mismo analista en un diario de gran tiraje en España. Mientras tanto, ciudades en Ucrania como la misma Kiev, la Capital, Járkiv y otras, sus unidades de rescate intentan sacar a los cuerpos de civiles sin vida que están debajo de los escombros de los edificios destruidos por los misiles de Putin; y mientras Trump escribe, escribe y escribe en su red social acerca de una paz que se le escapa de las manos, el Kremlin da muestras de que la paz no es con ellos, no está dentro de sus planes ni remotamente en su vocabulario. Es cuando el articulista español reafirma convencido: “Trump hace tiempo que ha soltado los mandos de la única esfera en la que Washington podía tener algún efecto sobre Moscú, aunque fuese de manera indirecta: el ámbito militar.”

            Lo peor radica en que el mandatario de EE.UU todavía no se percata, ni remotamente, debido a su escases de sustancia gris en el cerebro, que Putin no está interesado en acabar la guerra; no se ha dado cuenta de que el dictador ruso lo que desea es apoderarse de Ucrania, su riqueza material y humana, porque para él “Ucrania no existe, nunca ha existido, es una fantasía de los occidentales” y lo ha repetido decenas de veces, pero todavía Trump no entiende de qué se trata ese argumento de “mi amigo Putin,” según insiste en llamarlo. En este sentido, el analista español Colás insiste al decir: “Pero las decisiones de EE.UU tienen ya pocos efectos sobre Rusia: su poder blando no cala en la población rusa, el negocio entre ambos países es modesto y en gran medida lo que podía sancionarse ya está sancionado.” lo cual indica que Donald Trump no tiene ninguna herramienta para frenar a “su amigo”, tampoco ninguna coacción, y aquel no deja de reírse burlonamente en su oficina en el Kremlin, al ver la ingenuidad del estadounidense, quien cree que es dios, pero un dios sin poder, sin inteligencia mínima siquiera.

            “No había ninguna razón para que Putin lanzara misiles contra zonas civiles en los últimos días –retozó Trump, muy dolido-. Esto me hace pensar que (…) sólo me está dando falsas esperanzas y que debería ser tratado de otra manera: ¿Mediante sanciones bancarias o secundarias?” Se preguntó igual a un adolescente al que su novia hizo promesas, pero que lo ha dejado en la amarga espera... La respuesta del gringo podría ser congelar los últimos medios de pago y los posibles vetos a terceros países por comerciar con Rusia; pero en esto, Putin tiene vías de escape que han impedido que la economía rusa decline o colapse y, por el contrario, parece que se mantiene sólida y fuerte como antes del comienzo de esta guerra.

            Terminamos el presente reportaje reproduciendo el texto del articulista español Xavier Colás, en el diario de este país europeo, y que da una panorámica fiel de lo que sucede: “Tras 100 días de Trump en el cargo, incluso el negociador más ingenuo podría haberse dado cuenta de que Putin no tiene intención de aceptar un alto el fuego, ni el plan, ni el calendario de Trump, advirtió hace unos días Carl Bildt, ex primer ministro sueco, que está convencido de que ‘Putin depende más de Trump que del ejército ruso para lograr algo que pueda considerarse una victoria.’ Sabe que a Trump le quedan más de 1,300 días que, vistos los 100 primeros, todavía pueden dar mucho de sí pese a los cambios de humor del magnate.

            “Putin no logró tomar Kiev en 2022, pero en 2025 ha conseguido que los funcionarios estadounidenses repitan las falsedades del Kremlin como si fueran suyas (…). Mientras Trump culpa a Zelenski de casi todo y persigue acuerdos que son aparentemente inasumibles para Ucrania y tal vez irrelevantes para Rusia, EE.UU ha olvidado los suministros a Ucrania. Un armamento que, en caso de la tecnología punta como los misiles ‘Patriot’, no tiene sustitutos europeos a la hora de interceptar esos ataques rusos contra los que ahora clama impotente –pero en mayúsculas- en redes sociales ante un Putin que apenas usa el ordenador (computador).” Concluye con toda la razón de su lado.

            Y para John Lough, investigador de Chatham House y ex representante de la OTAN en Moscú, lo que quiere Putin es predecible: “avanzar lentamente, mantener el interés de Trump y restablecer expectativas. Putin quiere asegurarse de que Ucrania se debilita militarmente al máximo.” Otra cosa, para el déspota nacido en San Petersburgo y que tiene a Rusia tomada por el cuello, carece de total importancia. Él sólo quiere ver a Ucrania postrada a sus pies y entregada al poderío ruso, aunque ese poderío sólo esté en su fantasiosa imaginación soviética.

La “Pax Romana” que Quiere Vladímir Putin para Ucrania. Desde Todo Ángulo… Inaceptable

MOSCÚ, NEW YORK y KIEV-(Especial para The City Newspaper) Una conversación telefónica entre Volodímir Zelenski, mandatario de Ucrania, y Donald Trump, quien podría ser el próximo presidente de los Estados Unidos, si no cambian “las tornas” y Joe Biden insiste en hacer el ridículo al continuar nominándose para ese mismo puesto, ha dado un leve matiz a la guerra entre rusos y ucranianos y puesto en alerta a los analistas de este conflicto.

            Sabedor de que podría ser el presidente de los Estados Unidos en los próximos cuatro años, llamó vía telefónica a Volodímir Zelenski y le prometió que negociará con el dictador de Rusia, Vladímir Putin, para poner fin a la guerra; aunque lo que sí es seguro es que la ayuda a Ucrania en un eventual gobierno de Trump, decaerá, sino desaparecerá completamente y ello preocupa a los ucranianos que dependen mayoritariamente de la ayuda del Pentágono y de la Casa Blanca, para sostener y resistir los ataques del ejército invasor de Putin.

            En su cuenta de Truth Media, su plataforma social, Donald Trump escribió que la llamada telefónica a larga distancia con Kiev, fue “muy buena” y que Zelenski lo felicitó por su reciente nominación como candidato republicano y le manifestó también su condena al intento de asesinato que sufrió Trump en un mitin, hace pocos días. Y estas fueron las palabras textuales dichas por Donald Trump acerca de su conversación con el ucraniano: “Aprecio que el presidente Zelenski se comunique conmigo, porque yo, como próximo presidente de los Estados Unidos (nótese su seguridad al afirmarlo), traeré paz al mundo y pondré fin a la guerra que ha costado tantas vidas y devastado a incontables familias inocentes. Ambas partes serán capaces de juntarse y negociar un pacto que termine con la violencia y allane un camino adelante, hacia la prosperidad.” Dijo Trump, dando la impresión de ser un Sumo Pontífice antes que el Trump que siempre hemos conocido.

Primeramente, el plan de paz de los asesores de Trump

            Después del diálogo telefónico, el presidente de Ucrania escribió en su cuenta de X: “(Agradezco) el apoyo vital de ambos partidos (el Demócrata y el Republicano) y de ambas cámaras legislativas de los Estados Unidos, por la ayuda de ese país, destinada a mejorar nuestras capacidades para resistir el terrorismo ruso. Hemos acordado con el presidente Trump, tratar en una reunión personal, qué pasos pueden llevar a una paz justa y verdaderamente duradera.”

            No obstante la buena disposición de uno y de otro, todos saben que Donald Trump no está dispuesto a ayudar a Ucrania con dinero y pertrechos de guerra, cuando llegue nuevamente a la Casa Blanca y el mensaje que está dando ahora, radica en que pondrá fin a la guerra entre Rusia y Ucrania, lo mismo entre Israel y Hamás, en Palestina y exclamó: “¡Ninguna de las dos habría ocurrido si yo hubiese estado en la presidencia (de los Estados Unidos)!” Empero, hay que recordar que en los últimos meses de su administración, Trump y su enviado especial, Mike Pompeo, devolvieron Afganistán a los talibanes, causando el enorme problema que sufre esa nación centroasiática en estos momentos.

            Siempre en el marco del conflicto ruso-ucraniano, el candidato republicano y muy posiblemente el ganador de las elecciones estadounidenses de noviembre venidero, tiene en su escritorio el plan de paz que dos de sus asesores de seguridad le han diseñado y que podrá implementar una vez sentado en la Oficina Oval de la Casa Blanca. Uno de los puntos de dicho plan, contempla erradicar “de tajo”, la ayuda militar a los ucranianos si estos no inician las conversaciones para poner punto final a la guerra con Rusia. Los dos asesores que Trump nombró para este cometido, son antiguos miembros del Consejo de Seguridad Nacional, durante la primera administración del republicano: se trata del teniente general retirado, Keith Kellogg y Fred Fleitz, quienes proponen un alto al fuego e iniciar las conversaciones bilaterales, con base a las líneas de frente, establecidas en el momento. Fleitz incluso sostiene que Kiev no tendría que ceder territorio formalmente, pero considera que las fuerzas armadas de Ucrania no tendrán la capacidad de retomar todo el territorio ocupado por los rusos “a corto plazo.”

            El mismo Fleitz indicó que Donald Trump leyó la propuesta de paz que le fue presentada y le dio una valoración positiva: “No digo que estuviera de acuerdo o que estuviera de acuerdo con cada palabra, pero nos complació recibir la respuesta que recibimos.” Por su parte, el candidato republicano aseguró que si llega a la Casa Blanca “seré capaz de terminar la guerra en Ucrania en 24 horas.” ¿Una fanfarronada más de Trump? Posiblemente.

            Y en el caso de que los rusos no deseen entablar el diálogo pro-paz, Estados Unidos enviaría más armamento a Ucrania, aseguró Kellog. “Les decimos a los ucranianos: ‘tienen que sentarse a la mesa y si no se sientan a la mesa, el apoyo de los Estados Unidos se agotará.’ Y le dices a Putin: ‘Tiene que sentarse a la mesa y si tú no vienes a la mesa, entonces les daremos a los ucranianos todo lo que necesitan para matarte en el campo.’” El documento también contempla retrasar la entrada de Ucrania a la OTAN, “durante un período prolongado, a cambio de un acuerdo de paz integral y verificable con garantías de seguridad.”

            Hasta el momento, Ucrania ha rechazado cualquier concesión territorial; o sea, regalarles los territorios a los invasores rusos que están en sus manos en estos instantes y “la paz sólo puede ser justa y sólo puede basarse en el derecho internacional.” Ha dicho Mijailo Podoliak, asesor presidencial del gobierno de Kiev; y esta nueva propuesta redactada por los asesores de Donald Trump, tampoco convence a los ucranianos. En la contraparte, el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, ha asegurado que Vladímir Putin, dictador de Rusia, está abierto a negociaciones, “pero teniendo en cuenta la situación real sobre el terreno.” Lo cual da a entender que los territorios del Donbás, en manos rusas, no serán entregados (devueltos, mejor dicho) en modo alguno a Ucrania y ello sería el escollo más significativo entre ambos gobiernos para el cese definitivo del fuego. Con justa razón, los ucranianos exigen que los rusos se retiren de todos los confines que pertenecen a Ucrania y dejen los límites como estaban antes de la invasión; incluso, pedirían que se les devuelva la Península de Crimea, arrebatada también por Moscú. Evidentemente, no será tan fácil como fanfarronea Donald Trump y posiblemente las negociaciones se extiendan a lo largo de los próximos cuatro años de su nueva administración en Washington.

Estas son las exigencias rusas…

            En específico, esto es lo que exige Vladímir Putin desde el seno de su dictadura en el Kremlin:

1.      Abandonar la aspiración de Kiev, sede del gobierno de Ucrania, de ser miembro de la OTAN, y adquirir un status neutral de Ucrania (inconcebible, pues sería coartar la libertad de movimiento y elección de un pueblo y un país libre y supeditarlo a las ordenanzas y caprichos de Rusia, una nación convincentemente enemiga de Ucrania).

2.      Establecer el ruso como el segundo idioma Estatal y abolir todas las leyes que restringen este status. (Una exigencia tan demencial como la anterior, en principio porque se metería de lleno en las decisiones de un país y un pueblo libre, que tiene la potestad de elegir lo mejor e independientemente, para sus ciudadanos).

3.      Reconocimiento de la Península de Crimea como territorio ruso. (Ucrania no está en disposición alguna de “regalar” un solo acre de su territorio y menos esta porción de importancia vital en lo marítimo y comercial para los ucranianos).

4.      Reconocimiento de la independencia de las repúblicas populares de Donetsk y Lugansk, dentro de los límites administrativos de las dos regiones, incluidos los territorios actualmente controlados por Ucrania. (Ibid-Idem anterior, nótese que el descaro de Putin no tiene límite y no admite siquiera meditar al respecto ni darle una respuesta distinta a una tajante negativa).

5.      “Desnazificación”. Prohibición de las actividades de los partidos y organizaciones públicas ultranacionalistas nazis y neonazis. (El presidente actual de Ucrania, Zelenski, es judío y su naturaleza le impide, de plano, ser confeso del nazismo; y que el Kremlin le ordene a los ucranianos cuáles partidos deben existir y no existir en su vida política, es inaceptable, pues sería una clara interferencia en sus decisiones que como pueblo y gobierno solo competen a los ucranianos; tampoco hay nazismo en Ucrania como insiste en decir histriónicamente Putin para justificar su invasión).

6.      Y la última exigencia para otorgar a Ucrania “la Pax romana” que el Kremlin quiere, exige la desmilitarización de Ucrania que implica el completo abandono de las armas que pueden representar una amenaza para Rusia. (Es decir, algo así como la fábula del asno amarrado con el tigre suelto, con Ucrania desprovista de defensa y a merced de cualquier invasión que se le ocurra a Putin y no pueda responder al fuego de ese invasor).

|           Dentro de la obviedad, los seis puntos son inaceptables de manera radical y tajante. Ningún país que se precie de ser digno y soberano, aceptaría ni una coma, ni un solo guion dentro de esas puntuaciones, pues todas y cada una de esas exigencias, laceran la libertad y supedita a Ucrania a las imposiciones presentes y futuras que se le ocurra al tirano que habita en el Kremlin. Ciertamente esa no sería “la paz” que todos anhelan en Europa, sino un acto de humillación único en la historia de la humanidad, que ningún país en el pasado hubo aceptado jamás y tampoco le fue propuesto nunca. De hecho, nadie en Europa Occidental está de acuerdo en lo anterior y no aconsejan sus líderes aliados de Ucrania, sentarse siquiera para leer tal desparpajo. Es preferible la guerra con todas sus consecuencias y derramamiento de sangre, que vivir bajo “la bota moscovita”; ya que es un plan estalinista y producto de una mente enferma, como lo es la de Vladímir Putin. Un individuo enfermo, solo puede esparcir su enfermedad allí por donde vaya; en este caso su esquizofrenia le ha desbordado su cabeza.

            Paralelo a lo anterior, en el resto de Europa han meditado profundamente sobre la amenaza que representa la Rusia actual en las garras de su dictador Vladímir Putin. Por ejemplo, en Alemania, políticos y militares advierten del peligro de un ataque ruso a mediano plazo a cualquiera de las naciones que conforman la Unión Europea (UE). Ante tal peligro, el ministro de Defensa alemán, el socialdemócrata Boris Pistorius, ha pedido más dinero para reforzar al ejército alemán, “relajado al máximo” después de la desintegración de la Unión Soviética y de la fusión de las dos Alemanias en un solo Estado. El canciller Olaf Scholz, en respuesta a su ministro, anunció “un fondo especial de €100 mil millones para las Fuerzas Armadas alemanas”; pero esa cantidad no es suficiente para Pistorius quien exige para el 2025, al menos €6,500 millones adicionales al presupuesto militar normal. Porque la verdad es esta: el ejército alemán de la actualidad, no podría defender a ningún país ahora mismo, si fuese atacado por un ejército como el de Rusia, a pesar de todas las falencias que ha demostrado en su guerra con Ucrania.

            Para Frank Sauer, de la Universidad de la Bundeswehr, “a pesar de la inyección de €100 mil millones, las fuerzas militares siguen estando subfinanciadas y si no se inyecta más dinero, hacia el 2026 llegará un punto en el que la Bundeswehr (ejército alemán), solo podría mantenerse en funcionamiento con mucho esfuerzo.” Ha explicado.

            Finalmente, los europeos occidentales y amigos de Ucrania, observan con preocupación un triunfo electoral de Donald Trump, más todavía cuando la situación en los Estados Unidos parece decantarse cada vez más a favor del republicano; y para Christoph Heusgen, jefe de la Conferencia de Seguridad de Munich, cree que “Vladímir Putin pretende restablecer una Gran Rusia dentro de las fronteras de la antigua Unión Soviética. Si Putin no pierde la guerra en Ucrania, debemos esperar que también ataque a Moldavia o a los países bálticos.” Ha resaltado.

            Y nuevamente Frank Sauer vislumbra lo peor en el caso de que Trump regrese a la Casa Blanca después de noviembre, máxime cuando Joe Biden continúa con su actitud errática de seguir siendo el candidato demócrata: “Todavía no veo una amenaza inminente contra un Estado de la OTAN –ha dicho-, pero imaginemos que Trump gana la presidencia en Estados Unidos y sentencia, como ha hecho en campaña varias veces, que los países europeos que no hayan pagado su ‘cuenta’, no estarán protegidos por la OTAN. Mientras, Ucrania se derrumba hasta convertirse en un Estado ruinoso, debido a la falta de apoyo occidental: la guerra estaría prácticamente ganada para Rusia. Putin se acerca a los 80 años y desea completar el trabajo de su vida, crear una Gran Rusia, y decide atacar uno a más de los Estados bálticos y Estados Unidos (bajo Trump) dirá: ‘ese no es nuestro problema y de todos modos ustedes no pagan sus cuentas y nosotros estamos ocupados con China.’ Algo así podría ocurrir de acá a cinco años más.” Concluye.

            Esa es la panorámica real que preocupa e incomoda a los europeos de hoy y con justa razón, mientras Donald Trump aparece incontenible en su carrera hacia la Casa Blanca, hechos que hacen pensar que la humanidad entrará en una nueva etapa a partir del triunfo electoral del republicano y no será un período para sentirse a gusto, relajados y contentos. Porque será todo lo contrario… según se decantan las cosas.

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