LA CIUDAD 

Los acontecimientos que se suscitan en las calles, viviendas y en la panorámica general de la gran urbe



Olga, periodista/Editora temas urbanos

Angela Merkel, la Ex Canciller Alemana, Regresa con su Autobiografía. 

El Lanzamiento Mundial del Voluminoso Libro

BERLÍN, Alemania-(Especial para The City Newspaper) Para aquellos que preguntaban insistentemente por ella, para quienes la echaban de menos y para quienes la adoraron como si se tratase de una “Emperatriz amada”, la señora Merkel estaba en casa, recluida, a la luz de su esposo y de su vida apacible; pero no estaba ociosa. De hecho, cuesta encontrar a un alemán ocioso, a ese pueblo que ha hecho del trabajo algo así como el leitmotiv o la razón de su existencia. ¡Pues bien! La señora Merkel estaba ligeramente inclinada ante su escritorio, día tras día, en la oficia particular que tiene en su residencia, escribiendo este libro que acaba de presentar en una noche de gala en la Capital alemana.

            Con el sugestivo nombre de “Libertad. Recuerdos 1954-2021,” (“Freiheit”, en el original en alemán), en tiempos cuando la misma libertad está siendo mancillada, especialmente en Ucrania –por Vladímir Putin precisamente, un conocido cercano de la Sra. Merkel, -, y en Palestina -por los criminales israelitas bajo el mando de otro conocido de la alemana, el dictador Benjamín Netanyahu-, este libro sin duda será el best sellers del año, o mejor dicho… del cierre del año 2024.

Con el éxito asegurado

            Antes de hacer su presentación en Berlín, en esa noche apoteósica que reunió a periodistas, amigos personales, admiradores, políticos, colegas, etcétera, etcétera, ya se hablaba muy bien del libro escrito por la ex canciller de Alemania, Angela Merkel, y de su llegada a las librerías de manera simultánea en 30 países alrededor del orbe.

            Tiene 740 páginas. Es bastante voluminoso y llegará, incluso, a la lejana China comunista, donde será vendido, suponemos, con algunas limitaciones que deberán contemplar a quién, el cuándo y a cuántos…

            Lo cierto es que los boletos que se pusieron a la venta para ingresar al Deutsches Theather de Berlín, para asistir a la presentación de esta autobiografía, se vendieron con una celeridad impresionante; o sea… en poquísimos minutos. Los admiradores de la señora Merkel se agolparon en la entrada del histórico edificio, elegido por los organizadores de la velada por razones obvias, por la importancia que siempre ha revestido este inmueble emblemático en el corazón berlinés.

            Para darnos cabal cuenta de lo que ha significado este libro antes de su presentación y aparición en las librerías de gran parte del planeta, un periódico español de gran importancia y tiraje, lo describió de esta forma: “El libro ‘Libertad’ de la ex canciller alemana causa revuelo incluso antes de salir al mercado.” ¿Pero por qué es tan sonoro el éxito de este volumen? Se preguntarán los detractores de la Merkel, que hay muchos, o los despistados que estaban en otras cosas cuando esta señora gobernaba no solamente a Alemania, sino a Europa entera. Pues precisamente por eso, porque ella fue la mujer más poderosa del mundo durante 16 años que estuvo al frente del gobierno alemán y de la economía más fuerte del continente europeo. Sus relaciones diplomáticas y políticas con decenas de líderes mundiales (unos que se iban marchando y otros que iban llegando), y las decisiones, muchas de ellas tomadas in extremis, le dieron ese peso que ningún otro personaje de la primera mitad del Siglo XXI, hubo alcanzado antes que ella. Donald Trump le envidiaba, la detestaba doblemente: por ser mujer, primeramente (recordemos lo machista que es ese sujeto); y por la capacidad arrolladora que tenía y llevaba implícita la Sra. Merkel.

            Vladímir Putin, entonces no declarado abiertamente enemigo de Occidente, ni el asesino consumado que es hoy después de su invasión a Ucrania, le echó, literalmente, los perros suyos, en medio de un salón del Kremlin, a sabiendas de que Frau Merkel temía a esos animales. Así, aunque parezca una absurda broma, intentó bajar el instinto demoledor de la alemana, ponerla a la defensiva y que se olvidara del porqué de aquella visita a Moscú. Recordemos además que los alemanes son vistos por los rusos como los eternos y poderosos enemigos que vencieron entre 1942 y 1945, durante y al final de la Segunda Guerra Mundial y Angela Merkel era alemana. Eso no lo escatimó ni pasó por alto el desagradable Putin.

            Justamente en su libro, Fran Merkel se refiere ampliamente a sus experiencias con Putin y Trump; y lo hace también con los políticos contemporáneos que se cruzaron en su camino. En este punto es importante recordar la anécdota de su encuentro fortuito con el entonces dictador de Cuba, Raúl Castro, quien, antes de asumir el poder tras la muerte de Fidel, era el brazo ejecutor de todas las sentencias de muerte contra los disidentes, que se dictaban en la isla. ¡Pues bien…! En una de las tantas Cumbres mundiales, ambos se toparon: la Canciller de Alemania y el sátrapa asesino, Raúl Castro, y éste le esbozó su mejor sonrisa, su sonrisa afeminada que era proverbial en toda Cuba; pero la señora pasó a su lado, fría, despectiva y sin dedicarle siquiera una mirada de soslayo. No era para menos, había pasado al lado del peor asesino del Caribe, y aquel que, desde que estaban en la Sierra Maestra, antes de llegar victoriosos a La Habana, tras la huida cobarde de Fulgencio Batista hacia Isla de Madeira, ya fusilaba en medio de la selva tropical y lo hacía con verdadero encomio y satisfacción. Hay fotografías nítidas, en las que se pueden ver a los tres fusilando inocentes, campesinos cubanos que les sirvieron de “chivos expiatorios” para practicar los fusilamientos a destajo: eran Fidel y Raúl Castro y Ernesto che” Guevara. Y Angela Merkel, quien vivió sus primeros años en la Alemania comunista (DDR por sus siglas en alemán), conoció “el paraíso socialista” desde adentro y supo, certeramente, la clase de criminal que era Raúl Castro, lo mismo que su hermano Fidel y la satrapía que les acompañaba en el poder.

            En retorno al libro, la ex canciller de Alemania repasa su vida desde su infancia y juventud en la DDR, como esbozamos en las líneas de arriba, la reunificación de las dos Alemanias, después del derrumbamiento del Muro de Berlín, su ascenso político hasta las cumbres del poder y el recorrido a lo largo de los 16 años que duró “su reinado” al frente de la Cancillería. Todo “un plato fuerte” para aquellos que gustan de las buenas narrativas, de la política con altura y de los grandes líderes que han regido los destinos del planeta entero.

            Desde luego, la editorial que ha publicado este volumen ha pensado en todo, incluyendo las tendencias modernas para leer, como el audiolibro y las versiones para teléfonos celulares, tablets o computadores; y la autora emprenderá, en los próximos días, una gira por las principales Capitales europeas y otras urbes de ese continente, para presentar, en los respectivos idiomas, este mismo libro. Es decir, además de su natal alemán, el libro ha sido traducido a las principales lenguas que se hablan en la actualidad. Algo propio del ser alemán que, en cuestiones de creatividad, creación y trabajo, no deja nada al azar.

            Pero será en los Estados Unidos, propiamente en Washington D.C., donde Frau Merkel se encontrará con su gran amigo, colega y ex socio en esto de gobernar potencias, el distinguido ex presidente demócrata, Barack Obama, quien le apoyó en tantas decisiones importantes que la ex canciller tomó en distintos momentos de su dilatada administración: esto quiere decir que presentará el libro, en inglés por supuesto, en la Capital estadounidense, y estará acompañada por el ilustre primer presidente de raza negra que gobernó a los Estados Unidos durante dos administraciones. Ello será este próximo 2 de diciembre cuando el auditorio elegido estará a rebosar, pletórico de gentes que admiran a ambos políticos. Quizás los dos últimos auténticos que ha habido en la geopolítica contemporánea. Es cuando el periodista Ralph Bollman, opina así de la Sra. Merkel: “En aquel momento, ella era muy aclamada en los Estados Unidos como oponente liberal-demócrata. Eso seguro le ayudará ahora en su marketing (las ventas del libro en USA).” Recordemos que Bollman también escribió una biografía de Angela Merkel con singular éxito de librerías.

            Algunos extractos que han sido publicados en periódicos alemanes en estos días, mencionan que la ex canciller toca temas, además de los expuestos en las líneas de arriba, como la controvertida acogida de refugiados provenidos de Oriente Próximo (incluso un terrorista del Isis se hizo un selfie con Angela Merkel a su llegada a Alemania); su política hacia Rusia y Ucrania y su visión sobre las reiteradas crisis humanitarias y bélicas en Cercano Oriente.

Algunos aspectos de la presentación del libro

            Para el observador avezado fue posible notar la ausencia (o “la presencia de ausencia”) de aquellos que fueron colaboradores de Angela Merkel a lo largo de los 16 años de gobierno. ¡Ninguno de ellos estuvo en el Deutsches Theather de Berlín! Tampoco ningún cargo de la CDU, el partido político que sustentó la carrera política de esta mujer.

            La prensa alemana, en especial el poderoso Frankfurter Allgemeine Zeitung, el periódico más importante de Europa, le dedica esta crónica a la ex canciller, y lo hace en primera plana: “Las copias azules (los volúmenes del libro), están apiladas en el vestíbulo del Deutsches Theather de Berlín. Es la noche del estreno del libro, las memorias ya han sido firmadas: La ex canciller, como dirá su editoria Kerstin Geba en su bienvenida, lo había ‘firmado a una velocidad vertiginosa’ el día anterior. Muchos visitantes compran una copia antes del inicio del evento y esperan pacientemente en fila (para que ella les estampe su autógrafo). El esposo de Merkel, Joachim Sauer, se abre paso entre la multitud; el actor Ulrich Matthes abraza a alguien; el escritor Rainald Goetz está de pie, ligeramente elevado en un escalón y mira la escena con rostro serio. Los periodistas de la Capital dan la bienvenida a otros periodistas de la Capital. Stefan von Hotzbrinck, director general del grupo editorial, que compró las memorias de Merkel por una suma probablemente exorbitante y las vendió a más de 30 países, dice en una entrevista: ‘Con algunos libros, a la gente le gusta tomar riesgos.’ Sin embargo, no revela qué tan grande es el riesgo financiero.” En este último aspecto, luego trascendió, por un canal no oficial pero confiable, que sólo la autora del libro, la Sra. Merkel, se embolsó a manera de anticipo (la editorial alemana le pagó una parte del dinero por haberle comprado los derechos), la “bicoca” de €12 millones. Subrayamos: eso fue sólo el “anticipo”; de tal manera que el monto total se desconoce hasta el momento.

            Retornando al ambiente que reinaba en la sala del Deutsches Theather berlinés, la editora Geba, dentro de su conversación con otros circunstantes, elogia “el arte narrativo de Angela Merkel” y de su coautora y ex directora, Beate Baumann. Pocos minutos después, Frau Merkel comienza la ceremonia con su característica voz que se ha dejado de escuchar en los últimos años, debido a su retiro de la política. Es cuando lee la introducción de sus memorias, como si se tratase de un audiolibro. Casi de inmediato, aparece la periodista Anne Will, moderadora de la velada, seguida por la ex canciller, quien viste con pantalón negro holgado y su infaltable blazer color marfil. Aquellos blazer que siempre usó, de distintos colores, y que la identificaron a lo largo de sus 16 años de “reinado” en el escenario de toda Europa.

            En el caso de Beate Baumann, trascendió que ayudó a la redacción del libro y a la composición final del mismo: la presentadora narró acerca del trabajo de Baumann ante el auditorio esa misma noche, de la labor de ambas. Relató que escribieron el libro juntas, cada una puso su parte en papel y luego armaron el volumen que se iría a la imprenta. “Fue un trabajo inusual para una ex canciller: sentarse en un escritorio frente a la computadora. Fue una experiencia nueva (…) (para Frau Merkel).” El público que conformaba el auditorio estalló en aplausos para la invisible Baumann, quien permanecía entre bambalinas, sin dar el rostro, porque la ceremonia era toda para Angela Merkel… son sus vivencias, son sus experiencias de vida.

            La moderadora, Anne Will, tomó la palabra antes de que lo haciera la “estrella de la noche” y describió, entre otras cosas, la temática global de la obra literaria: desde la infancia en la República Democrática Alemana (RDA), el refugio que significaba su familia dentro de aquella dictadura comunista, supra-obediente a Moscú; hasta los partidos que actuaban como maquinarias de poder “en la otra Alemania”, la ambición que se detectaba en cada dirigente, hasta confluir en la guerra de Ucrania y las actitudes de Putin, antes, durante y después de la invasión al suelo ucraniano.

            En lo que atañe a su actuación en la velada de la presentación de su auto-biografía, la Sra. Merkel manifestó al nutrido auditorio que la escuchaba y se había abalanzado, antes de la charla, hacia la pila de libros y había comprado casi todos los ejemplares: “Siempre he sido honesta –dijo la ex política-, y he tomado todas las decisiones, de tal manera que las volvería a tomar en retrospectiva.” En muchos de los asistentes, quienes recuerdan algunas de “esas decisiones” que Angela Merkel tomó, aun a sabiendas de que iban en contra de las mayorías, apareció la Cumbre de la OTAN, en el 2008, en Bucarest, Capital de Rumanía, cuando la líder alemana se plantó y no estuvo de acuerdo con la adhesión de Ucrania a la Alianza. Fue una determinación que cada quien puede interpretarla como mejor le parezca, pero, en aquel momento preciso, Merkel sintió que era lo mejor que podía decidir y Ucrania permaneció fuera de la OTAN. Lo que haya sucedido después… fue algún tiempo después, precisamente. “(…) de lo contrario, Vladímir Putin podría haberse sentido provocado a atacar a Ucrania incluso entonces. Personalmente, no creo que haya sido un error, incluso en retrospectiva.” Se explicó Merkel ante el auditorio.

            La presentación transcurrió relajadamente, el ambiente no pudo ser mejor. El público no había dejado de aplaudir desde que la ex canciller apareció en el escenario y con cada argumentación que le emocionaba, volvía a manifestar el estruendo de sus palmas. “Soy una de las personas afortunadas –recalcó Merkel-, que experimentó la caída del Muro (de Berlín), a una edad en la que todavía había mucho por delante.” Afirmó. Y a la pregunta de la moderadora sobre cuál fue el mayor obstáculo que enfrentó la autora a lo largo de su carrera política, si fue por haber llegado de la Alemania Oriental o por ser mujer, Merkel no dudó en contestar: “ser mujer.” Y así lo explicó: “Lo sentí en la primera campaña electoral en el 2005, que casi perdí. No sólo por los aires machistas y las gracias de mi antecesor, Gerhard Schröder, y cuando más se acercaba el día de las elecciones, mayor era la preocupación (y me preguntaba): ¿Puede una mujer hacer eso?”

            Y ante la afirmación de algunos de sus críticos dentro de Alemania que en el libro no hay realmente nada nuevo, la ex canciller salta y dice al instante: “Entonces, la gente decía de mi paso por el gobierno: ‘Nos mintió, nos ocultó cosas reales.’ (Pero) cuando lo tienes en la mano, una joya así (el libro), entonces te paras frente a ti mismo como si estuvieras en un desfile.”

            Esa misma noche, recordó y volvió a defender su política referida a los refugiados que llegaban desde la lejana Siria, a pie, recorriendo media Europa, para rehacer sus vidas; también “se sacudió” acerca de Rusia y la economía alemana. En cuanto a las críticas de sus detractores, si había sido demasiado blanda con Rusia a cambio de obtener gas natural más barato o de que había hecho muy poco para combatir al cambio climático o para financiar a las Fuerzas Armadas alemanas, respondió que muchas de esas cosas “no estaban únicamente bajo mi control.”

            Rechazó tajantemente el cuestionamiento que se le hizo sobre haber ahorrado demasiado dinero del fisco, “hasta llevar a Alemania a la destrucción”, apoyada por su Partido cristianodemócrata (CDU), con el único propósito de ahorrar dinero en lugar de invertirlo allí donde fuese necesario y por esa causa, no se mostró dispuesta a renovar infraestructuras que estaban obsoletas o a punto del colapso, como el servicio nacional de ferrocarriles, Deutsche Bahn, que en los pasados campeonatos europeos de fútbol, o Eurocopa 2024, se notó la decadencia de dicho servicio.

            Se revolvió en su asiento cuando se le señaló ser demasiado conciliadora con Rusia y su déspota Putin, en el poder, sobre todo después de la anexión de Crimea, en el 2014, a fin de que el ruso no subiera el precio del gas que le vendía a Alemania; y en las páginas de su libro manifiesta la ex canciller Merkel que “aceptar la candidatura de Ucrania para entrar a la OTAN, Occidente estaba enviando una fuerte señal al Kremlin.” De hecho, en lo extenso de la autobiografía, Frau Merkel le da un lugar prominente a Putin y le recuerda, sin embargo, como alguien que siempre estaba dispuesto a faltar el respeto a los demás, dejando a los visitantes en Moscú, esperando mucho tiempo después de la hora señalada para el encuentro. “Llegaba demasiado tarde a las entrevistas”, escribió la alemana.

            En “las antípodas”, Angela Merkel elogia en su libro a Barack Obama, el ex mandatario de los Estados Unidos, de quien dice que, al verlo por vez primera, se dio cuenta de que podría trabajar bien en su compañía, con un colaborador inteligente y digno. Incluso, dice en una de sus páginas que pidió consejo a Obama sobre presentarse a un cuarto mandato en el 2017.

            Con respecto a Donald Trump, recordó que éste se negó a darle la mano a ella ante las cámaras de la prensa internacional y afirmó que ella había arruinado a Alemania por acoger a tantos refugiados, en el 2015 y el 2016; y también la acusó de gastar muy poco en Defensa y de realizar prácticas comerciales desleales. “(Trump) actuó siempre como si Alemania le debiera algo a él y a los Estados Unidos, pero no estaba interesado en encontrar un terreno común o trabajar en soluciones”, escribió acerca del magnate inmobiliario en su primer gobierno en USA.

            Otros datos interesantes que se pueden leer en este volumen de 740 páginas, se refieren a su etapa de la niñez en la Alemania del Este (comunista), donde “crecí feliz”, según sus propias palabras. Y al explicar por qué escribió el libro, Merkel indica que lo hizo “para ilustrar a la población cómo funciona la política nacional (alemana) y global, cómo fue mi relación con otros líderes mundiales y por qué tomé ciertas decisiones y cómo lo somaticé y el precio que tuve que pagar por ello.” Recordó el motivo de sus temblores que tanto llamaron la atención en los años de su paso por el gobierno: “Durante las visitas de varios invitados de Estado –escribió Merkel-, mis muslos (…), empezaron a temblar ligeramente. Mientras sonaban los himnos nacionales, el temblor se extendió por todo mi cuerpo (…). Nada ayudó. Pero neurológica e internamente no había nada. El origen estaba en la muerte de mi madre, en la primavera del 2019. Apenas encontré tiempo para lamentarme. Ni siquiera en el proceso de duelo pude dejar mis deberes (al frente del gobierno).”

            Durante el diálogo con la moderadora, la periodista Anne Will, en la presentación de su libro, la ex canciller manifestó que la pandemia del coronavirus cambió muchas cosas en la política mundial. Por ejemplo, en la reunión del G-20, en octubre del 2021, Vladímir Putin no viajó a Roma, sede de la Cumbre, y participó sólo mediante videoconferencia. “Cuando no hubo reuniones, nos distanciamos, no se forjaron nuevos compromisos. Esto se aplicó tanto a Rusia como a China.” Aclaró a la audiencia allí presente. Finalmente, dijo que le hubiese gustado evitar la situación actual de la guerra en Ucrania y aseveró que “esa agresión la vi venir (en aquel tiempo cuando todavía estaba en la Cancillería de Alemania).” Reveló.

            El libro pronto aparecerá en muchos países de los cinco continentes y quienes esperen leer en sus páginas detalles del cristianismo de sus padres, Angela Merkel no aborda ese tema con profundidad, no habla de la fe cristiana como muchos lo esperaban; y sobre el Islam hace afirmaciones un tanto dispersas, siempre relacionado con el extremismo y el terrorismo. Tampoco menciona extensamente a líderes mundiales no occidentales, en los casos del hindú Narendra Modi o del chino Xi Jinping o su predecesor, Hu Jintao. Menciona con agradecimiento y especial deferencia al ex mandatario de España, Mariano Rajoy, con quien  trabajó estrechamente, pero se distanciaron durante la negociación de los presupuestos europeos del 2014 al 2021, un lapso en el que fue tachada de “tacaña”, debido a sus posturas nada flexibles en cuanto al gasto dentro del presupuesto destinado a la Unión Europea (UE).

            Para finalizar, dos aspectos que la autobiografía concederá a la Sra. Merkel: un éxito sin igual en estos duros tiempos de malas finanzas, que será a nivel global; y la hará millonaria debido a esas superventas que sin duda sucederán en los próximos meses, si es que ya no era lo suficientemente rica, después de haber estado en la cúspide de la política alemana y mundial.        

Trump se Exaspera ante las Burlas de Vladímir Putin y lo Amenaza con Abandonar las Conversaciones Pro-paz

WASHINGTON, USA-(Especial para The City Newspaper) Sólo Donald Trump no ve y tampoco entiende que, cuanto más hable de pacificación de la guerra en Ucrania, más se burla de él, solapada y abiertamente también, el dictador y genocida ruso Vladímir Putin, quien no se siente ni amigo del mandatario estadounidense y mucho menos alguien a quien haya que tomarlo en serio. De hecho, mientras Trump dice que las conversaciones con Rusia van “viento en popa”, el ruso ordena masacrar a importantes cantidades de civiles ucranianos, mediante bombardeos con aviones, baterías en tierra y drones.

            Por otra parte, además de continuar con el conflicto, es evidente que ahora se ha internacionalizado todavía más cuando, junto a los rusos invasores de este país, pelean codo a codo soldados de Corea del Norte y chinos comunistas, muchos de los cuales han sido capturados por los efectivos de Ucrania y lucen desesperados por haber sido engañados por la propaganda que los convenció alistarse en el ejército ruso y por no poder regresar a China. Es evidente que cada vez más hay más milicianos involucrados en esta guerra que no tiene esperanza de detenerse ni por un corto espacio de tiempo. Incluso, Putin, en un gesto de demagogia característica en él, dijo que detenía las acciones bélicas durante la Pascua (él finge ser cristiano ortodoxo), pero a medida que silenciaba los cañones en una región, atacaba en otras con mortíferos resultados.

            Volodímir Zelenski, presidente ucraniano, afirmó hace pocos días que son varios cientos de ciudadanos chinos los que están participando en este conflicto actualmente y de varios de ellos conocemos sus nombres, debido a que fueron presentados a la televisión europea y esas imágenes también fueron difundidas por el mundo entero. Wang Guangjun y Zhang Renbo, fueron los primeros en ser capturados, quienes han pedido que les regresen a su país de origen: “Estamos listos para un intercambio y queremos regresar a China, nuestra patria, la guerra es completamente diferente de lo que hemos visto en las películas y en la televisión. Me arrepiento de una cosa: quiero pedir perdón a mis padres. Y mi único deseo es volver y seguir todas las instrucciones que me ayuden a hacerlo.” Expresó Wang. Unas palabras que fueron reproducidas por el diario ucraniano The Kyiv Independent.

            El prisionero chino, nacido en 1991, explicó a sus captores que estaba en su país navegando por una red social parecida a TikTok, cuando vio un anuncio que ofrecía trabajo en el ejército ruso, con un sueldo entre los 200,000 y 250,000 rublos (unos US$2,000 y US$3,000), además de pagar el viaje y gestionar la documentación pertinente. “Me interesó porque había perdido mi empleo el verano pasado; además, en China el servicio militar está visto como algo prestigioso. Lo cual influyó en mi decisión. Pero al llegar a Rusia todo fue diferente: me quitaron la tarjeta bancaria y el teléfono (celular). No podía manejar mi propio dinero.” Denunció. En todo caso, apenas habían transcurrido tres días de estar en el frente de batalla, cuando fue capturado por el ejército de Ucrania. “No llegué a disparar contra ningún soldado”, añadió a su penosa aventura.

            Su compañero, Zhang Renbo, nacido en 1998, narró que viajó a Rusia en diciembre anterior, luego de recibir una oferta para trabajar en construcción, pero finalmente “acabé siendo reclutado en el ejército ruso.” Se quejó. “Quería ganar dinero, pero no esperaba acabar en la guerra. Fui trasladado al territorio ocupado en Donetsk sin haber recibido entrenamiento militar previo y nunca vi a ningún soldado ucraniano, hasta el momento cuando fui capturado.” Empero, confirmaron los dos que fueron contratados por los rusos por voluntad propia, sin ninguna intervención del gobierno chino y ahora están dispuestos a asumir las posibles consecuencias legales, con tal de regresar a China. “Entiendo que puede haber castigo y estoy preparado para ello; pero sigo queriendo volver a casa y con mi familia.” Expresó Zhang.

Discriminación racial en las filas rusas

            Citan aquellos que han estado entre los destacamentos del ejército ruso, y que son de nacionalidades distintas, que el abandono, la discriminación y el riesgo constante al que están expuestos en su condición de extranjeros, son las situaciones más deleznables que han tenido que sufrir de parte de quienes, en un principio, consideraron eran sus “compañeros de armas.” La discriminación racial sistemática, según un soldado llegado del lejano oriente y que pidió no publicaran su nombre, es característica en las líneas del ejército de Putin. “Cuando los soldados no son blancos y son ‘voluntarios’ chinos, árabes, norcoreanos y africanos, son frecuentemente marginados y tratados como prescindibles. Desde el campo de entrenamiento ya se percibía una discriminación grave. A nosotros nos asignaban las tareas más peligrosas, los peores turnos y recibíamos un trato diferente al de los soldados rusos.” Confirmó. En otras palabras más claras y precisas, otros reportes expresados por otros mercenarios extranjeros, señalan que aquellos procedentes de Asia, África o América Latina (venezolanos, cubanos y nicaragüenses), han sido colocados en las primeras filas de asalto, antes que los rusos, expuestos a misiones con mínimas posibilidades de supervivencia. Tal es la situación para ellos.

            Por otra parte, en lo que estriba al malestar y la frustración que siente el presidente de los Estados Unidos, quien dijo durante su campaña y aun estando nuevamente en el poder, que la guerra de Ucrania la iba a resolver en cuestión de pocas semanas, ha notado ahora que no es tan fácil como creía ingenuamente; y cuando habla positiva y cortésmente de Putin, este dictador de Rusia se burla abiertamente de él y ordena a sus hombres atacar ciudades un tanto desprotegidas de Ucrania, con resultados nefastos para los civiles que ahí vivían, al acabar con sus vidas. Es decir, cuando Trump dice que se siente motivado y esperanzado con las débiles y enredadas conversaciones pro-paz, los rusos hacen todo lo contrario con tal de avivar la guerra en Ucrania.  

            Por esa razón, el secretario de Estado norteamericano, Marco Rubio, dijo en París durante su reciente visita, que su jefe, Donald Trump, no va a continuar con los esfuerzos a favor de la paz durante semanas o meses; es decir, “los Estados Unidos abandonarán los esfuerzos para un acuerdo de paz entre Rusia y Ucrania, si no hay señales claras en los próximos días.” Ese argumento confirma las diferencias surgidas entre representantes de la administración estadounidense, varios ministros ucranianos y los aliados europeos, aparte de la frustración que ha incentivado la dictadura rusa en relación con este conflicto. Rubio añadió que conversó, vía telefónica, con el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergei Lavrov, para compartirle el mismo mensaje que el equipo de los Estados Unidos le ha transmitido a Ucrania: “Donald Trump sigue interesado en llegar a un acuerdo en Ucrania, pero el presidente tiene muchas otras prioridades y está dispuesto a pasar de página si no se producen progresos rápidos.” Amenazó en presencia del presidente francés, Emmanuel Macron.

            Esta es la postura más firme esgrimida por la Casa Blanca desde que tiene nuevo mandatario y después de que los Estados Unidos se alineó con Rusia, Bielorrusia y Corea del Norte, en un voto contra una resolución de la Asamblea General de la ONU, en la que aparecían dos referencias de condena a la agresión de Moscú a Ucrania. Y lo más decepcionante para Trump, quien creía que la pacificación de este conflicto era semejante a vender o comprar una propiedad, como está acostumbrado a hacer dentro de su oficio en los bienes raíces, ha sido la actitud de Moscú en clara burla a sus intenciones y después de varias conversaciones vía telefónica con Vladímir Putin y los repetidos contactos de alto nivel entre Washington y Rusia y que no han surtido efecto alguno, más allá de las sonrisas socarronas del invasor Putin. Incluso, el propio mandatario francés, Macron, acusó hace pocos días a Rusia de “burlarse” de la propuesta de paz norteamericana al redoblar la ofensiva militar en Ucrania; y mientras el gobierno ucraniano aceptó esa propuesta de los estadounidenses para alcanzar la paz y negoció, ulteriormente, el acuerdo sobre la explotación de tierras raras en su suelo, Moscú rechazó la misma propuesta y respondió todavía de peor manera cuando atacó a la ciudad de Sumi, donde asesinó a 35 civiles, más unas cuantas centenas de heridos ucranianos. Esa es la posición de Vladímir Putin, mientras Trump ha comenzado a observar y comprender que una de sus “promesas estrella” en la campaña política que lo condujo al poder, está a punto de naufragar, precisamente por el desinterés y el deseo de Putin por no detener su agresión en Ucrania. Su propuesta de paz no avanza y el presidente de USA se ha percatado de algo que lo ha herido profundamente: Putin ha jugado con él en unas semanas decisivas, demostrando de paso que considera la amistad del estadounidense lo mismo que la enemistad; es decir, no vale nada para él, mientras Zelenski aceptó la tregua incondicional de 30 días, Putin puso en marcha sus típicos juegos mentales… “un sí que en el fondo significa no”, para aparentar que, en realidad, era una negativa en toda regla. Y fue el portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, especializado en dar pésimas noticias y nefastos augurios, quien confirmó que “la tregua energética ya no existe y que la marítima tampoco existirá.” Lo cual significa que la guerra va a continuar hasta que Kiev no tenga más camino que rendirse al supuesto (y ficticio) poderío del ejército ruso.

Trump, el pobre Trump… obtuso e ignorante de principio a fin

            Inicialmente se expresó muy positivo y amistoso de Putin, palabras que muy posiblemente hayan desencadenado carcajadas estridentes en la oficina de aquel en el Kremlin, pues Putin no cree en nadie y mucho menos en la amistad de nadie. Él sólo siente atracción y motivación por el poder, el avasallamiento tanto de personas como de pueblos enteros y países vecinos o en la lejanía; y lo ha demostrado cuando ha hecho fracasar las conversaciones en Arabia Saudita, “un terreno embarrado en el que el autócrata ruso se maneja mejor que nadie”, expresó un observador de estas negociaciones fallidas. En concreto, nadie supo nunca a qué hora precisa comenzaban las treguas supuestamente pactadas, ni quién o quiénes vigilaban su cumplimiento, pruebas irrefutables de que los planes y planteamientos esbozados por la Casa Blanca eran una “chacota”; es decir “un algo sin pies ni cabeza”, elaborado con el desorden, la impericia, el desconocimiento, la falta de intelectualidad, incultura y desorganización propias de un individuo como Trump. Tampoco, quienes dialogaron en Arabia supieron nunca qué protocolos había que seguir para volver al alto al fuego si se hubiese roto en un punto del frente de la guerra. Tampoco existió un relator independiente que registrara los debates ni que garantizara la transparencia y eso, precisamente, hizo que se pactaran unas cosas con Moscú y otras muy distintas con Kiev e, incluso, cuando se pactaban con los rusos aparecieron dos documentos con aspectos diferentes de la reunión, según lo habían emitido originalmente por la Casa Blanca o el Kremlin. Un periodista avezado en estas cuestiones lo resumió mejor: “el auto-sabotaje fue evidente.” Por eso y por la nula voluntad pacifista de Putin, quien se desgañitaba a carcajadas en su Despacho, en burla hacia Trump, el plan de paz para Ucrania estaba destinado a fracasar desde el momento mismo cuando el mandatario estadounidense fanfarroneó que iba a alcanzar la paz en una semana a más tardar.

            ¿Cómo hubiesen marchado mejor las cosas? En primer lugar si Donald Trump hubiera dejado de lado su ambición por alcanzar él solo la paz en esa región europea y olvidarse del Premio Nobel que le ha alucinado desde que Barack Obama lo recibió. En segundo lugar, llamar a los expertos europeos y a los mandatarios de las naciones Occidentales de Europa, para escucharlos y explorar las posibilidades reales para convencer al tirano ruso, Vladímir Putin, de que la paz es “un bien necesario”; después, elaborar un plan juntos, con la máxima precisión, el máximo orden y citar, en tercer término, a los actores de la guerra para conocerlo, debatirlo y ejecutarlo, si hubiese sido aceptado por ambas partes. Pero Trump hizo una “chapuza”, del mismo modo como va gobernando día a día; es decir, improvisando de acuerdo a su humor cada mañana cuando se levanta y cambiando de opinión al poco tiempo de haber dado una orden, sin importar lo nefasto o disfuncional de los resultados.

            Con fundamento en esa desorganización, esa improvisación y ese desorden, Trump, ante la evidencia de que Putin no quiere ponerle coto a la guerra, no desea detenerla, y tan sólo ha usado el diálogo para ganar tiempo y tratar de sacar ventajas desde el primer momento, manifestó que estaba enfadado por la actitud del dictador ruso y amenazó, de acuerdo a su estúpido juego de las últimas semanas, con añadir más sanciones a Rusia, usar sus aranceles para socavar sus exportaciones de petróleo. Pero, con base en lo que arriba hemos expuesto, en las órdenes y contraórdenes que cambian en un segundo en la vida de Trump, al presentar la famosa tabla de los aranceles para casi todas las naciones socias comerciales de los Estados Unidos, Trump dejó por fuera del castigo que había proferido a Vladímir Putin, y entonces éste genocida continuó bombardeando a los civiles ucranianos…

            El obtuso mandatario estadounidense no decretó los aranceles del 25 al 50 por ciento para los países que comercien con el petróleo y el gas que les vende Moscú y que hubiese sido un excelente castigo para una economía, la del Kremlin, ya muy desgastada por tres años de guerra en que las pérdidas de sus soldados y material blindado, han sido escandalosas.

            ¿Y cómo juega Putin con la voluntad de Donald Trump? En un inicio, quiso condicionar la paz al hecho de que reconectaran al Banco Agrícola Ruso o Rosselkhozbank al sistema Swift; pero fracasó porque esa decisión no depende de los Estados Unidos, sino de la Unión Europea (UE), y la respuesta de Bruselas, excluida de las negociaciones por el mismo monigote que es Trump, aseveró que “no es el momento de quitarle a Rusia ninguna sanción.” Fue en ese preciso instante cuando la tregua marítima murió al nacer. Un analista europeo así lo ha explicado mejor: “Hay que reconocer en este punto, que Vladímir Putin no ha mentido a nadie: lleva tres años repitiendo que sólo parará la guerra si se negocia bajo sus condiciones, algo que supera incluso las demandas a Ucrania y afectaría incluso a los países de Europa del Este. Es decir, unas condiciones inabordables.”

            Igualmente, Putin exige que Ucrania capitule ante su ejército, que el Estado con sede en Kiev, acepte como vencedor único e irrefutable al ejército invasor, cuando la peor parte en este conflicto la han llevado sobre sus espaldas los rusos, quienes han perdido centenas y centenas de vehículos blindados y sus muertos en el campo de batalla se cuentan por miles de soldados que han regresado a Moscú solamente en bolsas de plástico negras, para cadáveres. El precio de esta invasión a Ucrania ha sido de onerosísimas consecuencias en lo material y humano para el delirante tirano Putin. Lo anterior significa que Ucrania y su ejército no han sido vencidos en el terreno en modo alguno. Algo que sólo obedece a la mente delirante del dictador ruso.

            Otra de las exigencias de Putin, inconcebible e inaceptable por demás, dice que la OTAN tiene que retirarse de Europa del Este, de las naciones Bálticas, Estonia, Letonia y Lituania, y de Polonia posiblemente también. Esto significaría dejar a esos países sin defensa alguna ante la voracidad de este individuo que ve en la invasión guerrerista una de las sinrazones de su política exterior. Lavrov, el brazo visible hacia el exterior que maneja Putin, lo expresó con toda claridad: “Moscú no puede aceptar las propuestas estadounidenses de alto el fuego en Ucrania, sin abordar lo que considera las causas fundamentales de la guerra”; pero no explicó cuáles son esas causas y que sabemos que se fundamentaron en la posible entrada de Ucrania a la OTAN y apropiarse de todo ese país de acuerdo a las ansias imperialistas rusas. Aquí es oportuno recordar que el dictador de Rusia considera que Ucrania como país es una invención de la imaginación. Ucrania no existe. Es parte de Rusia y como tal, tiene que regresar al regazo ruso. Por esa misma causa le arrebató la península de Crimea y las tropas rusas se mantienen a duras penas en el Donbass, donde supuestamente viven rusos separatistas, afectos al Kremlin.

            ¿Y cómo está “el tablero de juego” actualmente, cuando ya han fracasado suficiente los encuentros “a tres bandas” entre ucranianos, estadounidenses y rusos? Los emisarios de Ucrania y los Estados Unidos lucen cada vez más divididos y no encuentran una posible “puerta de reunión y unión” en este tema de la paz. Además, Trump le exige a Zelenski una renegociación del tratado de las llamadas tierras raras que posee el suelo de Ucrania y eso significaría que el presidente de Ucrania le entregue a él, a Trump, de facto, el control de todos los recursos naturales del país, a cambio de nada de parte de USA. “Una actitud colonial de una Casa Blanca que, durante la legislatura de Joe Biden, jamás planteó que el armamento entregado, debería tener contrapartidas económicas,” tal como las exige Trump ahora, según expresó un observador de la situación. Zelenski, al entender mejor que nadie esas consecuencias nefastas para su país, se negó a firmar. Fue cuando el estadounidense, fiel a su naturaleza de bestia salvaje, lo amenazó con su famosa frase: “(usted) puede tener grandes problemas.” Por su parte, Leon Panetta, ex secretario de Defensa de USA y director de la CIA, describió resumidamente este lapsus: “Esto no es paz a través de la fuerza. Esto es paz a través de la debilidad.” Y alguien lo llevó al grado de las escuelas cuando aquel niño de mayor estatura le dice al pequeño que se siente acosado: “Te defiendo si me entregas toda tu merienda, de lo contrario yo te pegaré a ti.”

            Para finalizar, en una prueba más de que la paz le importa tanto a Putin como el paradero actual de su ex esposa; es decir, nada, acaba de firmar un decreto de Servicio Militar Obligatorio para la campaña de primavera. El ejército ruso, de tal forma, llamará a finas a 160,000 jóvenes entre los 18 y los 30 años de edad. Es su afán por agrandar las capacidades militares de Rusia. Y en otro aspecto de esta tensa realidad que se vive (y sufre) en Europa, Finlandia, Lituania y Polonia, se retiraron de la Convención de Ottawa sobre minas antipersonales, porque comenzaron a minar profusamente sus fronteras con Rusia y Bielorrusia con explosivos bajo tierra. Así van las cosas, mientras el propósito de un desajustado Donald Trump por ganar el Nobel de la Paz, parece que no le va a rendir frutos nunca, menos todavía cuando juega sus cartas con desorden, improvisación y sin saber absolutamente nada de geopolítica, ni conocer el carácter de los actores en guerra y en particular el de su mal llamado “amigo”, el genocida invasor Vladímir Putin, el sucesor del criminal Stalin en el Despacho del Kremlin.

John Bolton, Ex Asesor de Trump, Asegura que el Presidente de Estados Unidos es un Peligro Para el Mundo

WASHINGTON D.C., USA-(Especial para The City Newspaper) Quien fue su asesor de seguridad en su primera administración, el experimentado John Bolton, considerado “un halcón” del Partido Republicano y de la política estadounidense, ha lanzado críticas fortísimas contra Donald Trump, que les ha abierto los ojos a muchos de sus votantes y han podido observar la clase de individuo que es su actual mandatario.

            Esas críticas severas, descarnadas, tienen un enorme peso, pues Bolton es uno de los personajes de los últimos tiempos, más respetados y respetables de quienes existen en los Estados Unidos. Su experiencia política y administrativa es impresionante, ya que trabajó con cuatro ex presidentes republicanos, a saber: Ronald Reagan, Bush padre, Bush hijo y Donald Trump, a no dudar la experiencia más nefasta parta cualquier avezado funcionario, debido a la terquedad, la grosería y el analfabetismo congénito de ese tipo, que ha vuelto a la Casa Blanca y tiene “al mundo de cabeza” con la serie de decisiones avasallantes y destructivas que está tomando. 

            Bolton también fue uno de los impulsores de la guerra de Irak; se trata de uno de los “hombres de la vieja guardia del Partido Republicano” y como tal, no tiene sitio en el “trumpismo” o la degeneración de la política de los Estados Unidos, cuando un tipo como Trump se ha hecho con el poder, a golpe de “mazazos” y alejado del arte que es la política en esencia. Esa visión del mundo, con un líder (Donald Trump), un lema (“Estados Unidos primero”) y distintas formas (un día se viste de aislacionista y al siguiente, de imperialista), que, a golpe de mensajes en redes sociales ha dado un vuelco al Partido Republicano y al tablero internacional, es lo que ha convertido a Bolton en el enemigo declarado del actual mandatario, que le conocemos en estos últimos meses.

No sólo palabras… hay un libro escrito que narra más desaciertos de Trump

            John Bolton salió expulsado del gobierno por el propio Trump, e, incluso, pesa sobre él todavía, una orden del gobierno de Irán para asesinarlo y por ello llevaba siempre guardaespaldas brindados por el servicio secreto, para su protección; pero Trump se los ha quitado y lo ha dejado a disposición de un atentado provenido de los iraníes. Es decir, el mandatario no vaciló ni un instante en quitarle esa protección, en un acto que se puede considerar vengativo contra su ex amigo y ex asesor, Bolton. Ahora, tiene que protegerse de alguna manera de dicha amenaza contra su vida.

            Ante la pregunta del por qué le fue suspendida esa “guardia pretoriana”, Bolton ha contestado: “Creo que ha sido una venganza mezquina. Con Trump todo es personal. Y no me la ha retirado a mí solo. Le ha hecho lo mismo a su antiguo Secretario de Estado, Mike Pompeo, a su antiguo Secretario de Defensa, Mark Esper, a su militar de mayor rango, Mark Milley… Obviamente a mí esto me afecta, pero el problema no son las personas concretas, sino el hecho de que hay un gobierno extranjero y hostil que está amenazando las vidas de cargos oficiales por haber hecho su trabajo. Y si un país canalla como Irán puede salirse con la suya, piensa en las consecuencias que puede tener esto para futuras administraciones.”

            La reacción negativa de Trump contra Bolton, se debió, en parte, a la publicación del libro intitulado “The Room Where It Happened”, cuya traducción literal es “La Habitación donde Ocurrió”, en el que, entre otras muchas aseveraciones durísimas contra Trump, señala que el actual presidente “es un peligro para el mundo”. Y lo afirmó antes de las elecciones de noviembre pasado; o sea, del 2024. Lo cual significó aquello de que ese libro fue “el último clavo en el féretro que contenía la amistad” entre el “halcón” John Bolton, un experto en política internacional, sumamente experimentado, y el enorme tiranosaurio analfabeto y desdentado por la vejez y la inmoralidad, que es, a todas luces, Donald Trump.

            Y yendo a lo más profundo, Bolton cree que el éxito amasado por Trump se debe en parte al hecho de que tiene muchos seguidores que creen ciegamente en él y ha conseguido intimidar a muchos congresistas. “Muchos esperan que tenga éxito en sus políticas domésticas: bajar impuestos, quitar regulaciones… (por ejemplo), y tienen miedo a llevarle la contraria en política exterior. Mi opinión siempre ha sido esta: que Trump es una anomalía y que pasará. Mientras tanto, va a causar mucho daño. Retirarse de la OTAN causaría mucho daño (para citar otro ejemplo). Lo que hay que hacer es mitigar todo el daño que hace; pero como no tiene una filosofía, el trumpismo no existe. Cuando abandone la escena política, no dejará ningún legado.” Tales sus conceptos acerca del actual mandatario, lo que hace suponer que la guerra está declarada entre ellos dos.

            En todo caso, muchos de los votantes que llevaron a Trump al poder nuevamente, consideran que Bolton es un belicista y que ya no tiene un espacio asegurado en la política de los Estados Unidos, porque los tiempos han cambiado. Eso creen. Y añaden que el Partido Republicano y sus ideas en política exterior, han cambiado también para siempre. Es cuando asegura que sigue creyendo que Trump es un peligro para el globo terráqueo, para la humanidad entera, “porque no le importan mucho los asuntos internacionales –explica-. Nunca los ha estudiado. No aprendió demasiado en su primer mandato. No tiene una filosofía o una estrategia de seguridad nacional. Es capaz de cualquier cosa. En su primer mandato lo describían como aislacionista. Ahora parece un imperialista. ¿Qué ha cambiado? Nada, porque no tenía ninguna filosofía que cambiar. Se trata de lo que le interesa cada momento. Sus defensores dicen que es disruptivo, que genera incertidumbre y que eso es bueno. Yo creo que la incertidumbre táctica contra tus adversarios es una cosa, pero dejar a tus propios aliados sin saber lo que vas a hacer, destruye la alianza. Y parece que él no lo pilla. Creo que en estos cuatro años, vamos a ver esa capacidad de ser imprevisible, que a él le parece una virtud, pero no lo es.” Así, según lo describe Bolton.

Putin, la OTAN y otros temas igualmente preocupantes        

            Con base en su innegable experiencia dentro de distintos gobiernos republicanos, y a la cabeza de los Estados Unidos, John Bolton tiene la certeza y la credibilidad en materia de seguridad para emitir sus opiniones y conceptos. Atrás han quedado sus enojos, bien fundamentados ciertamente, cuando se opuso para que Donald Trump, en su primera administración, negociara con los talibanes y con ellos, el destino fatídico de Afganistán, país que entregó finalmente a esa gavilla de terroristas y fanáticos islámicos. Tampoco fue de su agrado que el presidente se hiciera fotografías con el dictador de Corea del Norte, Kim Jong-un. Desde luego, el tozudo Trump nunca le hizo caso a los consejos que Bolton le dio y por esa razón, el paso del asesor de seguridad fue efímero, fugaz y más que fugaz, diríamos “vertiginoso”, ya que solamente duró en la Casa Blanca diecisiete meses. Por ejemplo, un detalle que se comenta todavía, se dio cuando los iraníes derribaron un dron estadounidense y Bolton era de la idea de contraatacar al régimen de Teherán y Trump negó y obstruyó tal posibilidad. Pero ese fue uno de los muchos desencuentros entre ambos y la situación se tornó inmanejable cuando el mismo Trump atacaba a su propio asesor en la entonces red social Twitter y convirtió a su consejero en “un detractor” a quien había que alejar lo más pronto posible.

            Hoy, con la tranquilidad que da saberse lejos del presidente más analfabeto de cuantos ha habido en los Estados Unidos, John Bolton puede analizar la realidad actual sin pasión y con la frialdad necesaria para emitir comentarios realistas y apegados a la verdad. Por ejemplo, en cuanto a la relación “amistosa” entre Trump y el tirano de Rusia, Vladímir Putin, Bolton cree que el ruso invasor y genocida en Ucrania, “es frío y calculador y sabe cómo jugársela a Trump”, según sus propias palabras. “(Haberlo llamado) creo que es una señal muy mala, pero previsible. Trump siempre dice que si tiene una buena relación personal con un líder extranjero, entonces Estados Unidos tiene una buena relación con ese país. Y las relaciones personales son importantes en política exterior, pero esa no es la ecuación correcta –acentúa Bolton-. Putin es el líder más frío y calculador que yo he conocido. Sabe exactamente lo que quiere. Sabe cómo jugársela a Donald Trump y ya lo estamos viendo en lo que está diciendo el Pentágono sobre Ucrania. Es casi como rendirse.” Y añade Bolton a esta extraña y nada favorable relación entre los dos líderes, el ruso y el estadounidense: “Trump cree que Putin y él son amigos y no se da cuenta de que Putin lo desprecia. Putin no cree que Trump sea un hombre formado. Por ejemplo, no sabe nada sobre armas estratégicas. Desafortunadamente nunca tuvieron una negociación seria sobre armas nucleares, pero la experiencia de Putin en el KGB (policía secreta soviética), le ha enseñado cómo leer a las personas. Trump cree que también se le da bien leer a las personas, pero no tiene esa experiencia en el KGB. Así que cuando los sientas uno frente a otro en la mesa, es una competición muy desigual.”   

            El otro tema altamente preocupante, tanto para europeos como estadounidenses, es la amenaza (siempre la amenaza proferida por Trump), de abandonar la Alianza Atlántica (OTAN), y ante esa posibilidad Bolton opina: “Lo ha dicho muchas veces: creo que esto es muy grave. En mi libro escribí sobre la Cumbre en Bruselas en el 2018, cuando estuvo a punto de retirarse de la OTAN. No creo que haya cambiado de opinión. Ni siquiera entiende cómo funciona la OTAN. Él cree que Estados Unidos defiende a Europa, que no consigue nada a cambio y que Europa no paga nada. Y si crees que la Alianza es eso, efectivamente no suena muy bien. Algunos dicen que, si los aliados cumplen su compromiso de invertir el 2 por ciento de su PIB en defensa, Trump estará satisfecho. Así que durante la campaña, Trump dio otra cifra: dijo que los países europeos deberían invertir un 5 por ciento del PIB en defensa. Yo sí creo que Estados Unidos debería invertir un 5 por ciento porque vivimos en un mundo peligroso, pero los países europeos apenas llegan al 2 por ciento. No es el objetivo del 2 por ciento lo que le disgusta a Donald Trump. Lo que ocurre es que no entiende la Alianza y cree que no saca mucho partido de ella y eso no va a cambiar. Está buscando una razón, un pretexto, por si decide retirarse. Todo es una transacción y todo lo ve bajo el prisma de cuánto le beneficia.”

            Partiendo de esa base y en cuanto al enfrentamiento retórico que el estadounidense tiene con Europa, Bolton cree que los próximos años serán de caos para los europeos y va a ser como en su primer mandato, aunque peor, dice el ex asesor de seguridad; y será así porque no tiene una línea consistente de análisis, “todo gira en torno a sí mismo, todo es una transacción y todo lo ve bajo el prisma de cuánto ($$$$) le beneficia. Esta es una de las razones de la variabilidad de su política. Como no está siguiendo una política concreta –partiendo de la premisa de que Trump no es político, sino un magnate de los espectáculos y los bienes raíces, que una vez tuvo la ambición de ser presidente de USA-, es muy susceptible a darle la razón a la última persona que habla con él. Es una forma muy peligrosa de tomar decisiones.” Señala John Bolton, refiriéndose quizás a Putin, quien podría manejarlo a placer, pues Trump, específicamente con el ruso, se muestra extraordinariamente vulnerable e influenciable.

            Para concluir, tocó el tema de la Agencia de Cooperación al Desarrollo (USAID), y que Trump desea descontinuarla y cerrarla definitivamente. En su criterio, hay muchas cosas que se deben reformar en esa Institución y está seguro que, durante la administración de Joe Biden, se gastaba mucho dinero en programas en los que una administración republicana no querría invertir; “pero destruir este instrumento de política exterior, es un error enorme. Si lo eliminas, eliminas un elemento de poder.” Indica Bolton y está convencido de que, desde la Segunda Guerra Mundial, la ayuda exterior ha sido muy útil para los Estados Unidos, de diferentes maneras. “Es la continuación natural del Plan Marshall. ¿Ha fracasado? En algunos casos, sí. A veces se ha desviado de su misión de servir a los objetivos de Estados Unidos en política exterior, pero cuando yo estuve allí, durante la administración Reagan, tratamos de redirigir la agencia, nunca intentamos destruirla.” Explicó John Bolton.

            Y nadie mejor que él para definir y describir quien es Donald Trump, quien, evidentemente, es un individuo peligroso para el derrotero cotidiano del mundo, alguien de quien perfectamente se hubiese podido prescindir en la presidencia de los Estados Unidos y cuya aparición en el panorama político de este país y del orbe entero, obedece a esos raros y nefastos accidentes que sufre la humanidad de cuando en cuando, de época en época.


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