LA CIUDAD




WASHINGTON D.C. USA-(Especial para The City Newspaper) Allí donde vaya, sea en los propios Estados Unidos o en el extranjero; en las conferencias de prensa o en conversaciones “a dos”… allí, justamente, le preguntan (y preguntarán) por el dossier Epstein, en el que él, Donald Trump, el actual presidente de la Unión Americana, participó de lleno en las orgías, las fiestas privadas en las que era algo así como el invitado de honor. Y hay varias fotos en las que aparece Trump junto a su entrañable y gran amigo, el judío Jeffrey Epstein, quien amasó un enorme capital no se sabe cómo, cuándo ni dónde… Pero eran grandes amigos que lo compartían todo, pero sobre todo… a las jovencitas que a duras penas rozaban los 15 años de edad. Un delito de inmensas proporciones, según las leyes de la mayoría de los países alrededor del orbe.
Trump, como es lógico y era esperable en él, comenzó a decir que no eran ciertas esas afirmaciones que “lo ensuciaban en su reputación” (como si alguna vez hubiera tenido reputación limpia alguna); después se dedicó a quejarse ante los periodistas, quienes “siempre están preguntándome y tocando ese caso”; luego, dijo que las pruebas, las fotografías y textos eran “montajes” hechos por los demócratas con Inteligencia Artificial (AI), a todas luces una inocente tomadura de pelo a la opinión pública, al considerarnos a todos nosotros que seguimos sus erráticos pasos desde la Casa Blanca, poco o nada inteligentes. En otras palabras, con esa última afirmación Trump nos estaba insultando la inteligencia. Uno de los peores insultos que se pueden conferir a persona alguna.
Posteriormente, cuando las preguntas arreciaban sobre el caso Epstein, el pederasta judío amigo suyo, se marchó a Escocia, a uno de sus campos de golf; pero el pueblo escocés le demostró su repudio con pancartas en las calles, camiones portando la enorme fotografía de Trump abrazando al judío, con la leyenda “no eres bienvenido en Escocia, Donald.”
Mientras tanto, su batería de abogados, en Washington, amenazaba a la fiscal del caso, Pamela Jo “Pam” Bondi (Tampa, 17 de noviembre de 1965), hasta hacerla mentir cuando dijo que “Trump no aparecía en las listas desclasificadas recientemente en las que yacían los amigos del judío pedófilo”; es decir, se dejaba para ella el nombre del presidente, lo borraba o simplemente no presentó ese legajo a la prensa ni al pueblo estadounidense. Otro rumor que comenzó a correr, se fundamentó en que Donald Trump podría darle el indulto a la esposa y secuaz de Epstein, la inglesa Ghislaine Maxwell, quien engañaba y convencía a las jovencitas menores de edad, para que fueran al yate del judío, a su avión particular, a su isla privada en el Caribe y a sus mansiones en los Estados Unidos, para ser desfloradas y humilladas mediante el sexo sórdido, grupal y bestial que Epstein y sus amiguetes practicaban con ellas. El texto del mensaje pudo haber sido, según se deduce de la manera de pensar y actuar de Trump: “Si no abres la boca, si no dices que yo participé en aquellas orgías, te puedo dar la libertad de la cárcel donde estás ahora.” (Esta mujer tiene sobre sí una sentencia de 20 años). Y Ghislaine, ni lerda ni perezosa, cerró sus fauces y sólo espera el momento para salir de la celda donde ahora malvive en los Estados Unidos.
Esa fue la lastimera petición que Annie Farmer, una de las cuatro víctimas de abusos, entre la gran cantidad de niñas que pasaron por las garras sucias del judío y sus cómplices, y cuyo testimonio ayudó a condenar, en el 2012, al judío y a su pareja, Ghislaine Maxweell. La petición in extremis fue esta: “Por favor, no lleguen a un acuerdo con Maxwell. El público en general lo interpretaría como una admisión de culpabilidad (de parte de las víctimas).” Esta petición la hizo Farmer a los fiscales federales para que mantengan entre rejas a la mujer, quien también participaba en los juegos sexuales de Epstein y sus secuaces ocasionales y permanentes, además de engatusar a las víctimas de corta edad, al ubicarlas en paradas del metro, estaciones de trenes, autobuses, en restaurantes o simplemente caminando, pues se trataba de muchachas normales, sanas mentalmente, de clase baja o media, trabajadoras, a quienes convencía al decirles que su esposo les daría puestos de trabajo bien remunerados y hasta les pagaría los estudios superiores en Universidades y con esos engaños, cuando llegaban a las mansiones del pedófilo, comenzaba el suplicio del sexo a la fuerza, primeramente; y después el sexo con amenazas y demás argucias que se le ocurrían al judío y a su “celestina” Maxwell.
Ante el posible indulto que otorgaría Trump a cambio de que Maxwell no lo incrimine y diga, en su defecto, que nunca vio al presidente en las mencionadas orgías y que tampoco aparece en las listas de Epstein, Annie Farmer añadió a sus comentarios: “Creo que sería devastador. Sería como una bofetada en la cara. Este caso, en muchos sentidos, trata sobre personas que utilizan el poder para salirse con la suya.” Estas palabras aparecieron hace pocas fechas en el diario inglés, Daily Mail, donde también afirmó que “sería difícil de creer que ella pudiera proporcionar información fiable sobre el difunto magnate financiero y su círculo más cercano –refiriéndose a la mujer de Epstein hoy en prisión-. Temo que el mandatario de los Estados Unidos la indulte para salvarse a sí mismo, sin importar lo mal que pueda quedar. Me da la sensación de que se trata de una nueva maniobra para intentar proteger a personas poderosas. Por favor, no lleguen a un acuerdo con Maxwell. El público en general lo interpretaría como una admisión de culpabilidad. Si realmente no están implicados, por favor, no permitan que esta depredadora, que no sólo ayudó a Epstein a conseguir chicas, sino que también participó en los abusos, reciba otra sentencia que no sea la que le impuso un jurado compuesto por sus pares. Si nos da los nombres de cinco hombres que estuvieron allí una vez, quedará libre. Eso no es una victoria. Para muchas de las personas que sufrieron daños, sería como una derrota. Ha sido juzgada y declarada culpable y está cumpliendo la condena que se merece.” Puntualizó categórica al diario británico Annie Farmer, una de las cuatro víctimas, entre otras muchas más, que atestiguó contra el pedófilo judío de quien se afirma, incluso, que era espía del Mossad israelí, el servicio secreto de aquel país de Oriente Próximo.
Otra de esos testigos en el juicio contra Jeffrey Epstein, fue Virginia Giuffre, la australiana que se suicidó hace poco tiempo atrás, cansada de ser víctima de golpizas y abusos de su esposo; pero cuya familia ha salido al paso de unos argumentos de Trump, quien dijo, siempre irresponsable y desacertado con sus declaraciones, allí y cuando las emite, que “Epstein se robó a Giuffre de mi club Mar-a-Lago, cuando ella era adolescente.”
Los parientes cercanos de la mujer ultrajada por el hebreo, cuestionaron si Donald Trump realmente desconocía los crímenes de Epstein, según ha insinuado en repetidas oportunidades. “Fue chocante escuchar –dijeron estos familiares-, que el presidente estadounidense, Donald Trump, sabía que el financiero ‘robó’ a Giuffre de su club Mar-a-Lago cuando ella era adolescente. Nos preguntamos si estaba al tanto de las acciones criminales de Jeffrey Epstein y Ghislaine Maxwell, especialmente dada su declaración dos años después de que a su buen amigo Jeffrey ‘le gustan las mujeres más jóvenes.’ Nosotros y el público estamos pidiendo respuestas; los sobrevivientes lo exigen.”
Y lo que atañe a la posibilidad de que Trump utilice su poder desde la Casa Blanca para conceder beneficios, como la libertad plena a Ghislaine Maxwell, a cambio de que testifique (falsamente) ante el Congreso estadounidense sobre los crímenes de Epstein, los familiares de la joven ultrajada calificaron a dicha mujer compañera del judío, de “monstruo que merece pudrirse en prisión por el resto de su vida” e instaron a Trump a no indultar la expareja del pedófilo.
Según las declaraciones del mandatario de EE.UU en relación con Virginia Giuffre, cuando el delincuente sexual que fue encontrado ahorcado en su celda en una penitenciaría en Nueva York, la joven tenía apenas tan sólo 16 años de edad y trabajaba como encargada de vestuarios en el “spa” de su propiedad en La Florida. “No sé. Creo que trabajó en el ‘spa’ (…). La robó.” Recordó Trump. Días antes, este mismo sujeto aseguró que “terminé mi amistad con Epstein (misma que ha estado negando contradictoriamente y a pies juntillas posteriormente) y lo expulsé de mi mansión, después de que robara personas que trabajaban para mí.”
Si hacemos un repaso de quién fue Virginia Giuffre, hemos de decir que se convirtió en figura pública, acosada por los periodistas del mundo anglosajón especialmente, cuando acusó al pedófilo hebreo Jeffrey Epstein y a su cómplice y ex pareja, Ghislaine Maxwell, de traficar con ella para hombres ricos y poderosos, entre quienes se contaban el Príncipe Andrew (Andrés), el preferido de la difunta Reina de Inglaterra, Isabel II, quien pagó gran cantidad de Libras Esterlinas a la misma Giuffre y a su abogado, para acallarla y que no causara un escándalo de enormes proporciones a la monarquía británica; incluso, su madre le quitó sus títulos Reales y militares y su reputación rozó el suelo a raíz de este sonoro problema. Otros asiduos visitantes del pedófilo y sus niñas, fueron Bill Clinton, Donald Trump y el multimillonario Bill Gates, entre otros. De todos ellos hay fotografías testimoniales, en las que aparecen con el delincuente y con las jovencitas en poses sensuales y esbozando abiertas sonrisas.
Incluso, Donald Trump llegó a admitir, no hace mucho tiempo, que conocía bien al pedófilo y en una ocasión opinó de él que era “un tipo estupendo al que le gustan las mujeres jóvenes guapas” (las fotografías y mensajes de felicitación incriminan al mandatario inobjetablemente). Hoy, lo niega todo, absolutamente todo, a pesar de las pruebas irrefutables y diáfanas. No obstante, ambos se distanciaron cuando tuvieron una pelea en el 2004, por una propiedad (los dos eran corredores de bienes raíces). Rivalizaron por una mansión ubicada frente al mar, en Palm Beach, Florida.
Virginia Giuffre se quitó la vida el pasado mes de abril, a los 41 años de edad, cuando permanecía en su granja en Australia. Las golpizas y maltrato general que le daba su esposo, la desmoralizaron y la indujeron a tomar la nefasta decisión de acabar con su existencia.
Stacey Williams, quien fue seducida forzadamente por el delincuente Epstein, en los años 90s, ha asegurado tajantemente que el pederasta y Donald Trump “eran muy cercanos. Epstein era el mejor amigo de Trump. Y no se traían nada bueno entre manos.” Así lo dejó escuchar en una entrevista para la CNN esta mujer que fue modelo de pasarelas; y añadió a su testimonio: “El único amigo del que él hablaba constantemente en mi presencia, era Trump. Solía compartir muchas anécdotas y eran muy cercanos (…). Eran los mejores amigos. Epstein me confesó una vez que tenía que ir a ver cómo estaba Trump, porque se sentía mal y muy alterado por algo que había ocurrido. Trump era el ‘bro’ (brother) y la mano derecha de Epstein. También le oía hablar con frecuencia de Ghislaine Maxwell e, incluso, la vi en su casa de Nueva York.”
Esta entrevista se televisó a todos los Estados Unidos en momentos cuando la administración actual republicana hace frente a una tormenta mediática, por la polémica relacionada con este caso en particular y ha sido un aspecto más en contra del presidente de USA, quien ha preferido escaparse al extranjero (a Escocia propiamente), o reactivar el tema de la pacificación de la guerra ruso-ucraniana, argumentando que próximamente se reunirá con Vladímir Putin, en un afán desesperado por desviar la atención de tan molesto y humillante caso en el que está implicado junto al delincuente sexual.
En lo que estriba al Departamento de Justicia, extraña e inesperadamente y en contradicción con las palabras de la fiscal general, Pamela “Pam” Bondi, ha asegurado que el pederasta no tenía una lista secreta de clientes y reafirmó que el judío murió por suicidio en su celda de Manhattan, en el 2019. Bondi también manifestó, contradictoriamente, que Trump no aparecía en dicha lista (es decir, la famosa lista existe, según se descuella de las últimas afirmaciones de la fiscal); pero no la ha mostrado a la opinión pública, a pesar de que tiene el deber de desclasificarla. Se desprende entonces de esta actitud de “la justicia” (nótense las comillas) estadounidense, que ha habido presión de parte de la Casa Blanca para que desaparezca el nombre del presidente de dicho legajo que era propiedad del delincuente sexual Epstein, quien parece que ha regresado desde las profundidades del averno para increpar, incomodar y convertirse en la peor pesadilla de Donald Trump.
En retorno a la ex modelo Stacey Williams, acusó, durante la entrevista para CNN, al mandatario actual de los Estados Unidos, de quien dijo haberlo conocido en persona a través de Epstein: “me manoseó y me tocó sexualmente en 1993. Me pasó las manos por los pechos, la cintura y el culo y me quedé congelada porque estaba muy confundida por lo que estaba pasando, ya que sus manos se movían por todas partes; pero los dos hombres sonreían y seguían hablando. (Hay) que sacar todo a la luz y que la gente decida; es decir, la ruptura entre los partidarios de Trump por el caso Epstein.”
En el Congreso de los Estados Unidos, Mike Johnson, presidente de la Cámara de Representantes, declaró que está a favor de que Ghislaine Maxwell (condenada a 20 años de prisión), testifique: “Estoy a favor de la transparencia, sobre el caso de Jeffrey Epstein y quiero que la fiscal Pam Bondi explique a todos lo que tenía sobre su escritorio cuando habló en febrero de documentos relativos al asunto que muchos dieron por la misteriosa lista de clientes del empresario que fue acusado de tráfico y abuso sexual de menores, antes de ser encontrado muerto en su celda en el 2019. Es un tema muy delicado, pero deberíamos sacarlo todo a la luz y dejar que la gente decida. Quiero decir, la Casa Blanca y el equipo de la Casa Blanca están al tanto de los hechos que yo desconozco. Es preciso cerrar este asunto cuanto antes, porque, en lugar de seguir gastando recursos en el caso de Epstein, el Departamento de Justicia necesita centrarse en el crimen y en otras prioridades, incluidas las elecciones y la investigación de ActBlue, la principal plataforma de recaudación de fondos de los demócratas. Así pues, resolvamos este asunto para que (los del Departamento de Justicia), puedan ocuparse de los crímenes violentos y la seguridad pública y la integridad electoral y perseguir a ActBlue y tratar las cosas que más le preocupan al presidente, al igual que a nosotros.” Acentuó.
Este tema en particular fue abordado por el propio Donald Trump en la campaña política pasada, demostrando que siempre ha sido un ignorante de los asuntos elementales que a él atañen y a la política misma. Es decir, no previó que si desclasificaba la famosa lista del pedófilo, iba a aparecer su nombre allí, en esas líneas, lo cual podría equivaler a una especie de “suicidio político.” ¡Y lo hizo! Desclasificó las primeras páginas; pero sólo contemplaron información harto conocida hasta ese momento. Nada nuevo e incriminatorio todavía. Pero alguien hizo reaccionar a Trump; alguien le dijo que si seguía adelante con la desclasificación de la lista, podría ponerse él solo la soga en su cuello y desde entonces, las contradicciones han aparecido en el manejo de la investigación por parte de las autoridades, avivando, de paso, teorías de conspiración y generando malestar en parte del movimiento MAGA (Make America Great Again, cuya traducción al castellano es, “Haz a los Estados Unidos grande otra vez”), que sustenta la existencia política de Donald Trump.
Pero lo más sorprendente estaba por suceder, cuando la fiscal general Pam Bondi, después de haber dicho que tenía en su escritorio la famosa lista, después dijo que no existía tal o que se hallaba ausente y por lo tanto los clientes del pedófilo no podían ser verificados. Luego el Departamento de Justicia y el FBI negaron la existencia de la lista y negaron que el pedófilo hubiera sido asesinado en su celda, sino que ratificaron la versión del suicidio el 10 de agosto del 2019. A manera de prueba, las autoridades presentaron una grabación de las cámaras de vigilancia de la celda de Epstein; aunque el video mostró un salto inexplicable y abrupto que comprendía los minutos oscilantes entre las 11:58:58 pm, y las 12:00:00 am. Lo cual no aclara nada sobre el método utilizado en la muerte del individuo, sino, por el contrario, complica las cosas y tiene una nebulosa difícil de clarificar en torno a este asunto.
Desesperado, desde la Oficina Oval de la Casa Blanca, Trump intentó tender “una cortina de humo” que cubriese su amistad con el pedófilo judío y por esa razón culpó a varios de sus opositores políticos, en particular a Barack Obama y la exsecretaria de Estado, Hillary Clinton, de quienes dijo que ambos fabricaron los documentos relacionados con Epstein. También acusó, sin prueba alguna, a los exdirectores del FBI y la CIA, James Comey y James Brennan, respectivamente; lo mismo a miembros de la anterior administración de Joe Biden, de ser los creadores de esa “mentira” que lo ligaba a él con el pederasta, desflorador de jovencitas que compartía con sus grandes y cercanos amigos. Pero, repetimos, las fotografías donde aparece Trump con Epstein, envueltos en un ambiente de gran camaradería, sonrisas y lascivia, ahí están, le han dado la vuelta al planeta y nadie tiene la menor duda del pasado indecente del actual presidente de USA.
Por lo pronto y desde que el tema está en la portada de periódicos y revistas alrededor del mundo, también es innegable que el fantasma del judío emerge desde las cavernas infernales cada noche, cada mañana, cada día, para posarse al lado de Donald Trump, quien no sabe cómo huir de tal fatalidad. Su pasado le alcanza y le toma por los hombros, le detiene en puntos determinados de sus circunstancias y le confronta con periodistas y con sus votantes, quienes han comenzado a separarse del mandatario, el más pervertido y lascivo de cuantos han ocupado la silla de George Washington, al frente del gobierno de la Unión Americana.
Andrew (Andrés), el hermano menor del actual Rey de Inglaterra, Carlos III, ya ha tenido bastante con este asunto: su madre, la Reina Isabel II, según apuntamos al inicio de este reportaje, pagó millones de dólares –cuyas cantidades no fueron informadas a la opinión pública-, para acallar las denuncias de las jovencitas que este sujeto y Jeffrey Epstein, obligaron a acostarse con el desteñido Príncipe británico. Y ha tenido bastante, porque su madre, antes de morir –y sabemos que este sórdido caso aceleró el fallecimiento de la ex monarca-, le quitó todos los cargos públicos a Andrew, sus condecoraciones, sus títulos de nobleza y su posición dentro del ejército. Hoy, este individuo que está pagando con creces el haberse hecho amigo del pedófilo, permanece en las sombras en su país de origen, sin salir a la prensa, sin emitir comentario alguno, sin aparecer en actos oficiales y cubriéndose el rostro cada vez que ve a un fotógrafo acercarse desde la distancia.
¿Pero qué dijo Jeffrey Epstein de Andrew, Príncipe de Inglaterra? Leamos: “A él le gusta participar en cosas que son pervertidas incluso para mí. ¡Y yo soy el rey de la perversión! Ambos somos adictos al sexo en serie. (Andrew) es la única persona que conozco, más obsesionada con el coño (vagina) que yo. Según los informes que he recibido de las mujeres que hemos compartido, es el animal más pervertido en la cama.” Esas fueron las declaraciones del depredador sexual, quien agregó que el Príncipe lo superaba a él en perversión. Y es que la reputación lasciva de Andrew se remonta a sus días escolares, cuando se ganó el apodo de sus compañeros, de “Randy Andy” o “Lujurioso Andy.” Estas citas manifestadas por el hebreo, aparecen en un libro recién publicado, escrito por Andrew Lownie, intitulado “Entitled: The rise and fall of the House of York (El Ascenso y la caída de la Casa de York).” Acerca de este volumen, apareció un artículo en el periódico londinense Daily Mail, que contiene fragmentos de esta obra literaria.
Y para rematar, para terminar de hundir al ex Duque de York, el Príncipe Andrew, el periodista Ian Halperin, escribió recientemente: “Ahora, con 65 años, se dice que tuvo relaciones con más de 1,000 mujeres. Se ha acostado con estrellas del porno, actrices, modelos, deportistas, políticas y camareras de clubes. En este sentido, un amigo suyo indicó: ‘el sexo es su gran pasión.’ ‘Viajar por todo el mundo como embajador comercial del Reino Unido y por otros cargos Reales, le ha dado acceso a mujeres hermosas y lo ha aprovechado al máximo.’” Remachó.
Por su parte, un corresponsal de Reuters, la agencia británica de noticias, informó que “cuando el ex Duque de York representó a la monarquía británica en las celebraciones del Jubileo de Diamante del Rey de Tailandia, en el 2006, llevaron a más de 40 mujeres a su habitación del hotel en Bangkok, durante su estadía. A menudo, tan pronto como se iba una, llegaba otra. El personal del hospedaje estaba acostumbrado a que extranjeros llevaran a mujeres, pero les sorprendía que más de 10 al día fueran al dormitorio de Andrés.” Narró.
Finalmente, Emma Gruenbaum, judía, masajista que el Príncipe frecuentaba, dijo que a este individuo “le gustaba estar desnudo, intentaba abrazarme y preguntarme sobre mi vida sexual. No paraba de hablar del sexo anal y hacer chistes sobre sexo anal. Me preguntó cuándo había tenido sexo por última vez. Y no paraba. Eso no es normal en una sesión de terapia deportiva profesional. Fue un incordio sexual constante desde el principio.” Describió esta mujer.
Y una de sus amantes, cuestionada por la prensa inglesa, manifestó hace poco: “pese a sus muchas aventuras amorosas, la triste verdad sobre Andrés, es que no es un Casanova en absoluto. En la intimidad es un poco decepcionante. La mayoría de las chicas que se relacionaron con él, lo han dejado porque es aburrido.”
También Andrew era muy amigo de Epstein y existen fotos donde aparecen ambos, con una chica en el medio, cuando el aristócrata británico la tiene tomada por la cintura: Según era de esperar, lo ha negado todo ante el gran público de Gran Bretaña, en entrevistas para la televisión y lo paradójico ocurrió cuando él decía que aquello no era cierto, se podía ver en la pantalla de los televisores las fotografías que iban ilustrando el programa y le mostraban muy alegre en compañía del pedófilo y sus jovencísimas mujeres.
El tema, el escándalo, está muy lejos de terminar. Y como hemos dicho, Trump intenta encubrirlo con “cortinas de humo” o con viajes al exterior. Pero vaya donde vaya, el fantasma maldito de Epstein surge desde el averno y le acompaña para ponerlo en evidencia. Últimamente, el presidente de USA ha hecho crecer la expectativa de que pronto se reunirá con Vladímir Putin y trata de poner sobre “el tapete” noticioso la posible pacificación de la guerra entre Ucrania y Rusia. ¡A ver si los periodistas se enfocan en otro asunto distinto al pederasta y su amiguete Trump! Por el momento, no lo ha logrado.
Sin embargo, lo que ha logrado el mandatario en su favor ha sido la negativa de la fiscal general del país, Pam Bondi, para desclasificar los deshonrosos documentos del caso Epstein; también, el FBI ha negado la existencia de dicho dossier, lo mismo que la Corte Suprema de EE.UU; y todavía le queda “una carta bajo la manga”, cual es la intervención de la celestina del judío, Ghislaine Maxwell, quien podría decir ante los congresistas, próximamente, que “nunca vi a Trump en las mansiones de mi esposo y tampoco le vi con jovencitas en actitudes sexuales.” Una vez que diga eso a viva voz, esa mentira del tamaño del Capitolio en Washington, Donald Trump le dará su libertad tan ansiada y podrá regresar a Londres a vivir la vida que Epstein le robó también a ella o quizás… ¿Reiniciará su vida de perversión que no ha podido continuar por estar confinada en la cárcel? No lo sabemos. Pero en lo que corresponde a Donald Trump, todo lo contaminado, lo sucio, lo abyecto y deshonesto… es posible, muy posible, indubitablemente.
RÍO DE JANEIRO-(Especial para The City Newspaper) Considerada la mayor ofensiva contra los traficantes de drogas en la historia de este inmenso país suramericano, ha dado como resultado, además del impresionante trauma general en la población, más de un centenar de muertos, como si se tratara de un conflicto bélico en una ciudad cualquiera. “Pero no es una ciudad cualquiera” porque se trata de la turística y afamada urbe brasileña, donde, año con año, arriban miles de turistas para conocer y a vacacionar.
Sin eufemismos de ninguna especie, lo que ha sucedido en esta ciudad ha sido la violenta irrupción de las fuerzas policiales en dos de las favelas o barrios poblados por gentes de muy baja condición económica y han actuado violentamente contra muchos de esos ciudadanos, causándoles la muerte. Las imágenes de los ultimados a balazos, depositados de tal manera en las calles de esas barriadas, mientras sus madres y otros familiares les lloraban, ha sido un espectáculo nunca visto en Brasil, dantesco por demás.
Exactamente ha ocurrido en las favelas de la Penha y Alemao y cuando se restableció el orden, el número de cadáveres, ultimados por los agentes de la policía, ascendía a 132 jóvenes. Según trascendió después de este impresionante operativo, los policías tenían órdenes de capturar y llevar a prisión a 100 miembros del “comando vermelho.” En todo caso, reiteramos, ha sido la operación policial más letal de todo Brasil y en particular de esta famosa urbe. También hay que subrayar que cuatro policías resultaron muertos en las refriegas, de acuerdo a un informe emitido por la Defensoría Pública regional.
El parte de las autoridades que ha circulado recientemente, señala que los muertos comenzaron a aparecer en un bosquecillo adyacente a las dos favelas, debido a la respuesta armada que dieron a la policía, en un intento por escapar al cerco que les fue tendido a los delincuentes. “Fueron abatidos tras reaccionar a las acciones de los agentes”, cita el documento redactado por los uniformados.
En específico, con esta operación se buscaba llevar a prisión o eliminar allí mismo a los miembros del “comando vermelho”, considerado una de las facciones criminales más poderosas de cuantas existen en Brasil; para ello, la policía tuvo que internarse en las favelas, que, como todos sabemos, rodean a Río de Janeiro y están enclavadas en las colinas aledañas.
Fueron 2,500 agentes y decenas de vehículos blindados los que penetraron en estos lugares considerados de altísima peligrosidad y que están poblados por gentes que han carecido siempre de buenas oportunidades para surgir en la vida y han conformado, por el contrario y con el paso del tiempo, esos barrios que crecen al margen de todas las leyes urbanísticas y sociales establecidas.
En un inicio, los miembros de la banda, con decenas de crímenes y delitos a cuestas cada uno de ellos, pusieron bloqueos en las calles de la zona norte de Río, interrumpiendo el tránsito de un centenar de líneas del transporte colectivo de personas y el cierre de las escuelas y centros de salud que están dentro de ese perímetro. Es así como el “campo de batalla” quedó dispuesto para lo que sobrevendría después: una auténtica refriega semejante a un episodio de una guerra entre dos ejércitos. Porque lo que se dio fue una respuesta armada a la acción de la policía; es decir, balazos de un grupo hacia el otro y viceversa. Y en medio, los pobladores de las favelas, escuchando y observando el acontecimiento. Muchas de esas personas eran madres de los delincuentes involucrados.
En total, fueron ultimados 132 individuos que se enfrentaron en esta operación llamada “contención”, que fue particularmente violenta y sangrienta, según se ha descrito por los testigos oculares. Sin embargo, el gobernador del Estado, Cláudio Castro, manifestó categóricamente: “las únicas víctimas fueron los policías”, debido a las cuatro bajas mortales que resultaron del tiroteo en ambas direcciones. Añadió que “fue un éxito” la intervención policial, dejando de lado el impresionante saldo de víctimas mortales que resultó por este mismo motivo.
Ante tal situación, la Corte Suprema de Brasil ha pedido explicaciones al mismo gobernador de Río de Janeiro, con una orden judicial que ha sido firmada por el también famoso magistrado Alexandre de Moraes, el mismo que se ha enfrentado al ex presidente Jair Bolsonaro y ha sido declarado non grato por el gobierno de Donald Trump en los Estados Unidos. Incluso, fijó una audiencia para el próximo 3 de noviembre en este mismo Estado de Río, para que Castro responda a interrogantes concretas, como el número oficial de muertos y heridos, el informe detallado de la operación, las medidas adoptadas para asistir a las víctimas y otros datos que irán surgiendo entre las prioridades del magistrado.
Con esta citación y futura comparecencia del gobernador, lo que se intenta es actuar salvaguardando el estado de derecho y prevenir violaciones de los derechos humanos, algo que en Brasil siempre ha sido una falencia en el pasado, especialmente durante las distintas dictaduras por las que ha atravesado la institucionalidad del país. Actualmente hay una serie de nuevas reglas que delimitan o enmarcan la realización de las operaciones policiales en las favelas de Río de Janeiro y se espera aclarar si hubo violaciones, que según las evidencias sucedieron realmente, o actuaron, quizás, en “defensa propia” las autoridades. Así mismo, el Supremo busca supervisar si el Gobierno Estatal cumplió con las determinaciones impuestas y si el operativo se llevó a cabo de acuerdo con los protocolos de derechos humanos establecidos por el tribunal. Aunque todo aparenta que hubo “excesos” del lado policial y la cifra de muertos es un indicio indiscutible de que la fuerza que se empleó fue descomunal en este operativo, “único en la historia de Brasil,” según se escucha repetir entre los asombrados y anonadados espectadores de lo ocurrido. Incluso, el mismo presidente del país, Luiz Inácio Lula da Silva, se quedó “aterrado y sorprendido por el número de muertes y por no haber recibido aviso previo (supuestamente)”, de acuerdo a declaraciones vertidas tras el incidente.
Y para el ministro de Justicia, Ricardo Lewandowski, “la legalidad de la operación es cuestionable” y se debe investigar hasta lo más profundo para llegar a la verdad de lo acontecido. Por el momento, el único que está en el “ojo del huracán” es el gobernador del Estado de Río de Janeiro, Cláudio Castro, quien es el responsable político de la intervención de la policía en el sitio de la refriega o balacera.
Como resultado de todo lo aquí narrado, el gobierno nacional de Brasil y el regional del Estado de Río de Janeiro, anunciaron la creación de una entidad conjunta de combate al crimen organizado y dar así una respuesta eficaz a la crisis de seguridad provocada por una operación policial, como ha sido la que acaba de darse en las favelas mencionadas. Es así como el gobernador de Río, Cláudio Castro, acompañado por el ministro Lewandowski, en una conferencia de prensa anunciaron la creación de la Oficina de Emergencia de Enfrentamiento al Crimen Organizado. Trascendió que el presidente del país, Lula da Silva, solicitó el encuentro entre los dos altos funcionarios, después de que le informaron que en la operación policial mencionada sólo participaron fuerzas regionales, en parte porque el gobierno nacional se ha negado reiteradamente a colaborar en el combate al narcotráfico en Río de Janeiro.
“La entidad no tendrá carácter permanente y servirá como un fórum para que las fuerzas puedan actuar conjuntamente y tomar decisiones de forma más rápida,” explicó el ministro de Justicia a los periodistas reunidos frente a los dos personeros gubernamentales.
Castro ha estado repitiendo que la operación tenía por objetivo capturar a los principales cabecillas del “comando vermelho,” a la postre la más antigua y poderosa organización criminal de este Estado y que tiene ramificaciones en todo Brasil. Insistió en decir que el éxito de la acción arrojó el resultado de 113 sospechosos arrestados, entre ellos 10 adolescentes; se decomisaron 119 armas, 14 artefactos explosivos y toneladas de drogas de todo tipo. En las dos favelas intervenidas por la policía, Penha y Alemao, viven 200,000 personas que son “caldo de cultivo” para que nazca, crezca y se desarrolle la organización criminal que recluta a sus miembros entre la juventud e incluso se vale de los niños para trasegar el material prohibido.
Los enfrentamientos fueron llevados a propósito por la policía y se extendieron en una zona boscosa ubicada en los cerros que bordean a las barriadas, tal la intensidad del combate. El plan trazado previamente por las autoridades era utilizar ese bosque para tal fin; es decir, que el combate ocurriera precisamente allí y nunca en las calles de los barrios.
Ciertamente, ni los brasileños más viejos y mucho menos los jóvenes habían visto tal “sangría” en las calles de sus favelas. Ha sido un auténtico baño de sangre, una tragedia traumatizante, sin parangón en toda la existencia de esta nación que siempre ha acusado situaciones delictivo-sociales bastante complicadas. Sin embargo, esa pobreza, en épocas trasanteriores se asociaba –dicho siempre con un tonillo romántico-, con el surgimiento de jóvenes de extrema pobreza que llegaban a engrosar los equipos nacionales del Brasil, entre quienes se pueden nombrar al mismísimo Edson Arantes Do Nacimento (Pelé), Ronaldinho Gaucho, Romario De Souza, Garrincha, Jairzinho y muchos más. Luminarias, diestros del balón en sus pies, quienes alcanzaron las mayores glorias mundiales que futbolista alguno quisiera para sí. Había delincuencia… por supuesto que sí, pero aquellos muchachos descalzos, de tez morena o negra, soñaban mejor con el balompié que trasegar la droga que actualmente trasiegan desde las entrañas de las favelas donde han nacido. Ahora las cosas han cambiado y andan bastante mal, lo mismo que su equipo representativo del país, la Selección Nacional, debido al hecho de que los niños de esos mismos barrios pletóricos de miseria, son obligados a transportar cantidades de cocaína, en lugar de patear un balón y soñar con labrarse un destino mediante el futbol. El retroceso deportivo que acusa el futbol brasileño, es culpa, en gran parte, de los delincuentes que buscan a los adolescentes para corromperlos a cambio de unos cuantos billetes.
Ya lo había dicho el antropólogo Darcy Ribeiro: “Brasil es una máquina de triturar gente.” Y estas palabras suyas encontraron eco en la Plaza San Lucas, en Río de Janeiro, donde se alineaban los cuerpos sin vida, ultimados por las balas policiales y cubiertos con telas. Los informes hablan de 132 muertos; pero se dice que se siguen buscando y encontrando más occisos. Mientras tanto, las madres lloran desconsoladas y maldicen al gobernador de Río y a todo el gobierno brasileño, acantonado en Brasilia, la futurista Capital.
De regreso a Cláudio Castro, el ya famoso gobernador de este Estado, no habla siquiera de “trauma” para mal recordar en el futuro, sino que lo razona de esta manera: “No acepto que se trate de un Estado asesino. Las únicas víctimas fueron los policías. Fue la mayor operación de la historia de la policía; se han extraído muchas lecciones. Puede haber sido el comienzo de un gran proceso en Brasil; estamos convencidos de que podemos ganar batallas; pero solos no podemos ganar esta guerra, una guerra contra un poder bélico y financiero.” Hay que hacer hincapié en que Castro pertenece al radical partido de ultraderecha de Jair Bolsonaro, confrontado decididamente con el actual gobierno de Lula da Silva y a los seguidores de izquierdas del actual presidente de Brasil. Esos mismos adversarios acusan a Castro de ser un aliado de las milicias paramilitares que combaten a las bandas de narcos en diversas zonas de la ciudad de Río de Janeiro, en especial en el norte y oeste; aunque la zona sur, que abarca las playas de Copacabana, Ipanema, Leblon y Barra de Tijuca, está protegida del violento Río, posiblemente para mostrarle “la mejor cara” a los turistas extranjeros que viajan por miles a este destino de mar, sol, aire y carnaval.
Otra versión que se ha dejado escuchar, la dijo Vinicius George, delegado policial de esta ciudad por más de 30 años: “La masacre en el bosque fue planificada y era un objetivo del gobernador y la policía a su cargo. Se tomó la decisión de entrar así, de cerrar la vía de escape, combatir y matar. Y lo peor, no me cabe duda, es que todo esto se montó, sobre todo, para el escenario político del gobernador, con vistas a las elecciones del año que viene. La táctica policial, esa lógica de guerra, de entrar en combate, es una elección. Dentro del bosque (adyacente a las favelas), en la ruta de escape, es una locura. ¿No? Eso fue Vietnam. Hay otras formas igualmente efectivas y mucho menos letales de detener a los delincuentes. Es que no sólo Río de Janeiro es Brasil. Estas organizaciones criminales que nacieron en Río y Sao Paulo, ahora están extendidas por todo Brasil. Y el gobierno federal tiene una política de fronteras muy mala, que permite la entrada de armas y drogas en Brasil a voluntad, a través del tráfico internacional de armas.” Concluyó.
Otros analistas de la realidad brasileña aseguran que “la masacre de Río”, tal y como se le llama desde que sucedió, ha pasado a convertirse en una “inversión política” con vista a las elecciones generales del 2026, en las que se va a renovar todo el poder político de esta nación, incluyendo, por supuesto, a los gobernadores y al presidente del país. En el caso de Luiz Inácio Lula da Silva, ha anunciado que postulará su nombre por cuarta ocasión y terminar su mandato, en el tanto sea electo, a los 85 años de edad. Cuando regresó de su gira por Asia, donde se reunió con Donald Trump y aparentemente “limaron asperezas”, Lula fue informado de la masacre apenas su avión tocó tierra en Brasil. Sus palabras en relación con el hecho sangriento, han parecido escritas en sus redes sociales con este tono: “No puede aceptarse que el crimen organizado siga destruyendo familias, oprimiendo a residentes y propagando drogas y violencia por las ciudades. Necesitamos un trabajo coordinado que ataque la columna vertebral del narcotráfico (…).” Aseveró este mandatario que fue líder sindicalista gran parte de su vida y abrazó la bandera de la extrema izquierda que lo llevó a la presidencia de Brasil.
Parte del gobierno aconseja a Lula imponer una Garantía de Ley y Orden (GLO), que permitiría la intervención de las Fuerzas Armadas para garantizar la seguridad de la ciudad. En este aspecto, Lula no se ha pronunciado todavía. Pero que el problema es agudo y existe… existe y es evidente y por lo tanto, innegable.
El prestigioso periódico brasileño O’Globo, ha explicado la situación delincuencial que se da en Río de Janeiro, al decir que hay grupos paramilitares que compiten con los narcotraficantes por el espacio en el sometimiento de las comunidades y barrios pobres del centro y otros municipios de Río. De manera textual, el diario asevera: “Tras una década de expansión y fortalecimiento, las milicias dominan y explotan zonas que se extienden por decenas de barrios de Río y de los alrededores de la Capital, luchando por nuevos territorios con un arsenal militar. Corrompen, matan y se infiltran en las Instituciones. Casi siempre sin castigo.”
En lo que respecta nuevamente al gobernador de este Estado, Cláudio Castro, a quien se señala como el iniciador o gestor de la masacre reciente, estadísticas elaboradas de manera oficial, indican que desde que este individuo asumió el gobierno de Río de Janeiro, a finales de agosto del 2020, las operaciones (policiales) han dejado un total de 1,886 muertos, entre civiles y policías, lo que supone una media de 30 víctimas al mes. Sea cierto o falso, la actualidad de esta mega-ciudad es preocupante. Otra descripción la da Rodrigo Pimentel, ex capitán del Batallón de Operaciones Especiales (BOPE), quien ha advertido que la situación de Brasil es peor que la de Colombia: “En Bogotá o Medellín no hay zonas urbanas dominadas como las de Río. Lo que se ve en Río, en Salvador o en Fortaleza, no existe en Suramérica. Lo que tenemos hoy es una situación de conflicto armado no internacional, que enfrenta en una guerra prolongada a las fuerzas gubernamentales y las fuerzas irregulares en torno a cuestiones como el dominio territorial. Lo hemos visto en Siria, lo vemos en Burkina Faso y en Nigeria.” Resaltó.
Para Ignacio Cano, sociólogo e investigador del Laboratorio de Análisis de la Violencia de la Universidad del Estado de Río de Janeiro, lo acontecido con la balacera cruzada entre la policía y los narcotraficantes en las favelas “tuvo un impacto en el conjunto de la ciudad: se cerraron los trabajos, las escuelas y las Universidades. Lo ocurrido (…) es un déjá vu de las operaciones que habitualmente se hacen en Río, que consisten en invadir territorios ocupados por grupos criminales, matar personas, requisar armas y drogas; salir y volver en unos cuantos meses a repetir la operación. Sin embargo, esta vez todo se realizó a una escala nunca antes vista, por el altísimo número de víctimas. Lo sucedido fue realizado deliberadamente por el gobierno del Estado, para generar un hecho político para mostrarse como duros ante el crimen. Sin ir más lejos, el gobernador, Cláudio Castro, del Partido Liberal liderado por el ex presidente Jair Bolsonaro, fue el principal protagonista de la jornada (…), al aparecer en la prensa dando cifras de muertos y siguiendo el operativo, del que informaba a través de la red social X. Para él, todo fue un ‘éxito’, porque la acción policial habría preservado la vida de los vecinos de las favelas.” Aseveró.
En opinión de César Muñoz, director para Brasil de Human Rights Watch (HRW), “una operación policial exitosa es la que termina con la detención de los sospechosos, su enjuiciamiento y su condena y eso no es lo que ha pasado aquí. Esto es un baño de sangre, una enorme tragedia. El problema es cómo se diseñó la operación, las decisiones que se tomaron, las precauciones que se tomaron. Eso tiene que ser investigado. HRW pide a la fiscalía que se encargue de investigar qué fue lo que ocurrió realmente. En el pasado, la misma policía se encargaba de indagar las muertes causadas por sus agentes, con investigaciones débiles y con conflictos de interés. También pedimos que se indaguen las decisiones tomadas por el comando policial y las autoridades de Río, a la hora de ordenar esta acción. Las fuerzas de seguridad no acordonaron las zonas de los tiroteos ni preservaron las evidencias; la efectividad real de este tipo de acciones cuasi-militares, es cero. No consiguen desmantelar a los grupos criminales y, como mucho, logran las muertes de algunas personas que son miembros de base de estos grupos. Esto significa que, si un joven muere, mañana hay otro que ocupa su lugar. Son operativos que ni siquiera son eficientes. Si alguien piensa que esto va a aniquilar al ‘comando vermelho,’ está muy equivocado, porque se trata de una red que abarca muchos territorios, muchos Estados de Brasil. Si el gobierno de Río quisiera realmente debilitar a ese grupo, podría investigar los tentáculos financieros del crimen o a todos los funcionarios corruptos que están siempre detrás de un grupo criminal. Esto es, en realidad, la aplicación del principio de que el bandido bueno es el bandido muerto a escala limpia, como si fuera una política pública. A la larga, lo que se conseguirá es que el ‘comando vermelho’ se arme más y se prepare mejor para el próximo embate.” Asegura este representante de la respetada y mundialmente reconocida Human Rights Watch (HRW).
Y desde la Oficina de la ONU para los Derechos Humanos, dirigida por el alto comisionado Volker Türk, este funcionario escribió en su cuenta de X sentirse “horrorizado por la macrooperación policial. (Y) recordamos a las autoridades sus obligaciones ante el derecho internacional y urgimos a que se conduzcan investigaciones de forma pronta y efectiva.”
Esta operación ha sido la más letal de cuantas se hayan dado en la vida policial y delincuencial de Brasil, más impresionante que aquella que se dio en la cárcel de Carandirú, en 1992, que arrojó un saldo de 111 presos muertos por la acción de las autoridades uniformadas.
El día posterior a esta matanza en las favelas de Río, cuando las madres no habían aceptado todavía la partida de sus hijos, muchos de ellos realmente involucrados en el narcotráfico, según confesaron ellas mientras secaban sus rostros por las lágrimas caídas, no dejaban de maldecir a Cláudio Castro, el gobernador del Estado y llenarlo de adjetivos, como “maldito”, “criminal”, “asesino” y “cobarde”, entre muchas palabras gruesas. Otros, mostrando mayor temple, aseguraron a los periodistas que les preguntaban, que algunos de los cuerpos sin vida estaban decapitados, con las cabezas colgando de los árboles o apuñalados. Y la versión policial asegura que los narcos lanzaron granadas contra las autoridades, desde drones.
Por la tarde del “día después”, un grupo numeroso de barrenderos municipales, ataviados con “monos” de trabajo, color naranja, fregaba, usando mucha fuerza en sus brazos, con agua y jabón, la calzada donde habían colocado en fila los cadáveres que fueron localizados por sus familiares en el bosque adyacente, donde sucedieron los hechos.
El lugar estaba invadido por familiares dolientes, madres que lanzaban alaridos quejumbrosos, mezclados con insultos y palabras “de grueso calibre” contra el gobierno y la policía; también había periodistas que lo querían saber todo, activistas de derechos humanos y grupos de evangélicos ofreciendo consuelo a los sufrientes. Vecinos voluntarios bajaron los cuerpos del bosque, pues está ubicado en una pendiente que domina a las favelas, en una labor que se extendió por toda la madrugada. Les ayudaron motociclistas que realizan trabajos semejantes a los taxistas, ya que estos caseríos están a ambos lados de pendientes muy empinadas y sólo las potentes motos pueden alcanzar la cima.
Otros empleados municipales llegaron con la orden expresa de recoger los cadáveres y así lo hicieron por lapsos de tiempo y los depositaron en el Instituto de Medicina Legal, en el centro de la ciudad, donde arribaron los familiares para identificar a los difuntos.
Es importante recordar que Río de Janeiro es la segunda ciudad más poblada de Brasil; y para esta operación fueron movilizados cerca de 2,500 agentes del orden, quienes entraron en dos complejos de favelas, considerados el cuartel general del “comando vermelho,” el grupo criminal fundado precisamente en Río, hasta constituirse con el paso del tiempo en el segundo más poderoso del país, después del “primer comando de la capital (PCC),” con sede en Sao Paulo. Éste nació en la cárcel de Carandiru, en 1992, como un colectivo de presos en defensa de sus derechos más básicos, después de aquella matanza efectuada por la policía y que mencionamos en este mismo reportaje en las líneas anteriores. En aquellos hechos, según el parte policial, el baño de sangre se presentó cuando las autoridades pretendían sofocar un motín.
Retornando al “día después”, se despejó la red viaria de las barricadas que los narcotraficantes montaron rápidamente para contener a los vehículos policiales; y no hubo más atascos en las principales calles y avenidas de Río. Los comercios ubicados en las favelas de Penha y Alemao, todavía no abrían sus tiendas de ropa y abarrotes; y muchos pobladores han preferido quedarse en casa, algunos de ellos lamentándose por las heridas causadas al asesinarle un hijo, un hermano o un padre; los otros no han salido, simplemente por precaución.
En cuanto al “comando vermelho” es una de las organizaciones criminales más poderosas y temidas de Brasil, cuyo nacimiento sucedió en las cárceles del Estado de Río de Janeiro en la década de los años 70s, cuando presos políticos encerrados allí por la dictadura militar, se rozaron con delincuentes comunes. Casi todos aquellos presidiarios políticos eran de extrema izquierda y se llamaron “Falange Vermelha” (“Falange Roja”), una alianza de detenidos que buscaban protección mutua en condiciones extremas de encierro. Cláudio Castro, el ya famoso gobernador de esta urbe, parafraseando a Donald Trump, y a Flávio, el hijo de Jair Bolsonaro, considera a estos delincuentes “narcoterroristas.”
En “el día después”, se ha podido observar a familiares y vecinos en tareas de recuperación de los cuerpos sin vida de los miembros del grupo, dados de baja por la acción policial. Una acción que los tecnócratas y analistas consideran que ha puesto en evidencia la descoordinación en temas de seguridad, entre la administración de Lula da Silva y el gobierno de Río de Janeiro, dirigido por Castro. El mega-operativo fue planeado durante 60 días, según explicó al periódico brasileño O’Globo, el secretario de la Policía Militar, Marcelo Menezes, con la intención de empujar a los criminales hacia la zona boscosa a la que nos hemos referido, donde no hay viviendas y evitar así enfrentamientos en áreas pobladas. Todo se hizo de espaldas al gobierno central en Brasilia, según añadió este oficial.
Por su lado, el Ministerio de Justicia sólo ha atinado a colaborar con los peritos criminales de balística y los médicos legales, para que tengan acceso a los bancos de datos de ADN y puedan identificar a los muertos y saber a ciencia cierta si eran personas ligadas a organizaciones criminales o todo lo contrario. En esto, evidentemente, la policía no tiene certeza de quién era quién; es decir, aplicaron aquello de “disparamos, matamos y después preguntamos (de quién se trata).”
Así está el mundo. Este es Brasil… lo mismo que muchas otras naciones más. Un mundo en caos irrefrenable.
NUEVA YORK, USA-(Especial para The City Newspaper) De igual manera como lo hacían los ganster en los años 20 y 30 del siglo pasado o los tiranos en las peores dictaduras, Donald Trump, el analfabeto presidente de los Estados Unidos, amenazó a este político musulmán que ha sido la sensación de los últimos días y que ganó las elecciones por la alcaldía de Nueva York.
Más bien da la impresión de que esas amenazas del salvaje troglodita Trump, causaron el efecto contrario, porque los votantes se decantaron por Zohran Mamdani, este musulmán de tendencia socialista y que le “ha pateado el trasero” a los xenófobos, los seguidores de Trump, y a los judíos, quienes se consideran dueños de este enorme país. Y ganó los comicios por el mandato de “la ciudad de los rascacielos”, convirtiéndose en el primer alcalde musulmán, tras haberse impuesto con claridad a sus oponentes, con más de un millón de votos a favor.
Mamdani, con este triunfo histórico por demás, se ha convertido en algo así como “una espina” en una de las patas de la bestia… la bestia Trump, pues fracasó en su intento porque este musulmán no ganara las elecciones en su ciudad natal, la ciudad del descabellado e intolerante Trump. Todo un hito en las páginas de la existencia de Nueva York y del cual se hablará en los libros de crónicas citadinas.
Ciertamente más allá de la piel que cubre el pecho de Donald Trump, no hay nada. Solamente hay un gran vacío, donde debió habitar su espíritu, su ser etéreo, humanizado, gentil y bondadoso; pero que, en su lugar, no hay nada allí en ese inmenso abismo que compone las entrañas del actual presidente estadounidense. Y hacia ese fuero interno, Mamdani pronunció y envió su discurso: “Tengo cuatro palabras para usted (presidente Trump, comenzó diciendo el nuevo alcalde). Así que escúcheme, presidente Trump: para llegar a cualquiera de nosotros, tendrá que pasar por encima de todos nosotros.” Un reto que “echó más sal a la herida” de Donald Trump, ya bastante caldeado de los ánimos al saber su derrota en Nueva York.
“Si alguien puede mostrar a una nación traicionada por Donald Trump –continuó diciendo el alcalde recién electo-, cómo derrotarlo, es la ciudad que lo vio nacer. Y si hay alguna forma de aterrorizar a un déspota, es desmantelando las condiciones que le permitieron acumular poder. Así que, Donald Trump, ya sé que está viendo esto (por la televisión), tengo cuatro palabras para usted. Suba el volumen (‘turn the volumen up’).” Aquí, la explosión de aplausos no se hizo esperar de parte de la concurrencia que lo escuchaba, en demostración de los anticuerpos que genera Trump en Nueva York y que debe dolerle el doble, pues se trata de su ciudad natal la que le está sancionando por sus groserías, su salvajismo, su tiranía, su despreciable manera de ser y por sus amenazas de matón sin límites aparentes.
Y Mamdani continuó en su disertación ante los votantes que le dieron la posibilidad de llegar a la alcaldía de esta gigantesca urbe: “Nueva York será la luz en este momento de oscuridad política (con su triunfo sobre la prepotencia y la voluntad equivocada de Trump). Aquí creemos en defender a aquellos a quienes amamos, ya sea un inmigrante, un miembro de la comunidad trans, una de las muchas mujeres negras a las que Donald Trump ha despedido de un trabajo federal, una madre soltera que sigue esperando que bajen los precios de los alimentos o cualquier otra persona que se encuentre entre la espada y la pared; su lucha también es la nuestra.” Puntualizó en medio de sus críticas ácidas en contra del tirano que habita en la Casa Blanca, en Washington D.C.
Agregó a su discurso que introducirá impuestos más elevados a las grandes corporaciones y a los neoyorquinos más acaudalados y enfatizó en la enorme importancia que tienen los trabajadores en esta ciudad. Subrayó también que “Nueva York seguirá siendo una ciudad de inmigrantes, una ciudad construida por inmigrantes, impulsada por inmigrantes y, a partir de esta noche… dirigida por un inmigrante (…).”
Todas estas partes argumentales fueron ataques contra el mandatario del país, debido a los comentarios también “ácidos” que Trump hizo en contra de este político musulmán. Por ejemplo, dijo que Nueva York no tendría ninguna posibilidad de éxito ni de supervivencia económica y social, si era gobernada por Mamdani. Lo catalogó de ser un “comunista sin experiencia, que atesora un historial de fracasos totales y absolutos. Si el candidato comunista Zohran Mamdani gana las elecciones a la alcaldía de Nueva York, es muy improbable que contribuya con fondos federales, salvo el mínimo exigido, a mi querida ciudad.” Amenazó Trump. Es decir, le recortaría toda ayuda financiera a esta urbe en venganza (nótese lo que hay en el alma de este sujeto Trump), por haberse interpuesto ante su capricho porque ganara el candidato que apoyaba. Y aquí se puede observar el canibalismo y el troglodismo que practica Donald Trump y que él, equivocadamente, considera que es política de “altos vuelos”. Es indudable que se trata de un individuo que del arte de gobernar y de hacer política, no sabe absolutamente nada. Sigue siendo el vendedor de propiedades o el dueño del Concurso Miss Universo, totalmente alejado de lo que es un político profesional.
En apariencia y tal como se perfilan las cosas, una vez que el nuevo alcalde asuma el puesto que los votantes le han encomendado, la “guerra psicológica” se va a desatar entre ambos: el canalla presidente de los Estados Unidos y el alcalde de Nueva York.
Su naturaleza nos dice que es un indio-estadounidense; es decir, una persona originaria de Asia del Sur. Tiene 34 años de edad, extraordinariamente joven para ser un triunfador de su categoría y haber vencido a todo lo que se perfilaba en su contra, hasta alcanzar la alcaldía de esta importantísima ciudad, que era considerada hasta hace algunos años “la Capital mundial.” De acuerdo al afamado diario The New York Times, es el más joven en alcanzar este puesto, en más de un siglo. A lo cual, él ha respondido: “Soy joven, a pesar de todos mis esfuerzos por envejecer (bromeó). Soy musulmán. Soy demócrata socialista. Y lo peor de todo es que me niego a disculparme por todo ello.” Aquí, como en otros lapsos de su discurso de la victoria, Mamdani recibió calurosos y prolongados aplausos de quienes lo escuchaban.
Prosiguiendo con sus datos biográficos, este personaje que ha irrumpido en la realidad actual de Nueva York, nació en Kampala, Capital de Uganda, África. Sus padres son originarios de la India; se trasladó tiempo posterior a Suráfrica, específicamente a Ciudad del Cabo, con toda su familia y donde vivió por un breve espacio de tiempo. Cuando tenía siete años de edad, se trasladaron a Nueva York, obtuvo la ciudadanía estadounidense en el 2018, al poco tiempo de haberse graduado en la Universidad. De tal manera, estamos en presencia de un inmigrante total, de esos que tanto incomodan y enfurecen a Donald Trump.
Se dedicó también al “hip hop”, rapeando con el nombre artístico de Young Cardamm y también como Mr. Cardamom. Luego, incursionó en la política neoyorquina dentro del Partido Demócrata y trabajó en campañas para candidatos de este mismo partido en los distritos de Queens y Brooklyn; y en el 2020 fue elegido por primera vez para la Asamblea de Nueva York, que es la Cámara Baja de la Legislatura del Estado, donde fue reelegido en otras dos oportunidades. Su ingreso y participación en la política de esta ciudad había comenzado en grande, como sólo lo suelen hacer los ganadores natos.
Es evidente que el recorrido dentro de esta actividad ha sido corto, pero le ha bastado para derrotar al exgobernador del Estado, el experto y curtido Andrew Cuomo, en las primarias del Partido Demócrata, para erigirse él solo como el candidato a la alcaldía.
Y para mayor enfado de Donald Trump, Zohram Mamdani, además de ser un socialista democrático, es un activista pro-palestino, quien ha descrito las acciones de Israel, su gobierno y su ejército, en la Franja de Gaza, como un genocidio, que es lo que realmente es, sin adjetivos extra que pudieran desvirtuar la realidad sangrienta causada por los judíos entre la población gazatí. Esta posición, además de ser valiente, firme y clara, puede entenderse como un desafío a la poderosa e influyente comunidad judía que habita en Nueva York; y un signo de preocupación para el criminal Benjamín Netanyahu, quien ve las circunstancias en “la ciudad de los rascacielos”, muy contrarias a sus intereses más allá de los límites de Israel.
En su programa proselitista, el nuevo alcalde ha prometido reducir el costo de vida de los neoyorquinos, instituir el cuidado infantil gratuito, los autobuses gratuitos, el congelamiento de los precios de los alquileres para las personas que viven en departamentos con alquiler regulado y poner a disposición de las personas de bajos recursos económicos, nuevas viviendas asequibles. Todo ello se financiaría con aumento a los impuestos de los más adinerados de la ciudad.
Al saber todo ello, Donald Trump estalló en cólera y frustración y escribió en su red Truth Social: “Finalmente, ha sucedido. Los demócratas han cruzado la línea (!). Zohram Mamdani, un lunático 100 % comunista, acaba de ganar la alcaldía de Nueva York. Hemos tenido izquierdistas radicales antes, pero esto se está volviendo un poco ridículo. Mamdani se ve terrible, su voz es chirriante, no es muy inteligente. ¡Sí, este es un gran momento en la historia de nuestro país!” Escribió con sarcasmo, quien, en efecto, es el mandatario más ridículo, el más ignorante, pues no sabe nada de nada, y el menos inteligente de cuantos presidentes han habitado en la Casa Blanca.
Su sola presencia marca un altísimo contraste en la vida de la ciudad, cuando recordamos los atentados del 11 de septiembre del 2001, perpetrados precisamente por musulmanes, por yihadistas, para ser más exactos. Y Mamdani es un musulmán declarado que se ufana, se siente orgulloso de serlo y lo que es peor para las huestes de Donald Trump y los judíos que se creen dueños de los países donde llegan, el joven alcalde “ejerce” de islamista sin pena alguna. Y en el caso específico de los judíos, la preocupación de este nuevo político por el alto costo de la vida y los precios “disparados hacia arriba” de parte de los comerciantes, una inmensa cantidad de ellos hebreos, “les preocupa” grandemente a esta etnia, debido a que Mamdani quiere rebajar esos precios que han subido a la “estratosfera” y de manera caprichosa, desmedida y arbitraria contra el gran consumidor.
De hecho, con base en el primer aspecto, su religión y su procedencia, ha sido motivo de ataque de parte de los republicanos, quienes le atacan en esa faceta de su personalidad y le califican abiertamente en la prensa y discursos, de “yihadista” y “terrorista”, “que debería ser deportado o privado de la nacionalidad (estadounidense).” Tales son los ataques que reciben de estos grupos xenófobos que se aglutinan alrededor de Trump, el peor de ellos.
En todo caso, después de su triunfo por la alcaldía de Nueva York y para explicar este fenómeno que se ha dado, la prensa neoyorquina así lo ha explicado: “Si Mamdani ha ganado las elecciones ha sido por su estilo fresco, por su mensaje de optimismo kennediano o rooseveltiano en una Era de política lúgubre (propiciada por Donald Trump), campañas agresivas y violencia. Pero sobre todo, porque la vida es insoportablemente cara en la ciudad. El alquiler de un piso cuesta más de US$3,500. Hasta US$5,000 si aspiras a dos habitaciones y más de 50 metros cuadrados. La cesta de compra es prohibitiva, la inflación sigue castigando. Y los millonarios, entre ellos el candidato Cuomo, no parecen capaces o dispuestos a remediarlo.” Y la crónica descriptiva de su personalidad íntima y política continúa en los diarios de Nueva York: “No es un filósofo, un gran teórico, alguien que domine los dosieres técnicos. Tiene una agenda muy clara, pero no un plan de cómo conseguirlo de verdad, porque hasta hace muy poco ni él ni nadie de su entorno creía que ganar unas elecciones fuera posible. Su habilidad está en la cercanía, en la motivación, pero ahora debe aprender a cuadrar presupuestos, contentar intereses contrapuestos. Y lo más difícil para alguien como él, un soñador optimista: asumir que la política no es elegir entre el bien y el mal, sino entre una opción mala y otra peor. Cada día. Sin épica, sin coherencia, traicionando a aliados, ilusiones y promesas porque es un juego imposible de ganar que se practica con una mano atada a la espalda. Y en Nueva York, a menudo, con las dos. El revolucionario, si quiere sobrevivir, tendrá que convertirse en reformista.” Acentúa esta valiosa crónica que define a este personaje que ha irrumpido inesperada y sorpresivamente en la realidad de esta inmensa urbe estadounidense, quizás la más importante de todas, incluso más que la Capital, Washington D.C.
Pero lo que más molesta a los radicales republicanos, seguidores de Trump, es precisamente la religión y las costumbres que caracterizan al nuevo alcalde: el ser musulmán y lo que es peor… no negarlo; y lo que resulta todavía mucho peor… asumirlo, ha significado para los ultra-ortodoxos seguidores del actual presidente de USA, tan molesto como tratar de dormir con la mascota en la misma cama, durante una noche de insomnio. Y para colmo de males en el pensamiento de sus enemigos, no es auténticamente estadounidense, ya que nació en África, propiamente en Uganda y obtuvo su nacionalidad norteamericana en el 2018. A esto debemos sumarle en “su desfavor,” su militancia en las campañas pro-palestinas y ha sido la principal arma que se ha usado contra él, tanto en el interior del Partido Demócrata, al que pertenece, como por sus ultra-enemigos los republicanos, quienes le acusan de no condenar a la facción palestina Hamás, a los atentados del 7 de octubre contra Israel y la toma de rehenes judíos. Tampoco condena al concepto “intifada global”, que los israelíes consideran antisemita, del mismo modo como consideran con ese absurdo y desgastado “clishé” a todo aquel que no comparta los proyectos y el ideario de los judíos. De hecho, sus críticos más acérrimos han llenado las redes sociales acusándolo de presuntas conexiones suyas con los Hermanos Musulmanes; también con declaraciones suyas en el pasado y teorías que ha expuesto pública y abiertamente sobre la forma cómo poner en práctica la sharia, una de las leyes más fanáticas y peligrosas del islamismo.
Esto en cuanto a los judíos que viven y comercian a manos llenas en Nueva York. ¿Pero qué hay de Donald Trump al conocer del inesperado triunfo electoral de Mamdani? Para la prensa neoyorquina: “Mamdani es el némesis de Trump (su enemigo natural). El desprecio del presidente es absoluto. Lo ningunea, insulta, ataca, pero no recibe el mismo odio que entrega. Amenaza con cortar los fondos de la ciudad y ha movilizado a todos los amigos a su alcance para intentar que Cuomo ganara las elecciones, diciendo que un voto para Sliwa, el candidato de su propio partido, era un voto para el comunismo. Su obsesión de los últimos meses es casi física, llegando a sostener que él es evidentemente ‘más guapo’ que Mamdani. Pero no ha servido para romper el discurso del neoyorquino-ugandés, centrado en los precios, los impuestos y la sanidad pública.”
Para ilustrar lo anterior, leamos lo que Trump escribió en su red Truth Social: “Tanto si les gusta Andrew Cuomo como si no, realmente no tienen otra opción –dijo a los votantes de Nueva York-. Deben votar por él y esperar que haga un trabajo fantástico. ¡Él es capaz de hacerlo, Mamdani no!” Pero, para desgracia del analfabeto presidente de los Estados Unidos, el joven musulmán, con nombre hasta cierto punto impronunciable por su origen no anglosajón, ha ganado las elecciones y lo que es peor para el gordo y supra-ignorante Trump, será el nuevo alcalde de su ciudad natal, algo así como una espina en la pata de la fiera o aún peor… una daga en el centro de su orgullo esquizofrénico.
Dejando a un lado lo que hemos desglosado en las líneas anteriores acerca de la naturaleza y cultura de Zohran Mamdani, hacemos énfasis en la posibilidad que éste representa para la sociedad neoyorquina en general, especialmente para aquellos que se ven “estrujados” por la carestía de la vida, pues el nuevo alcalde de la ciudad es consciente de que hay que luchar a favor de los que menos tienen y convencer a los que causan la hiperinflación que aquí se vive a diario.
Es por ello que ven en Mamdani un punto de luz que podrá crecer, ensancharse, para sacar a los neoyorquinos de esta crisis que les aqueja; y para muestra, una crónica aparecida en el famoso The New York Times, describe parte de su pensamiento de lo que será su lucha cuando ingrese finalmente a su despacho en la alcaldía: “Ha dejado claro que quiere apoyar a los inquilinos (con los alquileres), no castigar a los propietarios. Quiere apoyar a la educación pública, no desmantelar las escuelas especializadas con admisión de élite. Apoya a los derechos palestinos, no es anti-sionista. Hizo concesiones clave en materia policial (ante los abusos y el racismo de los oficiales de esa Institución). Y, lo que es más importante, dejó claro que estaba abierto al compromiso en lo que respecta a su propuesta de impuesto a los millonarios. Podríamos llamarlo Mandani 2.0”, cita este artículo después de que el reportero del periódico anduvo con él, observándolo, analizándolo y sacando conclusiones como la que hemos transcrito arriba.
En opinión de los analistas, Mamdani ha acertado con el diagnóstico sobre qué preocupa y obsesiona a los neoyorquinos; y es por esa razón que más de un millón de votantes lo apoyaron con sus sufragios y lo han llevado a la alcaldía de la ciudad. Él, en su discurso de la victoria, prometió que estará a la altura, que no va a defraudar a nadie y que cumplirá con las altas expectativas y así lo dejó escuchar en su alocución ante la muchedumbre que esperaba ansiosa sus palabras: “Esta noche nos han dado ustedes un mandato para el cambio. Un mandato para otro tipo de política. Para una ciudad que nos podamos permitir y para un gobierno que haga eso. El 1 de enero juraré como alcalde para ello.” Dijo en el Teatro Paramount de Brooklyn ante miles de sus seguidores y votantes.
Sin embargo, todo “pende de un hilo”, un delgado hilo llamado “dinero” y que su archienemigo, Donald Trump, ha amenazado con recordar drásticamente si ganara el inmigrante musulmán estos comicios. Veremos qué sucederá en este renglón…
Hasta el día de hoy, su victoria se puede registrar en los anales de la historia, ya que ganó con holgada cantidad de votos: nada menos que con el 50 por ciento de ellos, en una jornada que registró más de 2 millones de papeletas depositadas, conteniendo los sufragios. Es, además, el alcalde más joven de Nueva York, en toda la existencia de esta urbe mundialmente reconocida; y el primer musulmán en liderar la misma metrópoli que fue atacada por terroristas de su misma confesión, aquel 11 de septiembre del 2001, y que derribaron el World Trade Center, dejando la peor cicatriz emocional y física que presenta esta ciudad.
Triunfó cuando no contaba con el apoyo formal de su partido, el Demócrata, el mismo de Barack Obama y Bill Clinton; y dejó “en el camino” a su oponente más fuerte y serio, el exgobernador Andrew Cuomo; y al republicano Curtis Sliwa. Al primero le dio una paliza electoral de 50 % contra 41 % de los votos. Esta victoria ha sido considerada de fuerte impacto en Nueva York y una “sacudida nacional” y se ha dado en medio de un debate profundo que se vive sobre el futuro del Partido Demócrata, sumido en una gran y profunda crisis, una especie de “agujero negro” generado por la también “paliza” que les propinó Donald Trump en las últimas elecciones generales. Y ante tal éxito de Mamdani, la pregunta que se desprende es: ¿Será este musulmán, con el paso del tiempo, el próximo candidato demócrata de cara a los comicios generales de los Estados Unidos? ¿Se enfrentará al hijo de Donald Trump, quien ha dicho que postulará su nombre en el futuro? Es posible que esa circunstancia podría darse, aunque, por ahora, el nuevo alcalde no deja de saborear su triunfo inmediato al haber alcanzado la alcaldía de la inmensa ciudad que descansa a orillas del Océano Atlántico.
En lo que estriba al hecho de haberse convertido en una alternativa de ayuda para las gentes neoyorquinas, Mamdani así lo explicó en su discurso de celebración: “Hoy respiramos el aire de una ciudad renacida. Esta noche Nueva York ha hablado con voz clara: la esperanza está viva. Esperanza sobre la tiranía (en alusión indirecta a Trump), esperanza sobre el poder del dinero y las ideas mezquinas. Celebro que el futuro está en nuestras manos y que los neoyorquinos se permitieron creer que lo imposible podía hacerse realidad. Soy joven, soy musulmán y soy un socialista democrático y no pienso disculparme por ello. Además, Nueva York es una ciudad construida por inmigrantes y desde hoy, gobernada por inmigrantes.” Y en referencia a Trump, el nuevo alcalde manifestó valiente y decididamente: “El choque con Washington es prácticamente inevitable y no me doblegaré (ante él). Si alguien puede mostrarle a una nación traicionada por Donald Trump cómo derrotarlo, es la ciudad que lo vio nacer.” Desafió al energúmeno obeso, estúpido y avejentado, que hoy habita en la Casa Blanca y lo ha hecho sin ningún temor, sin que le temblara la voz en ningún instante.
Sin embargo, ese “punto de luz” que ha significado ser este joven musulmán, parece apagarse o titilar inseguro, porque, para cumplir sus promesas necesita mucho dinero en el erario de la alcaldía y apoyo político del que también carece, mientras la cúpula del Partido Demócrata no está con él y Donald Trump no deja de observarlo con ojos coléricos, xenofóbicos, pro-judíos y un corazón negro, como sólo en el interior de este perverso presidente puede latir. Veremos lo que podrá concretar, si podrá convertir “sus sueños en piedra”, en realidad tangible y favorecedora de las angustias e intereses de la población de esta metrópoli.
