Olga, periodista/Editora temas urbanos
Angela Merkel, la Ex Canciller Alemana, Regresa con su Autobiografía.
El Lanzamiento Mundial del Voluminoso Libro
BERLÍN, Alemania-(Especial para The City Newspaper) Para aquellos que preguntaban insistentemente por ella, para quienes la echaban de menos y para quienes la adoraron como si se tratase de una “Emperatriz amada”, la señora Merkel estaba en casa, recluida, a la luz de su esposo y de su vida apacible; pero no estaba ociosa. De hecho, cuesta encontrar a un alemán ocioso, a ese pueblo que ha hecho del trabajo algo así como el leitmotiv o la razón de su existencia. ¡Pues bien! La señora Merkel estaba ligeramente inclinada ante su escritorio, día tras día, en la oficia particular que tiene en su residencia, escribiendo este libro que acaba de presentar en una noche de gala en la Capital alemana.
Con el sugestivo nombre de “Libertad. Recuerdos 1954-2021,” (“Freiheit”, en el original en alemán), en tiempos cuando la misma libertad está siendo mancillada, especialmente en Ucrania –por Vladímir Putin precisamente, un conocido cercano de la Sra. Merkel, -, y en Palestina -por los criminales israelitas bajo el mando de otro conocido de la alemana, el dictador Benjamín Netanyahu-, este libro sin duda será el best sellers del año, o mejor dicho… del cierre del año 2024.
Con el éxito asegurado
Antes de hacer su presentación en Berlín, en esa noche apoteósica que reunió a periodistas, amigos personales, admiradores, políticos, colegas, etcétera, etcétera, ya se hablaba muy bien del libro escrito por la ex canciller de Alemania, Angela Merkel, y de su llegada a las librerías de manera simultánea en 30 países alrededor del orbe.
Tiene 740 páginas. Es bastante voluminoso y llegará, incluso, a la lejana China comunista, donde será vendido, suponemos, con algunas limitaciones que deberán contemplar a quién, el cuándo y a cuántos…
Lo cierto es que los boletos que se pusieron a la venta para ingresar al Deutsches Theather de Berlín, para asistir a la presentación de esta autobiografía, se vendieron con una celeridad impresionante; o sea… en poquísimos minutos. Los admiradores de la señora Merkel se agolparon en la entrada del histórico edificio, elegido por los organizadores de la velada por razones obvias, por la importancia que siempre ha revestido este inmueble emblemático en el corazón berlinés.
Para darnos cabal cuenta de lo que ha significado este libro antes de su presentación y aparición en las librerías de gran parte del planeta, un periódico español de gran importancia y tiraje, lo describió de esta forma: “El libro ‘Libertad’ de la ex canciller alemana causa revuelo incluso antes de salir al mercado.” ¿Pero por qué es tan sonoro el éxito de este volumen? Se preguntarán los detractores de la Merkel, que hay muchos, o los despistados que estaban en otras cosas cuando esta señora gobernaba no solamente a Alemania, sino a Europa entera. Pues precisamente por eso, porque ella fue la mujer más poderosa del mundo durante 16 años que estuvo al frente del gobierno alemán y de la economía más fuerte del continente europeo. Sus relaciones diplomáticas y políticas con decenas de líderes mundiales (unos que se iban marchando y otros que iban llegando), y las decisiones, muchas de ellas tomadas in extremis, le dieron ese peso que ningún otro personaje de la primera mitad del Siglo XXI, hubo alcanzado antes que ella. Donald Trump le envidiaba, la detestaba doblemente: por ser mujer, primeramente (recordemos lo machista que es ese sujeto); y por la capacidad arrolladora que tenía y llevaba implícita la Sra. Merkel.
Vladímir Putin, entonces no declarado abiertamente enemigo de Occidente, ni el asesino consumado que es hoy después de su invasión a Ucrania, le echó, literalmente, los perros suyos, en medio de un salón del Kremlin, a sabiendas de que Frau Merkel temía a esos animales. Así, aunque parezca una absurda broma, intentó bajar el instinto demoledor de la alemana, ponerla a la defensiva y que se olvidara del porqué de aquella visita a Moscú. Recordemos además que los alemanes son vistos por los rusos como los eternos y poderosos enemigos que vencieron entre 1942 y 1945, durante y al final de la Segunda Guerra Mundial y Angela Merkel era alemana. Eso no lo escatimó ni pasó por alto el desagradable Putin.
Justamente en su libro, Fran Merkel se refiere ampliamente a sus experiencias con Putin y Trump; y lo hace también con los políticos contemporáneos que se cruzaron en su camino. En este punto es importante recordar la anécdota de su encuentro fortuito con el entonces dictador de Cuba, Raúl Castro, quien, antes de asumir el poder tras la muerte de Fidel, era el brazo ejecutor de todas las sentencias de muerte contra los disidentes, que se dictaban en la isla. ¡Pues bien…! En una de las tantas Cumbres mundiales, ambos se toparon: la Canciller de Alemania y el sátrapa asesino, Raúl Castro, y éste le esbozó su mejor sonrisa, su sonrisa afeminada que era proverbial en toda Cuba; pero la señora pasó a su lado, fría, despectiva y sin dedicarle siquiera una mirada de soslayo. No era para menos, había pasado al lado del peor asesino del Caribe, y aquel que, desde que estaban en la Sierra Maestra, antes de llegar victoriosos a La Habana, tras la huida cobarde de Fulgencio Batista hacia Isla de Madeira, ya fusilaba en medio de la selva tropical y lo hacía con verdadero encomio y satisfacción. Hay fotografías nítidas, en las que se pueden ver a los tres fusilando inocentes, campesinos cubanos que les sirvieron de “chivos expiatorios” para practicar los fusilamientos a destajo: eran Fidel y Raúl Castro y Ernesto che” Guevara. Y Angela Merkel, quien vivió sus primeros años en la Alemania comunista (DDR por sus siglas en alemán), conoció “el paraíso socialista” desde adentro y supo, certeramente, la clase de criminal que era Raúl Castro, lo mismo que su hermano Fidel y la satrapía que les acompañaba en el poder.
En retorno al libro, la ex canciller de Alemania repasa su vida desde su infancia y juventud en la DDR, como esbozamos en las líneas de arriba, la reunificación de las dos Alemanias, después del derrumbamiento del Muro de Berlín, su ascenso político hasta las cumbres del poder y el recorrido a lo largo de los 16 años que duró “su reinado” al frente de la Cancillería. Todo “un plato fuerte” para aquellos que gustan de las buenas narrativas, de la política con altura y de los grandes líderes que han regido los destinos del planeta entero.
Desde luego, la editorial que ha publicado este volumen ha pensado en todo, incluyendo las tendencias modernas para leer, como el audiolibro y las versiones para teléfonos celulares, tablets o computadores; y la autora emprenderá, en los próximos días, una gira por las principales Capitales europeas y otras urbes de ese continente, para presentar, en los respectivos idiomas, este mismo libro. Es decir, además de su natal alemán, el libro ha sido traducido a las principales lenguas que se hablan en la actualidad. Algo propio del ser alemán que, en cuestiones de creatividad, creación y trabajo, no deja nada al azar.
Pero será en los Estados Unidos, propiamente en Washington D.C., donde Frau Merkel se encontrará con su gran amigo, colega y ex socio en esto de gobernar potencias, el distinguido ex presidente demócrata, Barack Obama, quien le apoyó en tantas decisiones importantes que la ex canciller tomó en distintos momentos de su dilatada administración: esto quiere decir que presentará el libro, en inglés por supuesto, en la Capital estadounidense, y estará acompañada por el ilustre primer presidente de raza negra que gobernó a los Estados Unidos durante dos administraciones. Ello será este próximo 2 de diciembre cuando el auditorio elegido estará a rebosar, pletórico de gentes que admiran a ambos políticos. Quizás los dos últimos auténticos que ha habido en la geopolítica contemporánea. Es cuando el periodista Ralph Bollman, opina así de la Sra. Merkel: “En aquel momento, ella era muy aclamada en los Estados Unidos como oponente liberal-demócrata. Eso seguro le ayudará ahora en su marketing (las ventas del libro en USA).” Recordemos que Bollman también escribió una biografía de Angela Merkel con singular éxito de librerías.
Algunos extractos que han sido publicados en periódicos alemanes en estos días, mencionan que la ex canciller toca temas, además de los expuestos en las líneas de arriba, como la controvertida acogida de refugiados provenidos de Oriente Próximo (incluso un terrorista del Isis se hizo un selfie con Angela Merkel a su llegada a Alemania); su política hacia Rusia y Ucrania y su visión sobre las reiteradas crisis humanitarias y bélicas en Cercano Oriente.
Algunos aspectos de la presentación del libro
Para el observador avezado fue posible notar la ausencia (o “la presencia de ausencia”) de aquellos que fueron colaboradores de Angela Merkel a lo largo de los 16 años de gobierno. ¡Ninguno de ellos estuvo en el Deutsches Theather de Berlín! Tampoco ningún cargo de la CDU, el partido político que sustentó la carrera política de esta mujer.
La prensa alemana, en especial el poderoso Frankfurter Allgemeine Zeitung, el periódico más importante de Europa, le dedica esta crónica a la ex canciller, y lo hace en primera plana: “Las copias azules (los volúmenes del libro), están apiladas en el vestíbulo del Deutsches Theather de Berlín. Es la noche del estreno del libro, las memorias ya han sido firmadas: La ex canciller, como dirá su editoria Kerstin Geba en su bienvenida, lo había ‘firmado a una velocidad vertiginosa’ el día anterior. Muchos visitantes compran una copia antes del inicio del evento y esperan pacientemente en fila (para que ella les estampe su autógrafo). El esposo de Merkel, Joachim Sauer, se abre paso entre la multitud; el actor Ulrich Matthes abraza a alguien; el escritor Rainald Goetz está de pie, ligeramente elevado en un escalón y mira la escena con rostro serio. Los periodistas de la Capital dan la bienvenida a otros periodistas de la Capital. Stefan von Hotzbrinck, director general del grupo editorial, que compró las memorias de Merkel por una suma probablemente exorbitante y las vendió a más de 30 países, dice en una entrevista: ‘Con algunos libros, a la gente le gusta tomar riesgos.’ Sin embargo, no revela qué tan grande es el riesgo financiero.” En este último aspecto, luego trascendió, por un canal no oficial pero confiable, que sólo la autora del libro, la Sra. Merkel, se embolsó a manera de anticipo (la editorial alemana le pagó una parte del dinero por haberle comprado los derechos), la “bicoca” de €12 millones. Subrayamos: eso fue sólo el “anticipo”; de tal manera que el monto total se desconoce hasta el momento.
Retornando al ambiente que reinaba en la sala del Deutsches Theather berlinés, la editora Geba, dentro de su conversación con otros circunstantes, elogia “el arte narrativo de Angela Merkel” y de su coautora y ex directora, Beate Baumann. Pocos minutos después, Frau Merkel comienza la ceremonia con su característica voz que se ha dejado de escuchar en los últimos años, debido a su retiro de la política. Es cuando lee la introducción de sus memorias, como si se tratase de un audiolibro. Casi de inmediato, aparece la periodista Anne Will, moderadora de la velada, seguida por la ex canciller, quien viste con pantalón negro holgado y su infaltable blazer color marfil. Aquellos blazer que siempre usó, de distintos colores, y que la identificaron a lo largo de sus 16 años de “reinado” en el escenario de toda Europa.
En el caso de Beate Baumann, trascendió que ayudó a la redacción del libro y a la composición final del mismo: la presentadora narró acerca del trabajo de Baumann ante el auditorio esa misma noche, de la labor de ambas. Relató que escribieron el libro juntas, cada una puso su parte en papel y luego armaron el volumen que se iría a la imprenta. “Fue un trabajo inusual para una ex canciller: sentarse en un escritorio frente a la computadora. Fue una experiencia nueva (…) (para Frau Merkel).” El público que conformaba el auditorio estalló en aplausos para la invisible Baumann, quien permanecía entre bambalinas, sin dar el rostro, porque la ceremonia era toda para Angela Merkel… son sus vivencias, son sus experiencias de vida.
La moderadora, Anne Will, tomó la palabra antes de que lo haciera la “estrella de la noche” y describió, entre otras cosas, la temática global de la obra literaria: desde la infancia en la República Democrática Alemana (RDA), el refugio que significaba su familia dentro de aquella dictadura comunista, supra-obediente a Moscú; hasta los partidos que actuaban como maquinarias de poder “en la otra Alemania”, la ambición que se detectaba en cada dirigente, hasta confluir en la guerra de Ucrania y las actitudes de Putin, antes, durante y después de la invasión al suelo ucraniano.
En lo que atañe a su actuación en la velada de la presentación de su auto-biografía, la Sra. Merkel manifestó al nutrido auditorio que la escuchaba y se había abalanzado, antes de la charla, hacia la pila de libros y había comprado casi todos los ejemplares: “Siempre he sido honesta –dijo la ex política-, y he tomado todas las decisiones, de tal manera que las volvería a tomar en retrospectiva.” En muchos de los asistentes, quienes recuerdan algunas de “esas decisiones” que Angela Merkel tomó, aun a sabiendas de que iban en contra de las mayorías, apareció la Cumbre de la OTAN, en el 2008, en Bucarest, Capital de Rumanía, cuando la líder alemana se plantó y no estuvo de acuerdo con la adhesión de Ucrania a la Alianza. Fue una determinación que cada quien puede interpretarla como mejor le parezca, pero, en aquel momento preciso, Merkel sintió que era lo mejor que podía decidir y Ucrania permaneció fuera de la OTAN. Lo que haya sucedido después… fue algún tiempo después, precisamente. “(…) de lo contrario, Vladímir Putin podría haberse sentido provocado a atacar a Ucrania incluso entonces. Personalmente, no creo que haya sido un error, incluso en retrospectiva.” Se explicó Merkel ante el auditorio.
La presentación transcurrió relajadamente, el ambiente no pudo ser mejor. El público no había dejado de aplaudir desde que la ex canciller apareció en el escenario y con cada argumentación que le emocionaba, volvía a manifestar el estruendo de sus palmas. “Soy una de las personas afortunadas –recalcó Merkel-, que experimentó la caída del Muro (de Berlín), a una edad en la que todavía había mucho por delante.” Afirmó. Y a la pregunta de la moderadora sobre cuál fue el mayor obstáculo que enfrentó la autora a lo largo de su carrera política, si fue por haber llegado de la Alemania Oriental o por ser mujer, Merkel no dudó en contestar: “ser mujer.” Y así lo explicó: “Lo sentí en la primera campaña electoral en el 2005, que casi perdí. No sólo por los aires machistas y las gracias de mi antecesor, Gerhard Schröder, y cuando más se acercaba el día de las elecciones, mayor era la preocupación (y me preguntaba): ¿Puede una mujer hacer eso?”
Y ante la afirmación de algunos de sus críticos dentro de Alemania que en el libro no hay realmente nada nuevo, la ex canciller salta y dice al instante: “Entonces, la gente decía de mi paso por el gobierno: ‘Nos mintió, nos ocultó cosas reales.’ (Pero) cuando lo tienes en la mano, una joya así (el libro), entonces te paras frente a ti mismo como si estuvieras en un desfile.”
Esa misma noche, recordó y volvió a defender su política referida a los refugiados que llegaban desde la lejana Siria, a pie, recorriendo media Europa, para rehacer sus vidas; también “se sacudió” acerca de Rusia y la economía alemana. En cuanto a las críticas de sus detractores, si había sido demasiado blanda con Rusia a cambio de obtener gas natural más barato o de que había hecho muy poco para combatir al cambio climático o para financiar a las Fuerzas Armadas alemanas, respondió que muchas de esas cosas “no estaban únicamente bajo mi control.”
Rechazó tajantemente el cuestionamiento que se le hizo sobre haber ahorrado demasiado dinero del fisco, “hasta llevar a Alemania a la destrucción”, apoyada por su Partido cristianodemócrata (CDU), con el único propósito de ahorrar dinero en lugar de invertirlo allí donde fuese necesario y por esa causa, no se mostró dispuesta a renovar infraestructuras que estaban obsoletas o a punto del colapso, como el servicio nacional de ferrocarriles, Deutsche Bahn, que en los pasados campeonatos europeos de fútbol, o Eurocopa 2024, se notó la decadencia de dicho servicio.
Se revolvió en su asiento cuando se le señaló ser demasiado conciliadora con Rusia y su déspota Putin, en el poder, sobre todo después de la anexión de Crimea, en el 2014, a fin de que el ruso no subiera el precio del gas que le vendía a Alemania; y en las páginas de su libro manifiesta la ex canciller Merkel que “aceptar la candidatura de Ucrania para entrar a la OTAN, Occidente estaba enviando una fuerte señal al Kremlin.” De hecho, en lo extenso de la autobiografía, Frau Merkel le da un lugar prominente a Putin y le recuerda, sin embargo, como alguien que siempre estaba dispuesto a faltar el respeto a los demás, dejando a los visitantes en Moscú, esperando mucho tiempo después de la hora señalada para el encuentro. “Llegaba demasiado tarde a las entrevistas”, escribió la alemana.
En “las antípodas”, Angela Merkel elogia en su libro a Barack Obama, el ex mandatario de los Estados Unidos, de quien dice que, al verlo por vez primera, se dio cuenta de que podría trabajar bien en su compañía, con un colaborador inteligente y digno. Incluso, dice en una de sus páginas que pidió consejo a Obama sobre presentarse a un cuarto mandato en el 2017.
Con respecto a Donald Trump, recordó que éste se negó a darle la mano a ella ante las cámaras de la prensa internacional y afirmó que ella había arruinado a Alemania por acoger a tantos refugiados, en el 2015 y el 2016; y también la acusó de gastar muy poco en Defensa y de realizar prácticas comerciales desleales. “(Trump) actuó siempre como si Alemania le debiera algo a él y a los Estados Unidos, pero no estaba interesado en encontrar un terreno común o trabajar en soluciones”, escribió acerca del magnate inmobiliario en su primer gobierno en USA.
Otros datos interesantes que se pueden leer en este volumen de 740 páginas, se refieren a su etapa de la niñez en la Alemania del Este (comunista), donde “crecí feliz”, según sus propias palabras. Y al explicar por qué escribió el libro, Merkel indica que lo hizo “para ilustrar a la población cómo funciona la política nacional (alemana) y global, cómo fue mi relación con otros líderes mundiales y por qué tomé ciertas decisiones y cómo lo somaticé y el precio que tuve que pagar por ello.” Recordó el motivo de sus temblores que tanto llamaron la atención en los años de su paso por el gobierno: “Durante las visitas de varios invitados de Estado –escribió Merkel-, mis muslos (…), empezaron a temblar ligeramente. Mientras sonaban los himnos nacionales, el temblor se extendió por todo mi cuerpo (…). Nada ayudó. Pero neurológica e internamente no había nada. El origen estaba en la muerte de mi madre, en la primavera del 2019. Apenas encontré tiempo para lamentarme. Ni siquiera en el proceso de duelo pude dejar mis deberes (al frente del gobierno).”
Durante el diálogo con la moderadora, la periodista Anne Will, en la presentación de su libro, la ex canciller manifestó que la pandemia del coronavirus cambió muchas cosas en la política mundial. Por ejemplo, en la reunión del G-20, en octubre del 2021, Vladímir Putin no viajó a Roma, sede de la Cumbre, y participó sólo mediante videoconferencia. “Cuando no hubo reuniones, nos distanciamos, no se forjaron nuevos compromisos. Esto se aplicó tanto a Rusia como a China.” Aclaró a la audiencia allí presente. Finalmente, dijo que le hubiese gustado evitar la situación actual de la guerra en Ucrania y aseveró que “esa agresión la vi venir (en aquel tiempo cuando todavía estaba en la Cancillería de Alemania).” Reveló.
El libro pronto aparecerá en muchos países de los cinco continentes y quienes esperen leer en sus páginas detalles del cristianismo de sus padres, Angela Merkel no aborda ese tema con profundidad, no habla de la fe cristiana como muchos lo esperaban; y sobre el Islam hace afirmaciones un tanto dispersas, siempre relacionado con el extremismo y el terrorismo. Tampoco menciona extensamente a líderes mundiales no occidentales, en los casos del hindú Narendra Modi o del chino Xi Jinping o su predecesor, Hu Jintao. Menciona con agradecimiento y especial deferencia al ex mandatario de España, Mariano Rajoy, con quien trabajó estrechamente, pero se distanciaron durante la negociación de los presupuestos europeos del 2014 al 2021, un lapso en el que fue tachada de “tacaña”, debido a sus posturas nada flexibles en cuanto al gasto dentro del presupuesto destinado a la Unión Europea (UE).
Para finalizar, dos aspectos que la autobiografía concederá a la Sra. Merkel: un éxito sin igual en estos duros tiempos de malas finanzas, que será a nivel global; y la hará millonaria debido a esas superventas que sin duda sucederán en los próximos meses, si es que ya no era lo suficientemente rica, después de haber estado en la cúspide de la política alemana y mundial.
Donald Trump Asume el Poder en los Estados Unidos y Este es el Contexto Judicial de su Situación Particular
NEW YORK, USA-(Especial para The City Newspaper) Ahora que Donald Trump es nuevamente el presidente de esta nación y que ha enfrentado una cantidad impresionante de juicios, ¿Cuál es su situación jurídica en relación con su investidura como gobernante de los Estados Unidos? Veamos:
El fiscal especial a cargo, desestimó el caso en el que se acusa al presidente Trump de interferir en las elecciones del 2020 y la otra acusación en la que se indicó que almacenó documentos clasificados, propiedad del gobierno estadounidense, en su residencia de Mar-a-Lago en Florida, una vez que concluyó su primer período presidencial. Esto significa que el aparato judicial de este país ha puesto punto final y ha cerrado esos casos en los que el hoy mandatario, aparecía culpable irrefutable e irremediable de los cargos de los que era acusado. Y no hay duda de que el hecho de haber resultado ganador de las pasadas elecciones, le dio ese hándicap a Trump, para ser sobreseído, si el término técnico cabe.
Recordemos que este empresario del espectáculo o del show business norteamericano y de los bienes raíces y ahora metido a político –para desgracia de la humanidad entera, valga el comentario-, intentó frenar la proclamación de presidente de Joe Biden, cuando conoció el resultado de las antepasadas elecciones nacionales, cuando el demócrata Biden lo derrotó; también, lanzó a las hordas de seguidores suyos contra el edificio de El Capitolio, con la orden expresa de que asesinaran –literalmente-, a su propio vicepresidente, Mike Pence, por no obedecerlo en la no declaración de Biden como presidente de USA. Recordemos, así mismo, las tropelías, los abusos y hasta las muertes que esos asaltantes del Congreso causaron ese día.
Poco tiempo después, se supo que Trump había raptado gran cantidad de documentación, en cajas usadas por el gobierno, y que era material sensible, top secret, que pertenecía al Departamento de Estado y que, tras una intervención del FBI a la mansión de Trump en La Florida, apareció hasta en los baños de esa casa, donde estaba a la vista de cualquier visitante ocasional que allí llegara. Empero, a pesar de lo aquí recordado y descrito, el Departamento de Justicia de los Estados Unidos ha decidido, hace pocas fechas, desestimar los dos principales casos penales contra el nuevamente electo presidente, lo que, según los analistas, supone ser un gran éxito para Trump en su regreso a la Casa Blanca.
Con nombres y apellidos
Para conocer el nombre de la persona que decidió desestimar ambas acusaciones, tenemos que remitirnos al ex fiscal Jack Smith, quien estuvo al frente de los dos casos federales contra el líder del Partido Republicano y, para ello, presentó una moción para desestimarlos en la Capital de esta nación, Washington D.C. Lo mismo hizo en el Estado de La Florida en relación con el rapto de los documentos clasificados, que sólo el gobierno de los Estados Unidos puede poseer y disponer de ellos. Para justificarse de ambas decisiones, deleznables ante los ojos de la opinión pública mundial, ya que se esperaba una fuerte y aleccionadora condena contra Donald Trump, el entonces fiscal esgrimió el argumento de que “la política del Departamento de Justicia ordena no investigar a presidentes en ejercicio. Es decir, prevalece la tesis de que los mandatarios de este país son intocables, tanto si están en la cúspide del poder, en la Oficina Oval, como si estuvieren fuera de ella. Y Trump ha dado a conocer a la humanidad entera, sin que él se lo haya propuesto, que, efectivamente, los presidentes de los Estados Unidos son inmunes durante toda la vida.
En lo que estriba a la voz oficial de este indiciado, su portavoz, Steven Cheung, difundió un comunicado en el que manifestó que el final de los procedimientos representa “una gran victoria para el Estado de Derecho (¡!)” y esas acusaciones eran “inconstitucionales” según su modo de ver (y torcer) las cosas. Es decir, se puede deducir entre líneas de su argumentación equivocada, que Donald Trump podía causar cualquier acto reñido, evidente y convincentemente, contra las leyes del país, que por ser Trump, toda acción judicial en su contra se califica “inconstitucional.” Una especie de “dios”, que pone de manifiesto que las leyes estadounidenses son endebles en varios de sus puntos y eso desalienta a quienes admiran al sistema del que hacen gala los norteamericanos. Es evidente que no se trata de un caso de “inmunidad”, como realmente lo es, sino de gravísima “impunidad.” “El pueblo estadounidense y el presidente Trump quieren un fin inmediato al uso político de nuestro sistema de justicia como arma”, agregó el portavoz. De tal manera, la invasión violenta a El Capitolio y el robo de las cajas atestadas con documentación sensible y secreta, fue “legal”, según el modo de considerar los hechos y de acuerdo a esas mismas leyes permisivas de los Estados Unidos, que en ningún otro país, aparte de las dictaduras, es posible observar.
Y para terminar con este abrumador caso, el propio Trump podría indultarse a sí mismo, como si realmente fuese un dios: “muy probablemente Trump habría detenido el proceso judicial después de asumir el cargo como presidente de la nación”, aseguró el ex fiscal Smith. Los expertos creen posible que el republicano se indultará a sí mismo, una vez en el poder. De eso no quepa la menor duda. Podría ser el primer acto al estar frente al escritorio de la Oficina Oval; el segundo será, como ha anunciado previamente, la persecución de los inmigrantes en todo el territorio estadounidense. También es posible que Trump desate una persecución contra fiscales, abogados, jueces y miembros de los jurados que estuvieron presentes en los procesos judiciales contra él y “descabece” a la mayoría de ellos, sino los mete a prisión también. En otras naciones, en el caso de Guatemala, por ejemplo, quienes han trabajado en el Departamento de Justicia han tenido que exiliarse sin demora ante las campañas abiertas, desmedidas y descaradas en las que se ha ordenado encontrarlos, perseguirlos y encarcelar a todos esos funcionarios que intentaron hacer prevalecer a las leyes establecidas.
En lo que atañe al ex fiscal Jack Smith, previendo un muy posible acto de venganza de parte de Trump, presentó su renuncia irrevocable tras conocer la victoria de su acusado, Donald Trump, en las elecciones nacionales recién acaecidas en noviembre pasado. Pero antes de hacerlo, presentó su informe final sobre los procesos criminales, cuya conclusión se vio alterada definitivamente tras el resultado de los comicios. Es decir, el funcionario actuó en consecuencia cuando el Tribunal Supremo otorgó la inmunidad al presidente –tal y como está estipulado con los mandatarios de los Estados Unidos-, para todos sus actos oficiales y haciendo imposible, en la práctica, que el juicio empezara antes de las elecciones, al forzar un cambio total en la estrategia del ministerio fiscal. No obstante, quedaba una leve “resignación” para quienes han querido ver a Trump detrás de los barrotes de una celda, tal y como realmente lo merece, y estaba en manos de Merrick Garland, quien designó a Smith fiscal en estos dos casos delictivos, ya que podía decidir si hacía público el informe donde se explica con detalle ambos delitos cometidos por Donald Trump, o los archivaba definitivamente y en el mayor de los secretos. Es una prerrogativa que le pertenece a la fiscalía y que, por la salud general del aparato judicial de este país, era oportuno que los diera a conocer a la opinión pública para enterarnos o reforzar la imagen que tenemos del nuevo presidente. Siempre en torno a este asunto, el Departamento de Justicia solicitó en un escrito a la magistrada Aileen Cannon, para que no extendiera la prohibición que emitió en referencia a la publicación del informe de Smith; es decir, Cannon bloqueó dicha publicación, mientras un tribunal federal de apelaciones, con sede en Atlanta, Georgia, decidía sobre la cuestión. Sobra decir que los abogados de Trump intentaron, por todos los medios, para que no se publicara dicho informe acerca de los dos delitos cometidos por su cliente y que fue elaborado por el hoy ex fiscal Smith. No obstante, la magistrada levantó el bloqueo y el informe ha salido finalmente a la luz pública. En ese “forcejeo” lo que prevalecía era una lucha de poder, ego y competencias en torno al informe, que, sin embargo, no tendrá consecuencias jurídicas en contra del indiciado: el equipo de Garlan se inclinó por hacerlo público, ya que en el documento se narran detalladamente las interferencias electorales de Trump en detrimento del triunfo trasanterior de Biden en las elecciones presidenciales; y por el lado contrario, la jueza Cannon, que, dicho sea de paso, fue nombrada por el propio Donald Trump en ese cargo en el circuito federal, desestimó tajantemente el caso de los documentos confidenciales que fueron sacados de la Casa Blanca y guardados en Mar-a-Lago de manera arbitraria. Pero, reiteramos, era oportuno que el pueblo estadounidense y la opinión pública mundial conociera, con lujo de detalles, los desmanes de Donald Trump cuando robó la documentación clasificada e intentó obstaculizar la llegada de Biden a la Casa Blanca.
Por el momento, lo que acabamos de ver ha sido la primera renuncia de un alto personero de la justicia de los Estados Unidos, previendo la persecución que el nuevo presidente desatará contra aquellos a quienes él considera sus enemigos y “trataron de dañarlo” en el pasado reciente. Jack Smith, para mejores señas, fue fiscal también para los crímenes de guerra en Kosovo, Los Balcanes, en el sur de Europa, lo cual habla en parte de su vasta experiencia en la materia. Abandonó su oficina en Washington en días recientes, sin hacer declaración alguna a la prensa ni haber emitido ningún comunicado. Periodistas estadounidenses así lo relatan: “su decisión, esperada e inevitable, ya que Trump lo tiene en la mirilla, fue para no darle al presidente la satisfacción de su despido. Así consta en una nota al pie de la documentación remitida a la fiscalía general.” Para Smith estaba claro que Donald Trump debía ser imputado y procesado y así lo hizo saber: “Mi intención es investigar a Trump de manera justa y rápida. La adhesión al Estado de Derecho es un principio fundamental del Departamento de Justicia y el compromiso de nuestra nación con el Estado de Derecho, es un ejemplo para el mundo. Tenemos un conjunto de leyes en este país y se aplican a todos (incluyendo al entonces ex presidente).” Así lo aseguró en agosto del 2023, en La Florida, al presentar las acusaciones formales contra el magnate inmobiliario.
El triunfo electoral impidió una condena inminente
En el informe redactado por el ex fiscal Smith se dice tácitamente que el nuevo mandatario de los Estados Unidos, de no haber ganado las elecciones del pasado 5 de noviembre, habría sido procesado y condenado por interferencia electoral y todas las maniobras llevadas a cabo en el 2020, tras no aceptar la derrota ante Joe Biden.” Es decir, según su consideración técnica, “había suficientes pruebas para condenarlo.” Y añade: “La opinión del Departamento (de Justicia) de que la Constitución prohíbe la acusación y el procesamiento de un presidente, es categórica y no depende de la gravedad de los delitos imputados, la solidez de las pruebas del gobierno o de los méritos de la acusación, que la oficina respalda plenamente. De hecho, de no ser por la elección de Trump y su inminente regreso a la Presidencia, la oficina evaluó que las pruebas admisibles eran suficientes para obtener y sostener una condena en el juicio.” Esas fueron sus consideraciones enteramente o ciento por ciento seguras de parte de este ex fiscal que llevó los dos casos contra Trump. Su convencimiento sobre la culpabilidad del actual mandatario, fue tal… que no permitió la menor duda posible.
Ese informe consta de 137 páginas y en él, el ex fiscal Smith indica contundentemente que “Donald Trump intentó revertir los resultados de una elección libre y limpia y alentó constantemente a la violencia contra sus supuestos oponentes entre noviembre y el 6 de enero del 2021, cuando sus partidarios, alentados por él mismo, asaltaron El Capitolio, hiriendo a más de 140 agentes de policía (…).” En este punto específico, Trump ha decidido, con el paso de los días en la Oficina Oval de la Casa Blanca, indultar y sacar de las cárceles a esos asaltantes del Congreso, en agradecimiento a la lealtad que le demostraron en aquellos momentos, únicos en la historia del país.
Además, el ex fiscal entrevistó a más de 250 personas y obtuvo el testimonio de 55 testigos ante dos grandes jurados y concluye que había pruebas más que suficientes para juzgar y condenar al hombre que ya está entronizado de nuevo en el gobierno de los Estados Unidos. “Fue un esfuerzo criminal sin precedentes para anular los resultados legítimos de las elecciones, con el fin de retener el poder”, aseguró Smith. Así mismo, este ex funcionario judicial denunció en distintas etapas, “la capacidad y voluntad de Trump para usar su influencia y seguimiento en las redes sociales, para atacar a testigos, tribunales y empleados del departamento, lo que requirió que la oficina participara en litigios que consumían mucho tiempo, para proteger a los testigos de amenazas y acoso.” Escribió. Si lo recordamos bien, el juez que veía este caso, ordenó a Trump mantenerse callado y no escribir en su red social o de lo contrario tendría que encerrarlo en prisión. El hoy presidente obedeció… a medias.
La respuesta del mandatario en su cuenta de Truth Social, fue inmediata a este informe recién publicado y atacó de esta manera: “para mostrar lo desesperado que está, el desquiciado Jack Smith, publicó sus hallazgos falsos (¡!), a la 1:00 am (en la madrugada). ¿Dijo que el Comité de Anulación de la Selección destruyó y borró ilegalmente todas las pruebas? El trastornado Jack Smith no pudo procesar con éxito al oponente político de su jefe, el corrupto Joe Biden, por lo que termina escribiendo otro informe basado en información que el Comité No Electo de Matones y Piratas Políticos destruyó y eliminó ilegalmente, porque mostraba cuán totalmente inocente era yo y cuán completamente culpables eran Nancy Pelosi y otros. Jack es un fiscal patético que no pudo lograr que su caso fuera juzgado antes de las elecciones, que gané de manera aplastante. ¡¡¡Los votantes han hablado!!!” Hizo leer Trump. En todo caso, el ahora presidente ha quedado libre de estas dos acusaciones y no tendrá que enfrentarse más a ningún fiscal, jurado ni jueces y pasará la página de un capítulo que le quitó la tranquilidad, si es que esa emoción fuese posible en su fuero interno, pues es un ser en constante ebullición y violencia interna, en su espíritu y mente.
Por otra parte, en lo que se refiere a otro caso, esta vez contra la ex actriz pornográfica Stormy Daniels, el juez Juan Merchan, de origen colombiano, mantiene la condena contra Donald Trump, pero se niega a imponerle ninguna pena, que, de todos modos, quedaría inhibida debido a la elección nuevamente del magnate inmobiliario a la presidencia del país. Sin embargo, la andanada de insultos, retos y descalificaciones de parte del acusado y sentenciado, no se ha hecho esperar en contra del magistrado, más todavía cuando Trump se siente seguro por haber alcanzado nuevamente el poder en los Estados Unidos y tener de su lado al Congreso, al Senado y la posibilidad de llenar al aparato judicial con la gente que a él lo acuerpa y podría causar daño a este juez si el mismo Trump lo solicitara. Es así como acusó a Juan Marchan de llevar a cabo “un ataque político ilegítimo (contra mí)”, por el caso del soborno a la ex actriz del cine para adultos, Stephanie Clifford, conocida popularmente como Stormy Daniels. Recordemos que Trump, por medio de su abogado “estrella”, Michael Cohen, le pagó a esta mujer la suma de US$130,000, antes de las elecciones que Trump ganó y le llevaron por vez primera a la Casa Blanca, para que ella no narrara las aventuras íntimas que sostuvo con el ahora mandatario.
“Este ataque político ilegítimo no es más que una farsa amañada –continuó su ataque Trump contra el funcionario de justicia-. El juez en funciones, Merchan, que es un partidista radical, acaba de emitir otra orden que es ilegal, a sabiendas que va en contra de nuestra Constitución y, si se permite que se mantenga, sería el fin de la presidencia tal y como la conocemos.” Así redactó Trump en su cuenta en Truth Social, en referencia a la posición firme del juez de sentenciarlo, a pesar de haber sido electo de nuevo presidente de los Estados Unidos. “(Es) ¡Una despreciable violación a la Primera Enmienda!” Aseveró un siempre violento Trump. Es decir, no puede soportar la idea de que fuera condenado por el caso “Stormy Daniels”, a pesar de que ganó las pasadas elecciones presidenciales. Para Trump, lo que él llama persecución política, debe cesar inmediatamente porque, según su manera de ver las cosas, él es “intocable” desde todo punto de vista terrenal o divino, de acuerdo a su retorcido ego y a su mentalidad también retorcida y carente de principios, respeto, humanidad, cordura y sensatez fundamental.
Y el magnate saltó más contrariado aún, cuando escuchó decir al juez Merchan que “la inmunidad no afectará a este caso.” Así, Donald Trump ha quedado condenado por un total de 34 casos y su ascenso a la Casa Blanca no limpiará su imagen de ningún modo. Una derrota moral que le ha dolido a su gigantesco orgullo, a su arrogancia desmedida y patológica, que supera todas las proporciones razonables y normales.
Donald Trump Nuevamente a la Casa Blanca. Gana de Manera Contundente las Elecciones de los Estados Unidos
USA-(Especial Para The City Newspaper) El tema aquí no es que haya ganado solamente las elecciones norteamericanas, sino la forma como lo hizo: dejando “en la cuneta” y en estado de “shock” a una mujer que millones de observadores y analistas considerábamos una excelente contrincante política, ante el magnate neoyorkino.
Si usamos los sustantivos “victoria”, “triunfo” o “repunte electoral”, serán imprecisos desde todo punto de vista, porque eso no fue exactamente lo que Donald Trump y su grupo de apoyo han alcanzado en los Estados Unidos, porque fue una auténtica debacle, un tsunami inesperado y mortal para los demócratas, quienes estaban confiados en un apretado triunfo en las urnas, una confianza alimentada día a día por los mentirosos, falsos y estafadores dueños de las encuestadores, quienes suelen llenarse los bolsillos con millones de dólares a lo largo de las campañas, dando estadísticas, números, cálculos y demás subterfugios que no tienen nada que ver con la realidad. Ellos aseguraron que, hasta la última hora, antes del cierre de los centros de votación, Kamala Harris empataba aritméticamente con Trump, y con ese falso optimismo nos fuimos todos a observar los resultados que fueron diametralmente opuestos.
Fue entonces cuando vimos el mapa de los Estados Unidos, facilitado por el Tribunal Electoral estadounidense, totalmente manchado de rojo… rojo republicano, mientras los demócratas lograban pírricas victorias en Estados pequeños y sin ninguna consecuencia númerico/electoral. Y conforme pasaban las horas, los minutos, los segundos, el golpe traumático a la buena Kamala iba tomando gigantescas dimensiones, hasta dejarla sin aliento, sin palabras y al borde del desquiciamiento. Fue tan duro el “mazazo” electoral, que la ex candidata y vicepresidenta del país, reaccionó hasta dos días después, producto del impacto, para aceptar su derrota y llamar por teléfono a Trump y manifestarle su felicitación. Esta derrota ha sido peor que la infringida a Hillary Clinton y tendrá consecuencias demoledores en el futuro en el Partido Demócrata.
“El terror” para Kamala Harris, todavía rebosante de esperanza y optimismo, comenzó cuando la noche apenas despuntaba y se podía ver en el enorme mapa del país, la forma como los republicanos iban arrasando paulatinamente. A temprana hora, decíamos, Donald Trump ya iba ganando en cuatro de los siete Estados definitorios de la victoria electoral en esta nación que tiene el sistema electoral más extraño de cuantos puedan existir a nivel global. Es decir, arrasaba en Carolina del Norte, Georgia, Pensilvania y Wisconsin y lideraba los resultados en Arizona, Míchigan y Nevada. La Sra. Harris comenzaba a notar que algo iba mal con su nominación en estos comicios.
Estado por Estado favorecía al magnate
Desglosando a cada uno de estos territorios, estos son los votos electorales que deparan y que otorgan el resultado final de las elecciones: Arizona concede 11 votos electorales; Carolina del Norte, 16 votos; Georgia 16; Míchigan 15 votos electorales; Nevada 6; Pensilvania 19; y Wisconsin concede 10 votos electorales, un Estado que fue clave para la victoria de Trump en el 2016. En esta oportunidad también lo ganó inobjetablemente.
La situación empeoró para la candidata de los demócratas, porque perdió también en el voto popular; es decir, los estadounidenses prefirieron decantarse por Donald Trump de manera masiva y ello quedó registrado en el conteo individual de los sufragios. En aquellas elecciones en las que el republicano se enfrentó a Hillary Clinton, ciertamente la demócrata ganó por varios millones de votantes a su favor, pero perdió en algunos Estados clave que conceden el famoso “voto electoral.” En otras palabras, aritméticamente Trump perdió las elecciones contra Mrs. Clinton, por el número de votantes que favorecieron a la ex Secretaria de Estado de Obama; pero ganó el republicano gracias a este singular sistema electoral que predomina en los Estados Unidos.
Pero en esta ocasión, la señora Harris no logró siquiera hacer “un simple rasguño” en su oponente, porque lo perdió todo y en todos los aspectos. Incluso, su derrota fue tan traumática que ahondó en las posibles deficiencias del Partido Demócrata y ha hecho a sus dirigentes volver sus miradas hacia el interior de este movimiento para analizarlo y detectar dónde estuvieron los enormes fallos.
Otra situación que causó contrariedad, porque se basó en la mentira, en el peor de los engaños, fue la que propiciaron los dueños de las agencias de encuestas, esa horrenda fauna que aparece en todas las elecciones democráticas alrededor del mundo y cuyos gerentes y propulsores se enriquecen con los millones de dólares que les pagan los medios de prensa, los partidos políticos y por supuesto, los candidatos. Y a pesar de que los equívocos, los yerros constantes y el desacierto final se presentan, debido a sus pésimas predicciones, les siguen contratando. En este caso específico, en las elecciones de los Estados Unidos, los encuestadores aseguraron una y otra vez que los dos candidatos iban a llegar a la noche del conteo de los votos, aritméticamente empatados, y que iba a ser un final reñido, que, quizás, el resultado concluyente de las elecciones, para conocer al vencedor, se iba a dar una semana después o unos cuantos días posteriores. ¡Todo era falso! Vendieron una realidad que no fue virtual siquiera y Kamala Harris y su grupo les creyeron y lo que fue peor… cifraron su optimismo triunfalista en esas predicciones “sacadas de la manga” de un prestidigitador o de mentirosos consumados. Aptos para ser querellados en las Cortes de Justicia por los demócratas que fueron burlados miserablemente.
Con base en esas estadísticas numéricas, Cedric Richmond, co-presidente de la campaña de Kamala Harris, luego de observar el mapa electoral de los Estados Unidos y la forma como se decantaban las cosas, caminó por el jardín central de la Universidad de Howard, en Washington, y dijo en voz alta a los correligionarios que también veían el apabullante triunfo del republicano: “Todavía tenemos votos por contar, todavía tenemos Estados en los que no ha sido declarado el vencedor. Seguiremos durante toda la noche para asegurar que cada voto sea escrutado, que cada voz se pronuncie, así que escucharán ustedes a la vicepresidenta hablar esta noche, sino mañana. Mañana estará aquí de nuevo, no sólo para dirigirse a la familia de Howard University y a quienes la apoyaron, sino para dirigirse a la nación (en calidad de triunfadora de los comicios). Así que… gracias. Creemos en ustedes. ¡Qué Dios los bendiga y los guarde! ¡Adelante Universidad de Howard y adelante Harris!” Era el corto discurso de un hombre que quería demostrar a los demás que sus esperanzas seguían intactas, pero que, en el fondo, veía una realidad contraria a sus anhelos: la derrota se cernía sobre los demócratas igual a una negra y densa sombra. Dicen quienes lo vieron, que caminó erguido por la pasarela que fue construida allí para que caminara en el día de la victoria la Sra. Harris, junto a su esposo de raza judía, Doug Emhoff, y fuera ovacionada no sólo por haber alcanzado la presidencia de la Unión Americana, sino por haber sido elegida la primera mujer en esta potencia mundial. Todo presumía que iba a ser una gran fiesta al día siguiente; pero nadie estaba para fiestas con sus caras largas, sus miradas al vacío y un silencio sepulcral que, a pesar de ser un silencio impuesto… “lo decía todo”: “hemos sido barridos, hemos sido aplastados por una gran aplanadora y nos han hecho regresar a la realidad anterior, cuando Donald Trump amenazaba con pulverizar al sedente y acabado Joe Biden, después de aquella fatídica comparecencia de ambos en el debate televisado.”
Lo cierto es que, lejos de los encuestadores estafadores y mentirosos, quienes estaban allí, en la Universidad de Howard, fundada por negros cuando no se les permitía asistir a las Universidades de los blancos, en el Washington de 1908, y donde Kamala se graduó en 1986, fueron abandonando el recinto, cabizbajos y en medio de un silencio elocuente que sabía a derrota, la peor de las derrotas, porque se les había regalado la imagen de que ellos “iban a despedazar a Donald Trump,” el monigote de los insultos.
La escena del 8 de noviembre del 2016 ahora se repetía, cuando John Podesta, entonces jefe de la campaña de Hillary Clinton, intentó renovar las esperanzas de los demócratas reunidos en torno suyo y que esperaban el triunfo de la ex Primera Dama. Fue cuando les dijo: “¡Gracias! Gracias por haber estado aquí toda la noche. Ha sido una noche larga y una campaña larga. Pero podemos esperar un poco más. ¿Verdad? Están contando los votos y cada voto debe contar. Hay varios Estados que todavía no tienen ganador, así que esta noche no vamos a decir nada. Escúchenme: todos deberíamos irnos a casa y dormir un poco… mañana tendremos más cosas que decir. También quiero decirles a ustedes y a todas las personas del país que apoyan a Hillary, que sus voces y su entusiasmo significan tanto para ella y para Tim (Caine, su candidato a la vicepresidencia), y para todos nosotros. ¡Estamos orgullosos de ustedes!” Al pasar los años, desde aquella fatídica fecha, la situación pareció repetirse con algunos matices pequeños que las diferenciaron, como el moderado optimismo de Podesta y el rostro sombrío de Richmond; también, el triunfo matemático de Clinton, ante la derrota en todos los campos y frentes, sufrida por Harris. Pero el ambiente con tintes fúnebres, era semejante y la desazón… la misma.
Lo cierto es que Kamala Harris fue engañada por los encuestadores, reiteramos, igual a aquel niño a quien se le prometió un juguete y cuando su padre dio vuelta a la cerradura, al caer la noche y de regreso a casa, llegó con las manos vacías. Kamala fue tan ingenua, tan crédula, como lo seguirán siendo aquellos que pagarán una y otra vez a los encuestadores por sus engaños, falsedades y estafas.
El panorama nuevo que se abrió ante los ojos de la Sra. Harris, le mostró que perdió ante los votantes de raza blanca, ante las minorías (latinos, negros y jóvenes), a las que no supo llegarle con un mensaje convincente y más o menos profundo: los mismos negros “no le compraron” la imagen de hija de un jamaiquino negro y de una hindú de tez oscura también. Los trabajadores también le negaron sus votos y las mujeres en quienes se esperaba fueran solidarias con la primera mujer que deseaba llegar a la presidencia del país, simplemente se decantaron por Donald Trump. Kamala Harris no solo había perdido el voto electoral, sino también el voto general o popular, ese que convierte a tantos candidatos en presidentes en otras democracias en el mundo actual.
Pocos días después de estas elecciones que no fueron todo lo reñidas que divulgaban los encuestadores, sino que fue un triunfo demoledor de Trump, las preguntas que todavía debe hacerse Kamala Harris en su inteligente cabeza son: “¿Por qué perdí las elecciones si recaudé más dinero que Trump; no insulté a nadie, tampoco amenacé con fusilar a nadie, ni con meter a la cárcel a nadie, ni con suspender la Constitución del país o ser ‘dictador por un día’ como Trump? ¿Por qué perdí ante un populista quien, además, ha sido condenado por 34 delitos penales más un caso civil de abusos sexuales?” Tiene, de aquí en adelante, todo el tiempo a favor para encontrar las respuestas y con ella, el resto de los demócratas, si quieren cambiar en algo su manera de hacer la política en los Estados Unidos.
Un futuro más sombrío que luminoso. Eso es Donald Trump
Aquel magnate inmobiliario que fue presidente anteriormente al derrotar a la Sra. Clinton, nos ofreció desde la Casa Blanca, a partir del viernes 20 de enero del 2017, estos rasgos únicos de su manera de ser, pensar y actuar: se convirtió en amigo del dictador de Corea del Norte, Kim Jong-un; estrechó lazos inauditos con el otro dictador, pero esta vez de Rusia, Vladímir Putin, quien, se dice, le ayudó al triunfo por la presidencia de los Estados Unidos, al influir por medio de “trolls” organizados desde el Kremlin; trató de rebajar la imagen de la ex canciller alemana, Angela Merkel, y se peleó con la Alianza Atlántica u OTAN, a la que negó la ayuda y protección de los Estados Unidos; permitió el regreso de los talibanes al poder en Afganistán, país que perdió su democracia debido a un acuerdo firmado por el entonces Secretario de Estado de Trump, Mike Pompeo, quien podría estar nuevamente en su Gabinete, luego de esta victoria electoral; se olvidó de América Latina y no viajó ni un instante a este subcontinente que para Trump no representó absolutamente nada en su política exterior en aquellos instantes; fortaleció las relaciones militares e ideológicas con Israel –nación a la que sí viajó entusiasmado-, y cambió la embajada de USA, que estaba en la Capital judía, Tel Aviv, y la estableció en Jerusalén, en clara provocación al mundo musulmán. Determinó más sanciones económicas al régimen de Irán y le amenazó en más de una ocasión con bombardear sus pozos de petróleo y sus bases militares. También entró en una grotesca competencia comercial con China, país con el que sostuvo, durante esos cuatro años, una relación extremadamente tensa.
Así mismo, su Gabinete fue una constante de cambios de personal, de asesores, a quienes despidió violentamente a la mayoría de ellos y salieron, además de humillados, profundamente resentidos y la gran mayoría escribió libros en los que narraron sus traumáticas experiencias al lado de Donald Trump. La inestabilidad en ese grupo de funcionarios no dejó de asombrar a aquellos que seguían puntillosamente el transitar del des-gobierno de Trump.
¿Visto lo anterior, qué se espera de este otro mandato que comenzará prontamente en los Estados Unidos?
Hay que partir de algunas razones por las cuales el estadounidense votó masivamente por Trump. Primeramente, su discurso anti-inmigración ilegal, contra esa enorme y creciente cantidad de extranjeros apostados en la frontera entre México y los Estados Unidos, caló profundamente en los votantes, quienes, paralelamente, criticaron la política casi inexistente de Biden con respecto a esos ilegales. Se adujo que, durante el anterior gobierno de Trump, la frontera aparecía segura, lo mismo que el resto del país. Y Kamala Harris no tuvo respuesta ante ese “estribillo” que el republicano repitió incansablemente y en cada mitin.
En segundo término, aquellos que estaban frustrados con la política tradicional y el sistema al que se apegaron fielmente los demócratas, aceptaron el mensaje de Trump por hacer las cosas siempre de manera distinta a lo tradicional, con un estilo propio, si es que a eso que hace el ganador de las elecciones recién acaecidas, se le puede llamar “estilo.”
En tercer lugar, el discurso, aunque siempre defectuoso y falto de “aderezo” retórico, de Donald Trump, llegó profundamente al votante latino, que en los Estados Unidos compone al 12 por ciento del electorado. La mayoría de los hombres de ascendencia latina lo favorecieron con sus sufragios, algo que no había sucedido nunca, pues siempre se decantaron por los demócratas en comicios ya en la historia del país.
El cuarto aspecto tiene que ver con la dubitativa actitud de Joe Biden, apoyado por su esposa Jill, en el sentido de que deseaba continuar con la candidatura, a pesar de que su estado mental y de salud general era evidente y convincentemente precario, dejó de entusiasmar a miles de votantes. A esto hay que añadirle la entrada tardía de Kamala Harris a la campaña por la Casa Blanca y a la falta de una estrategia contundente que fortaleciera la nominación de la Sra. Harris.
Finalmente, el recuerdo de que con Donald Trump, cuando era presidente, la economía estaba en niveles más que aceptables, con una inflación baja, la subida de aranceles a las exportaciones provenidas del régimen de China y las inversiones extranjeras en una etapa de gran positivismo, hizo que millones de estadounidenses se decantaran por el mensaje y la esperanza de un futuro promisorio en el aspecto financiero. Y ese fue el mensaje que Trump explotó, a pesar, repetimos, de su discurso maltrecho, disonante y escaso de brillo.
En esta generalidad que hemos citado acerca del éxito electoral del republicano, se le perdonó, por parte del votante, su difícil personalidad que roza lo vulgar, lo rayano, lo abrasiva que es y el hecho de que siempre le ha costado formar equipo, pues muy pocos coinciden con esa manera grosera y agresiva de ser. Y un detalle que se debe destacar fue que las casas de apuestas de los Estados Unidos, siempre afirmaron que iba a ser un triunfo arrollador de parte de Trump, en clara contraposición con las encuestadoras que suelen confundir lo que “ellas desean, con la realidad” y lo que deseaban era el triunfo de Harris, cuando la realidad iba por otro camino; es decir, el fracaso de la candidata demócrata.
A muchísimas personas les gustó el lenguaje y las actitudes desenfadadas y descarnadas de Donald Trump, versus el tradicionalismo, la formalidad, “ese sentirse siempre una dama” de Kamala Harris, que obedece a una forma de hacer la política que ya cansa, que no entusiasma y no despierta las emociones que sí despierta el republicano, quien, para colmo de males, suele revertir lo malo que le pasa, como los juicios perdidos o el intento de asesinato, a su favor, positivamente, y ello le confiere “más puntos” a su imagen personal, a su personalidad difícil de pasar indiferente u olvidar por parte del gran público.
Retornando a lo que el mundo, la humanidad, espera de un segundo gobierno de este sujeto que acaba de ganar, de manera apabullante, las elecciones estadounidenses, presenta más oscuridad que luz, si lo definimos de esa manera. Podrá gobernar –y hay que hacer hincapié en ello-, prácticamente sin obstáculos, ya que el electorado le ha puesto en la sobremesa la mayoría en el Congreso, desde donde podrá hacer cambios sustanciales en el aparato de justicia del país; es decir, colocar jueces y fiscales “a su medida”, quienes, con toda seguridad, terminarán exonerándolo de todo pecado, culpa y desafuero. También controla al Senado, y podrá dominar, por ello, a las dos Cámaras.
Tal ha sido la magnitud de su triunfo arrollador, que superó los 270 votos exigidos por el Colegio Electoral, hasta alcanzar la alucinante cifra de 312 votos electorales, por 226 de la Sra. Harris. Una "paliza” sin precedentes en la historia de esta nación. Además, es el primer candidato que logra, en dos oportunidades distintas, la Casa Blanca: la primera, tras derrotar a Hillary Clinton; luego perdió la reelección presidencial con Joe Biden, pero no dejó que su ambición decayera y regresó a “la arena” política y venció hace pocos días a Kamala Harris de manera inobjetable, arrolladora y dejando al resto del mundo con las quijadas desencajadas por la sorpresa que ha conferido.
Lo que esperan quienes se agolpan en la frontera sur de este país, y aquellos que han podido superar al desierto de Arizona y hacerse un campo, aunque ilegalmente, en la realidad laboral de los Estados Unidos, es que les agarre “la migra”, los encarcele y los deporte a sus naciones de origen. Eso es lo que ha dicho incansablemente este candidato ganador de las elecciones. No hay reversa, no hay “vuelta de hoja” en este “libreto” que maneja Trump. Incluso, antes de conocer el resultado electoral, el nuevo mandatario amenazó a la presidenta de México con subirle los aranceles a las exportaciones mexicanas, si no controla a los inmigrantes en su paso por ese país vecino. “Vamos a arreglar todo. Tenemos un país que necesita ayuda con urgencia”, dijo en un tracto de su discurso cuando se enteró de que había resultado ganador de las elecciones.
Por su parte, los europeos son los más preocupados, lo mismo que los iraníes (un caso que desarrollaremos luego). Los primeros porque Trump prometió subir los aranceles a los productos que provengan de Europa (lo mismo a los canadienses); y en materia de Defensa, manifestó que, en los primeros días de su administración, “voy a parar la guerra entre Ucrania y Rusia”, un argumento que se presta para distintas interpretaciones e, incluso, burlas por su exagerado optimismo. En todo caso, Vladímir Putin, dictador ruso, dijo que estaría anuente a restablecer el diálogo con Washington, durante el gobierno Trump; y el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, fue uno de los primeros en comunicarse con Trump, después de conocer su apabullante victoria en las elecciones; pero manifestó en Budapest, Hungría, en una de las tantas Cumbres europeas de mandatarios, que tratará de convencer al norteamericano de que una paz justa con Rusia sería loable para Ucrania; esto es… sin entregar un ápice del territorio conquistado por los rusos, en el Donbass. Sin embargo, los estrategas militares europeos creen que, una vez que Trump asuma el puesto en la Casa Blanca, este 20 de enero próximo, los ucranianos comenzarán a sentir la falta de material bélico (aviones, tanques, municiones, misiles, etc.), y tendrá que avocarse a una guerra proclive al poderío ruso, ahora arropado con la intervención directa de Corea del Norte. Y es que, desde la invasión rusa a Ucrania, en el 2022, Washington ha sido un firme aliado del segundo país, dándole millones de dólares en asistencia militar; pero Trump ha dicho reiteradamente que su intención es la de reducir esa ayuda y ha sugerido que la defensa de Ucrania tiene que ser responsabilidad casi exclusiva de Europa y no tanto del Pentágono. Según Bart Svewczyk, analista del German Marshall Fund, el nuevo mandatario de USA podría negociar la paz directamente con Rusia, ignorando al mismísimo gobierno ucraniano y a la UE, “lo que podría fracturar la unidad trasatlántica.” Expresó el experto.
Si hemos de describir con un sustantivo la sensación que sienten los europeos, es “preocupación”, porque Donald Trump es todo lo contrario a la armonía en las relaciones, comprensión, trato igualitario en el comercio y espacio para fortalecer la defensa de la OTAN. El enfoque del republicano de que “América es primero”, según se sabe, es en detrimento de los bloques comerciales conformados por América Latina, Europa, Asia, Oceanía, África y Asia. Será un gran desafío en las relaciones Unión Europea (UE)/Estados Unidos. Por supuesto, los taiwaneses también están experimentando algo parecido, la desazón que les ha deparado el triunfo del republicano y el alejamiento del poder, por los próximos cuatro años, de los demócratas, amigos confiables de Taiwán ante los intentos de China, al tratar por la fuerza de apoderarse de la isla, que los comunistas consideran “la provincia rebelde.”
Para concluir, siempre dentro del campo de las hipótesis, se considera que en la conversación que, ineludiblemente, sostendrán Trump y Putin, el primero ofrecerá al ruso, a cambio de la paz, quedarse con el Este de Ucrania y retrasar el ingreso de Ucrania a la OTAN, por 20 años. Así según artículo aparecido en el Wall Street Journal, diario que cita este comentario que iba de boca en boca entre los asesores del nuevo presidente de los Estados Unidos. Putin se frota las manos, complacido ante esas dos posibilidades. De acuerdo al mismo periódico, todavía no está claro quién o quiénes vigilarán la zona desmilitarizada de 1,300 kilómetros; pero otro asistente de Trump aclaró que Washington exigiría a sus socios europeos para que envíen sus tropas y lleven a cabo tal cometido de vigilar la zona.
Por el momento, todo se mueve dentro del contexto de la especulación. Un panorama que irá cambiando a distintas velocidades, una vez que este individuo que genera tanta tensión en el mundo, ingrese a la Oficina Oval y se siente delante de su escritorio. ¿Habrá cambiado con los años? ¿Sabrá lo que significa la política, después de que llegó por vez primera a la Casa Blanca sin saber nada al respecto? ¿Habrá madurado a pesar de ser el presidente más viejo de esta nación? Por lo pronto, lo que vemos en Trump es la misma prepotencia, la misma vulgaridad al hablar y al hacer y el mismo analfabetismo tan incambiable como su permanente corbata roja.