Mariana, editora sección El Planeta
Por Causa de la Invasión Rusa a Ucrania, los Países Europeos se Rearman como Nunca desde la Segunda Guerra Mundial
BRUSELAS, Bélgica-(Especial para The City Newspaper) El comportamiento del dictador ruso, Vladímir Putin, al ordenar la invasión de Ucrania por motivos con fundamentos realmente débiles e incoherentes, como aquel que esgrimió al decir que el haber traspasado las fronteras comunes, se debió al deber de Rusia “de acabar con el gobierno neonazi instalado en Kiev,” solo reveló la falta de razón y la insensatez que llevaron al Kremlin a invadir al país vecino.
En todo caso y fuere cual fuere el motivo por el cual los rusos se internaron en territorio ucraniano con sus misiles, infantería y blindados, ello causó una reacción que solamente se pudo observar pocos meses antes de la Segunda Guerra Mundial en las naciones del Occidente europeo. Incluso durante la Guerra Fría no se había manifestado tal preocupación en estos mismos gobiernos, a pesar del peligro que entrañaba la Unión Soviética con su política invasora, imperialista y expansiva de su ideología y opresión comunista.
El Informe del SIPRI
El reciente estudio e informe concluyente sobre el comportamiento de los gobiernos europeos, realizado y publicado por el Instituto Internacional de Estudios para la Paz (SIPRI), de Estocolmo, Suecia, ha demostrado que Europa se está rearmando de manera sostenida y masiva, por medio de las importaciones de armas, cuya cantidad ha aumentado considerablemente en los últimos dos años y medio, que es el tiempo que ha transcurrido desde que Rusia invadió a Ucrania.
Esas compras se han hecho prioritariamente a la industria bélica de los Estados Unidos, dejando a los chinos muy rezagados en ese aspecto. La dicotomía que se ha dado además, indica que el resto del mundo se está desarmando, pero los europeos van por el camino opuesto; es decir, les están dando mayor importancia a los ejércitos de cada nación, cuando la situación era a la inversa antes de la guerra ruso-ucraniana. Ese rearme que efectúa Europa, se hace de manera drástica, cita el mismo informe.
Cada cuatro años, el SIPRI investiga en todo el orbe y compara las transferencias de armas a nivel internacional, para reflejar mejor el desarrollo y la desenvoltura de la industria bélica en los distintos países. Es por ello que el investigador del SIPRI, Pieter Wezeman, ha dicho que “la transferencia de armamento en los Estados europeos ha aumentado claramente (en los últimos meses), y el rol de los Estados Unidos, como proveedor internacional de armas, también ha incrementado de manera rotunda.”
En detalle y de acuerdo a las últimas investigaciones, entre el 2018 y el 2022, la transferencia internacional de armamento disminuyó en casi un 5 por ciento, en comparación con el período entre el 2013 y el 2017; sin embargo, las importaciones de armamento por parte de los países europeos, principalmente desde los Estados Unidos, aumentaron en un 47 por ciento y concretamente las de países europeos de la OTAN, han aumentado un 65 por ciento. El motivo no sorprende, ya que se debe a la guerra en la cercana Ucrania., una nación que se ha convertido, en el mismo transcurso de tiempo, en el tercer mayor país receptor de armas del mundo. Lógicamente así ha tenido que ser; de lo contrario, Rusia hubiese arrasado con su mal armado ejército en las primeras de tanteo al inicio de la invasión. Y es que antes de que los rusos pasaran la línea fronteriza de manera arbitraria y reñida con el derecho internacional, Ucrania apenas jugaba un pequeño papel como receptor de armas en el mundo, muy modesto o apenas perceptible. En parte porque los ucranianos siempre han producido ellos mismos su propio arsenal y en sus bodegas del ejército tenían gran cantidad de armas provenientes de la época de la Unión Soviética y solamente necesitaban importar una pequeña cantidad en tiempos de paz, cuando no se vislumbraba ni se imaginaban siquiera una invasión como la que están sufriendo en estos instantes, de parte de los rusos.
A pesar de lo avanzada que transcurre la guerra, Ucrania está todavía algo distante de ser el primer importador de armamento a nivel mundial. En el período entre el 2018 y el 2022, apenas estaba en el lugar número 14 entre las naciones compradoras; de ese puesto subió al tercer lugar en el 2022, como país receptor de armas. Es decir, la situación obliga y los ucranianos se han visto obligados a adquirir armamento que, antes de la invasión rusa, no había pasado ni en pequeña cantidad por sus cabezas y planes estratégicos. Si así no lo hubieran hecho, ahora serían una colonia más de Rusia, tal y como lo son Bielorrusia y Chechenia, totalmente plegadas a las ordenanzas, caprichos y políticas que les dictan a sus gobiernos desde el Kremlin en Moscú.
Otros aspectos observados por el informe
El Instituto Internacional de Estudios para la Paz (SIPRI), con sede en Estocolmo, Suecia, ha publicado algo que es del común dominio público; es decir, que los Estados Unidos es la nación número uno en el mundo, dedicada a la exportación (o venta) de armamento y ahora es responsable del 40 por ciento de las transferencias mundiales de armas. ¿Será por eso que las guerras son tan importantes para los estadounidenses, quienes las ven como un próspero negocio y su industria correría el peligro de retroceder, si los conflictos fuesen escasos o desaparecieran en una medida importante? Todos conocemos la inevitable e invariable respuesta en este sentido. USA es el país número uno en exportación de armamento y aumentó sus ventas en un 14 por ciento en los últimos dos años.
Aquí es importante subrayar que, cuando el SIPRI menciona “la transferencia de armamento” en sus estudios y documentos concluyentes, se refiere tanto al comercio de armas como a la ayuda militar gratuita, como en el caso de Ucrania, país que en la actualidad es el principal foco de apoyo para el Pentágono.
Y las cinco naciones más importantes en esta actividad referida a la exportación de armas, aparecen en este estricto orden en el informe reciente del Instituto Internacional de Estudios para la Paz (SIPRI): Estados Unidos, Rusia, Francia, China y Alemania. Y señala que este orden no ha cambiado en comparación con el período anterior; aunque sí ha habido cambios significativos en los países individuales; es decir, en el comportamiento de algunas industrias de esas naciones en particular. Así por ejemplo, China ahora ha visto reducida su importancia como exportador de armas a nivel global.
En otro aspecto, que es el que nos interesa en este reportaje, el aumento de las importaciones de armas por parte de los países europeos, hizo que la participación de este continente en el comercio internacional de armamento, aumentara claramente y pasara de un 11 por ciento, entre el 2013 y el 2017, a un 16 por ciento, entre el 2018 y el 2022; y como dato trascendente, en otras regiones del planeta el comercio de armas disminuyó ostensiblemente. Es decir, Europa subió en sus compras, mientras el resto del mundo… las bajó. La guerra en Ucrania, dentro de la demarcación territorial de Europa, hizo que los vecinos europeos se dedicaran, fundamentados en una profunda preocupación y miedo a ser invadidos también por los rusos, a la compra de armas. Como hemos esbozado a lo largo de este artículo de prensa.
Para el Instituto Internacional de Estudios para la Paz (SIPRI), ha llamado poderosamente la atención el hecho de que África disminuyera en esta actividad de la compra de armamento en un 40 por ciento menos, en comparación con otras épocas. “(Sin embargo) esas cifras no hacen a África más pacífica -acentúa Pieter Weseman-, porque no están en correlación directa con los conflictos en los que se utilizan esas armas.” Explica. Además, no todos los países africanos pueden permitirse adquirir armas de alta tecnología, debido a la escases de divisas de esos gobiernos y por ello, el valor total de las transferencias en la región no es tan alto como podría indicar el número de conflictos que viven actualmente en el Continente Negro.
En específico, en el África Subsahariana Rusia ha superado a China como vendedor y exportador de armas; el caso de Mali, que antes recibía armamento provenido de varios países, entre ellos Francia y los Estados Unidos, después de los golpes de Estado en el 2020 y el 2021, las dos potencias occidentales detuvieron sus exportaciones hacia ese gobierno, pero Rusia se aprovechó de ese vacío comercial y expandió su propio comercio de armas.
El reporte recién elaborado y publicado desde Suecia, indica también que los cambios políticos que se gestan y se dan en determinadas naciones y gobiernos, tienen como resultado el aumento o la disminución de la compra de armamento y Turquía lo ejemplifica con claridad cuando este país que pertenece a la OTAN, entre el 2013 y el 2017, fue el séptimo comprador más importante de armas “made in USA.”
En otros aspectos, hay naciones de la Unión Europea (UE), como Alemania, que se ha replanteado establecer nuevamente el servicio militar obligatorio, abolido después de la Segunda Guerra Mundial. Pero ese es un tema que trataremos en otros trabajos nuestros en este periódico. Por el momento… Rusia y su invasión obliga. No hay otro motivo de fondo.
Afganistán,
Talibanes Cumplen Tres Años en el Poder con el Terror de la Sharía
KABUL-(Especial para The City Newspaper) El sendero que llevaba transitado Afganistán, a partir de la presencia de las tropas estadounidenses y de la OTAN en su territorio, era de modernismo, de una sociedad pujante que buscaba el progreso al más puro estilo occidental, con todos los adelantos tecnológicos, económicos y de mercado, tal y como se concibe en el mundo actual. Se podría decir incluso, sin temor a equivocaciones, que los afganos vivían, por fin, felices por lo logrado y lo que estaban por alcanzar en relación con la civilización y la innovación para sus vidas y actividades generales.
Sin embargo, no estaban alerta con lo que podría suceder en corto espacio de tiempo: la llegada a la Casa Blanca de un individuo analfabeto, tanto en lo político como en la mayoría de las situaciones que plantea el mundo actual, que iba a trastornar y destruir el modo de vida de los afganos de una manera radical y absoluta. Se trataba de Donald Trump, quien en su voraz intención de que le otorgaran el Premio Nobel de la Paz, pactó con los talibanes, acantonados en el vecino Pakistán, para devolverles el poder que las mismas tropas estadounidenses les habían quitado de sus manos, cuando fueron en busca de Osama bin-Laden, el jeque renegado que ordenó la voladura de las Torres Gemelas (The World Trade Center), en Nueva York.
¡Y cumplió! Trump sacó al ejército norteamericano de Afganistán en su último año, después de enviar a su enésimo Secretario de Estado, el obeso Mike Pompeo, el único que soportó los violentos y trogloditas cambios de humor en la Oficina Oval, que incluían gritos y humillaciones de parte de Trump a sus empleados. Pompeo parecía fascinado con su jefe, Donald Trump y éste también parecía extasiado con el “corpulento” emisario de la Casa Blanca, porque, con base en un servilismo a toda prueba, cumplía las órdenes del díscolo y equívoco mandatario, al pie de la letra.
Cuando Joe Biden llegó al gobierno en Washington, después de haber derrotado inobjetablemente a Trump en las elecciones nacionales, no tuvo otra alternativa que cumplir lo pactado, lo firmado entre Trump y los talibanes. Fue cuando observamos por la televisión internacional a miles de afganos tratando de salir de su país, en clara huida del talibán y al ejército democrático afgano cuando deponía las armas sin luchar, obedeciendo a los tratados firmados entre Trump y la dirigencia de los fanáticos talibanes. Recordamos a los ciudadanos afganos cayendo del fuselaje de los aviones militares que despegaban del aeropuerto de Kabul, llevando a los marines de regreso a sus casas en USA, y precipitándose al vacío en su desesperación por huir del talibán. Recordamos también la cara sombría, entristecida de Biden, en una conferencia de prensa, mostrando su pesadumbre y su impotencia ante la tragedia que se estaba dando en Afganistán, por culpa de su predecesor, el peor presidente de los Estados Unidos en toda su historia, solo comparable con el obtuso Jimmy Carter, al final de la década de los 70s.
Un país aislado, anclado en el retroceso
Desde aquellos aciagos días en los que se concretó la gran traición perpetrada por Donald Trump a los ciudadanos afganos, quienes gozaban de progreso, democracia y libertad, han transcurrido tres años que se han ido lentamente, como si los relojes trabajaran con deficiencia o el tiempo mismo en esta nación, corriera de otra manera, diferente al resto del mundo. Hasta el momento, a pesar de las épocas que se han ido, ningún otro país reconoce oficialmente al gobierno talibán, aunque éste ha logrado establecer relaciones diplomáticas de facto con otros gobiernos.
En agosto del 2021, el último Gabinete de corte democrático en Afganistán, dejó de existir, para dar paso a la administración inhumana y retrógrada de los talibanes, quienes aplican la famosa Sharía, que no es otra cosa que “el cuerpo del derecho islámico” o código detallado de conducta de quienes son regidos por estas leyes, que incluyen normas a los modos de culto, criterios de moral y que decide sobre lo que es permitido o prohibido y define la separación entre el bien o el mal. Una definición más gráfica de lo que significa la Sharía, se describe en estos términos: “Denota un modo de vida islámico, que es más que un sistema de justicia o derecho criminal. Como una cuestión de consciencia personal y guía moral de conducta. La Sharía es adoptada por la mayoría de los creyentes y practicantes musulmanes en distintos grados; pero, a diferencia de las orientaciones morales de la Biblia para los cristianos, no solo constituye un código religioso de su orientación vital, sino que codifica específicamente su conducta y rige todos los aspectos de su vida (…).” Y quienes incumplan las leyes establecidas en ese código de conducta, se arriesgan a ser ajusticiados (asesinados) por quienes tienen en su poder la aplicación de estas normas. En tal caso, no se conoce el número de afganos que han sido ajusticiados por el régimen talibán desde su regreso al poder y a la oscuridad de la Sharía. Pero se cree que han sido cientos de ellos, quienes nunca se pudieron amoldar ni acostumbrar al nuevo régimen y fueron detectados por “la policía de la moral”, detenidos, encarcelados, procesados y después asesinados por desobedecer lo escrito y que es esencial en el funcionamiento de la dictadura talibana.
Retornando al caso que nos ocupa, los talibanes celebraron el tercer aniversario de su llegada al gobierno en Afganistán y en una antigua Base militar estadounidense, en Bagram, se oficiaron discursos y un desfile militar, en reminiscencia cuando Donald Trump retiró a las tropas de los Estados Unidos y permitió el regreso de uno de los peores grupos de fanáticos que existen en toda la Tierra, causando, en consecuencia, el dolor y la tragedia de este pueblo que vivía en libertad, democracia, modernismo y avance en todos los campos del quehacer humano. No obstante esos clamores de victoria, los talibanes y su penosa administración, están aislados, y solo han conseguido algunos lazos diplomáticos de facto, con Rusia, China, Pakistán, India y algunos otros Estados del Asia Central. Evidentemente, esos amigos del talibán son del talante o gobiernos parecidos: antidemocráticos, dictatoriales, represivos, militarizados y anti-occidentales.
Empero, en palabras de Zabiullah Mujahid, portavoz del actual gobierno afgano, “Nuestro grupo mantiene muy buenas relaciones con todos los países del mundo.” Lo cual es una mentira del tamaño del Himalaya, porque el aislamiento ha sido “la moneda de cambio” con la que han pagado a los talibanes casi todas las naciones del planeta, al conocer la naturaleza de ese régimen instaurado en Kabul, Capital afgana. Esa falacia la pronunció el vocero en Doha, Capital de Qatar, durante una reunión que fue liderada por las Naciones Unidas y donde trataron de demostrar que “Afganistán no es un país aislado.” Pero sí lo es.
En aquel encuentro bilateral entre el organismo mundial y los talibanes, no se trató de dar reconocimiento a dicho gobierno, sino de debatir sobre el logro de una paz sostenible en Afganistán, su adhesión al derecho internacional y los derechos humanos, entre otros temas. Aspectos que son tan ajenos, tan irreconocibles por los talibanes, que aquella reunión quedó en “punto muerto”, sin resultado positivo alguno.
Por el contrario, con el paso de los días, el régimen represivo ha ido intensificándose y lo han sufrido la gran mayoría de los afganos, quienes perdieron libertades individuales, como el derecho a opinar libremente, a un salario digno y competitivo, sus puestos de trabajo a la usanza occidental, el derecho de usar tecnología moderna, como los teléfonos celulares, computadoras de cualquier tipo y estilo, comprar sus propios automóviles, viajar al exterior, al país de sus deseos, etcétera, etcétera. La vida para ellos es una completa “veda”, una limitación tras otra, so pena de persecución, cárcel y ajusticiamiento, si quisieran atreverse a interferir en el cauce que llevan las imposiciones decretadas por este gobierno basado en la Sharía y en franco retroceso en el tiempo y en todo lo que represente el modernismo.
En lo que se refiere a los roces con la comunidad internacional, el resto de la humanidad que goza de esas libertades que a los afganos les han sido arrebatadas, producto del pacto Trump/talibanes, uno de los principales puntos de fricción es el trato a las mujeres en Afganistán. Incluso, se habla de “apartheid de género”; es decir, las mujeres son menos que nada, de igual manera como lo fueron durante el dominio breve que tuvo el criminal Estado Islámico (Isis o Daesh), en la mitad de Siria e Irak, cuando conquistaron esos territorios de Oriente Próximo. En otras palabras, los talibanes, desde que retornaron al poder, con el pleno apoyo del bestial Donald Trump, entonces en la presidencia de los Estados Unidos, han echado por tierra los avances logrados en las dos décadas anteriores, en materia de derechos de la mujer. Esto significa que han desterrado a las mujeres de todas las edades, de los ámbitos de la vida pública en Afganistán y han decretado prohibiciones para ellas como asistir a centros de estudios más allá del sexto grado de la escuela primaria. Optar por los colegios secundarios o Universidades, ni soñarlo siquiera, porque les está totalmente vedado por el sistema implantado por los talibanes.
Los salones de belleza han sido cerrados en todo el país, lo mismo que los gimnasios y parques y no pueden salir a la calle si no van acompañadas por un hombre, pariente suyo o esposo. También deben ir vestidas con el burka, el atuendo de pies a cabeza, de color negro preferentemente, que sólo les permite mostrar sus ojos a través de una rejilla. Una ordenanza promulgada en mayo del 2022. Es decir, la Sharía en toda su intensidad y aquellas que se atrevan a desafiarla, corren el riesgo de ser lapidadas frente a una muchedumbre en una calle, una plaza o donde a “la policía de la moral” se le ocurra. “El gobierno talibán ha adoptado políticas más duras contra las mujeres, los activistas de derechos humanos, los ex militares y los grupos étnicos de Afganistán. El gobierno talibán carece no sólo de reconocimiento internacional, sino también de legitimidad interna”, ha sellado en este punto, Mustafá Musassir, experto afgano en relaciones internacionales. Y para Arian Sharifi, profesor de la Universidad de Princeton y exfuncionario del anterior gobierno afgano y que pudo escapar ante la llegada nuevamente de los talibanes al poder: “El pueblo afgano quiere una forma de gobierno basada en el Estado de Derecho y la ley debe reflejar la voluntad colectiva de la nación.”
Si quisiéramos resumir cuáles son los problemas más acuciantes que sufre este país enclavado en las faldas de la cordillera del Himalaya, en el centro de Asia, podríamos enumerar que se enfrenta a una serie de retos dignos de preocupación, con una economía paralizada y una educación general restringida (no apta para mujeres), hasta los continuos atropellos a los derechos humanos. Su economía está sufriendo las sanciones internacionales de los gobiernos que quieren un “golpe de timón” en el Estado afgano, más la huida de miles de profesionales sumamente cualificados, quienes prefirieron irse al exterior que sufrir al actual régimen encabezado y creado por los talibanes. Todo ello ha tirado al país a una profunda recesión económica. Quienes están llevando la peor parte, son las mujeres y los niños, los seres más vulnerables de esta sociedad extraordinariamente restringida.
No obstante, en la opinión del vice primer ministro, Maulvi Abdul Kabir, “el Emirato Islámico eliminó diferencias internas y amplió el alcance de la unidad y cooperación en el país. (Y) no se permitirá que nadie interfiera en los asuntos internos y el suelo afgano no se utilizará contra ningún país.” Posiblemente esto último lo dijo en reminiscencia del ataque a la ciudad de Nueva York, por parte de Osama bin-Laden, que se fraguó y gestó desde tierras afganas contra el World Trade Center o Torres Gemelas, el 11 de septiembre del 2001. Pero lo que presenta Afganistán actualmente y en contraste con lo dicho por este funcionario, hay gran inestabilidad en la sociedad, con millones de personas al borde del hambre y la hambruna y con un desempleo imparable, altísimo y sumamente preocupante.
En esta celebración de los tres años en el poder, los talibanes, como suele suceder con todos los regímenes totalitarios e inhumanos, cayeron en el absurdo de invitar a quienes abandonaron el país, a regresar; y a los gobiernos Occidentales, especialmente los europeos y al estadounidense, a interactuar y cooperar con el gobierno talibán, “porque estamos orgullosos de los logros obtenidos en estos tres años, como el refuerzo de la ley islámica y la imposición de un sistema militar que ofrece paz y seguridad.” Indicaron los oradores durante la celebración en la que asistieron unos 10,000 hombres (y ninguna mujer), donde fue oportuno observar al ministro de Defensa, Mullah Yaqoob; el de Interior, Sirajuddin Haqqani; pero el líder supremo, Hitabullah Akhundzada, no estuvo en el lugar del desfile. Un detalle digno de ser tomado en cuenta durante este desfile, fue observar el material militar que los soldados de la OTAN y del ejército de los Estados Unidos abandonaron al partir precipitadamente de Afganistán. Principalmente de los estadounidenses, quienes utilizaron helicópteros para trasladar a su personal diplomático de su embajada en Kabul, hasta el aeropuerto internacional hasta los grandes aviones que transportan tropas. Entre ese material fue posible ver helicópteros, vehículos Humvee y tanques.
¿Pero… quiénes son los talibanes? Conozcámoslos
Talibán significa en castellano “estudiante” y el término original es en lengua pastún. Surgieron a principios de la década de los años 90s, en el Siglo XX, en Pakistán, después de que el ejército soviético se retiró de su invasión a Afganistán y que significó posteriormente el desplome de la Unión Soviética como país e imperio.
En primera instancia, el movimiento talibán, de origen pastún, apareció por vez primera en seminarios religiosos, en su mayoría pagados con dinero provenido del gobierno de Arabia Saudita, donde se predicaba con dureza el islam sunita. Poco tiempo después, comenzaron a interactuar con las poblaciones del suroeste de Afganistán y fueron ampliando rápidamente su influencia. Prometieron, de paso, restaurar la paz y la seguridad y hacer cumplir su propia versión austera de la Sharía, una vez en el poder. La intención de los talibanes, desde que abandonaron Pakistán, fue la de conquistar el gobierno en Afganistán, aunque para ello significara la guerra, tal y como realmente aconteció; y en septiembre de 1995, capturaron la provincia de Herat, fronteriza con Irán; un año posterior, se hicieron con la Capital, Kabul, al derrocar al presidente Burhanuddin Rabbani, uno de los padres fundadores de los muyahidines afganos que resistieron a la invasión soviética. En 1998, los talibanes controlaban casi el 90 por ciento de Afganistán. A pesar de ese gran esfuerzo bélico, los talibanes fueron bajados del poder por el ejército de los Estados Unidos, en respuesta al ataque fraguado desde suelo afgano por Osama bin-Laden, el jeque saudita que declaró “la guerra santa contra los infieles” extranjeros.
Pero durante las conversaciones directas con el gobierno de Donald Trump, en el 2018, en Doha, llegaron al acuerdo “irreversible” de que las tropas norteamericanas se iban a retirar de suelo afgano, mientras los talibanes no iban a atacar a esas mismas tropas. También acordaron no permitir que al-Qaeda, el mismo grupo de bin-Laden, ni otros parecidos, operaran desde suelo afgano. Pocos meses después, las tropas estadounidenses abandonaron precipitadamente Afganistán, dejando atrás 20 largos años de ocupación y a una población sumida en el terror ante la llegada nuevamente de los talibanes al poder. Donald Trump sellaba así su traición a un gobierno democrático, el del presidente Ashraf Ghani, quien tuvo que abandonar el país, y todo porque el norteamericano buscaba desesperadamente el Premio Nobel de la Paz, que también esta vez le fue esquivo para dicha del resto del mundo libre.
Una faceta importante en la formación del grupo talibán, la marca justamente Pakistán, el país vecino, que le dio cobijo a esta agrupación islámica. De hecho, los analistas señalan a los pakistaníes como los “padres” o por lo menos, “los auspiciadores” de los talibanes, ya que residieron en su territorio hasta que tomaron la decisión de atacar Afganistán. Pero esa versión la han negado incansablemente los pakistaníes de que ayudaron a darle forma al talibán. Sin embargo, los hechos no dejan mentir, porque muchos afganos que inicialmente se unieron al movimiento, fueron educados en “madrasas” (escuelas religiosas), ubicadas en Pakistán, con el conocimiento, el consentimiento y el beneplácito del gobierno de Islamabad. Además, Pakistán quedó al descubierto cuando, al lado de Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos (EAU), fueron los tres primeros países que reconocieron a los talibanes cuando tomaron al poder por vez primera; y la última nación en romper relaciones diplomáticas con este grupo, fue precisamente Pakistán.
Otro dato para ser tomado en consideración sobre el hilo que une a los talibanes con los pakistaníes, fue el atentado mortal, en octubre del 2012, contra Malala Yousafzai, meses antes de que le otorgaran el Premio Nobel de la Paz, cuando se dirigía a su casa en la ciudad de Mingora, cuando el perpetrador fue un talibán pakistaní, quien le disparó sin poder quitarle la vida, dichosamente.
Fuere como fuere, los talibanes no despiertan confianza, ni tranquilidad, a los servicios secretos y de seguridad de Occidente y de los Estados Unidos, primeramente porque despertaron sospechas tras los ataques contra el World Trade Center de Nueva York, el 11 de septiembre del 2001, por la facción armada dirigida por el jeque saudita Osama bin-Laden, quien tenía su base de operaciones en el Afganistán gobernado por los talibanes. Posterior a la voladura de las “Torres Gemelas” por medio de dos Boing desviados de sus rutas y lanzados contra los dos rascacielos, la inteligencia estadounidense señaló al gobierno talibán de servirle de santuario a los terroristas; es decir, al movimiento al-Qaeda. Seguidamente, el 7 de octubre del mismo 2001, una coalición militar liderada por los Estados Unidos, invadió Afganistán en busca de Osama y para diciembre de ese mismo año, el régimen talibán ya había caído y se precipitaba en clara huida hacia el exilio… ¡A Pakistán, desde luego! En esta nación, los principales líderes de este grupo, se refugiaron en la ciudad pakistaní de Quetta, desde donde dirigieron a sus “afiliados.” Incluso, la noche del asesinato de Osama bin-Laden, éste se encontraba viviendo en Islamabad, Capital de Pakistán, cerca de un cuartel del ejército de ese país. Siempre se ha dicho que el régimen de Pakistán, islámico de principio a fin y en esencia, juega un doble rasero; es decir, amigo de los Estados Unidos y amigo de los terroristas de confesión musulmana también.
En la actualidad, de acuerdo a análisis militares hechos por la OTAN, el talibán está más fuerte que nunca con unos 85,000 combatientes a tiempo completo; pero el general Austin Miller, comandante de la misión liderada por los Estados Unidos en Afganistán, dijo en junio pasado que el país podría estar dirigiéndose hacia una caótica guerra civil, debido a la gran inestabilidad en la que se asienta su población y a los grupos insurgentes que permanecen en las montañas y que están en desacuerdo con el talibán.
Por ahora, los fundamentalistas islámicos que gobiernan a este indómito país de Asia Central, están de plácemes, celebrando sus tres primeros años en el poder. ¿Podrán celebrar otros tres años más o estamos ante el principio de su final?
Dictador de Venezuela, Nicolás Maduro, Confrontado con Todos y Agudiza Mayormente la Crisis Socio-política en su País
CARACAS-(Especial para The City Newspaper) Nicolás Maduro Moro, su narco-dictadura de izquierdas y su séquito de delincuentes, son fáciles de descifrar e, incluso, adelantarse a los movimientos que van a hacer en contra de las personas que no están de acuerdo con su régimen de carencias, opresión y miserias. Por ello, el recién abandono del país, realizado por el ex candidato presidencial, Edmundo González Urrutia, era lo más predecible que iba a suceder, como lo será, de igual manera, la posible encarcelación o abandono de Venezuela, de María Corina Machado, quien es la que está moviendo a las masas burladas de votantes, en contra del gobierno dictatorial incrustado en el Palacio de Miraflores. Los comunistas nunca han tenido gran diversidad de movimientos represivos, porque siempre echan mano a lo mismo, que se fundamenta en la persecución, el encarcelamiento, el exilio o el asesinato de sus oponentes. No hacen algo distinto nunca.
Pero lo cierto es que González Urrutia era requerido por la fiscalía venezolana, totalmente plegada a los intereses de la dictadura y si hubiera ido a la cita que le exigían, en el edificio de la Corte Suprema en Caracas, hubiese sido detenido y puesto tras las rejas en una celda y no se sabe por cuánto tiempo. Lo mejor que se le ocurrió fue refugiarse en la residencia particular del embajador de España en Venezuela, señor Ramón Santos, quien facilitó su escape hacia España. Un avión de las Fuerzas Armadas españolas arribó a Caracas y despegó especialmente para este trámite: llevar a bordo a Edmundo González Urrutia, quien, con toda seguridad, morirá en España por su edad avanzada (75 años), sin ver a su patria liberada del grupo de gamberros encabezados por Nicolás Maduro y manejada, “a control remoto”, desde Cuba, por los comunistas de aquella isla.
¿Por qué se habla de una sociedad sorprendida?
Los cables noticiosos que se refieren a la partida de González Urrutia de Venezuela, insisten en decir que su abandono de Venezuela causó “conmoción entre las filas opositoras” y “sorprendió a la sociedad civil venezolana” por su viaje intempestivo. ¡Aunque esa situación era posible imaginársela antes de que aconteciera! Quien haya analizado, no muy profundamente, las actitudes de Maduro y su grupo de delincuentes en el poder, puede esperar una coyuntura de esas características y calado. De hecho, uno de esos cables que le ha dado la vuelta al planeta, asegura de manera textual: “La noticia (de su marcha hacia España), corrió entre las filas opositoras en pocos minutos, sembrando desolación y desasosiego.” Pero ello era previsible. El chavismo siempre ha actuado de esa forma y es la más “humana” –si el término cabe-, que pueden utilizar para deshacerse de un personaje que les incomoda; porque, en otro estado de cosas, le hubieran asesinado o encerrado en prisión, que son otros dos métodos que suelen utilizar.
En síntesis, si se es venezolano y se vive a diario con esa opresión política, económica y civil, esa clase de situaciones en contra de los opositores al gobierno, no debe sorprender a nadie. La sorpresa real podría ser el momento cuando caiga la dictadura, algo que no se contempla por lo menos en los próximos 20 años, a lo sumo; o la muerte de alguno de sus miembros; pero la disidencia, la expulsión del país, la persecución o la corrupción en sus distintas tonalidades, son asuntos intrínsecos de esta narco-dictadura, de igual modo como sucede en Cuba y Nicaragua. El mal no debe sorprender a nadie en estas naciones.
Es del todo cierto, fundamentalmente, que tanto Edmundo González como María Corina Machado, eran algo así como “piedras en el zapato” del dictador Maduro y por eso la enorme presión se cernía sobre ellos y de manera apabullante. La fiscalía lo había mandado a llamar en tres ocasiones, para que llegara por sus propios medios y como no se presentó a esas instancias del chavismo, se ordenó la captura. Fue cuando él decidió refugiarse en la casa del embajador español. Mientras tanto, en las afueras, y mientras la comunidad internacional y la prensa no dejaban de comentar y vociferar en contra del robo de las elecciones en Venezuela, el régimen de Maduro continuaba con su campaña de terror contra los dirigentes opositores, activistas y ciudadanos que estaban identificados como simpatizantes de los verdaderos vencedores en las recién acaecidas elecciones nacionales. Es decir, Maduro mandó a perseguir desde ciudadanos comunes, hasta los testigos encargados de la logística y de recoger las actas de votaciones, en las que se decía con toda claridad que González Urrutia había ganado los comicios de manera contundente y convincente.
De tal manera, según el Foro Penal que analiza la situación en Venezuela de los encarcelados, la cifra de presos políticos ascendió, en los últimos días, de 350 que había antes de las elecciones, a 1,793; y de los cuales, 59 son menores de edad y 225, mujeres. Una cifra que va a crecer con el paso de los meses, sin dudarlo un ápice siquiera, pues el gobierno está dispuesto a recobrar su seguridad a cualquier precio.
Para el politólogo Walter Molina, analista de las incidencias en Venezuela: “Querían forzar el exilio de Edmundo González, porque es el presidente electo y tenerlo en el país era una presión constante. Lograron lo que querían. Y es un golpe muy, muy grande para muchos. Para millones. Mi admiración y respeto eterno a quienes han liderado.” Comentó.
Todo esto sucede en Venezuela ante la pasividad de hecho, aunque no de palabra, de parte de la comunidad iberoamericana, que se dedica a ver los acontecimientos, hacer exigencias verbales, pero no se presta para actuar de lleno y liberar a los venezolanos de ese régimen despótico, asesino y avasallante que tienen sobre ellos. Incluso, llama poderosamente la pasividad de la Casa Blanca durante la Era Biden, y lo mismo sucedió con el flemático Donald Trump quien, para formarnos una idea más completa de su falta de compromiso con las naciones oprimidas, más bien entregó al Afganistán modernizado y democrático, a los retrógrados talibanes, mediante un tratado que su secretario de Estado, Mike Pompeo, firmó con los fanáticos y fundamentalistas talibanes en un emirato árabe. Es decir, en los cuatro o cinco últimos mandatarios estadounidenses, el problema venezolano no ha significado nada para ellos. No califica siquiera como “inconveniente.” Y dejan entrever que los Estados Unidos solo actuarían decididamente a favor de Inglaterra, Francia e Israel, en el caso de que se encontraren en problemas. Es por esa razón que se vislumbra una larga vida (en este caso muerte), de la dictadura chavista en Venezuela, sin que nada ni nadie ose importunarla.
Retornando al caso de Edmundo González Urrutia, durante su permanencia en la casa del embajador de España en Venezuela, se hizo acompañar por seis estrechos colaboradores de María Corina Machado, su socia en estos avatares de la política. Y mientras estuvo refugiado allí, la presión del régimen de Maduro, por medio de la policía y los militares, fue insoportable; y eso tuvieron que sufrirlo, por supuesto, los españoles que allí residen.
Roce mayor y más fuerte con Argentina
Es evidente que Maduro no se queda nada para sí y está dispuesto a eternizarse en el poder, así, de cualquier manera. En otra faceta de esta aguda crisis que él está azuzando o echando más gasolina al incendio que él ha provocado, el enfrentamiento con el gobierno de Argentina ha subido más escalones y el roce ya alcanza índices nunca antes visto entre estos dos países.
Para comenzar, el chavismo está acosando a los colaboradores de María Corina Machado que están refugiados en la embajada de Argentina en Venezuela. Leamos a continuación lo que han declarado a la prensa algunas de esas personas: “Estamos con la electricidad cortada y con los accesos a la sede tomados,” dijo Magalli Meda, considerada la mano derecha de Corina y es una de los seis colaboradores que están en esa legación diplomática extranjera.
Pero la mayor acción en contra de los argentinos, la ejecutó el propio Nicolás Maduro, quien ordenó revocar la protección que se le había concedido al gobierno de Brasil, para que representara los intereses de Argentina en Venezuela. Es decir, ya ni los brasileños podrán hacerse cargo de las negocios argentinos y solamente queda por esperar una ruptura absoluta entre Venezuela y Argentina, en las fechas próximas. Ante tal decisión, la Cancillería argentina expresó su rechazo a la decisión de Maduro, de revocar unilateralmente la autorización a Brasil de representar los intereses de los argentinos en suelo venezolano y de ejercer la custodia de sus instalaciones diplomáticas y todo lo que hay allí adentro, incluyendo a los seis opositores a la dictadura que son perseguidos y refugiados políticos. Este fue el comunicado emitido por Buenos Aires: “La República Argentina rechaza dicha medida unilateral y advierte al gobierno venezolano que debe respetar la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas, que consagra la inviolabilidad de los locales de las misiones. Asimismo, Argentina denuncia ante la comunidad internacional que en estos momentos patrullas de los servicios de inteligencia y fuerzas de seguridad venezolanas, rodean la residencia oficial en Caracas. El régimen de Maduro ha anunciado que ha revocado unilateralmente la autorización conferida al Brasil, para custodiar el inmueble oficial.” Cita el Ministerio de Relaciones Exteriores de la República de Argentina.
Y es que desde que Brasil se hizo cargo de la legación argentina, a principios de agosto del presente 2024, los agentes venezolanos habían amainado en sus intenciones de molestar a los refugiados en la sede; de tal manera que Meda, Claudia Macero (responsable de Comunicación del Comando con Venezuela que lidera Corina Machado), Pedro Urruchurtu (coordinador de Asuntos Internacionales de Vente Venezuela, partido de Machado), el ex diputado Omar González (miembro de la dirección nacional de Vente Venezuela), Humberto Villalobos (coordinador electoral del comando) y Fernando Martínez Mottola (uno de los principales asesores de Machado), habían encontrado cierta paz en el interior de esa sede argentina emplazada en Caracas; empero, esa calma relativa cambió repentinamente, cuando el presidente de Brasil, Lula da Silva, criticó acremente a Nicolás Maduro, al decir de aquel: “Su comportamiento (al no presentar a su país y al mundo las actas electorales), es decepcionante y debe demostrar que ganó (las elecciones).”
A partir de esas “desafortunadas” palabras del mandatario brasileño, Patrullas de funcionarios del Servicio Bolivariano de Inteligencia (SEBIN), y de la Dirección de Acciones Estratégicas y Tácticas (DAET), que han reemplazado a las temidas “brigadas de exterminio” de las FAES, rodearon a la embajada argentina, encapuchados y fuertemente armados. Se acabó, de repente, la seguridad y la calma que allí hubo reinado alguna vez. El temor a un asalto por parte de las fuerzas chavistas, al interior del edificio, que es propiedad del gobierno argentino y por lo tanto es inviolable desde cualquier ángulo en que se mire, ha cundido entre los seis dirigentes venezolanos que están allí refugiados y han contado con la protección de los argentinos desde que ingresaron a esta sede.
En otro aspecto de esta crisis agravada por el propio Maduro, la cancillería argentina instó a la Corte Penal Internacional (CPI), para que dicte una orden de detención contra el dictador venezolano, Nicolás Maduro, y otros cabecillas del régimen y ante el agravamiento de la situación, luego de los comicios presidenciales que allí se dieron el pasado 28 de julio. La nota enviada hasta La Haya, Países Bajos, sede de la CPI, dice así: “Ante el agravamiento de la situación en la República Bolivariana de Venezuela a partir del 28 de julio pasado y la comisión de nuevos hechos que pueden ser considerados delitos de lesa humanidad, la República Argentina exhorta al fiscal de la Corte Penal Internacional que solicite a la Sala de Cuestiones Preliminares, el dictado de órdenes de detención contra Nicolás Maduro y otros cabecillas del régimen. La evidencia recogida en el curso de las investigaciones que lleva adelante la Fiscalía de la Corte Penal Internacional y los hechos ocurridos con posteridad a los comicios presidenciales del 28 de julio, son elementos suficientes para considerar el mérito del dictado de las mencionadas órdenes de detención.”
La canciller argentina, Diana Mondino, señaló, por su parte, durante el III Encuentro Regional del Foro Madrid, en el que participó, que “la situación en Venezuela es triste y si existe alguna manera para que podamos ayudar para que haya una solución rápida y pacífica, mejor será.” Por supuesto que lo que ha molestado a Maduro, además de los refugiados venezolanos que están en la embajada argentina, fue el comentario que hizo Javier Milei cuando finalizaron las elecciones venezolanas: “Edmundo González Urrutia es el ganador indiscutido de las elecciones.” Dijo el mandatario de los argentinos y ello fue motivo para que el dictador venezolano “hundiera más el puñal en el alma de Milei” y lo considerara un enemigo suyo a ultranza y de su dictadura. En acto seguido, ordenó la expulsión total del personal argentino acreditado en Venezuela.
Para concluir el presente reportaje, treinta ex presidentes iberoamericanos firmaron un documento que fue presentado por el ex mandatario colombiano Andrés Pastrana, ante la Corte Penal Internacional (CPI), en el que se acusa a la tiranía venezolana de violaciones exacerbadas contra los derechos humanos. Todos los jefes de Estado españoles firmaron, junto a los latinoamericanos, excepto José Luis Rodríguez Zapatero, profundo y decidido amigo de Maduro y su narco-dictadura.