Encuentro en Alaska entre Trump y Putin de Espaldas al Presidente y al Pueblo de Ucrania
ANCHORAGE, USA-(Especial para The City Newspaper) En un desesperado intento por desviar la atención del pueblo y de la prensa estadounidense que le recuerdan a Trump su relación vergonzante con el pederasta judío, Jeffrey Epstein; y también por obtener el Premio Nobel de la Paz que le ha sido evasivo desde que lo ambiciona, desde antes de su primera administración, el presidente de los Estados Unidos ha convocado a su similar (nunca antes mejor empleado este sustantivo, “similar”), Vladímir Putin, a este encuentro que los periodistas internacionales se han afanado por llamar equivocada y eufemísticamente “cumbre”, pues ambos individuos están muy lejos de propiciar una reunión de elevado talante o magnitud, debido a sus personalidades delincuenciales y genocidas y que, en ningún modo, les hace representar a los dos pueblos que dicen representar.
En todo caso, Trump ha conseguido que se acallen un poco las voces de la prensa y de su propio pueblo, en torno al caso del judío que engañaba y “desfloraba” jovencitas, en compañía de sus “amiguetes”, entre quienes se contaban el propio Donald Trump (de quien decía que era su mejor amigo); Bill Gates, Bill Clinton y el Príncipe Andrés, ex Duque de York, quien, dicho sea de paso, perdió títulos nobiliarios, presencia en el gobierno monárquico, representación de ese mismo gobierno, condecoraciones y grados militares y hasta causó (o precipitó) la muerte de su madre, la Reina Isabel II de Inglaterra, por el disgusto que le causó, y quien ya había pagado a las jóvenes a las cuales su hijo Andrés había abusado en las casas del judío Epstein, enormes cantidades de dinero que nunca trascendieron al conocimiento de la opinión pública, con tal de que no demandaran judicialmente a este mal llamado “príncipe.” Tal la situación en la que está inmerso Trump. Por eso era necesario crear una posible “evasiva”, “una ruta de escape,” que ha conseguido con suficiencia al citar a Putin a este encuentro que supuestamente iba a traer la paz para Ucrania.
La región más alejada de Washington y Moscú
Aconteció en este Estado que una vez perteneció al imperio ruso y que fue vendido a los estadounidenses, exactamente en Joint Base Elmendorf-Richarson, una concentración militar en el extremo norte de Anchorage, considerada la ciudad más grande de Alaska, donde se citaron ambos gobernantes para tratar el espinoso tema de la guerra en Ucrania, provocada por la invasión rusa ordenada por Vladímir Putin.
La historia de Alaska comenzó en 1725, cuando el entonces Zar de Rusia, Pedro el Grande, envió al navegante Vitus Bering, en una expedición que atravesó el estrecho que desde aquel tiempo lleva su nombre; y ello propició que, en los años siguientes, llegaran marineros rusos a este lugar, para fundar asentamientos y se dedicaran al lucrativo comercio de las pieles. Sin embargo, en el Siglo XIX, la ininterrumpida y abundante cacería de los animales de la zona, con fines comerciales, debilitó el comercio de las pieles, que se vio reducido a mínimos, especialmente las focas y las nutrias; por esa razón, más la guerra librada por Rusia en Crimea, el gobierno zarista decidió vender Alaska para obtener algunos beneficios financieros. En un principio, Reino Unido, presente en la administración de Canadá, mostró interés en comprar esta inmensa región; pero fueron los Estados Unidos los que se apropiaron de lo que sería un Estado más de la Unión. Ofreció a San Petersburgo, entonces sede del gobierno ruso, la suma de US$7,2 millones, unos US$100 millones actuales. Aquello ocurrió en 1867. Y desde entonces pasó a ser territorio estadounidense.
Actualmente, Alaska tiene un invaluable posicionamiento estratégico en el aspecto militar; y conserva rasgos de la cultura rusa, como las 80 comunidades de la Iglesia Ortodoxa, cuyos ritos son idénticos a los que se celebran en toda Rusia. La distancia desde Moscú es de 7,000 kilómetros que recorrió Vladímir Putin en el avión oficial del gobierno ruso; y desde Washington, Alaska está a 5,400 kilómetros en línea recta. Hay que hacer énfasis en que Putin se sintió seguro en este Estado norteamericano, porque si hubiese tenido que viajar a este encuentro bilateral al Reino Unido, Alemania o Francia, los tres gobiernos de estas naciones hubieran tenido que detenerlo y entregarlo a la Corte Pernal Internacional (CPI), debido a una orden de arresto internacional que pesa en su contra. Para tranquilidad suya, el gobierno de Washington no reconoce a ese tribunal y por eso el dictador de Rusia no corrió riesgos en su estadía en Alaska.
El mismo día de la celebración de la reunión, muchos habitantes de este Estado, el más extenso de los Estados Unidos, se manifestaron ondeando banderas ucranianas (amarillo y azul), con la exigencia a Donald Trump para que no hiciera concesiones al ruso, en detrimento de Ucrania y con la única finalidad de detener la guerra invasiva en ese país europeo. Fueron muchos los allí presentes, ubicados en los bordes de las calles por donde pasaron ambas comitivas. “Putin es un criminal de guerra y no le deberíamos estar dando bienvenida a nuestro país y mucho menos a Alaska. Trump no merece ningún Premio Nobel de la Paz. No tiene el interés en los ucranianos. No los tiene en mente y, de hecho, es responsable de muchas muertes de niños, empezando por las muertes de muchos estadounidenses durante la pandemia del Covid-19.” Manifestó a los periodistas que viajaron a cubrir el acontecimiento, Rachel Coney, una ciudadana que agitaba constantemente su bandera ucraniana y lanzaba al viento proclamas reivindicativas. Otros presentes, llevaban en sus manos girasoles y carteles con las leyendas: “No queremos criminales de guerra en Alaska, ni felones en la Casa Blanca.” “Alaska está con Ucrania”, indicaba otro. Marie Allen Lambert, una ciudadana que aquí reside, señaló: “Llevamos protestando desde que Trump comenzó a comportarse como un monarca; pero esta es la concentración más grande que hemos visto hasta ahora. Nosotros estamos muy orgullosos de nuestra tierra y no celebraremos la llegada del presidente (entiéndase dictador) ruso, que tiene orden a arresto de la Corte Penal Internacional por crímenes de guerra.”
Los periodistas que llegaron desde distintas partes del mundo para cubrir este acontecimiento, se hospedaron en hoteles de la ciudad de Anchorage, donde viven 300,000 personas y donde su habitual calma y comercio se interrumpieron por causa de esta reunión inédita en su naturaleza y conformación.
Las comitivas de ambos gobiernos
De parte del Kremlin viajaron a Alaska el titular de Exteriores, Serguéi Lavrov, infaltable en todas estas reuniones; Yuri Ushakov, asesor del dictador; Andréi Beloúsov, ministro de Defensa; Antón Siluánov, ministro de Finanzas; y Kiril Dmítriev, representante especial del gobierno ruso para la Cooperación Económica con Países Extranjeros, quienes estuvieron alrededor del dictador de Rusia, Vladímir Putin, el causante de la invasión y las muertes de inocentes en la guerra que libra contra Ucrania, su gobierno, ejército y pueblo.
También le acompañaron el ministro de Finanzas, Antón Siluánov, y el representante especial de la Presidencia rusa para la Cooperación Económica con Países Extranjeros, Kiril Dmítriev.
En lo que atañe a los Estados Unidos, la delegación encabezada por Donald Trump, estuvo conformada por el secretario de Estado, Marco Rubio; Howard Lutnick, secretario de Comercio; John Ratcliffe, director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA); Scott Bessent, secretario del Tesoro; Pete Hegseth, secretario de Defensa; Karoline Leavitt, secretaria de prensa de la Casa Blanca; y el enviado especial (para el conflicto ruso-ucraniano), Steve Witkoff. Un total de 16 altos funcionarios de la actual administración estadounidense.
Hay que resaltar que esta fue la primera reunión entre ambos líderes desde el 2019, cuando Putin viajó a Washington. Desde entonces, transcurrió casi una década desde aquella ocasión. Evidentemente las cosas han cambiado muchísimo desde aquel lejano año; lamentablemente ha sido para mal y han puesto al mundo entero en tensión, específicamente por una guerra, la de Rusia en su invasión a Ucrania, con las masacres de civiles que los rusos han llevado a efecto en tierras ucranianas, con la mayor impunidad y criminalidad posibles; y, en segundo término, por el aniquilamiento masivo de la población de la Franja de Gaza, en Palestina, donde el ejército de Israel está llevando a cabo una depuración racial abierta, descarada y frontal con la opinión pública generalizada de todo el planeta.
La reunión entre ambos representantes de Rusia y los Estados Unidos, comenzó a las 11:30, hora de Alaska, con una conversación “face to face”; y después prosiguió con las negociaciones entre las delegaciones. Ambos, Putin y Trump, comenzaron el diálogo en un desayuno de trabajo. Obviamente, el tema central de este encuentro fue la solución de la crisis (la guerra) en Ucrania; aunque se dijo, de parte de los voceros del Kremlin, que se iban a tocar otros asuntos de interés mutuo. Yuri Ushakov, asesor del gobierno ruso, indicó, antes de partir hacia Alaska, que los preparativos en las oficinas de su representado ya habían acabado y se había trabajado de “manera intensa, resolviendo numerosos problemas técnicos, que incluyeron el tema de los visados.”
La reunión se realizó, según hemos resaltado al inicio de este reportaje, en la ciudad de Anchorage, exactamente en la base militar Elmendorf-Richardson; y dio inicio con una conversación entre Trump y Putin, cara a cara, con la participación lógica de los traductores ruso-inglés, las lenguas maternas de los dos. Al finalizar el diálogo se anunció la realización de una conferencia de prensa conjunta, misma que fue esperada con ansiedad por los cientos de periodistas que hasta aquí llegaron. Minutos antes, ambos mandatarios dieron breves discursos; y después se avocaron a conversar sobre la crisis ruso-ucraniana, tomando en consideración esencial e intrínseca, los diálogos sostenidos en el pasado entre Putin y el enviado especial de la Casa Blanca a Rusia, Steve Witkoff.
Antes de subir al avión oficial del gobierno ruso, Ushakov manifestó a la prensa rusa y a los corresponsales extranjeros que todavía se mantienen en Moscú, que “naturalmente también se abordarán cuestiones más amplias para garantizar la paz y la seguridad, así como los problemas internacionales y regionales más urgentes y actuales. Por ejemplo, se abordarán temas económicos, ya que Rusia y Estados Unidos poseen un enorme y, hasta ahora, desaprovechado potencial de cooperación en el ámbito comercial.” Puntualizó el funcionario del Kremlin antes de partir hacia Alaska. Añadió que la duración de cada intercambio entre Putin y Trump, “dependerá del desarrollo de la discusión. (Y) el carácter que se le imprimirá a las conversaciones será de negocios. Tendrán un carácter empresarial y, naturalmente, todos tenemos una actitud de negocios ante todo (?).” Afirmó.
Después de la reunión bilateral, la delegación rusa voló directa e inmediatamente a Rusia para continuar con lo que los dignatarios del Kremlin suelen llamar “la agenda del presidente” (entiéndase dictador). Alaska, sede de este encuentro, fue considerado por la opinión rusa, “un lugar de gran importancia histórica; (porque, entre otras cosas), está cerca de la base militar donde se llevaron a cabo las negociaciones, (y) en un cementerio conmemorativo están enterrados 9 pilotos soviéticos, durante el traslado de aviones a la Unión Soviética (URSS), desde EE.UU, en el marco del programa de Préstamo y Arriendo”, detalló el mismo Ushakov.
A miles de kilómetros de allí, en Berlín, Londres, Bruselas (Capital de la Unión Europea), París y principalmente en Kiev, Capital de Ucrania, sus líderes, inmiscuidos alrededor de este problema bélico y dentro de él, en el caso de los ucranianos que fueron invadidos por el ejército ruso, esperaban con altísimo interés y tensión lo que se estaba dando en Anchorage, Alaska. Aunque el ambiente en Ucrania era de manifiesto pesimismo, debido al conocimiento cabal e intrínseco que los gobernantes de esta nación en guerra tienen de Donald Trump, quien cifra la pacificación en el tanto Ucrania deje a los rusos apoderarse de amplias regiones en el Donbáss y Crimea.
Asimismo, sabían que Vladímir Putin iba a exigir a su homólogo estadounidense para que presione a Kiev de no ingresar nunca a la OTAN, la Alianza Estratégica europea; que reduzca su ejército a mínimos ridículos, que no le permitan defenderse nunca más de las eventuales agresiones rusas que, indiscutible e infaltablemente, se van a producir en el futuro; y por supuesto, sacar a Volodimir Zelenski del poder y colocar allí a un “títere” como el que existe en Bielorrusia, en el caso de Aleksandr Lukashenko, “sabueso fiel del Kremlin.” Estas son las exigencias esenciales y fundamentales que hicieron que Putin viajara a Alaska. Mismas Trump siempre ha estado de acuerdo en concederlas, mucho antes de lograr la presidencia de los Estados Unidos, en clara traición a las expectativas y valores ucranianos. Es por esa razón que Zelenski, mandatario de Ucrania, todos estos días antes de la reunión, manifestó que no está de acuerdo con esos argumentos y exigencias y que Ucrania y su gobierno no cederán ni un palmo de su territorio ni en sus proyectos futuros, en especial el ingreso a la OTAN y a la Unión Europea (UE); mucho menos reducir sus Fuerzas Armadas en un número apenas simbólico y ridículo, para ofrecer la más absoluta indefensión ante otra invasión de parte de Rusia, que no ha cejado en su plan de anexarse por la fuerza a este país. Esta posición intransigente (y plausible) de Kiev, es lo que molesta profundamente a Donald Trump, porque, en principio, le está vedando la oportunidad de alcanzar la paz, “su” paz, esa “paz romana” en detrimento del pueblo ucraniano; pero que le depararía el Premio Nobel con el que tanto sueña para alcanzar y equipararse con Barack Obama, el ser que más odia, se compara y envidia Trump en este mundo.
De tal modo, antes de la reunión Trump-Putin, en Alaska, todos conocíamos cuál iba a ser la reacción de Kiev ante cualquier “apuñalamiento” de parte del norteamericano; es decir, un rotundo “no” a tanta incoherencia, ilógica y rendición de los valores que son irrenunciables para cualquier gobierno que se precie de ser libre, consecuente con lo que desean sus ciudadanos y decididamente patriótico. En este punto, observar la reacción de los dos gobernantes, es lo que tenía en ascuas y profundamente interesados a los periodistas que cubrían el acontecimiento.
Lógicamente, Putin también exige el alejamiento de Zelenski del poder en Kiev; y muy posiblemente su entrega para meterlo en una prisión en Rusia, donde, desde luego, no saldría nunca con vida, según la manera de actuar del dictador ruso. Trump a todo ello movería su cabeza afirmativamente, en un acuerdo sin cortapisas con el genocida del kremlin.
Más detalles del encuentro
Antes de partir hacia Alaska, exactamente un día anterior, Donald Trump dijo a quienes estaban alrededor suyo, que iba a ser la primera reunión de este tipo con Putin; agregó que era “una reunión de tanteo”, destinada a comprender de primera mano las demandas de Rusia: “Probablemente, en los primeros dos minutos sabré si se puede llegar a un acuerdo.” Luego trascendió a la prensa que, dependiendo de la actitud del ruso, si esta era negativa y se afanaba en continuar con la guerra contra Ucrania, entonces suspendería de inmediato el diálogo y daría una conferencia de prensa en solitario; es decir, sin la presencia de su invitado ruso. Y de regreso a la Casa Blanca, tomaría la determinación de sancionar a Rusia con nuevos castigos (financieros muy probablemente), y a las naciones (como la India), que todavía comercian con Rusia, de espaldas a los Estados Unidos.
Colateral a este encuentro bilateral, la ausencia de dignatarios de Europa Occidental, específicamente de la Unión Europea (UE), y por supuesto del gobierno de Ucrania, ha creado un temor en esos gobiernos, porque a Trump le podrían “torcer el brazo” y adoptar “compromisos injustos” en detrimento de Ucrania. Es por eso que los líderes europeos pidieron a Washington, pocos días antes de que Trump viajara a Alaska, que se respetasen las líneas rojas, en específico lo que atañe a la cesión de regiones ucranianas que ahora mismo están ocupadas por el ejército ruso. No obstante, Trump ha seguido insistiendo en que el diálogo con Putin podría implicar “un intercambio de territorios como parte de un posible acuerdo”; sin embargo, el ejército ucraniano es muy poco lo que ocupa en suelo de Rusia, quizás unas pocas tierras en Kursk. Si partimos de las dimensiones de los territorios ocupados que menciona equivocadamente Trump, por estar mal informado o por desconocimiento de los avatares de esta guerra, los rusos saldrían gananciosos si se produjera dicho “intercambio” muy al estilo “trumpiano.”
Las fuerzas rusas ocupan actualmente cerca del 20 por ciento del territorio ucraniano; mientras que lo que está en poder de Ucrania es poco, casi nada, luego de su retirada en abril pasado de Kursk. De tal manera, asumir dicha cesión legitimaría internacionalmente la invasión (cualquier invasión pasada, actual o futura), como medio para dirimir disputas territoriales.
En todo caso, en esta oportunidad en Alaska, Donald Trump, según asesores y gente que está a diario en contacto con él, llegó aquí y estuvo durante la reunión con Putin, esgrimiendo una actitud más impaciente y aparentemente menos conciliadora y así lo ha explicado una de esas personas que le observa día a día: “En las últimas semanas, el mandatario estadounidense ha realizado un giro político para denunciar los ataques rusos a ciudades ucranianas, al tiempo que reforzaba el envío de armas a Ucrania, a través de su compra por aliados de la OTAN y posicionaba dos submarinos nucleares cerca de territorio ruso. En contraste, sus ultimátum para aplicar sanciones contra Rusia, finalmente no se ha materializado.”
En cuanto a la disminución hasta números increíbles e inconcebibles de las Fuerzas Armadas de Ucrania, una de las peticiones absurdas e irrealizables de Putin para con su enemigo, Trump manifestó, con muestras de inseguridad, que, en tal caso, la OTAN asumiría la defensa de Ucrania en el plano militar; pero los Estados Unidos se mantendrían a distancia si se diera una eventual y nueva guerra contra el invasor ruso. El problema radica en que una negociación y un acuerdo parecido, Trump lo alcanzó en relación con Afganistán; es decir, “las tropas estadounidenses salieron de Kabul y los talibanes asumieron el poder afgano. Ninguna fuerza gubernamental (de aquel momento), debía presentar agresividad o combate a la nueva administración talibana.” Y ya conocemos los resultados en esa nación centro-asiática.
Pero el peor cinismo de Trump ha sido el de no “regalar” las armas a Ucrania, como hizo el gobierno de Joe Biden, para la defensa de este país europeo; sino que ha resultado un auténtico y aberrante comercio, cuando los Estados Unidos les venden ese armamento a los países occidentales y éstos las donan al ejército ucraniano. Es decir, el comercio, la mentalidad frívola, grosera y deshumanizada de Trump –ni siquiera capitalista, pues es un pésimo comerciante-, prefiere lucrar con el dinero de los europeos, antes que ayudar a una nación en desgracia, que ha sido invadida por otra de mayor tamaño y potencial, en el caso de Rusia. En este aspecto, el vicepresidente J.D. Vance, descartó más financiación directa a Kiev; es decir, “si quieren armas estadounidenses, deberán comprarlas.” Dejó entrever.
Trump también ha reiterado que Ucrania no podrá unirse a la OTAN. Afirmación que ha complacido a los rusos.
Por otra parte, en el interior del gobierno de los Estados Unidos, el despido masivo en el Departamento de Estado de sus burócratas (más de 1,300 empleados fuera del gobierno), ha dejado huérfana a la administración Trump de analistas reputados en el tema de Rusia y Ucrania, un verdadero hándicap para el Kremlin, que podrá imponer sus condiciones, sin que nadie sepa rebatirlas con sabiduría y acierto entre los estadounidenses. Esto nos recuerda las purgas de Stalin en la Unión Soviética, cuando mandó a las cárceles (gulags), y al paredón de fusilamiento a miles de sus mejores generales, una “sangría” que sólo benefició a los alemanes cuando invadieron a la URSS y causaron millones de prisioneros a Rusia y millones de muertos en las primeras de tanteo en la Segunda Guerra Mundial. No hay duda, Trump piensa con las “sentaderas.”
Otro detalle ha sido la marginación de los líderes europeos de este encuentro con Vladímir Putin en Alaska. Es decir, Europa Occidental respalda fehacientemente a Ucrania, pero le han obstaculizado la presencia y la voz en estos encuentros. Muy a la distancia, el Canciller de Alemania, Friedrich Merz, insistió a Trump sus cinco principios para un acuerdo de paz justo y duradero: uno de ellos señala que es fundamental que Ucrania esté presente en la mesa de negociaciones; otro, que sea Kiev el que trate todos los temas relacionados con el intercambio de territorios: “Tiene que mantenerse el principio –advirtió Merz-, de que las fronteras no pueden cambiarse por la fuerza.” Añadió el Canciller germano que existe la necesidad de establecer garantías de seguridad en Ucrania y continuar con las sanciones a Rusia, “si no hay movimiento de la parte rusa en Alaska: Europa y EE.UU tienen que aumentar la presión.” Instó.
Por su parte, el presidente de Francia, Enmanuel macron, afirmó que “la OTAN no estaría implicada en las garantías de seguridad a Ucrania, si hay acuerdo con Rusia. Si lo estaría, en cambio, Estados Unidos.” Algo que Trump no desea de ninguna manera; es decir, no quiere que más soldados estadounidenses peleen guerras que no les pertenecen, fuera de las fronteras de USA.
Y mientras el avión del gobierno ruso llegaba a Alaska, lo mismo que el estadounidense, el ejército invasor bajo las órdenes de Vladímir Putin, intensificó la presión en la región de Donetsk, con avances al noreste de Pokrovsk, en dirección a Dobropilia. Esos movimientos amenazan las rutas logísticas hacia Kramatorsk, lo cual facilitaría transferir, de parte de Rusia, a unos 15,000 soldados a la zona de Zaporiyia; 7,000 a la de Pokrovsk; y 5,000 a la de Novopavlivka, para intensificar las operaciones ofensivas en dichas regiones. Al mismo tiempo, Rusia comenzó a bombardear intensamente la ciudad de Jersón, con la finalidad de obligar a la población local a evacuar la localidad. En otras palabras: mientras Putin finge estar interesado en la paz, sus tropas masacran y avanzan, a sangre y fuego, en estas zonas ucranianas. Es el doble juego de su mente criminal e invasora.
En lo que estriba a los soldados ucranianos, éstos muestran un claro agotamiento, pues hay serias dificultades para rotar a estos hombres en combate y tampoco cabe la alternativa de mantener un mínimo número de efectivos, que sean capaces de sostener partes clave en el frente. En esto ha influido la reducción o merma de la ayuda militar estadounidense, que ha causado paralizaciones parciales de los envíos de pertrechos, en especial durante los momentos más tensos de la relación entre Volodimir Zelenski y Donald Trump.
Ante tal panorama, y ante la ofensiva reciente, Zelenski, presidente ucranio, no ha dejado de decir que “Putin no desea la paz y, por el contrario, sólo trata de ganar tiempo con Trump.” La realidad de la guerra, pese a los repuntes en las operaciones militares, presenta el frente de más de 1,000 kilómetros que se mantiene en gran medida estable. Hace pocas fechas atrás, las fuerzas de Ucrania avanzaron en el norte en la región de Járkov y al oeste de la región de Zaporiyia. Un parte del Ministerio de Defensa del país invadido, resumió así la situación: “El colapso del frente a corto plazo es, de momento, muy poco probable.” Esto significa que nadie va ganando y tampoco se perfila el triunfo de uno o del otro, ni a mediano ni a largo plazo. Lo cual deja ver y pensar que se trata de una guerra estancada, más todavía que en la Primera Guerra Mundial, porque en ésta, los combatientes no avanzan ni retroceden y tampoco hay grandes ni pequeñas victorias. Es muy posible, por lo tanto, que el conflicto, de no resolverse gracias a las conversaciones pro-paz, durará muchos años más en el teatro de la guerra. Aquí la pregunta que nace y se desprende es, ¿Tendrán ambas economías, la ucraniana y la rusa, suficientes recursos para soportar un conflicto de larga data? El tiempo lo dirá…
El resultado de la reunión: “bla-bla-bla-bla-bla”
Póngale usted los epítetos o adjetivos definitorios que a usted se le ocurran: “tiempo perdido”, “burla de Putin nuevamente”, “diálogo estéril”, etcétera, etcétera, etcétera… Pero lo cierto es que el dirigente ruso, el dictador ruso, quien ha durado más en el poder que ningún otro autócrata de esa misma nacionalidad, todavía más que Josef Stalin, fue a pasear a Alaska, a conocer lo que fue el territorio ruso y de paso… a burlarse por enésima vez del obtuso, crédulo, infantil, analfabeto y ridículo Donald Trump, quien cree que su poder de convencimiento es tal, que puede detener la invasión de los rusos a Ucrania, así… con un “chasquido” de dedos. Pero no hay tal, no hay “tal culebra de pelo”, no hay tal realidad y los únicos que pueden estar de plácemes, a pesar de la crudeza de esta guerra, son los líderes europeos y el propio Volodimir Zelensiki, presidente ucraniano, pues todos ellos temían que Trump le entregara al genocida ruso, Vladimir Putin, a Ucrania muerta, asesinada por la espalda, con el puñal de la traición.
Al final de la reunión, en la conferencia de prensa ante cientos de periodistas llegados de todas partes del globo terráqueo, Putin se dedicó a recordar un poco de la historia rusa con respecto a Alaska, la frontera común con los Estados Unidos, pasajes de la Segunda Guerra Mundial que tanto gustan a los rusos recordar y agradecer la iniciativa de Trump por “tratar de pacificar” ese conflicto que, en el fondo y en la superficie, Vladímir Putin no quiere pacificar. Nos imaginamos al ruso regresando en el avión del gobierno, rumbo a Moscú, bromeando y haciendo chistes con sus asesores, después de haber dejado a Donald Trump, ese que se cree un Nerón moderno, un Emperador romano todopoderoso, en la estacada, sin resolver absolutamente nada. La guerra continúa. En verdad, no se ha detenido nunca, desde que los rusos penetraron en el territorio ucraniano y han hecho caso omiso a las palabras de Trump, sus amenazas, sus excitativas, sus silogismos, sus contradicciones y sus insensateces.
Putin, mostrándose muy educado, muy cortés, muy gentil, con un vocabulario lisonjero, amabilísimo, se refirió a Donald Trump dejándole perplejo una vez más. El periódico español El Mundo, uno de los mejores del planeta, en habla hispana, publicó en la crónica referida a este encuentro bilateral: “(…) terminó sin acuerdo sobre la guerra en Ucrania y con una sensación de absoluta ambigüedad.” Pero Trump calificó el encuentro de “extremadamente productivo”, lo cual deja pensar dos cosas: que no quiere darse por derrotado ante la tozudez y burla de Putin; y que no desea imponer sanciones financieras o económicas a Rusia ni a sus socios comerciales. Lo cierto es que la reunión duró menos de tres horas y ninguno de los dos se refirió a la posibilidad de un alto al fuego para detener el conflicto en Ucrania. Es decir, quedaba “en el aire”, sin resultado alguno, el objetivo principal, cual era apaciguar y hacer callar a los cañones.
Y ha sido tanta la ineficacia, la esterilidad de las conversaciones, que Trump manifestó ante la prensa que estaba ansiosa por conocer los detalles vividos: “No hay acuerdo hasta que no lo haya.” Un mensaje muy propio de Trump, quien no sabe absolutamente comunicarse en su idioma natal, el inglés, ni en ningún otro que exista sobre la faz de la Tierra. Tampoco permitió preguntas de los periodistas. Tal era su desazón, su desencanto, su frustración y su desesperanza. Añadió que se iba a comunicar con los líderes europeos y con el propio presidente ucranio, Zelenski, para narrarle los pormenores de esta cita con su homólogo ruso, Vladímir Putin. Fue cuando Trump añadió ante los comunicadores de la prensa: “En última instancia, depende de ellos (la pacificación). (Cuando cesen los ataques) van a evitar que miles de personas mueran cada semana en Ucrania. El presidente Putin desea eso tanto como yo (¡?).” En esto último, vemos como el estadounidense sigue pecando de inepto, creyendo que el ruso invasor que vive en el Kremlin, quiere alcanzar la paz. Nada más surrealista que ello. Y remató el gringo alicaído y vencido: “No lo logramos, pero tenemos muchas posibilidades de lograrlo.”
Con su característica demagogia, escondiendo perfectamente su socarrona manera de ver las cosas de este tipo, de esa supuesta trascendencia, Vladímir Putin manifestó en la misma conferencia de prensa que “las negociaciones habían ido bastante bien. El acuerdo que hemos alcanzado juntos (?) nos ayude a acercarnos a ese objetivo y allane el camino hacia la paz en Ucrania. Esperamos que Kiev y las Capitales europeas lo perciban de forma constructiva y no obstaculicen el proceso. El único camino hacia la paz, pasa por eliminar todas las raíces, las causas principales del conflicto y lo hemos reiterado en varias ocasiones, considerar que todas las preocupaciones legítimas con Rusia y restablecer un equilibrio justo de seguridad en Europa. La seguridad de ucrania también debe estar garantizada (!), un país que es una nación hermana. Por extraño que parezca en estas circunstancias, compartimos las mismas raíces y todo lo que está sucediendo es una tragedia (!) para nosotros y una herida terrible (!). Por lo tanto, el país está sinceramente interesado en ponerle fin a la guerra.” Si se trata de un chiste, fue bastante malo, pues nadie rió, nadie explotó en carcajadas, ni comentó lo simpático que fue Putin con ese argumento matizado con falsedad, sentimentalismo falso y anhelos realmente inexistentes.
Y para rematar, el ruso, fingiendo humanidad, nostalgia y sentimentalismo, dijo a Trump: “Le propongo un próximo encuentro (que también terminará en nada), en Moscú. La propuesta de Trump es interesante. ¡Nos vemos pronto!” Exclamó al despedirse el genocida ruso, que cada día asesina a decenas de civiles ucranianos con sus drones suicidas y misiles de largo y medio alcance disparados.
En el Air Force One, el avión oficial del gobierno estadounidense, un decaído y vencido Donald Trump, había dicho a sus asesores: “Quiero ver un alto el fuego lo antes posible. No sé si sucederá hoy; pero no me alegraré si no es hoy.” Y es que la reunión comenzó mal, variando los planes del mandatario de USA, porque no estuvieron los dos solos dialogando, sino que fueron cuatro más quienes entraron en el salón: por la parte estadounidense, estuvo Marco Rubio y el enviado especial de EE.UU, Steve Witkoff, los dos junto a Trump; y por el lado ruso, Serguei Lavrov, ministro de Exteriores; y Yury Ushakov, asesor diplomático de Putin.
En resultado: nada de nada. La matanza continúa en las llanuras y trincheras ucranianas; Putin sigue acariciando su idea de anexionarse toda Ucrania al final de esta guerra y un arreglo pacífico, no le pasa ni a una distancia de diez kilómetros delante de sus propios ojos. La paz no es una opción para el ruso, mientras Trump sigue creyendo en él. No hay duda: el mundo está lleno de incautos y el estadounidense de la Casa Blanca, es el primero de ellos.
