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Alemania Rinde Homenaje a Franz Beckenbauer, el Mejor Jugador Alemán de la Historia

Cada 11 de septiembre el "Kaiser" -como se le apodaba-, cumplía años; pero en este 2025 hubiera llegado a los 80 años de edad, aunque el destino propuso otra cosa: su abandono de la vida, su fallecimiento. En este mes, los alemanes, en su inmensa mayoría, le recuerdan complacidos, con sonrisas de agradecimiento en sus labios y con sentidos comentarios sobre esta inmensa figura del balompié mundial

portada.jpgFranz pertenece al reducido "Club de los Tres", según le llamamos nosotros a los únicos tres futbolistas que fueron campeones del mundo en calidad de jugadores y luego como entrenadores. Junto a Franz Beckenbauer, ese trío está compuesto también por el francés Didier Dechamps, quien sigue siendo "coach" de los galos; y el brasileño Mario Zagalo (qepd). Sin embargo, en una revisión rápida sobre la vida de los tres, Beckenbauer descuella de los demás, debido a que fue exitoso también en su labor de presidente del Bayern de Munich, propulsor del proyecto de la construcción del Estadio Allianz Arena, una maravilla de la arquitectura moderna; y como organizador de la Copa Mundial del 2006, celebrada en su natal Alemania, con singular éxito también; así mismo fue columnista por muchos años del afamado periódico teutón, Bild. Sus colegas, Zagallo y Dechamps, nunca intentaron algo más allá de la dirección técnica de sus respectivas selecciones nacionales. He ahí la enorme diferencia respecto a Franz. En todo caso, en Alemania se le recuerda en este año en el que hubiera llegado a los 80 años; y se le agradece por haber logrado campeonizar en la Copa de Europa de 1972, en el Mundial de 1974, como jugador estrella y capitán del Seleccionado Nacional; y en 1990, en el Mundial de Italia, como entrenador del team absoluto alemán. La Federación alemana le considera uno de los futbolistas más influyentes en este deporte de masas, el número uno en el país. Hace pocos días, los mejores futbolistas alemanes de todos los tiempos, celebraron su natalicio sobre el verde césped del Estadio Olímpico de Munich, donde tantos partidos jugó el gran Franz. Después, se celebró este aniversario con la participación de 1,400 invitados. Sin embargo, no todo en la vida de Franz Beckenbauer fue un dechado de felicidad, pues tuvo que experimentar dos divorcios y la muerte de su hijo mayor, Stephan, quien murió víctima de un tumor cerebral, en el 2015. Sucedió cuando el Kaiser pasaba por sus 70 años y tal fue la depresión por esa pérdida, que se retiró de las oficinas, comités y puestos de experto en los que trabajaba y no quiso más homenajes, entrevistas ni celebraciones en su favor. Su espíritu y voluntad habían "tocado fondo". Y a partir de ese momento, la salud de Beckenbauer, junto a su voluntad, ya no fueron las mismas: se retiró a vivir a Salzburgo, Austria, con sus dos hijos menores y su tercera esposa, Heidi, hasta que falleció el 7 de enero del 2024, luego de pasar por una larga enfermedad. La cadena de televisión ZDF mostró al público un sentido y profundo documental que tituló: "Nuestro Emperador ha muerto." Fue sepultado en la tumba familiar en Giesing, en el bosque de Perlach, el barrio donde nació Franz en 1945, en medio de una Alemania destruida por los bombardeos aliados durante la Segunda Guerra Mundial. "Rara vez nos alejábamos de Giesing", expresó en una ocasión al recordar su infancia. Y fue en las calles de la ciudad donde practicaría, día tras día, el futbol, la única actividad que se podía hacer por parte de los niños, en una nación que no ofrecía mayores prerrogativas por aquel tiempo. Ello explica la destreza, la calidad del futbolista alemán de siempre: la derrota en la guerra los hizo practicar un futbol de calidad y ganar cuatro veces la Copa del Mundo en el transcurso de las épocas siguientes. Como parte de los homenajes, las gentes no han dejado de peregrinar hacia su sepultura en el cementerio (ello espontáneamente); se han publicado libros biográficos de Franz; y se bautizó con su nombre la Supercopa de Alemania, que se disputa entre los campeones y los campeones de copa. También, el FC Bayern de Munich, donde jugó Beckenbauer de 1958 a 1977, y después trabajó allí en calidad de presidente, vicepresidente, miembro del consejo de supervisión, presidente honorario y entrenador, anunció que la legendaria camiseta con el número 5, llevado por Franz, se retiraría del equipo: "nadie más y nunca más, otro jugador la podrá llevar sobre sí." Expresó un comunicado del club. La Federación alemana lo ha descrito de esta manera: "(...) El entrenador Beckenbauer en particular, era un trabajador meticuloso que no quería dejar nada al azar. El jugador era un verdadero líder y, como líbero (el más atrás en la defensa desde donde partía hacia el ataque con el balón dominado), no tenía pena en lanzarse durante los tiros y despejar de cabeza el balón; pero la mayoría de las veces, simplemente no necesitaba hacer aquello, gracias al buen juego posicional, la capacidad de anticipación y la gran técnica." La mayoría de sus adversarios comentaban que salía con "el uniforme limpio, parecía que jugaba con frac, debido a su elegancia innata." 

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Otros logros suyos le señalan como el primer alemán en ser nombrado en Futbolista europeo del año (en 1972 y 1976); y el primero en alcanzar la marca de 100 partidos internacionales (103), en aquellos años cuando era un hito viajar tanto al extranjero y no había tantos campeonatos como los hay ahora. En su papel de capital del seleccionado total de Alemania, fue campeón de Europa en 1972 y del mundo en 1974; llegó a la final del Mundial de 1966, donde fue nombrado el "jugador joven más valioso"; en México 70 obtuvo el tercer puesto, donde, en medio del considerado "partido del siglo" contra Italia, el defensor Giacinto Facchetti le zancadilló al ingresar al área italiana y le quebró la clavícula; aún así, Beckenbauer quiso continuar el juego sin queja alguna, debido a que los cambios en el banquillo teutón estaban agotados en aquel instante. Un gesto de valentía que el aficionado alrededor del planeta nunca olvidó y todavía comenta. Fue cuatro veces campeón con el Bayern de Munich en la Copa de Alemania; y cuatro veces campeón de la Copa de Europa con el club de sus amores; también fue campeón de los Estados Unidos en dos ocasiones, con el Cosmos de Nueva York, donde jugó al lado del gran Pelé, el mejor jugador de todos los tiempos a nivel mundial y gran amigo del Kaiser. A su regreso a Alemania, jugó para el HSV Hamburgo, con el que se coronó también campeón. En 1986, en el Mundial de México, fue subcampeón del mundo al perder la final contra Argentina por 2:3, un aviso de lo que iba a suceder cuatro años después cuando barrió a los argentinos en una segunda final y quedó campeón del mundo en Roma. Ya era campeón como futbolista y ahora lo era así mismo en su papel de entrenador del seleccionado absoluto. Insistir más en sus logros posteriores, sería interminable de nuestra parte, pero Franz Beckenbauer era una especie de "Rey Midas", porque todo lo que tocaba con sus manos "lo convertía en oro", en éxito innegable, evidente y convincente. A sus 80 años -años que no pudo vivir debido a su fallecimiento-, el presidente de la Federación Alemana de Futbol (DFB), Bernd Neuendorf, ordenó que se le rindiera homenaje al jugador más elegante del planeta y se publicó en la página web de la misma Federación: "Franz Beckenbauer fue la figura ligera, admirado por generaciones de aficionados al fútbol. Aunque eso era una contradicción, porque jugaba como si una luz de algún lugar allá arriba, brillara sólo sobre él (y) no dejaba a los que estaban a su lado, en la oscuridad. No los eclipsó centrando la atención en el gran escenario del futbol, para que el rayo de luz ya no atrapara a los demás. Todo lo contrario: la hizo brillar a su lado. No condescendiente, sino natural, como era la naturaleza de este destacado jugador de equipo. Los hizo mejores porque era el mejor. Lo mejor que el futbol alemán ha producido jamás. No sólo iluminó los ojos de aquellos que tuvieron la suerte de verlo jugar. Mencionar sólo su nombre fue y sigue siendo suficiente para una sonrisa llena de reconocimiento." Ha sido un gran homenaje póstumo a este futbolista que parecía moverse con el balón en el terreno de juego "en un día de lluvia... sin mojarse," porque era majestuoso, sublime, ligero y elegantísimo: el hombre que "jugaba con chistera y frac" en cada partido, según le describió alguien del "planeta futbol." "Le debemos una cantidad infinita -aseguró Neuendorf en su discurso de fondo-. No sólo ganó títulos, sino corazones. Convirtió al futbol alemán en una marca global. Fue embajador perfecto del futbol 'Made in Germany'. En nombre de la DFB y personalmente digo: ¡Gracias por todo, Franz! Nunca te olvidaremos."

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