¿Detendrá Realmente Israel su Masacre en Palestina, el Exterminio de la Población de Gaza, o Irrespetará, Como Siempre, los Acuerdos Pactados?
WASHINGTON D.C. USA-(Especial para The City Newspaper) Utilizar el término “guerra” en el genocidio que Israel está ejecutando en la Franja de Gaza, es una mentira, una inexactitud y un eufemismo que los judíos -expertos en usar esa clase de “despistes” lingüísticos-, han hecho calar en la mente general de la opinión pública mundial, como han hecho con otros conceptos y términos como “holocausto” y “pueblo elegido”, entre otros muchos y que la población mundial les ha “comprado” de manera espontánea y sin reparo alguno. No, la situación en Gaza no es para describirla y definirla con simpleza con la palabra “guerra”, porque allí no se han enfrentado dos ejércitos en el campo de batalla. Lo que está sucediendo todos lo hemos visto fecha tras fecha y ha sido el exterminio de una etnia, de todo un pueblo por parte de los judíos o israelíes y ese pueblo ha sido el palestino, desarmado, compuesto por madres, mujeres embarazadas, niños, ancianos y hombres cuya existencia se resumía, antes de esta matanza, en trabajar honrada y humildemente. De tal manera, lo que habrá próximamente en la Franja de Gaza será un alto al asesinato masivo de palestinos, por parte de Netanyahu y su ejército armado y protegido por el Pentágono norteamericano.
Y desde el ángulo de la logística, los israelíes han demostrado una cobardía implícita, al lanzar solamente sus misiles y bombas desde sus emplazamientos en Israel y nunca ha enviado a la infantería, porque sabe, con toda precisión, que un enfrentamiento “fase to fase” con los combatientes de Hamás o Hezbolá, diestros en el combate cuerpo a cuerpo, sería mortal para los judíos. Además, los hebreos se sienten poderosos, debido al apoyo armado que Joe Biden les ha brindado a lo largo de este genocidio. Un endeble y manipulable presidente de los Estados Unidos, que les ha dado a los israelíes millones de millones de dólares y ha participado, entre bastidores, en el planeamiento de los ataques a Gaza, el Líbano, Irán y Siria, de parte de los bombarderos judíos. Biden se ha entregado de lleno –en el tanto le han permitido sus diezmadas facultades mentales y físicas-, en la carnicería llevada a efecto por los israelíes y, por ello, ha sido un actor inmoral y criminal directo e indirecto también, en tales masacres. Ahora que dejará prontamente el poder, Biden deberá ser enjuiciado en la Corte Penal Internacional (CPI), en La Haya, Países Bajos, de igual manera como Putin y Netanyahu, ambos genocidas requeridos por el fiscal de ese organismo planetario. No hay una alternativa segura para este mandatario estadounidense que, en el último tercio de su administración en la Casa Blanca, se volcó de lleno en acuerpar a los israelíes, aplaudirle sus asesinatos masivos y decir argumentos imbéciles tales como, “el ejército judío es el más moral del mundo” (¿?), una estupidez que únicamente se puede escuchar en las bocas de los peores asesinos y sádicos de la realidad y de la literatura.
Cuando el pacto eche a andar…
Hay que subrayar que, cuando los israelíes estuvieron parcialmente de acuerdo en detener su orgía de sangre en Gaza, continuaron bombardeando a la población gazatí indiscriminadamente, como lo han venido haciendo desde que decidieron el exterminio. Es decir, la sed de sangre humana ha hecho que los hebreos prosigan con la sangría de inocentes. Pero, si el pacto impulsado por el ambivalente Bidel (quien impulsó el genocidio y ahora ha querido la paz, paradójicamente), cuando eche a andar en la cotidianidad de esta región, veremos con toda claridad y presteza que las muertes, los asesinatos en la reducida Gaza podrían alcanzar el 41 por ciento, muy superiores a lo estimado antes de este acuerdo. Lo cual significaría que un 3 por ciento de la población del territorio palestino, habría muerto en los primeros ocho meses de los ataques con misiles y bombas, de parte de Israel. Sin duda, el Ministerio de Sanidad palestino se habría equivocado en sus estimaciones aritméticas, en sus cálculos en referencia a los asesinados por los israelíes. Este dato obedece a un estudio hecho por la revista científica The Lancet, en días muy recientes.
Por su parte, la Escuela Londinense de Higiene y Medicina Tropical, ha realizado otra investigación que ha arrojado este dato: las muertes de gazatíes habrían alcanzado las 64,260 personas, entre el 7 de octubre del 2023 y el 30 de junio del 2024; es decir, 26,383 más de las 37,877 registradas por el Ministerio de Sanidad palestino. En otras palabras, y de acuerdo a la misma revista The Lancet, el 3 por ciento de la población de Gaza habría muerto a causa de los ataques judíos, en los citados 8 meses y lo peor todavía entraña al 59 por ciento de los asesinados, compuestos por mujeres, niños y ancianos. Y es aquí en este punto en específico, cuando los israelíes han sacado a relucir su cinismo macabro, vampírico y sanguinario, cuando han afirmado ante la televisión internacional, una y otra vez, que “le hemos avisado a la población dónde y cuándo íbamos a efectuar los ataques” y “todos han sido ataques quirúrgicos”; es decir, con una precisión que solamente el objetivo los hubo sufrido. Una falacia igual a todo lo que han publicado los judíos a lo largo de la historia, de que son “el pueblo elegido de dios”, que “somos inocentes de todas las culpas que nos achacan”, que “sólo nos defendemos de nuestros enemigos”, que “no les robamos sus tierras” y un largo etcétera de falacias, fantasías y manipulaciones que han partido desde sus mentes codiciosas, criminales, torcidas y lascivas.
En todo caso, si les hubieran avisado a los habitantes de Gaza cuándo y dónde iban a lanzar sus bombas, ¿Adónde hubieran huido esas personas si las fronteras las han cerrado los mismos judíos? Y, en tal caso, se hubiesen salvado algunos, muy pocos por cierto, debido al anuncio previo a los ataques. Y en lo que atañe a los bombardeos quirúrgicos, eso es técnicamente imposible en Gaza, debido a la concentración de miles de miles de gazatíes en pocos metros cuadrados y lo que afecta a un grupo al kilómetro de distancia, afecta a todos los demás que no estaban en ese epicentro. Los ataques de esa índole, en objetivos previa y cuidadosamente seleccionados, sólo se pueden llevar a cabo en espacios abiertos muy extensos o en ciudades muy grandes; pero, en el ejemplo de Gaza, los judíos han destruido clínicas, mezquitas, hospitales, campamentos de periodistas nacionales e internacionales, de ONGs humanitarias, han atacado a Cascos Azules de las Naciones Unidas, lo cual significa que la masacre se ha puesto en práctica con saña y el salvajismo al que nos tienen acostumbrados los israelíes desde 1946, cuando comenzaron a llegar a estos territorios y arrebatarles sus tierras a los palestinos, por medio de los asentamientos de sus mal llamados colonos, que no son otra cosa que usurpadores, ladrones y asesinos también.
Retornando a los datos estadísticos recién dados a conocer, esas estimaciones arriba expuestas se refieren únicamente a las muertes causadas por lesiones traumáticas graves y no tienen en cuenta aquellas otras, que tienen que ver con la falta de acceso o la interrupción de los servicios sanitarios, a la falta de alimento, agua y/o saneamiento. Porque los judíos han utilizado todos los medios posibles para causar las muertes de los palestinos, o el exterminio de este pueblo, mediante la suspensión de la alimentación (no han dejado que entren a la Franja de Gaza los camiones con comestibles y medicinas), y les han cortado los servicios básicos de agua potable y energía eléctrica, lo cual repercute en muertes por sed y frío por las noches, al no haber calefacción. El genocidio ha apuntado en todas direcciones y por todos los medios y métodos, según hemos observado en estos meses, los más sangrientos en lo que transcurre el presente siglo.
Es así como las personas que han estado tratando de contabilizar a las personas asesinadas en Gaza, han manifestado: “Pese a la incapacidad para contabilizar con exactitud los muertos en medio de la violencia constante en Gaza, las muertes en la Franja están subestimadas y, un año después de la guerra, en octubre del 2024, habrían superado los 70,000 palestinos fallecidos a causa del conflicto.” Aquí la pregunta moral y humanista que surge es: ¿Quién responde por esos crímenes? Lógicamente tendrá que ser Benjamín Netanyahu, el dictador de Israel, cuando se siente en el banquillo de los acusados en la Corte Penal Internacional, cuyo fiscal le ha requerido por los crímenes de lesa humanidad que ha perpetrado. Y los investigadores británicos han añadido: “Nuestros hallazgos sugieren que el número de muertes por lesiones graves, está infradeclarado en aproximadamente un 41 por ciento. Estos resultados subrayan la necesidad urgente de intervenciones para salvaguardar a los civiles y evitar más pérdidas de vidas humanas.” Así según las palabras de una de las autoras del estudio, llamada Zeina Jamaluddine, quien es investigadora de la Escuela Londinense de Higiene y Medicina Tropical, antes mencionada, y agrega finalmente sobre este tema: “Nuestras conclusiones ponen de relieve la necesidad urgente de intervenciones internacionales y de ampliar el acceso humanitario a la Franja de Gaza, así como de proteger al personal sanitario, las ambulancias y los centros sanitarios fijos, para que las personas con lesiones graves, puedan acceder a una atención adecuada y a tiempo.”
En contraposición, los israelíes siguen bombardeando Gaza a pesar de los acuerdos alcanzados con la facción islámica Hamás, que era la que gobernaba Gaza políticamente, antes del inicio del conflicto. En palabras más claras todavía: los bombardeos no cesan en la Franja de Gaza, pese a las negociaciones. De tal forma, los servicios de rescate y las autoridades sanitarias de Gaza, reportaron a varias decenas de muertos, producto de esos ataques hechos a larga distancia desde las bases en Israel y por aviones de combate facilitados a los judíos por los Estados Unidos. Según Tel Aviv, donde se halla Netanyahu impartiendo las órdenes homicidas, “100 objetivos terroristas” han sido atacados en las últimas horas, pese a las negociaciones para una tregua. Y en palabras todavía más gráficas y claras: “los bombardeos y el desmantelamiento de los equipos de los cuerpos de emergencias en el enclave palestino, por parte de los israelíes, limitan nuestras operaciones de rescate, por lo que muchos cuerpos permanecen en las calles y bajo los escombros.” Más de 11,000 personas están desaparecidas y se estima que la mayoría de ellas yacen bajo las estructuras de varilla y concreto de lo que fueron sus viviendas y edificios. Pero, según voceros de las FDI (Fuerzas de Defensa de Israel) y el Shin Bet (servicio interior de inteligencia), atacaron más de 100 objetivos en toda la Franja de Gaza, lo cual quiere decir que fueron asesinados más pobladores a lo largo de la extensión que comprende Gaza, sin oportunidad de huir, ya que fueron tomados por sorpresa y no tenían, ciertamente, hacia dónde escapar, según hemos explicado en trazos anteriores de este reportaje.
Esto es lo que contempla el acuerdo de “alto al fuego”
El plan consta de tres segmentos o tres fases en las que se prevé, primeramente, la liberación de 33 rehenes israelíes tomados por Hamás y, a cambio, los judíos liberarían a unos 1,200 prisioneros palestinos, para referirnos a grandes rasgos sobre este acuerdo. Los países mediadores han sido Qatar, los Estados Unidos y Egipto. Esta primera fase duraría 42 días y daría comienzo con la liberación de los rehenes. La segunda fase empezaría a negociarse en el día 16, después de haber llevado a cabo la primera etapa. Y la tercera se negociaría cuando la segunda haya sido iniciada. De acuerdo a lo que ha trascendido y se ha explicado a los medios de prensa mundiales.
En lo que estriba a la liberación de los rehenes de raza judía, serán liberados 33 de ellos, un número que incluye niños, mujeres soldados, hombres mayores de 50 años, heridos y enfermos. En la segunda fase, se liberará al resto de los rehenes vivos, que incluye a hombres soldados y varones menores de 50 años de edad. También se ha previsto la entrega de los cuerpos de rehenes muertos. En este punto es oportuno aclarar que, de los 251 rehenes secuestrados el 7 de octubre del 2023, por la facción armada de Hamás, quedan dentro de la Franja de Gaza, 96. De éstos, 34 han sido confirmados fallecidos, algunos asesinados por los mismos ataques de los mismos judíos con sus bombardeos a la zona y aparte de esas cifras, 38 fueron rescatados por las milicias israelíes. A cambio, las autoridades israelíes darán la libertad a 1,200 presos palestinos, que no incluyen, empero, a los milicianos de Hamás que participaron en los ataques del 7 de octubre.
En lo que se refiere a la retirada de los soldados judíos de la Franja de Gaza, se acordó que podrán permanecer algunas unidades de éstos en las inmediaciones de la frontera, para garantizar la seguridad de pueblos y aldeas que allí están enclavadas. Tras esa retirada, los ciudadanos del norte de Gaza podrán volver a sus hogares (o las ruinas de sus casas), y será instaurado un mecanismo para asegurar que no habrá armas en esa zona. Los judíos armados se retirarán del corredor Netzarim, una carretera que atraviesa el centro de Gaza y que la divide en dos; lo mismo del paso fronterizo de Rafah, entre Egipto y Gaza, que permitiría su actividad de manera gradual al permitir el paso a personas enfermas o heridas, lo mismo que los camiones con comestibles y medicinas. Esa ayuda humanitaria para los gazatíes, urgidos para no morir de hambre y sed, incluye la entrada de 600 camiones de gran tonelaje, 50 de ellos con combustible y 300 asignados al norte del territorio. Sin embargo, todo lo resumido en las líneas anteriores, obedecerá a las decisiones que se tomen a nivel de gobierno en Israel; es decir, que no efectúen más ataques contra los palestinos, que detengan su guerra unilateral y “en solitario” contra los supuestos terroristas que dicen los hebreos que subsisten y persisten dentro de la Franja. Por eso la pregunta de nuestro titular es: ¿Detendrá realmente Israel su masacre en Palestina, el exterminio de la población de Gaza, o irrespetará, como siempre, los acuerdos pactados? Sólo con el paso del tiempo lo sabremos…
Finalmente, y dentro de este pacto, en lo que atañe al futuro gobierno de Gaza y la reconstrucción de su infraestructura dañada en el 99 por ciento por los bombardeos israelíes, ese asunto se discutirá en la tercera fase del acuerdo. Aunque no hay nada definido al respecto. Pero las autoridades israelíes, con Netanyahu a la cabeza, han dicho que no permitirán que Hamás permanezca en el poder, lo mismo que la Autoridad Nacional Palestina, que gobierna actualmente en Cisjordania. Ninguno de los dos son de las simpatías de Tel Aviv. Así mismo, los israelíes han manifestado en varias oportunidades su disposición (arbitraria, por demás, según les gusta actuar a los judíos), de administrar ellos a la Franja de Gaza, algo que, lógicamente, los gazatíes no quieren que ocurra y desean ellos mismos gobernarse, tal y como debería ser en un pueblo libre y autónomo. Empero, este es un punto –muy sensible desde luego-, que ha quedado en el aire y que tendrá que dirimirse llegado el momento.
Otra pregunta que ha resultado del acuerdo es: ¿Cuál ha sido la reacción de los judíos dentro del Gabinete del criminal Netanyahu? No ha sido la mejor, pues ellos piensan y sienten lo mismo que su líder; es decir, tiene que continuar el exterminio que comenzaron, prolongaron considerablemente y que, de ser interrumpido, el objetivo total quedará “en ascuas”, no será concluido, porque todos los palestinos tienen que morir y apoderarse de sus territorios. Así de claro es el plan esbozado por los sangrientos líderes judíos que ostentan el poder en Israel. Y para citar dos ejemplos, Bezalel Smotrich, ministro de Finanzas y colono (o en palabras más precisas, usurpador de propiedades palestinas), se ha mostrado particularmente violento ante el pacto que ya ha sido aprobado por el llamado “Gabinete de Seguridad de Israel”; pero ha manifestado reiteradamente que su partido podría separarse de la coalición que gobierna al país, si no se reanudan los ataques inmediatamente después de la primera fase del acuerdo con Hamás. Lo cual significa que, en su opinión, el genocidio, el exterminio de la población gazatí, debe continuar y no detenerse por ninguna razón. Nos estamos refiriendo a un asesino consumado y declarado, sin duda alguna. Smotrich es considerado un “colono”, quien, en un momento dado, arrebató tierras a sus dueños palestinos para construir su kibutz (granja judía), un ultraderechista, según la concepción del término por los hebreos, y un ferviente partidario de acabar con todo lo que signifique palestino, en el horizonte israelí. “La facción respalda las demandas del presidente del partido, el ministro Bezabel Smotirch –comunicó la formación Sionismo Religioso a la cual pertenece este individuo criminal-, al primer ministro Netanyahu, de garantizar el regreso de Israel a la guerra para destruir a Hamás (…), inmediatamente después de la conclusión de la primera fase del acuerdo (cuando sean liberados algunos rehenes judíos), como condición para que el partido permanezca en la coalición de gobierno.” Publicó. Es así como observamos que la política interna de Israel se mueve a tono con las masacres que su ejército cause en Gaza o en las naciones transfronterizas, consideradas enemigas del sionismo. No depende del curso de la economía, ni de la apertura de mercados y mucho menos de ideologías humanistas, que son la esencia y fundamento de la mayoría de los partidos políticos occidentales y democráticos.
Otro mal ejemplo es el de Itamar Ben Gvir, ministro de Seguridad y colono a la postre también, quien ha dicho que el pacto es “un acuerdo de rendición ante Hamás” y que impediría los anhelos de que colonos judíos (usurpadores de tierras que no les pertenecen), vuelvan a ocupar el enclave palestino posguerra. Ambos consideran que el acuerdo obstaculiza sus deseos de exterminio en Gaza y Smotrich lo hace ver en su cuenta de X, cuando escribió que el pacto “es malo y peligroso para Israel y exigió la certeza absoluta de que Israel podría reiniciar la guerra (los ataques criminales y unilaterales), más adelante. Y Ben Gvir, por su parte, cree que el pacto alcanzado ha sido “desastroso.” Y si se produjese la desvinculación de los dos y sus partidos de la coalición gobernante, dejaría a Netanyahu y a lo que resta de esa unión de partidos, bastante debilitada en el parlamento judío y provocaría elecciones anticipadas que Netanyahu considera que las perdería irremisiblemente, debido a su mal manejo de la crisis de los rehenes, a los que nunca pudo liberar a pesar de la cantidad ingente de misiles y bombas que ha lanzado sobre Gaza.
No obstante el descontento, el enojo y la frustración de los dos políticos hebreos contra Netanyahu, éste no ha dejado de bombardear a la Franja de Gaza, aun al conocer sobre el pacto anunciado por el Primer Ministro de Qatar, Mohammed Al Thani, y ha causado las muertes de más de 120 palestinos en las primeras horas después de dicho anuncio. De aquí que un vocero de Hamás haya expresado que Israel pone en peligro a los rehenes con esos ataques indiscriminados: “desde que se anunció el acuerdo de alto al fuego en la Franja de Gaza, las fuerzas de ocupación israelíes han matado a 71 mártires. Sólo en la ciudad de Gaza hay 61 mártires, incluidos más de 19 niños y 24 mujeres, además de unos 200 heridos”, detalló ese portavoz de la Defensa Civil gazatí, encargada de recuperar cuerpos y víctimas de los ataques. Al finalizar la redacción de este reportaje, los civiles palestinos asesinados, pasaban de 120. ¿Entonces de qué se quejan Smotrich y Ben Gvir, si la masacre ha continuado a pesar de lo acordado? Una prueba más de que Israel no está dispuesto a respetar ningún documento oficial firmado, provenga de donde provenga, porque el plan de siempre de parte de ellos es… exterminar a todo palestino viviente y apoderarse de sus tierras, porque son considerados, en esencia, “humanoides o infrahumanos”, “seres inferiores” en comparación con los judíos, sin derecho a la vida. Y esa criminal aseveración la han repetido los hebreos o israelíes, infinidad de veces y la han puesto en práctica, asesinando, desde 1946, año cuando comenzaron a llegar a estos territorios y con mucho mayor terror y satrapía, en los últimos meses.
Es así como los familiares de los rehenes dependen de las decisiones endebles y cambiantes de Netanyahu, quien podría impedir, si sigue bombardeando a la Franja de Gaza, que esos prisioneros de Hamás sean liberados y causar mayor frustración y desconsuelo en quienes albergan una leve esperanza de tenerlos nuevamente a su lado y a salvo. Netanyahu se ha erigido en “el dios de la vida y de la muerte” de sus propios ciudadanos.
Yo, Tú, Él, Ella, Nosotros, Vosotros, Ellas y Ellos Antisemitas
BRUSELAS, Bélgica-(Especial para The City Newspaper) ¡Está hecho! Todos los que no compartimos las políticas y manera de pensar de los judíos (o israelíes), somos antisemitas. Y ello nos lleva a una paradoja inevitable, porque no sabemos si reír, enojarnos o llorar. En lo personal, preferimos ser antisemitas que apoyar el comportamiento genocida del ejército hebreo o judío en Oriente Próximo, donde está llevando a cabo una campaña de exterminio contra todo aquel pueblo que no es israelí. De tal manera, quienes no aceptamos esos asesinatos, somos automática e instantáneamente antisemitas y por lo tanto somos el 99,7 por ciento de los ciudadanos que habitamos este planeta; pero los judíos siguen con ese “cantadito” cansino y majadero de que somos “antisemitas.” Y en lo que a nosotros respecta… ¡Por supuesto que lo somos! Como también somos antimarxistas, antirracistas, antinazis, antifeministas, antibelicistas, anti, anti, anti, anti, contra todo aquello que vaya contra la moral, la dignidad del hombre y el aniquilamiento del mismo hombre, a manos del hombre.
Las verdades irrefutables de Josep Borrell
Este catalán, quien fue hasta hace poco alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y de Seguridad, resulta que también lleva ahora el sello de “antisemita” –igual que nosotros en este periódico y en este país-, porque, lo mismo que António Guterres, Secretario General de la ONU, el primer ministro de Irlanda, el presidente de España y muchos más que están en contra de los asesinatos en masa que llevan adelante los judíos en la región de Oriente Próximo, recordó al dictador de Israel, Benjamín Netanyahu, el causante directo de esas muertes masivas de inocentes en la Franja de Gaza y en el Líbano, que ya está bueno, “que se dejen de esconder detrás del antisemitismo”, en especial cuando varios líderes mundiales han criticado el asesinato masivo de palestinos ejecutado por Netanyahu y su ex ministro de Defensa, Yoav Gallant, ambos requeridos por la Corte Penal Internacional de Justicia (CPI). De tal manera, cada vez que se le recuerdan a estos dos verdugos de nuestro tiempo, Netanyahu y Gallant, lo criminales que han sido y son, saltan violentos en Tel Aviv, Capital de Israel, para acusar a sus detractores de “antisemitas”, como si ese calificativo causara algún daño al prestigio de las personalidades que los señalan criminales de nuestro tiempo, de nuestra época. Porque ambos son los peores asesinos del Siglo XXI y están en las mismas “ligas” del georgiano Josef Stalin, el carnicero de la Unión Soviética, en los albores del siglo pasado.
“Dejen de esconderse detrás del antisemitismo –les señaló Borrell a ambos hebreos-, no tiene nada que ver con el antisemitismo, se trata de buscar la justicia en la escena mundial.” Les dijo. Y es que los judíos, desde 1945, año del final de la Segunda Guerra Mundial, se han valido de ese término (antisemitismo), para defenderse de quienes los critican, de quienes no los quieren y de quienes les resaltan sus errores y su deseo frenético de dominar al mundo, ya sea por medio de la economía, la religión (principalmente con el Antiguo Testamento de la Biblia, plagado de historias fantasiosas donde el pueblo judío es el protegido y preferido de dios, un dios ultra-hebreo) o del arma militar.
En todo caso, la franqueza de Josep Borrell, tan española, tan precisa con la masacre que está llevando a cabo el ejército israelí en Gaza y Líbano, era imprescindible y necesaria en estos momentos cuando nadie desea ni quiere detener a los judíos en esa sangría generalizada, a pesar de las críticas que se les hacen desde todos los ángulos de la realidad mundial.
Ciertamente Borrell ha cumplido su trabajo, su ciclo, en la Unión Europea (UE), pero antes de marcharse les ha dicho a los asesinos de Tel Aviv unas cuantas verdades y por ello les agregó: “No es lo mismo España con Franco que con Felipe (González), al igual que no es lo mismo Israel con (Shimon) Peres que con Netanyahu.” Recordándole a la comunidad mundial lo supremamente asesino que es Netanyahu, quien, cada vez que es señalado por la justicia interna de Israel, procede a masacrar a los pueblos vecinos, para desviar la atención de los israelíes hacia la guerra externa y “vestirse” o arroparse de “patriota” y gran defensor de los intereses judíos.
Y añadió Borrell a sus declaraciones: “(…) el pueblo israelí está siendo colonizado desde adentro por el extremismo y los violentos.” Y es que los comentarios y señalamientos de Borrell fueron in crescendo a medida que avanzaba la masacre en Gaza por parte del ejército israelí, de tal modo que, unos días antes, había dicho que “la guerra en esa zona es contra los niños (ya que) el 70 por ciento de los muertos en Gaza son mujeres y niños con menos de nueve años de edad. Algunas veces creo que es muy necesario decir la verdad, porque es evidente que si no la dices, pierdes credibilidad. Quién puede creer que Israel está respetando el derecho humanitario. ¿Alguien puede creerlo? Ciertamente, yo no.”
La situación actual de Netanyahu
Además de ser requerido por la Corte Penal Internacional (CPI), con sede en La Haya, Países Bajos, y de haber dictado orden de captura contra este carnicero israelí, Netanyahu está sentado en estos momentos en el banquillo de los acusados en los tribunales de su país, Israel. Está acusado de corrupción galopante en su gobierno, por prácticas inusuales, reñidas con la moral en la administración pública o Estatal. Es decir, tiene abiertos dos frentes judiciales: uno ante la CPI en La Haya, por crímenes horrendos, salvajes, demenciales y supra-sanguinarios en sus ataques a la Franja de Gaza y el Líbano contra mujeres, ancianos y niños; y otro en el interior de Israel.
Estas son las acusaciones: el Caso 1000 señala que Netanyahu y su esposa recibieron costosos regalos ilícitos (champagne, joyas y otros), de parte del magnate de Hollywood, también judío, Arnon Milchan, en agradecimiento porque Netanyahu le ayudó a renovar su visado estadounidense. Milchan nació en Israel y necesita visa para mantenerse en USA y, además, Netanyahu amplió la exención fiscal para los israelíes expatriados retornados. Así mismo, el verdugo judío recibió el regalo por un monto de US$186,000, del inversor australiano James Packer, entre el 2007 y el 2016, precisamente por la exención fiscal arriba señalada.
En el Caso 2000, se acusa a Benjamín Netanyahu de fraude por un supuesto acuerdo con el editor Arnon Mozes, dueño del periódico israelí Yedioth Ahronoth, cuando el dictador judío estuvo de acuerdo en debilitar al medio rival de Mozes, el periódico Israel Hayom. Para ello, Netanyahu consideró la posibilidad de promulgar una legislación reguladora que permitiera debilitar al diario.
El Caso 4000 se dio cuando Netanyahu era ministro de Comunicaciones, y se le acusa de autorizar decisiones regulatorias, entre 2012 y 2017, que beneficiaron financieramente a la empresa israelí de telecomunicaciones Bezeq, propiedad del multimillonario hebreo Shaul Elovitch. A cambio de ese favor, este último proporcionó cobertura favorable a Netanyahu en su sitio web de noticias Walla. Este empresario y su esposa, también están siendo enjuiciados y niegan, a pies juntillas, lo mismo que Netanyahu, que hayan cometido los delitos que se les achacan. Además, Netanyahu se niega rotundamente a renunciar al gobierno, a su dictadura sempiterna, de acuerdo a su prepotencia y megalomanía naturales. En todo caso, las nuevas revelaciones en el juicio, según la opinión de los analistas de la realidad de Israel, podrían traerse por tierra la estadía de Netanyahu en el poder, ya que perdería unas elecciones anticipadas. Así según una encuesta hecha por el diario judío Maariv.
Y para no perder su costumbre criminal y habitual, el ejército israelí ha estado bombardeando inmisericordemente a Siria, a pesar de que los rebeldes han derrocado a su dictador Bashar al-Assad. Es decir, en medio de la algarabía y el desorden que vive actualmente Siria, los judíos están llevando la guerra, las masacres, a esta nación recién liberada. Es por ello que la ONU ha pedido a los israelíes detener los ataques; es cuando el secretario general de este organismo mundial, António Guterres ha dicho: “me siento preocupado por las recientes y extensas violaciones a la soberanía e integridad territorial siria (de parte de los judíos), por los centenares de ataques aéreos israelíes sobre varias localidades de Siria y es necesario desescalar la violencia en todos los frentes en el país. Muchos países dan justificaciones para violar la soberanía de otros. En este momento, Siria necesita el apoyo de sus vecinos para avanzar hacia una forma de gobierno que sea inclusiva, democrática y que proteja los derechos de las minorías.”
Pero, igual que siempre, Netanyahu hace con las órdenes de la ONU y de cualquier otro organismo mundial, lo que a él le place, y ha continuado la masacre allí donde a él se le ocurre, porque lo importante para él es ocultar con sangre humana inocente sus aberraciones corruptas, cometidas en el seno de su dictadura en Israel, en un deseo frenético por desviar la atención hacia el extranjero. Además, su enfermedad necrófila le lleva a causar más baños de sangre, para complacencia suya, de su instinto criminal desatado.
Borrell, Macron y Erdogan Arremeten contra Israel
BRUSELAS, PARÍS Y ANKARA, Europa-(Especial para The City Newspaper) En esta aguda y severísima crisis por la que está atravesando Oriente Próximo, sólo hay un culpable y ese es el dictador de Israel, Benjamín Netanyahu, quien sabe con suficiente conocimiento de causa que si no hubiera guerra, él estaría sentado en el banquillo de los acusados en Tel Aviv, debido a sus actos corruptos en el seno del Estado judío. Por eso, la guerra que está ocasionando en distintas aristas de la geografía donde se ubica su país, tiene más o menos entretenidos a sus acusadores y le da “respiro” de frente a la realidad israelita y a su política difusa y llena de entuertos, en la que ha querido quitarle poder al sistema judicial y darle mayor al ejecutivo que él encabeza. Por ello, es perentoria, altamente necesaria la confrontación bélica que lleva a cabo contra Gaza, con fuertes evidencias de genocidio; Líbano, donde también comete actos de barbarie inhumana; Yemen, Siria y prontamente estará atacando al poderoso Irán.
A manera de dato interesante, la élite del ejército israelí no brinda detalles acerca de los muertos suyos en el campo de batalla y tampoco de aquellos que murieron cuando casi 200 misiles iraníes atravesaron la poco fiable “cúpula de hierro”; pero se torna difícil creer que, tras un ataque de tal magnitud, no hayan destruido los cohetes ningún edificio y tampoco hayan muerto judíos. Una demostración más de la poquísima transparencia del actual gobierno/dictatorial de Netanyahu.
Josep Borrell le habla claro al dictador y genocida hebreo
De acuerdo a la naturaleza de los españoles, quienes suelen hablar con descarnada franqueza cuando les resulta necesario, el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, le acaba de decir unas cuantas verdades al carnicero judío, Benjamín Netanyahu, quien, cada vez que utiliza un foro como el de la Unión Europea o de las Naciones Unidas, lo hace –mencionando la Biblia de paso-, para hacerse propaganda él y a su país y tergiversar la realidad de los hechos.
Resulta también coincidental que se esté enfrentando con Borrell, al mismo tiempo que lo hace con el Secretario General de las Naciones Unidas, el portugués Antonio Guterres, quien se ha negado a darle la razón a un ejército y a un dictador como Netanyahu, en su genocidio en la Franja de Gaza y en Líbano. Lo cual sólo tiene una explicación: si no estás con Israel… estás en contra de Israel. Así de simple. No existe término medio, ni oportunidad para desarrollar ideas ni ningún tipo de dialéctica en discusión civilizada. Y sólo un verdugo, un criminal o un militar sin escrúpulos y deshumanizado, puede darle la razón a lo que está haciendo Netanyahu y los suyos en territorios ajenos, contra personas indefensas, en el caso de los palestinos, a quienes masacra hoy y lo hará mañana sin que le tiemble el pulso.
Retornando al caso de Josep Borrell, con su habitual sinceridad y honestidad, le dijo, palabras más, palabras menos, a Benjamín Netanyahu, que es él y no otros, quien está buscando un conflicto internacional a gran escala y sin límite alguno. Es decir, lo ha criticado con dureza y sin tapujos, por querer generar un gran conflicto internacional e impedir también la entrada de ayuda humanitaria a Gaza. Fue en una entrevista concedida a Onda Cero, cuando el Alto Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, dijo que está preocupado por la intensidad que dará Israel a los ataques de Irán, porque podría desencadenar otra respuesta más intensa de parte de los iraníes y así desatar una guerra a gran escala y arrastrar a otros actores al teatro del conflicto. Incluso, los talibanes de Afganistán están prestos a unirse a Hezbolá e Irán para derrotar a los israelíes, para citar sólo un ejemplo aislado.
“La superioridad israelí es muy notable, gracias a los apoyos (de los Estados Unidos, principalmente), y si se destruyen instalaciones nucleares iraníes, este país tendrá que responder.” Ha dicho textualmente el diplomático de origen español. Y añade: “Eso supondrá una espiral en la que cada vez entren más países, incluido Rusia (aliado de Irán). Esto es: se desencadenará un gran conflicto internacional que es lo que, en mi opinión, quiere el primer ministro (entiéndase dictador) de Israel. (Porque) Netanyahu quiere un conflicto, y lo quiere iniciar en una posición de fuerza.”
Seguidamente, tocó el sensible tema del sufrimiento de la población de Gaza, que está sufriendo un exterminio abierto, claro, ante los ojos del resto de la humanidad, y lo está llevando a cabo nada menos que el ejército comandado por Netanyahu. “He visto la ayuda humanitaria –continuó diciendo Borrell-, que Israel no deja entrar (a Gaza). ¿Un saco de dormir verde? No, no de color verde no entra. Una bolsa de material sanitario de primera necesidad y que tiene una tijerita adentro. No, no entra. Una planta desalinadora que utiliza carbón, evidentemente. No, no entra (según impedimento de los israelíes en la Franja de Gaza). He visto almacenes y almacenes de ayuda humanitaria amontonados, pudriéndose, que no pueden entrar cuando al otro lado de la valla hay dos millones de personas que están muriéndose de hambre o enfermedades. Que no me diga Netanyahu en que son el ejército más moral del mundo, y que ellos dan 3,000 calorías por día a cada palestino en Gaza. ¡Vamos! No sé cómo calificar eso.”
La alemana Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, lo escuchaba y no pronunció ni una sola palabra al respecto; y es que Alemania y los alemanes, desde 1945, prefieren no criticar a los judíos por razones que todos conocemos (por el genocidio nazi), y desde entonces, los alemanes parece que continúan con esa culpa de sus ancestros --ilógica y anti-natural desde todo punto de vista-, y ello hace que aplaudan u observen los desmanes y abusos de los israelitas contra otros pueblos, sin que estén en posición de argumentar absolutamente nada a favor de los oprimidos y exterminados palestinos, como sucede en este caso y que ha venido dándose desde 1948, cuando los judíos irrumpieron en esos territorios arrebatándoles sus posesiones y sus vidas, tal y como hemos sido testigos de ello.
Incluso, los alemanes, después de la Segunda Guerra Mundial, se hubieran aferrado al derecho internacional, tal y como hicieron sus hermanos de raza, los austríacos, quienes dijeron al mundo que ellos no iban a pagar reparaciones a los hebreos, puesto que Israel, en ese año preciso (1945), no existía cómo Estado; pero los alemanes hasta los submarinos y gran cantidad y variedad de armas que producen se los han regalado a los sionistas, para que perpetren los asesinatos contra los gazatíes, según hemos observado con nuestros corazones destrozados con tanta maldad judaica.
En retorno a nuestra realidad actual, el presidente francés, Emmanuel Macron, visiblemente agobiado por la altísima criminalidad de los israelíes en Oriente Próximo, se pronunció a favor de que se le deje de suministrar armamento a Israel, para que esas armas no sirvan para atacar a la Franja de Gaza. ¿Lo habrá decodificado Joe Biden? Lo dudamos, ya que el presidente estadounidense, además de su vejez rauda y las enfermedades que le aquejan, no está en disposición de dejar solos a los judíos. Pero Macron fue más allá al decir de manera textual: “no se lucha contra el terrorismo sacrificando a la población civil”, en clara alusión a las matanzas realizadas por los soldados judíos en Gaza. Insistió en que Francia es un buen ejemplo al no suministrar armas a los israelíes. “Creo que, hoy en día, la prioridad es que volvamos a una solución pacífica, que dejemos de enviar armas a Israel para llevar a cabo los combates en Gaza. Francia no lo hace.” Así lo manifestó en una entrevista que concedió a Radio France Inter.
Aquí es bueno subrayar que el principal proveedor de armas a los judíos, es el gobierno de los Estados Unidos y, además, acompaña a los israelíes en toda aquella aventura bélica que ellos emprenden; es decir, los estadounidenses actúan semejantes a un enorme “paraguas” que protege a Israel, enviando incluso a sus jóvenes soldados para que mueran en campos de batalla y conflictos que no les competen en modo alguno.
Agregó que el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ha ignorado a gran parte de la comunidad internacional en este conflicto: “Creo que no somos escuchados. Ya se lo he vuelto a decir al primer ministro Netanyahu y creo que es un error, un error también para la propia seguridad de Israel, porque vemos en las opiniones públicas de la región, un resentimiento que está naciendo.” Se mostró en favor de evitar una escalada en la guerra e insistió para finalizar su intervención radiofónica: “El Líbano no puede convertirse en un nuevo Gaza.”
Turquía se mueve “incómoda” y en postura belicista
Otro líder europeo que se ha manifestado repetidas veces en contra de la masacre del pueblo palestino y en contra de la guerra sanguinaria que lleva a efecto Netanyahu, el dictador judío, es Recep Tayip Erdogan, presidente turco. La posición militar y política de la Turquía actual está a favor de los palestinos y de los iraníes, que son considerados “hermanos de fe” de los turcos, al practicar la misma confesión religiosa… el islam. Erdogan ha sido enfático y categórico al argumentar que lo que los judíos están efectuando en Gaza, es un genocidio en toda la acepción del término y en todos los idiomas que se hablan en el mundo.
Un ejemplo de su retórica, la dejó escuchar en el parlamento turco, el pasado 1 de octubre, cuando dijo de Israel: “El gobierno israelí, que se ha vuelto loco en Tierra Santa, posiblemente atacará nuestra patria con su fanatismo religioso tras atacar Palestina y Líbano. Netanyahu sueña ocupar Anatolia (la península que alberga a Turquía), y está persiguiendo esa utopía.” No obstante, Selin Nasi, politólogo de la London School of Economics (LSE), ha considerado las palabras de Erdogan poco o nada realistas: “Turquía es miembro de la OTAN. Atacar al país significa una confrontación directa con la Alianza y Estados Unidos. Además, no hay ninguna razón para que Israel ataque a Turquía.” Y para el profesor de relaciones internacionales y ex rector de la Universidad Bilgi de Estambul, Ilter Turan, “El presidente (turco) está instrumentalizando la política exterior para fines internos. Israel definitivamente no tiene intención de atacar a Turquía.” Ha dicho.
Y en relación con la tensión de los judíos con los iraníes, Turan cree que “no existe ninguna posibilidad de que Turquía se convierta en parte de la guerra, porque Ankara no quiere ser parte de ella. Eso sí, Turquía no apoyaría un ataque de Israel contra Irán, a pesar de la relación distante que mantienen los turcos con Teherán. Sin embargo, de darse dicho ataque, Ankara no pasaría de ofrecer apoyo espiritual.” Cita el experto.
Por su parte, Selin Nasi asegura que “la postura turca pro-palestina y anti-israelí ha generado la falsa impresión de que apoya a Irán y sus milicias. Eso es un error. Turquía está ocupada en apuntalar su economía y un conflicto regional sólo traería más inestabilidad. Por ello, no se espera que intervenga en Gaza o Líbano.”
Tal es la situación en Oriente Próximo, todo un tablero de ajedrez donde casi siempre las partidas terminan de la peor manera… con los actores con sus manos machadas de sangre y lo peor… con sangre inocente.
Israel y Pakistán los Mayores Traficantes y Compradores Mundiales de Órganos Humanos
TEL AVIV, Israel; e ISLAMABAD, Pakistán-(Especial para The City Newspaper) El llamado “pueblo elegido” según el Antiguo Testamento de la Biblia, ha resultado ser uno de los mayores traficantes y compradores de órganos humanos de la actualidad y a nivel de todo el planeta. Sin embargo, no es el único país dedicado a esta sórdida actividad que, sin duda, es peor que el trasiego de sustancias prohibidas, porque Pakistán es el otro país que recibe “esta mercancía” que es más característica de una película de terror que de una realidad que se da alrededor nuestro.
Hace pocos días, fue detenida una banda dedicada al tráfico de órganos humanos, que vendió más de 300 riñones en Pakistán, considerado uno de los “paraísos del turismo de trasplantes.” De acuerdo a versiones oficiales de la policía internacional, los delincuentes cobraban unos US$35,000 por un trasplante y pagaban a su vez a las personas pobres, tan solo US$500 por dejarse extraer el órgano. Una explotación de impresionante magnitud desde cualquier ángulo donde se mire.
Las autoridades están claras y convencidas de que hay bandas u organizaciones criminales que practican el trasiego y la venta ilegal de órganos, cuyo destino es Pakistán, el país islámico en el corazón de Asia, cuyo gobierno, además y colateralmente, lleva a cabo “el turismo internacional de trasplantes.” Más específico aún, miles de pakistaníes, de los 240 millones de personas que aquí viven, venden sus órganos a pacientes ricos que los necesitan para ser intervenidos en un quirófano. De tal manera, Pakistán ha sido durante muchos años un centro para el comercio ilegal de riñones, y actúan de lleno en este negocio espeluznante, clientes locales y viajeros llegados de naciones europeas y de Oriente Próximo también, principalmente de Arabia y Reino Unido, aunque es común ver a africanos participando en este ilícito.
Médicos inescrupulosos entre bastidores
Un reporte policial referido a los últimos ocho arrestos, indica que uno de los detenidos es Fawad Mukhtar, un médico que actuaba detrás “del escenario”, entre bambalinas, y que extrajo él mismo y de manera ilegal, 328 riñones de personas, para realizar las operaciones o trasplantes a quienes los adquirieron a elevados precios. Su historial es extenso, amplio y llena legajos enteros en los archivos policiales; por ejemplo, ha sido arrestado en múltiples oportunidades por actividades de mala praxis en la provincia oriental de Punjab y ha logrado salir de prisión, junto a sus colaboradores, tras pagar abultadas fianzas.
Para Mohsin Naqvi, jefe de gobierno de la provincia paquistaní de Punjab, “los hechos y cifras que nos han llegado, hacen temblar el corazón.” Indicó que el médico era asistido en sus intervenciones quirúrgicas, nada menos que ¡por un mecánico de automóviles! Y era quien le ayudaba a buscar donantes, personas sumamente vulnerables en sus condiciones sociales y económicas; convencía a esas gentes y les pagaban por los órganos. “La banda cobraba hasta 10 millones de rupias paquistaníes (unos US$35,000), por un trasplante de riñón; y pagaba al donante, generalmente personas pobres, entre 100,000 y 150,000 rupias (US$520).” Explicó el mismo alto funcionario, Naqvi. Las autoridades de esta región saben además, que existe una amplia red de operaciones que se extiende al territorio de Cachemira que pertenece a Pakistán (una zona en disputa con la India desde hace años), y que ha dado toda una fortuna al médico Mukhtar, quien tiene entre sus clientes a una extensa lista de millonarios, quienes urgen de trasplantes que él se los puede hacer realidad. Su fama se ha regado como la pólvora, aunque se narra que también algunos de sus pacientes han muerto durante esas prácticas quirúrgicas ilegales y clandestinas. Unas tres personas han fallecido, incluso una ciudadana de Jordania. También Hira Umer, hija del famoso comediante pakistaní Umer Sharif, quien fue operada por Mukhtar y recibió un riñón trasplantado en Cachemira, en el 2020. La intervención se complicó y cobró su vida. Según vemos, no todas han sido “maduras” en la profesión de este médico sin escrúpulos, quien trabaja en las sombras y al margen de las leyes de Pakistán. Además, el tráfico de órganos fue tipificado como delito en esta nación en el 2007, mediante la Ordenanza sobre Trasplantes de Órganos y tejidos Humanos, seguida por la Ley de Trasplantes de Órganos y Tejidos Humanos, del 2010. Pero antes de la legislación, este país era considerado en medio mundo como “un destino para el turismo de trasplantes.”
A pesar de lo anterior, de las acciones policiales, las prácticas continúan en Pakistán: en el hospital situado en Rawalpindi, adyacente a la Capital, Islamabad, se siguen haciendo los trasplantes a espaldas de la legalidad. Sino veamos el caso de un hombre de 33 años de edad, que pidió el anonimato, y quien pactó con un agente de dicho hospital para ayudar a su padre, quien tenía que someterse a un procedimiento de diálisis de riñón dos veces a la semana, algo demasiado doloroso. Aquello sucedió en el 2011, según cuenta el hijo. “Mi familia pagó una considerable cantidad de 6 millones de rupias o US$21,000 en total, por el trasplante.”
En el 2017, en otro episodio en este mismo país, los médicos fueron sorprendidos en medio de dos trasplantes de riñón en la ciudad de Lahore. Cuando los agentes de la policía ingresaron, encontraron a los clientes procedentes de Omán, inconscientes en las mesas de operaciones y se les permitió a los médicos terminar sus trabajos y después fueron arrestados junto a sus asistentes y clientes omaníes.
Es evidente que la inmensa pobreza que sufren los pakistaníes, hace que decidan vender sus órganos internos, con preferencia los riñones, para pagar sus deudas contraídas y encubren la acción diciendo a las autoridades que se trata de “donaciones.” En el caso de Rasheed Hussain, vive con un solo riñón cerca de la ciudad de Muzaffargargh, en la provincia de Punjab; en el 2019 vendió su otro riñón por 100,000 rupias (unos US$350), para pagar un préstamo al propietario de un horno de ladrillos, donde trabajó durante cuatro años. Pidió el dinero prestado para pagar la boda de su hija y se excusó así acerca de la venta de su órgano: “Si no hubiera vendido mi riñón, todavía seguiría trabajando allí sin cobrar, para pagar el préstamo.”
Esta cruenta realidad no solo acontece en Pakistán, sino también en otros países asiáticos, en los casos de la India, Nepal y Afganistán; lo mismo en varias naciones del África negra. Un informe de Global Financial Integrity referido a “El crimen transnacional y el mundo en desarrollo”, explica que el negocio del tráfico de órganos genera alrededor del mundo, entre US$840 y US$1,700 millones al año. La falta de leyes, de controles eficaces y la débil o nula intervención policial, ha permitido que estos países desarrollen los mercados clandestinos (mercados negros), que han fortalecido el tráfico y el turismo de trasplantes.
Israel, nación líder…
El Estado judío tiene la no muy agradable posición en el mundo de ser uno de los más importantes en el tráfico ilegal de órganos humanos. Un nuevo informe, publicado en varios periódicos internacionales, así lo ha revelado y sorprendido a sus lectores, quienes han creído que Israel y sus gobernantes actúan apegados siempre “a las leyes Divinas”; más todavía cuando explotan constantemente la persecución de regímenes radicales, como el nazi, los islámicos y los comunistas, para incentivar la compasión hacia su pueblo “perseguido.” Pero la realidad, según ha publicado el mismísimo The New York Times (propiedad de judíos estadounidenses), es otra: los israelíes tienen un papel prominente en el tráfico ilegal internacional de órganos extraídos a seres humanos con vida; y los traficantes judíos han obtenido enormes sumas de dinero al adquirir esos órganos de donantes extranjeros, quienes lo han hecho a cambio de dinero, obviamente, para ser trasplantados a pacientes de nacionalidad israelí.
El influyente periódico neoyorquino citó el caso de una mujer judía, residente en Israel, llamada Ophina Dorin, quien explicó lo fácil que es adquirir órganos en ese país: ella misma pagó US$175,000 por una operación de trasplante de riñón que le fue extraído a un donante en Costa Rica, América Central. Se trataba de un desempleado de 37 años de edad, quien recibió a cambio, la suma de US$18,500. “Los israelíes juegan un papel preponderante en esta actividad, de acuerdo a un análisis hecho en el mundo, desde el año 2000,” cita el diario neoyorquino.
Las autoridades costarricenses han informado repetidas ocasiones, que han descubierto redes importantes de tráfico internacional de órganos, con destino final en Israel; incluso, una de esas redes era liderada por un empresario griego, quien tenía una cadena de negocios frente a un connotado hospital en San José, Capital de Costa Rica; el individuo hacía los contactos en el extranjero, especialmente con compradores judíos, se ponía de acuerdo con médicos que trabajaban en el mismo centro que queda tan solo al cruzar la calle y procedían a extraer los órganos de los pacientes que estaban de acuerdo en venderlos por cifras exorbitantes. Actualmente, el griego y los galenos están presos en una cárcel de esta misma nación. Otros países en América Latina involucrados en el trasiego de órganos humanos, son Brasil, Argentina y Perú, junto a Costa Rica.
Pero lo más espeluznante descrito por The New York Times, se fundamenta en un informe emitido desde el seno del ejército israelí, desde donde se fugó la información de que, en el 2009, médicos al servicio de esas fuerzas armadas, extrajeron órganos de palestinos muertos por causa de disparos de soldados israelíes, sin el permiso de sus familias, para ser trasplantados en pacientes judíos. Evidentemente estamos tratando de un país, de un sistema médico, como lo es el israelí, que no está en consonancia con el humanismo que pregona desde 1945, año del final de la Segunda Guerra Mundial, cuando comenzó a explotar la imagen de pueblo perseguido y masacrado por los asesinos nazis. Es convincente que no son tan santos y puros como pregonan alrededor del mundo, cada vez que pueden y donde pueden.
Lo peor para ellos han sido aquellos que han sido pillados con “las manos en la masa,” haciendo trasplantes de órganos que fueron extraídos a palestinos caídos en combate; es decir, exmilitares israelíes abrieron “en canal” los cuerpos de los palestinos para extraerles sus órganos vitales, tal y como fueron hallados por sus familiares en los campos de batalla. Otros, víctimas de engaños, fueron trasladados a Suráfrica, donde les sacaron sus órganos y después los asesinaron.
En Italia, para citar el caso más contundente, la demanda y la oferta de órganos humanos se mueve en las sombras desde hace muchas décadas y es donde el Mosad, el servicio secreto israelí, se mueve con entera y total impunidad y libertad. Son actividades ilegales y criminales sionistas, a todas luces, con la anuencia del gobierno de Tel Aviv, que está de acuerdo en que, si uno de sus ciudadanos, un miembro “del pueblo escogido por Yavéh,” necesita un órgano humano para un trasplante, estará bien que sea conseguido en el extranjero siempre y cuando pueda pagarlo. Un personaje involucrado en esta tenebrosa actividad, quien solicitó su anonimato por razones obvias, explicó: “Las barbas y las pelucas finas que ocultan la Estrella de David son culpables de grandes atrocidades. Entre éstas, por cierto, el secuestro y la desaparición de Ordechai Vabnunu en 1986, en Italia. Aquí el Mosad (el israelí HaMosad leModi’in ulTafkidim Meyuhadim, Instituto de Inteligencia y Operaciones Especiales), hace lo que le da la gana desde hace más de medio siglo, como queda demostrado con las masacres de Argo 16 y de Ustica.”
El 6 de junio del 2013, la policía migratoria italiana, en Roma, propiamente en el aeropuerto de Fiumicino, detuvo y encarceló a Tauber Gedalya, exalto mando de las Tsahal (Tzava Hahagana Leyisrael, Fuerzas de Defensa de Israel), y buscado con un código rojo por la Interpol (Policía Internacional). El verdugo judío no se encontraba en Italia por vacaciones, sino por negocios y para decirlo con más precisión: “estaba cazando carne fresca”, debido a que en Italia está siempre activa una red de aprovisionamiento humano, exclusivamente en los centros de recepción de menores migrantes, niños que no van acompañados por adultos. De ellos, principalmente, se nutren los israelíes para la extracción de sus órganos para ser trasplantados posteriormente en clínicas y hospitales en Judea. En el 2016, el ministerio italiano de políticas sociales reveló que desaparecieron, en los primeros cinco meses, 5,241 menores de edad, definidos por las autoridades “imposibles de encontrar.” Un año antes, en el 2015, en el mismo suelo italiano, desaparecieron más de 12 mil pequeños sin dejar ningún rastro y tampoco importó a las autoridades de gobierno.
De retorno al delincuente israelí capturado en Roma, fue detenido casualmente por el agente policíaco Antonio Del Greco, al notarlo nervioso y por algo sospechoso que había en su pasaporte. Hacía un vuelo de Boston, USA, a la Capital italiana; tenía en ese entonces 77 años de edad y se mantenía en la clandestinidad desde el 2010. Era buscado por la policía de todo el mundo y pesaba sobre él una orden de detención internacional, emitida por el Estado de Pernambuco, en Brasil. En esta nación era conocido con el mote de “el señor de los órganos” y operaba en las regiones nororientales brasileñas, aprovechándose de la pobreza extrema de sus gentes. Actuaba de manera muy sencilla: una vez identificada la víctima, el israelí se le acercaba y le proponía el negocio en el cual pagaría entre US$6,000 y US$12,000. Si aceptaba la propuesta, que le era difícil de rebatir debido a la cantidad de dinero ofrecida, era conducida a clínicas de la localidad para realizarle varias pruebas médicas y cerciorarse de que el órgano estuviera en óptimas condiciones. Firmaba un contrato, se trasladaba en avión a Suráfrica y, con la complicidad de médicos surafricanos, se terminaba “el periplo” extrayendo los riñones y de ahí hasta Tel Aviv, Capital de Israel, hacia los pacientes urgidos de los trasplantes.
Esa es una historia; pero hay otros relatos, como aquel del rabino Levy-Izhak Rosenbaum, residente en Nueva York, quien fue detenido en el 2009, acusado por traficar órganos humanos; en el 2012 fue condenado a solo 2 años y medio de cárcel; y tanto en este caso como en el primero narrado en este reportaje, se establece claramente que los israelíes son los protagonistas principales, a nivel mundial, del tráfico internacional de órganos. Es cuando The New York Times vuelve a afirmar en sus páginas: “los intermediarios en la venta de órganos en Israel, han lucrado fuertes cantidades de dinero.”
Más atrás en el tiempo, propiamente en 1992, el entonces ministro de la sanidad de Israel, Ehud Olmert, lanzó una campaña para solucionar el problema de la insuficiencia de órganos; fue cuando empezaron a desaparecer jóvenes palestinos en varias aldeas situadas en Cisjordania y Gaza. Poco tiempo después, los soldados judíos regresaban a los muchachos sin vida y con sus cuerpos abiertos. Y desde el 2001 hasta el presente, el patólogo del Estado israelí, Yehuda Hiss, enfrenta múltiples acusaciones por hurto de órganos. Este oscuro personaje fue director del Instituto forense Abu Kabir de Tel Aviv, hasta que fueron descubiertos órganos humanos, conservados ilegalmente en dicho Instituto y Hiss fue suspendido de manera inmediata. Había retirado, durante muchos años, órganos en niños, lo mismo piernas, ovarios y testículos, sin los permisos de sus padres; después participó en la venta de esos órganos en escuelas de medicina, donde se utilizaban en las investigaciones y cursos universitarios. En el 2009, fue nuevamente inculpado por haber colaborado en la extracción de órganos de mártires palestinos, quienes habían participado en operaciones militares contra Israel, y el objetivo fue venderlos en hospitales judíos.
Para poner un intento de síntesis en este escabroso tema, hemos de citar a la Comisión Parlamentaria de Investigación (CPI), del nororiental Estado brasileño de Pernambuco, que descubrió y reveló casos concretos del esquema criminal del tráfico de órganos en Brasil, en el que están involucrados israelíes. Al menos 30 ciudadanos de Brasil, cita dicho informe, vendieron sus riñones a una red de traficantes de órganos, que hacía trasplantes en Suráfrica y tenía a Israel su principal fuente de financiación. Actualmente, dos ciudadanos judíos (israelíes), llamados Gedalya Tauber (deportado desde Italia) y Eliezer Ramon, junto a seis brasileños, están detenidos en cárceles de Recife, Capital de Pernambuco, acusados de ser integrantes activos del grupo que reclutaba a vendedores de riñones. El legislador Raimundo Pimentel, presidente de la CPI, así lo describió a los periodistas: “Los aspirantes a vender sus órganos, eran llevados a la ciudad sudafricana de Durban, donde las operaciones de trasplante se efectuaban en el hospital Saint Augustine. Los receptores eran principalmente israelíes, que reciben de sus seguros de salud entre US$70,000 y US$80,000 para cirugías en el exterior, en caso de necesidad. Los brasileños, reclutados en los barrios pobres de Recife, empezaron por recibir US$10,000 por cada riñón, pero la gran oferta hizo bajar el precio a US$3,000.” Así, de acuerdo a las palabras de Pimentel, quien, además, es médico cirujano y diputado de la Asamblea Legislativa de Pernambuco.
En Brasil, el comercio de órganos es un delito castigado hasta con ocho años de prisión, según una ley aprobada en 1997; y en caso de que el vendedor del órgano fallezca, la pena se eleva hasta los 20 años de cárcel. En su defensa, Tauber declaró ante el juez brasileño que “no imaginaba estar cometiendo un delito, ya que se trataba de una operación legal relacionada con el gobierno de mi país (Israel); y, además, constituía un doble beneficio: salvaba la vida de enfermos crónicos y ofrecía un ingreso para gente muy pobre, que muere de hambre.” Argumentó. Pero la embajada de Israel en Brasilia, se demarcó de este traficante y emitió un comunicado en el que negó la participación de su gobierno en el comercio ilegal de órganos; y la respuesta del diputado Pimentel calificó la postura israelí de antiética, “pues el tráfico solo se hace posible en forma masiva si cuenta con una fuente importante de recursos, en este caso… el sistema de salud de Israel.” Y para que no quedaran dudas sobre la participación judía en esta oscura red, la experta estadounidense Nancy Scheper-Hughes, que dirige el proyecto Organs Watch, de la Universidad de Berkeley, en California, prestó testimonio en Pernambuco y señaló que “la red internacional de tráfico de órganos empezó hace 12 años, impulsada por el cirujano Zacki Shapira, ex director de un hospital en Tel Aviv. Más de 300 trasplantes de riñones fueron hechos por Shapira, a veces acompañando a pacientes a otros países, como Turquía. Los receptores son muy ricos o cuentan con buenos seguros médicos y los donantes son personas muy pobres de Europa Oriental, Filipinas y otros países en desarrollo.” Aclaró esta mujer especializada en antropología médica.
Es así como ha quedado totalmente al descubierto esta criminal actividad judía, en la que se mueven, al ritmo de las extracciones de los órganos humanos, millones de dólares y la connivencia del Estado de Israel, tolerante y participante directo e indirecto en los hechos reiterativos a través de las épocas.