José Rubén Zamora el Periodista que Perdió Todo por Defender la Libertad de Prensa en Guatemala

CIUDAD DE GUATEMALA-(Especial para The City Newspaper) Primero, tuvo que recurrir a los juzgados para mantener abierto su diario llamado elPeriódico y que su personal no perdiera sus puestos; segundo, fue acusado por el gobierno de turno y llevado a prisión; después, desapareció su rotativo en su edición física (en papel) y pasó a funcionar solo de manera digital; y finalmente todo le fue arrebatado e ingresó a la cárcel donde su situación no aparece clara y su libertad individual no se restablece a pesar de los grandes esfuerzos hechos por recuperarla. La comunidad internacional da la impresión de haberse olvidado de él y le ha abandonado a su suerte; y en el interior de Guatemala, su país de origen, su caso ya no despierta interés entre la población y tampoco en los defensores de los derechos humanos, disfuncionales de todas maneras desde que existen.

            Actualmente está preso en un cuartel militar y lleva en esa condición casi dos años y su supuesto “delito” fue denunciar la corrupción de los poderosos, que, en Guatemala, son realmente poderosos y no se andan “por las ramas”, con devaneos, cuando se trata de acabar con quienes les presentan oposición a sus fechorías e intentan denunciarlos, tal y como le sucedió a José Rubén Zamora Marroquín, quien era el director y fundador del diario elPeriódico y premio Gabo 2024.

655 días de cautiverio inmerecido

            Ese es el tiempo justo de reclusión que pesa sobre la humanidad de este hombre de 67 años de edad, quien, valientemente, se enfrentó a la casta que manda en esta nación centroamericana; pero, al lado de su innegable y admirable valentía, yacía lo temerario, lo riesgoso, en un país donde nada se mueve si esos “señorones de corte feudal”, de las 100 familias que lo dominan todo, no lo permiten por múltiples razones, entre ellas cuando afecta a sus intereses económicos o de dominación. Y José Rubén Zamora se metió frontalmente contra ellos y denunció la ilegalidad rampante de la realidad guatemalteca, donde, en algunas ocasiones, han tirado de sus sillas a presidentes de la República, metido en la cárcel y la mayoría gozan de impunidad con el favor de los jueces y fiscales corruptos. En todo caso, su hijo, José Carlos Zamora, dice categórico que “su sola presencia en prisión es también una denuncia contra los poderosos” y una evidencia clara de que los organismos pro-derechos humanos son únicamente una “estafa moral” a quienes creíamos en ellos, porque lo han dejado en solitario detrás de los barrotes de su celda y han declinado defenderlo y procurar su libertad.

            No obstante lo anterior, la Fundación Gabriel García Márquez le otorgó el Reconocimiento a la Excelencia del Premio Gabo 2024, que se otorga cada año y le ha considerado un símbolo viviente del periodismo libre de América Latina. Su trayectoria ha sido el puntal que le sostiene y causa la admiración en aquellos que le conocen. Es por ello que su hijo manifestó lo siguiente al enterarse del premio que le concedieron a su progenitor: “Nos sentimos sumamente emocionados y honrados. Es un reconocimiento muy especial y emotivo, pues llega en momentos en que mi papá sigue preso y a la espera de una nueva audiencia mañana. Quiero decir que este no es solo un reconocimiento a él y a su trayectoria, sino también a su equipo, que es un gran equipo, que hizo siempre un gran periodismo al servicio de la gente y en contra de los abusos de poder. El Premio Gabo también es un gran reconocimiento a los periodistas guatemaltecos que siguen trabajando en condiciones adversas, primero bajo el hostigamiento de la administración de Alejandro Giammattei (2020-2024) y ahora enfrentado a un sistema de corrupción que sigue enquistado en el Estado a pesar del cambio que ha supuesto la asunción del presidente Bernardo Arévalo a inicios de este año. Mi padre está en manos de un sistema corrupto, por haber denunciado abusos e ilegalidades en todas las Instituciones del Estado, incluyendo al Poder Judicial. Por eso el Ministerio Público y el sistema judicial han extendido maliciosamente el proceso, cancelando una y otra vez todas las audiencias para impedirle demostrar su inocencia y salir libre.” Puntualiza.

            Actualmente, José Rubén Zamora Marroquín es el único periodista que está en prisión en Guatemala, debido, entre otras cosas, a las más de mil investigaciones periodísticas que desnudaron la profunda y extendida corrupción en este país centroamericano. A ello hay que sumarle 200 reportajes sobre delitos cometidos durante la administración pasada, cuando el presidente de la República fue el médico Alejandro Giammattei, quien se sintió acorralado, puesto en evidencia y por esa razón actuó en consecuencia, llevando a Zamora a prisión.

            Años anteriores, elPeriódico, el diario fundado por Zamora en 1996, denunció injusticias e ilícitos cometidos desde el seno del poder y que causaron la caída del gobierno del ex presidente, el ex general Otto Pérez Molina (2012-2015), quien ahora goza de “casa por cárcel”, un beneficio que le fue otorgado recientemente al ceder propiedades de su familia a cambio de esta alternativa carcelaria. En opinión del mismo hijo suyo, José Carlos Zamora, “el sistema encarceló a mi padre como una forma de instituir el miedo entre los demás medios y comunicadores (de la prensa); sin embargo, ellos siguen haciendo su trabajo dentro de Guatemala y han sido más solidarios que nunca.” Acentúa el joven quien también es profesional del periodismo y trabajó al lado de su padre.

            Hay que recordar que el arresto del fundador y editor de elPeriódico, quien es considerado toda una leyenda dentro del periodismo guatemalteco, se dio el 29 de julio del 2022 y su casa de habitación y la sede del diario, fueron allanadas por las fuerzas policiales, y la mayoría de los trabajadores se marcharon, en decidida huida, hacia el extranjero, en condición de exiliados; sus cuentas bancarias fueron congeladas y ya lo vimos… su director conoció la profundidad de las celdas de este país en situación de “enemigo del Estado.” El periódico cerró su edición en papel o impresa, ese mismo año 2022 y en mayo del 2023 también finiquitó la edición digital (en internet), por falta de dinero para seguir costeándola.

Detalles de la vida del José Rubén Zamora

            Nació el 19 de agosto de 1956 en Guatemala, en el seno de una familia de periodistas. Estudió ingeniería industrial y se graduó como ingeniero; tiempo después se convirtió en un exitoso empresario, periodista y también fue miembro fundador de tres periódicos en este mismo país; a saber: Siglo Veintiuno (XXI), en 1990; elPeriódico (de su propiedad), en 1996; y Nuestro Diario, en 1998.

            Antes de llevar a efecto lo anterior, Zamora Marroquín trabajó como periodista en el diario La Hora (fundado por su abuelo, Clemente Marroquín, a inicios del Siglo XX); después se graduó de ingeniero en la Universidad de San Carlos de Guatemala; y también logró una maestría en administración de empresas con especialización en Banca y Finanzas del INCAE. Así mismo es egresado del programa de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Pontificia de Salamanca, España; y en 1986, Zamora Marroquín fundó ANC, una empresa que se encargaba de producir documentales y noticias.

            También fue director del Comité Nacional del Instituto Centroamericano de Administración de Empresas (INCAE); presidente de la Comisión de Investigación, Análisis y Planificación de la Cámara de Industria de Guatemala; director de la Cámara Empresarial de Guatemala y miembro de la Junta Monetaria del Banco de Guatemala. En 1990 formó parte del grupo fundador del periódico Siglo Veintiuno, que se caracterizó, desde un inicio, por demandar reformas judiciales y tributarias, así también de la publicación de reportajes referidos al contrabando de drogas, violaciones de los derechos humanos, el derrotero y abusos de la guerrilla izquierdista (URNG, que luego se convirtió en partido político, gracias a los tratados de paz que suscribió con el gobierno), y la corrupción rampante dentro del gobierno del ex presidente Jorge Serrano Elías. Fue en este punto preciso, cuando José Rubén Zamora Marroquín y su grupo de periodistas, comenzaron a recibir amenazas de muerte y ataques físicos de parte de matones enviados por gente que siempre se mantuvo “en la sombras.”

            En 1993, el presidente de la República de aquel entonces, Jorge Serrano, disolvió la Corte Constitucional, un acto que recibió el nombre popular de “serranazo” y fue una crisis que duró 10 días. El mandatario trató de manipular a la prensa mediante fuertes censuras y Zamora Marroquín tuvo que cambiarle el nombre al periódico que él dirigía y le llamó Siglo Catorce, publicó titulares con grandes bloques negros cubriendo la mayoría de los reportajes y noticias, haciendo ver que la censura gubernamental impedía que la información llegara clara y completa al gran público. Simultáneamente envió, vía fax, las mismas noticias, sin tachonazos encima, a los medios de prensa en el extranjero, para narrar lo que se estaba viviendo en Guatemala. Esa coyuntura en especial fue catalogada por la International Press Institute (IPI), como el principio del fin del gobierno de Serrano Elías y su subsecuente huida del país. Fue así, según el mismo organismo internacional, como la democracia regresó a Guatemala.

            En 1996, José Rubén Zamora se marchó del periódico Siglo Veintiuno, debido a desacuerdos con su Junta Directiva y terminó así una etapa sustancial de su vida profesional dentro del periodismo guatemalteco.

            Pero el 29 de julio del 2022, cuando él y todos sus allegados creían que lo habían vivido todo dentro de esta profesión, llegó la policía hasta su hogar y lo detuvo bajo los cargos de lavado de dinero; pero esa actuación policial ha sido considerada una represalia por la cobertura que Zamora dio a la corrupción dentro de las esferas gubernamentales. Aquellos reportajes le dieron la vuelta al mundo y fueron ampliamente condenados en el interior de Guatemala y también en el ámbito internacional. El juicio que se le siguió a Zamora concluyó con su condenatoria a seis años de cárcel y, durante el proceso, dos de sus abogados así mismo fueron encarcelados y los otros dos renunciaron para defenderlo, atemorizados por las amenazas que recibieron por diferentes vías. El diario elPeriódico, fundado por Zamora Marroquín, fue intervenido por la misma policía, ocho de sus trabajadores arrestados y procesados y la edición en papel fue obligada a desaparecer, optando por la alternativa digital, que también salió de la luz pública por falta de recursos económicos y con su director detrás de barrotes carcelarios.

            En detalle y según el fiscal que ordenó el arresto de este periodista, el encausado exigió y recibió dinero de parte de Ronald García Navarijo, un exbanquero quien lo acusó de extorsión, a cambio de no mencionarlo en su periódico. En acto seguido, Zamora Marroquín fue acusado de lavado de dinero, chantaje, tráfico de influencias y proposición y conspiración para el lavado de dinero y otros activos. La fiscalía aseguró que fue capturado en flagrancia a partir de una denuncia del exbanquero, en el momento en el que recibió Zamora el dinero y planeaba realizar una transacción bancaria para ocultar y disfrazar la procedencia del cheque y que “la persecución era en su calidad de empresario y no de periodista,” según justificó su actuación la fiscalía guatemalteca, en ese momento. Además, se indicó que en el allanamiento confiscaron aproximadamente Q300,000 (quetzales, moneda guatemalteca) (unos US$25,600), que Zamora habría solicitado del exbanquero García Navarijo, con la finalidad de darle información sobre investigaciones en su contra que le daba el ex fiscal de sección, Juan Francisco Sandoval.

            En la presentación de pruebas, se acusó junto a Zamora a Flora Silva Flores, exgerente de la empresa periodística elPeriódico y también fueron señalados sus abogados, Mario Eduardo Castañeda y Romeo Augusto Montoya, de planear, con el dueño del diario, la forma para ocultar el dinero recibido del exbanquero. El Ministerio Público (fiscalía), presentó un audio en el que supuestamente fue posible escuchar a Zamora Marroquín conversar con Sandoval Alfaro, cuando el primero le solicitaba información sensible y el segundo se la daba y aseguraba que iba a obtener la que no tenía a disposición en aquel instante. En otro audio, se escuchó presuntamente a Zamora y a sus abogados, dialogando sobre el procedimiento que seguirían para ocultar el dinero recibido por el exbanquero Ronald García Navarijo.

            Por otra parte, Flora Silva Flores, considerada “la mano derecha de Zamora” y gerente de la empresa dueña de elPeriódico, fue capturada en agosto del 2022, por el delito de conspiración para el lavado de dinero, ya que simuló un negocio comercial por esa cantidad de dinero y así simular la procedencia ilícita de los cheques que recibió. El 8 de diciembre de ese mismo año, Silva Flores aceptó los cargos y confesó que ella solo recibía órdenes de José Rubén Zamora, que “era él el que tenía el manejo de todos los aspectos financieros y yo solo planificaba con base en lo que él decidía.” Manifestó al juez. Seguidamente, fue condenada a 6 años de prisión conmutables, pero al haber aceptado los cargos, la condena se le redujo a 3 años de prisión solamente; pero salió en libertad cuando hizo el pago de la multa que también le fue impuesta.

            En lo que estriba al propio José Rubén Zamora Marroquín, el personaje central de este reportaje, aseguró en su primera declaración ante el juez, que los Q300,000 que pidió que fueran ingresados al sistema bancario, por medio del exgerente del Banco de los Trabajadores, Ronald García Navarijo, le fueron entregados por empresarios que solicitaban publicidad en su periódico; aunque, en otra audiencia, aseguró contradictoriamente que los recursos o el dinero polémico de esta historia, eran producto de la venta de una pintura de su propiedad (una obra de arte) y para fundamentar este nuevo argumento, presentó un documento de compra/venta, del que luego se descubrió que era supuestamente falso. Aun así, Zamora aseguró que el dinero se lo había dado Alejandro Girón Lainfiesta y no el banquero que aquí se ha mencionado reiteradamente. La reacción consecuente por parte de la fiscalía, indica que las dos versiones del periodista son falsas, no son reales o verdaderas y la segunda, fue sustentada con documentos para dar apariencia de legalidad al origen del dinero y por ello se considera que se ha tratado de un intento de Zamora Marroquín, de obstaculizar la causa penal en su contra. Por este mismo supuesto ardid, el 20 de abril del 2023 fueron capturados dos ex abogados de Zamora, al presentar el documento fraudulento en el que presuntamente se simulaba la compra/venta de la obra de arte por Q300,000, que el periodista tenía en su poder el día cuando la policía allanó su casa y la sede del diario de su propiedad.

            El 27 de abril, se declararon culpables Girón Lainfiesta y Alvarez Zamora y confesaron que elaboraron el documento falso para dar legalidad al origen del dinero. Ambos fueron condenados a 1,5 años de prisión conmutables. El 5 de mayo se declaró también culpable el abogado y primo de Zamora Marroquín, llamado Juan Carlos Marroquín Godoy, por el mismo caso, y aceptó que presentó un documento falso que simuló la compra de una obra de arte, para darle apariencia lícita al dinero en poder del director de prensa. Tal la situación judicial en la que se encuentra nuestro personaje y tal como se plantean las cosas, que le hacen ver aparentemente culpable de los cargos que se le acusan.

            En otro aspecto de su personalidad y de su labor como comunicador de la prensa, repasamos algunas distinciones que Zamora y sus subalternos han recibido: el International Press Freedom Awards, en 1995, cuando laboraba para Siglo XXI, otorgado por “el Comité para Proteger a los Periodistas”, que reconoce el valor al defender la libertad de expresión, a pesar de enfrentar ataques, amenazas o encarcelamiento. Ese mismo año, Zamora recibió otro premio concedido por la Universidad de Columbia, USA, llamado Maria Moors Cabot Prize, “por promover la libertad de prensa y el entendimiento interamericano.”

En el 2000, fue nombrado uno de los 50 Heroes Mundiales del Periodismo del Siglo XX, por el International Press Institute, una premiación otorgada en parte porque “Zamora y Siglo Veintiuno estuvieron al frente de la resistencia civil que forzó al presidente Jorge Serrano Elías, a renunciar a su puesto, después de haber intentado establecerse como dictador en 1993.” En el 2003, la John S. and James L. Knight Foundation, lo reconoció con su premio International Journalism Award; y en Guatemala ha sido galardonado como Ingeniero Distinguido, por el Colegio de Ingenieros de Guatemala, en el 2014; y como Egresado Ilustre de la Universidad de San Carlos de Guatemala, en el 2015. En ese mismo año, recibió también el premio Myrna Mack por la Defensa de los Derechos Humanos, otorgado por la Procuraduría de los Derechos Humanos de Guatemala. Por su labor en elPeriódico, que se extendió por casi 30 años, ganó el premio español al Medio Destacado de Iberoamérica, que le fue entregado en el 2021, de manos del Rey Felipe VI.

Finalmente recibió, en el 2024, el Reconocimiento a la Excelencia del Premio Gabo. Fue cuando el consejo rector de la Fundación Gabo reconoció en Rubén Zamora “tres décadas de tenaz y valiente trabajo profesional, cuyo motor ha sido develar la corrupción y abusos de los derechos humanos que han asolado a Guatemala, (y) como distinción a su dilatada y valerosa carrera, dedicada a desentrañar la corrupción y defender los derechos humanos en Guatemala; (y) frente al nuevo autoritarismo que socava la democracia en América Latina, debe erigirse un periodismo libre y riguroso, el buen periodismo que es como el oxígeno para los ciudadanos y que Zamora representa de forma emblemática.” Según reza el texto que explica el otorgamiento de esta premiación. El consejo rector del Premio Gabo está integrado por Rosental Alves, de Brasil; Jon Lee Anderson, de Estados Unidos; Carmen Aristegui, de México; Martín Caparrós, de Argentina; Sergio Ramírez y Carlos Fernando Chamorro, de Nicaragua; entre otros periodistas y escritores del continente americano

            La situación actual de José Rubén Zamora Marroquín es de las más complicadas en un país como Guatemala, donde la justicia funciona deficiente y peligrosamente para los encausados, más todavía si es por razones políticas, como se supone que es el caso de este empresario periodístico: está encerrado en el cuartel militar Mariscal Zavala, desde que se llevó a efecto su arresto. Vale la pena recalcar que la cúpula del Ministerio Público que ordenó la aprehensión de Zamora, es requerida por la justicia de los Estados Unidos y mantuvo (y mantiene todavía), un enfrentamiento con el nuevo presidente de la República, Bernardo Arévalo de León, quien les amenazó con destapar la profunda corrupción en esa fiscalía y por ello trataron de que no fuera investido mandatario de Guatemala, sin conseguir ese nefasto objetivo.

            La familia de Zamora huyó al exilio, temerosa de que el mismo Ministerio Público les apresara; y a Rubén Zamora se le impuso una pena de seis años de cárcel y el pago de una multa de más de US$40,000; un castigo que ha sido cuestionado por los organismos internacionales, precisamente porque en su condena hubo ausencia de un juicio formal. Es cuando regresamos a las palabras de su hijo, José Carlos Zamora, quien ha dicho acerca de la falta de proceso: “Mi padre cumple hoy 655 días en la cárcel y mañana se cumple un año del cierre indefinido de elPeriódico. Ha pasado encerrado en aislamiento, la mayoría del tiempo en condiciones terribles que se consideran tortura de acuerdo con los estándares internacionales. El proceso ha sido espurio, plagado de irregularidades, pues nunca se realizó un juicio formal y no se dictó sentencia en firme. La fiscalía de Guatemala le impidió presentar testigos y documentos de prueba a su favor. Más aún, 10 de sus abogados fueron perseguidos, arrestados u obligados a retirarse del caso, bajo amenazas de cárcel. Mi papá lleva 655 días en prisión preventiva, aunque la ley establece que nadie puede pasar más de 90 días en esa condición; también es prohibido que un reo pase más de un mes en celda de aislamiento y él lleva 22 meses (en esa situación). Pese al aislamiento y a las condiciones insalubres en la celda, con insectos que le han provocado alergias, mi padre sigue fuerte, resiliente, con sus convicciones y sus principios intactos. Él dice que estar en prisión es parte de su trabajo, pues ayuda a demostrar los abusos de autoridad. La cárcel se ha vuelto para él un apostolado, como lo ha sido el periodismo, y dice que seguirá ahí el tiempo que tenga que estar, hasta que lo dejen libre y le pidan disculpas. (…) Nosotros estamos convencidos de que si el caso de mi padre llega a manos de un tribunal justo, decente e imparcial, lo van a absolver y dejar en libertad. Esa es nuestra esperanza. Nuestra familia está gestionando ante la ONU y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), nuevas acciones legales para presionar al Estado de Guatemala y que se ponga fin a su detención arbitraria.” Acentúa el joven quien es también periodista.

            ¿Pero qué dice y piensa José Rubén Zamora Marroquín? Estas son sus palabras textuales: “Me considero un preso político. Soy un hombre libre que decide decir ‘no’ de manera categórica a los excesos y abusos del poder. Este es un montaje diseñado, fabricado y ejecutado con eficacia por el presidente (el anterior, no el actual), la fiscal general (María Consuelo Porras) y otras personas. Han vulnerado todos mis derechos, pero espero recuperar mi libertad porque la fiscalía no pudo comprobar nada. Mi esposa ha abandonado el país (…) ante las amenazas de detención (que se cernían sobre ella).”

            Tal es la situación. Tal es el personaje legendario que purga en prisión un supuesto delito del que no permitieron defenderse, una acusación esbozada, elaborada y pronunciada por una fiscalía general de la república que es reconocidamente corrupta y todos sus componentes son requeridos por la justicia de los Estados Unidos, precisamente por su naturaleza corrupta en cada uno de ellos.

La ONU Ordena la Liberación Inmediata del Periodista Guatemalteco José Rubén Zamora

CIUDAD DE GUATEMALA-(Especial para The City Newspaper) Este comunicador ha sido la víctima más célebre de la fiscal general de Guatemala, Consuelo Porras y su grupo de delincuentes que están entronizados en la Corte Suprema de Justicia de este país, debido a las publicaciones de prensa que hacían, José Rubén Zamora Marroquín y sus periodistas, en el diario elPeriódico, lamentablemente desaparecido también por la acción del Ministerio Público guatemalteco.

            Lo cierto es que este ex director del rotativo mencionado, lleva más de 700 días purgando prisión por delitos que no cometió y es por eso que la ONU ha declarado recientemente que su detención ha sido “arbitraria” y ha ordenado su liberación inmediata de la cárcel. Sin embargo, el mismo presidente, Bernardo Arévalo de León, quien recién ha asumido el mando del país, extrañamente guarda silencio en relación con este caso, cuando, en campaña política “su caballo de batalla” fue la lucha abierta, valiente y decidida contra la corrupción, como se observa en la detención y encarcelamiento de este comunicador. Y es que aquí no va aquello del respeto a la independencia de poderes, porque si la Organización de las Naciones Unidas (ONU), así lo ha ordenado después de haber analizado minuciosamente su caso, el presidente de los guatemaltecos tiene que cumplir sin dilación ni pretexto alguno. Aquí no cabe aquello de la autonomía que exige la democracia entre poder y poder, del Ejecutivo en referencia al Judicial, tal y como parece observar el Sr. Arévalo de León con su silencio, que no es otra cosa que silencio cómplice con su enemiga declarada, la fiscal Consuelo Porras.

Determinación de las Naciones Unidas

            Cuando la ONU determina que debe cumplirse una de sus decisiones, referente al país que sea, ésta debe cumplirse sin demora. Pero en Guatemala parece que situaciones parecidas a la del periodista Zamora, van por otro camino y no se acatan como debierían.

            El Grupo de Trabajo sobre la Detención Arbitraria de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), ha declarado con toda transparencia y nitidez, que la privación de libertad del fundador y director de elPeriódico, en Guatemala, Sr. José Rubén Zamora Marroquín, “ha sido arbitraria” y ha pedido al gobierno guatemalteco que se le ponga “inmediatamente en libertad.” Más claro no hay ningún mandato en estos tiempos en esta nación centroamericana; pero no se ha ejecutado dicha orden.

            Según la fiscal general, Consuelo Porras, la delincuente que es requerida por el mismísimo gobierno de los Estados Unidos, junto a otros miembros del aparato judicial de Guatemala, la prisión preventiva que sufre Zamora Marroquín es por causa “del lavado de dinero y otros activos, obstrucción de la justicia y uso de documentos falsificados en tres causas judiciales en su contra.” Y con esas acusaciones de colosales proporciones judiciales, se le tiene detrás de los barrotes en una celda. Pero la ONU ha denunciado que la detención de este periodista “contraviene seis artículos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, así como otros artículos del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos,” razones por las cuales pide al Gobierno de Guatemala “adopte las medidas necesarias para remediar la situación del periodista sin dilación y ponerla en conformidad con las normas internacionales pertinentes.” Y es aquí, precisamente, donde el presidente de la República ha hecho un extraño silencio y ha dejado que la fiscal general revoque toda intención de ponerlo en libertad, como la posibilidad que se presentó el pasado 15 de mayo, cuando se le otorgó la libertad, pero el Ministerio Público “echó por tierra” dicha posibilidad, re-acusándolo de nuevo de “obstrucción a la justicia.”

            Ciertamente, Consuelo Porras, en una variable sobre el mismo tema, no ha dejado ese cargo como fiscal general, justamente porque le espera la extradición a los Estados Unidos, donde está incluida en la Lista Engel de actores corruptos y que maneja el Departamento de Estado norteamericano. Las acusaciones que observa Washington de esta mujer guatemalteca, están relacionados con sus intentos reiterados “de socavar la democracia” y la persecución judicial que desató en tiempos recientes, contra defensores de los derechos humanos, periodistas, jueces y magistrados. Todos ellos representaban, en alguna medida, un peligro para Porras, debido a que está inmersa en “un mar de corrupción” que hizo que 140,000 ciudadanos de este país firmaran una carta en la que le pedían su renuncia al Ministerio Público, pero ella hizo caso omiso a la voluntad del pueblo y ha continuado allí, en el cargo, complicando y perjudicando más las cosas y a las personas, como lo está haciendo con el periodista Zamora Marroquín. “Desalojar su Despacho –publicó este mismo periódico The City en meses recientes-, significaría para ella, su esposo y los funcionarios que la han secundado en sus acciones ilegales, la detención inmediata por parte de la policía, al convertirse nuevamente en una persona común y corriente sin cargos públicos a su haber; luego sucedería su encarcelamiento y muy probablemente la extradición ante la petición de la embajada de los Estados Unidos en Guatemala. Ella sabe que ese periplo sería el suyo y de sus acólitos y por eso se aferra al puesto en el Ministerio Público, de igual manera que ‘un náufrago a su tabla en altamar.’”

            En retorno a la ordenanza dictada por las Naciones Unidas en relación con el periodista Zamora Marroquín, el citado Grupo de Trabajo de la ONU considera que, “teniendo en cuenta todas las circunstancias del caso, el remedio adecuado sería excarcelar a Zamora y concederle el derecho efectivo a obtener una indemnización y otros tipos de reparación, de conformidad con el derecho internacional.” Asimismo, insta al gobierno de Bernardo Arévalo de León, ese mismo mandatario quien, en su papel anterior de candidato a la presidencia, pronunció sus encendidos discursos a favor de la legalidad, la honestidad y la lucha frontal contra la corrupción, para que lleve a afecto una investigación “exhaustiva e independiente de las circunstancias en torno a la privación arbitraria de libertad del periodista guatemalteco, desde el 29 de julio del 2022 y adopte las medidas pertinentes contra los responsables de la violación de sus derechos. Al mismo tiempo, solicitamos al Ejecutivo (al gobierno guatemalteco), que difunda la opinión del Grupo de Trabajo de la ONU, por todos los medios disponibles y lo más ampliamente posible, mientras que anuncia que remitirá el presente caso a la Relatora Especial sobre la promoción y protección del derecho a la libertad de opinión y de expresión, así como a la Relatora Especial sobre la independencia de los magistrados y abogados, para que tomen las medidas correspondientes.”

            Y añade el mismo documento emitido desde Nueva York, sede de la ONU: “El Grupo de Trabajo de las Naciones Unidas recuerda que considera arbitraria la privación de libertad de una persona, cuando es manifiestamente imposible invocar fundamento jurídico alguno que la justifique y cuando la privación de libertad resulta del ejercicio de los derechos o libertades garantizados por la Declaración Universal de Derechos Humanos.” Concluye el documento que está a favor de la excarcelación del ex editor y periodista del diario elPeriódico, de Guatemala.

La elaboración del informe de la ONU

            Las Naciones Unidas partieron de la base en la misma Guatemala, que aseguró al organismo mundial que el periodista Zamora Marroquín “ha sido encausado penalmente por el ejercicio de la libertad de expresión” y ha recordado y presentado una declaración del jefe de la Fiscalía Especial contra la Impunidad, Rafael Curruchiche, a la postre aliado de la fiscal Consuelo Porras y también requerido por la justicia de los Estados Unidos, al aparecer en la Lista Engel, en la que menciona amargamente que Zamora “dirigía un medio de comunicación a través del cual se denigraba, se insultaba en su honor y en su prestigio a fiscales, jueces y magistrados y diversas personas de la sociedad civil.”

            Además, el Grupo de Trabajo de la ONU recogió datos que le brindó la misma fuente, profunda conocedora del caso de José Rubén Zamora Marroquín, en los que señalaba que, desde 1996, elPeriódico publicó casos de corrupción, impunidad y abusos de poder, “de manera que las informaciones de Zamora y este medio de comunicación, evidenciaron cientos de actos de corrupción en los diferentes gobiernos de Guatemala, entre 2012 y 2023.” Naturalmente, en algunos reportajes que incomodaron tanto a la fiscal general como al jefe de la Fiscalía Especial contra la Impunidad, se mencionaban los ajetreos, “las andanzas” reñidas con la honorabilidad, la honestidad y la decencia de esos dos personajes requeridos por la justicia estadounidense, como hemos repetido varias veces a lo largo de este artículo de prensa. A partir de esas publicaciones, ambos personajes oscuros decidieron encausar judicialmente al periodista, con los resultados que ya hemos conocido hasta la saciedad.

            En resumen, el Grupo de Trabajo de la ONU llegó a la inevitable conclusión de que las publicaciones en el periódico de Zamora Marroquín sobre casos de corrupción en el gobierno de Guatemala, “entran dentro de los límites del ejercicio del derecho a la libertad de expresión, protegido por el artículo 19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos; y el artículo 19 del Pacto.” También hace énfasis en el hecho de que elPeriódico publicó “graves denuncias de casos corrupción en el gobierno del entonces presidente Alejandro Giammattei y otros altos cargos vinculados con su administración”, cinco días antes de que fuera detenido José Rubén Zamora. Lo cual quiere decir que su publicación diaria en la que destapaba casos de corrupción, ya tenía hartos a los funcionarios de los poderes implicados, el Judicial y el Ejecutivo, y había que detenerlo de alguna manera. Es por ello que crearon las acusaciones de lavado de dinero y obstrucción a la justicia, para encarcelarlo, entre otros cargos.

            Fundamentado en lo anterior, la ONU llegó a la conclusión resultante de sus investigaciones de que la detención de Zamora Marroquín, que hasta la fecha de hoy sigue siendo preventiva, “se debió a su ejercicio de la libertad de expresión y opinión a través de la prensa y no se ha demostrado que los comentarios (publicados en su rotativo), del periodista, constituyan una incitación a la violencia o que puedan justificar su detención Y sobre esa base, concluimos que su arresto y detención fueron resultado de su ejercicio de los derechos y libertades garantizados por los artículos 19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos y del Pacto, por lo que defendemos que no debería celebrarse ningún juicio en contra de Zamora.”

            Aclarado lo anterior que da potestad y la libertad al comunicador, hay que enfatizar que, a pesar de la declaración de la ONU, el pasado 25 de junio del presente año, la Sala Segunda de Apelaciones de Guatemala, a petición de la Fiscalía Especial Contra la Impunidad (FECI), cuyo jefe es Rafael Curruchiche, del grupo requerido por la justicia de los Estados Unidos, revocó la libertad que fue otorgada al periodista en cuestión el 15 de mayo del 2024. Curruchiche publicó, en acto seguido, en las redes sociales del Ministerio Público, manejado por su secuaz, la fiscal general Consuelo Porras, que la Fiscalía fue notificada por la Sala Segunda de Apelaciones sobre esta revocatoria de la libertad al periodista y por lo tanto, iba a continuar preso en la cárcel militar de Mariscal Zavala, por otra causa judicial en su contra en la que la Fiscalía lo acusa de “conspiración para la obstrucción de la justicia y uso de documentos falsificados.” Es decir, le crearon dos delitos más, con tal de no dejarlo en libertad como había ordenado la ONU. Es evidente entonces que la aplicación de la justicia y el aparato judicial guatemalteco, están en manos de mafiosos, según se desprende de este caso.

            La jueza presidenta del Tribunal Noveno de Sentencia Penal, Verónica Ruiz, había decretado para el comunicador en la primera causa, el arresto domiciliario, y tras la paga de una fianza de 30,000 quetzales (moneda de Guatemala o unos 3,750 Euros), porque consideró que no existía el peligro de fuga ni de obstaculización a la averiguación de la verdad; aunque le prohibió la salida del país y le obligó a firmar periódicamente un libro de asistencia en el Ministerio Público, y tampoco podrá comunicarse con implicados en su caso. Pues esa resolución de la jueza Ruiz fue impugnada por la FECI ante la Sala Segunda de Apelaciones, que dio la razón a la Fiscalía General y por lo tanto, Zamora Marroquín continuará también en prisión preventiva por la causa que se sigue en su contra por lavado de dinero y otros activos, denominado “Chantaje, Impunidad y Lavado de Dinero”, en el expediente que existe en los Tribunales de Justicia. Evidentemente, tanto Curruchiche como Porras no quieren que José Rubén Zamora salga libre, pues algo temen, algún documento o legajo de documentos, tiene en su poder el periodista, que los podría implicar en casos de corrupción todavía más graves de los publicados en el pasado y que podría tirarlos a los dos de sus puestos a la cabeza de Instituciones de justicia.

            La verdad sobre su situación penal y jurídica, señala que está preso y no se vislumbra la celebración de ningún juicio todavía y seguirá en prisión preventiva: Se le acusa de haber lavado dinero por Q700,000 (quetzales, unos €87,500), en el año 2013; asimismo, está acusado en una tercera causa judicial por haber falsificado la firma en 16 boletas de declaración aduanera, que fueron entregadas en el Aeropuerto Internacional La Aurora, durante viajes realizados entre el 2015 y el 2017 y que, según el Ministerio Público en manos de Consuelo Porras, “las firmas no coinciden con la del periodista.”

            Zamora fue detenido el 29 de julio del 2022 en su casa de habitación, durante un allanamiento a su residencia, lo mismo que a las instalaciones de elPeriódico, que publicó su última edición en papel, el pasado 15 de mayo del 2023. Luego continuó de manera digital, pero, por falta de publicidad y capital económico, también tuvo que cerrar esta edición en internet. José Rubén Zamora Marroquín cuenta con 67 años de edad y lleva más de 700 días encarcelado; fundó elPeriódico en 1996 y por sus trabajos de prensa, le fue otorgado el Premio Rey de España al Medio de Comunicación Destacado de Iberoamérica, y el pasado mes de mayo, él, en lo personal, recibió otro premio, esta vez al Reconocimiento a la Excelencia del Premio Gabo 2024, otorgado por Colombia, por sus “más de tres décadas de tenaz y valiente trabajo profesional.”

            Recapitulando: la ONU ha demostrado que guarda prisión de manera ilegal y draconiana, ordenada por dos sujetos requeridos por la justicia de los Estados Unidos de América, y que están en la Lista Engel de delincuentes planetarios y que responden a los nombres de Consuelo Porras, la fiscal general de Guatemala; y Rafael Curruchiche, jefe de la Fiscalía Especial Contra la Impunidad (FECI). La misma ONU llegó al convencimiento, después de una exhaustiva y minuciosa investigación, que el periodista en cuestión está preso por denunciar actos de corrupción en el Ministerio Público guatemalteco y en todo el aparato Estatal del anterior presidente de la República y las causas que pesan en su contra, han sido inventadas para mantenerlo “a raya”, en prisión. No hay juicio a la vista, sigue en prisión preventiva y algunos de los periodistas que trabajaron bajo sus órdenes, también están siendo perseguidos por la fiscalía, acusados de “esto, aquello y lo otro”, invenciones propias de Porras y sus secuaces.

            El gobierno de Guatemala tiene que cumplir con la directriz emitida por la ONU y dejarlo en total libertad. No tiene otro camino. Y en esto tiene la palabra el actual mandatario del país, Bernardo Arévalo de León, dueño de un silencio extraño en relación con este caso, que se puede interpretar de varias maneras: una de ellas podría ser cobardía para enfrentarse a Consuelo Porras y su grupo de delincuentes en la Corte de Justicia; o aún peor… deslindarse de sus palabras de campaña en las que prometía luchar contra la corrupción Estatal y puede ser que ahora se encuentre tan cómodo en su sillón presidencial, que Arévalo quiere que la corruptela prosiga, sin que él la obstaculice en modo alguno. Pero su silencio es, además de inesperado y raro… cómplice de los corruptos que tienen a Zamora tras las rejas. Raro, muy raro de verdad.

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