¿Quiénes son los Ciudadanos del Reich y Cuáles son sus Intenciones?

BERLÍN, Alemania-(Especial para The City Newspaper) Aparecieron en el panorama político alemán como aparecen aquellos movimientos inauditos que son inconcebibles desde su creación y que nadie los espera y mucho menos, precisa que se desarrollen y avancen. Aunque, de repente, apareció este grupo nostálgico, que huele más a un ayer que hace mucho tiempo fue superado con creces y que ahora quiere devolver los años, las décadas y hasta los siglos, como si se tratara de una máquina del tiempo y deshacer lo vivido, olvidarse de todos los acontecimientos que se dieron después de la derrota alemana en la Primera Guerra Mundial, en 1918, y reconstruir sobre lo que es imposible tomar a manera de cimientos.

                      Muchos alemanes actuales lo ven con sorna, les hace gracia; unos pocos los ven con preocupación; pero el gobierno tiene una percepción distinta y los persigue, los investiga, los encarcela y ahora los está sometiendo a juicio.

Quiénes son y qué persiguen en Alemania

                      Son aproximadamente unos 23 mil alemanes, quienes quieren retornar a las épocas de la Casa Hohenzollern, la misma del Kaiser Wilhelm II (Guillermo II), el Emperador que no pudo evitar que Alemania ingresara a la Primera Guerra Mundial y mucho menos pudo evitar la derrota de 1918. Estos militantes que se hacen llamar Ciudadanos del Reich, tienen gran apoyo entre las élites de la sociedad, entre esa aristocracia que todavía se mantiene, que vive en sus castillos y palacios y que sueña con el esplendor de un país semi-feudal, gobernado por Emperadores, Emperatrices, Príncipes y demás nobleza en cuestión. El objetivo primordial de este grupo es retornar al Imperio alemán de 1871 y nada de Hitler y su nazismo, nada del federalismo fundado por Konrad Adenauer después de la Segunda Guerra Mundial y tampoco nada con la Alemania reunificada que pertenece a la Unión Europea (UE), a la OTAN y que es la que observamos en la actualidad.

                      En resumen, sienten una profunda nostalgia por aquel Imperio alemán conocido como el Segundo Reich (Zweite Reich), que era gobernado por la Casa prusiana del Kaiser y su familia.

                      Rosalía Sánchez, periodista española que escribe para el diario ABC, y es corresponsal en esta Capital de Alemania, los ha descrito de esta manera: “Como surgidos de ‘La Edad de la Inocencia’, la novela de Edith Wharton, irrumpieron en la actualidad los Reichsbürger (que es el nombre con el que se les conoce en alemán), un heterogéneo grupo que había trazado un ambicioso complot para regresar a la ordenada y predecible sociedad de 1870, un plan que pasaba por un golpe de Estado, la toma de armas del Bundestag (Parlamento alemán), y el secuestro de todos los parlamentarios alemanes, para después derrocar y sustituir el gobierno democráticamente elegido, por un Consejo de corte autoritario y presidido por el Príncipe Heinrich XIII, de la Casa de Reuss.” Y como dice esta misma cronista española, “el problema de los viajes en el tiempo, es que suelen aterrizar aparatosamente contra la realidad.”

                      El cabecilla de todos ellos, es nada menos que un hombre de “sangre azul”, llamado Heinrich XIII von Reuss, originario de la Casa de Reuss; nacido el 4 de diciembre de 1951 en Büdingen. Toda su vida ha sido un empresario de éxito y es quien ha acariciado el sueño de regresar a la época de la dinastía Hohenzollern, con él al frente indudablemente, más en estos tiempos cuando ningún descendiente (conocido), del último Kaiser, se ha manifestado en acuerdo para sucederle en un eventual nuevo Trono de Alemania, si se retornara al Imperio alemán. Además, a Heinrich se le conoce como Príncipe de Reus y en su círculo más íntimo, Enrico, en italiano. Es hijo del príncipe Heinrich I de Reuss-Köstritz y la duquesa Woizlawa Feodora de Mecklenburg. La casa aristocrática a la que pertenece, data del Siglo XII y en su momento de apogeo, administró las regiones de Gera y Greiz.

                      Algunas de sus actividades a lo largo de su vida, le llevaron a ser promotor inmobiliario, en la empresa Buero Prinz Reuss, en la ciudad de Frankfurt; también fue productor de vino espumante. Todo ello le ha permitido vivir con cierta holgura, en especial para concebir y acariciar su sueño de derrocar a la actual democracia que rige en Alemania y alzarse él en condición del nuevo Kaiser, sucesor de la última dinastía que gobernó al Imperio hasta 1918. Su nombre comenzó a conocerse en esta nación, cuando participó en el 2019 en una Cumbre de negocios digitales y allí pronunció un discurso pleno de teorías conspirativas y antisemitas, ya que culpaba a la familia multimillonaria judía, los Rothschild y a los masones, por las guerras sufridas en el Siglo XX. Los analistas y periodistas alemanes le ubicaron de inmediato entre los partidarios de la extrema derecha, tan de moda actualmente en esta Alemania del Siglo XXI. Su encendido discurso en aquella oportunidad, dejó escuchar que el actual gobierno de Alemania y la Unión Europea (UE), son sumamente distantes e inaccesibles y su patria es “un Estado vasallo después de la Segunda Guerra Mundial.” Sin embargo, no aclaró bajo cuál otro Estado o potencia, Alemania ejerce el vasallaje.

                      En todo caso, con aquel discurso lleno de una pasión singular y pronunciado con total franqueza de su parte, puso en alerta a la policía y a todo el gobierno con sede en Berlín, más todavía cuando la extrema derecha ha repuntado en los últimos años en todo el país, con enfrentamientos sumamente violentos con las autoridades. Es por esa razón que Heinrich, Príncipe de Reuss, fue detenido por la policía uniformada en su solar de Frankfurt, durante una serie de redadas que tenían como objetivo acabar de una vez y por todas con estos conspiradores trasnochados en el tiempo y las épocas. Era el 7 de diciembre del 2022. Las autoridades hallaron en su castillo un arsenal de armas ligeras, que, según la fiscalía, iban a ser usadas en el golpe de Estado que pensaban perpetrar en esos días. Fueron incautadas 382 armas de fuego y casi 150,000 municiones.

                      Aparte del Príncipe Heinrich XIII von Reuss, fue detenida también una ex miembro del parlamento alemán o Bundestag, llamada, Birgit Malsack-Winkemann, quien fue diputada por el partido populista de derechas, Alternativa parea Alemania (AFD). También fue jueza en esta nación. Un antiguo teniente coronel de la Bundeswehr (Ejército Federal alemán), también fue detenido. Después se supo que Birgit iba a ser la nueva ministra de Justicia si el golpe de Estado era coronado con el éxito. Según un parte policial posterior, quienes iban a participar en la asonada contra el gobierno en Berlín, pertenecían a un grupo central conformado por unas 200 personas; aunque el número total de miembros de los Reichbürger o “Ciudadanos del Reich”, son unos 23,000 y residen en Alemania. De ellos, unos 2,300 suelen actuar con violencia contra el orden establecido. “En común –cita la policía-, tienen su rechazo a la democracia. Además, son xenófobos y antisemitas. ‘Los Ciudadanos del Reich’ no reconocen el orden de posguerra ni a la República Federal de Alemania como sucesora legítima del Reich alemán.” Indica que el golpe de Estado tenía previsto infiltrarse en el Parlamento alemán, el Bundestag, y detener a miembros de esa Cámara; y los blancos principales del eventual ataque al gobierno, iban a ser el canciller federal, Olaf Scholz; la ministra federal de Asuntos Exteriores, Annalena Baebock; y el líder de la CDU, Friedrich Merz.

                      Siempre de acuerdo con las versiones policiales, el Príncipe von Reuss sostuvo conversaciones con el gobierno ruso de Vladímir Putin, a través de su embajada en Berlín, para solicitarle su ayuda en el inminente golpe de Estado. No obstante, un portavoz de dicha legación rusa, negó que esas conversaciones se efectuaron alguna vez y el Secretario de Prensa del Kremlin, Dmitri Peskov, emitió una declaración negando la participación del gobierno que él representa, en el fallido golpe.

Prisión preventiva y tres juicios

            Como resultado de la redada que terminó con la detención de los cabecillas de la conspiración, estas personas nostálgicas del Gran Reich alemán que fue interrumpido en 1918, ahora guardan prisión preventiva; es decir, están detrás de los barrotes de las celdas desde el 7 de diciembre del 2022 y el sueño por hacer retroceder la realidad actual alemana, parece desechado. ¿O nos equivocamos?

            En todo caso, las informaciones que se filtran constantemente de las fuentes policiales, aseguran que el camino que les queda por delante a estos aristócratas golpistas, será largo y tortuoso. Por ejemplo, un parte policial manifiesta que el grupo tenía en su poder una lista negra donde aparecen nombres de políticos y otras personalidades de la vida alemana. Los primeros 54 detenidos tenían en su poder 94 armas que fueron incautadas, 10 de ellas fueron obtenidas de manera ilegal, pero el resto operaba con licencia.

En la ciudad de Munich, la gris experiencia de la Alemania moderna, comenzó, hace pocos días el tercer juicio contra los Reichbürger o Ciudadanos del Reich. Es el último proceso contra ellos, y los cargos que pesan sobre sus líderes y algunos subalternos, señalan que querían abolir la democracia alemana, una de las más estables del mundo actual, secuestrar a políticos que se muestran en la ya famosa lista negra incautada, y hacerse con el gobierno de Alemania, para instaurar posteriormente el Imperio anterior a 1918.

Es el último de un total de tres mega-procesos y han de comparecer en él ocho personajes de los conspiradores, quienes serán juzgados por el Tribunal Superior de Munich en el sur de Alemania. En específico, se les acusa de “participación en un grupo terrorista, con el objetivo de eliminar por la fuerza el orden Estatal y de preparación de un acto de alta traición (a la Patria).” En otros dos procesos que están en marcha, el aristócrata Heinrich, Príncipe von Reuss, con 72 años de edad, ya está siendo procesado en Frankfurt; mientras que el brazo militar en el que se encuentran antiguos oficiales del Ejército Federal alemán, se lleva a efecto en la ciudad de Stuttgart.

Según es notorio, el gobierno y en específico el Ministerio de Justicia de Alemania, no juega en estos casos y ha tomado con la seriedad debida la intentona de asonada; incluso, ha recibido de la Casa Blanca, en Washington, el ofrecimiento de perseguir allí donde se encuentren, y en el país que sea, a miembros que pudieren estar en franca huida y que trataron de vivir el golpe de Estado a la distancia, recogiendo fondos económicos o comprando armas para tal evento. La ministra del Interior, Nancy Faeser, los ha descrito con mayor precisión antes del juicio en Frankfurt: “No se trata de locos inofensivos, sino de peligrosos sospechosos de terrorismo; y ha circulado parte del plan que estos sujetos querían llevar a cabo: por ejemplo, iban a usar helicópteros de la Bundeswehr, pilotados por personas del ejército alemán y se pensaba tomar por la fuerza y de la manera más violenta, a la empresa alemana de armamento, Heckler&Koch, con sede en Oberndorf an Neckar, al suroeste del país.”

            Las sentencias se emitirán el año entrante, en el 2025, si el curso de los juicios continúa con exactitud alemana, que es lo que realmente se espera.

            ¿Pero qué piensan los ciudadanos comunes alemanes acerca de lo que se ha suscitado con esta “pandilla” de soñadores peligrosos y golpistas? Están plenamente convencidos de que el proyecto de los conspiradores, de echar hacia atrás a todo el país, obviando y olvidando las conquistas alcanzadas después de la Segunda Guerra Mundial, no podía, de ninguna manera, culminar con éxito en una democracia tan consolidada como lo es la de Alemania. No obstante, hay quienes los miran con respeto y cierto aire de complicidad, porque no les hubiera sido del todo desagradable retornar al Imperio alemán, con sede en aquel Berlín prusiano y que tanta grandeza arquitectónica presenta hoy en día.

            En este caso, es oportuno recordar aquella ponencia de Heinrich XIII, en el 2019, en el Worlswebforum, ante directivos de empresas globales, banqueros centrales e incluso el ex bajista de los Rolling Stones, Ueli Maurer. Todos ellos parecían complacidos y hasta aplaudieron copiosamente al aristócrata cuando terminó su alocución titulada “Por qué la élite de sangre azul se convirtió en sirvientes.” Aquella reacción del selecto público presente, no debió pasar desapercibida para nadie, en especial para las autoridades del orden en Alemania, ya que fue un síntoma de lo que vendría poco tiempo después. También, pudo haber servido de acicate, de inspiración, para el propio Príncipe, quien se sintió apoyado en su proyecto de derribar a las Instituciones actuales que gobiernan al país.

            En un intento por poner punto final a este espinoso tema, se hace imperativo resumir la razón de la reacción de Heinrich von Reuss, quien cree a pies juntillas que el caos imperante en la actualidad en el mundo, se debe al hecho de que la nobleza fue retirada del poder, una vez finalizó la Primera Guerra Mundial; además, en su mente y corazón alberga la idea y el sentimiento de que hay una conspiración global detrás de aquellos acontecimientos y considera fehacientemente que el Reich alemán y la monarquía prusiana todavía existen y que la política en democracia, está dominada por fuerzas oscuras entre las que aparecen siempre los judíos. Hechos que no están alejados de la realidad y de la verdad, cuando vemos que el Congreso de los Estados Unidos está plagado de judíos en ambos partidos dominantes, el Republicano y el Demócrata; y que el exterminio del pueblo palestino se está ejecutando a plena luz del día, sin que el mundo reaccione firme y terminante contra esa matanza perpetrada por los judíos-israelíes.

            Por otra parte, los Reichsbürger cuentan con un apoyo nada despreciable dentro de la sociedad alemana, esa misma que ayudó a restaurar el Palacio de Wilhelm II, en Berlín, propiamente en Schlossplatz, y que costó €700 millones, muchos de los cuales fueron donados por empresarios y miembros de la Realeza, extraordinariamente nostálgicos, tanto o más que Heinrich XIII, por aquellas épocas esplendorosas del gobierno imperial alemán.

            Por lo pronto, muchos también siguen con afán e interés poco común, los veredictos de los tres juicios… ¿Serán solidarios con este movimiento o será simple curiosidad humana?

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