Haití se Desangra. A Veces con Lentitud, a Veces con Pausa y a Veces con Rauda, 

Vertiginosa y Cruel Criminalidad

PUERTO PRÍNCIPE-(Especial para The City Newspaper) Nos acordamos de aquel viejo dicho popular que menciona: “todos saben dónde está, saben lo que ahí ocurre, pero nadie quiere ir a verlo.” Eso pasa exactamente con este pequeño país caribeño, incrustado en la parte occidental de la isla La Española, que comparte con la República Dominicana.

            Es del todo cierto que, alrededor del mundo, la mala fama acuñada por los haitianos, es del conocimiento pleno de millones de personas, pero nadie y tampoco ninguna organización con poder real, como las Naciones Unidas o la ineficaz OEA, han hecho algo realmente importante por Haití, por sacarlo de su estado sedente de miseria, conflictos sangrientos dentro de su población (aplastantemente negra), dictadores y presidentes convincentemente corruptos, ni apartarlo de esa deshonrosa posición de ser el país más pobre del hemisferio Occidental. Nadie, aparte de observar con morboso detenimiento lo que ocurre dentro de sus fronteras, ha tratado de dar tan solo una ligera solución que vierta una luz o ayude a paliar el acabose que consume y atemoriza a su empobrecido pueblo día tras día. La indiferencia ha sido “la moneda de cambio” con la cual la comunidad internacional mira a Haití y se “cruza de brazos” tranquilamente, mientras la pequeña nación se desangra brutalmente dentro de su ingobernabilidad y posibilidad de que caiga en manos de pandilleros asesinos y anarquistas comunes, que son parte de los causantes de este doloroso pasaje por el que atraviesa el país y su población.

Llamado y clamor del presidente Luis Abinader

            Evidentemente preocupado… ¡Por qué no habría de estarlo! El mandatario de la República Dominicana, único territorio nacional que comparte fronteras con los haitianos, ha lanzado un grito de auxilio para que concurran a ayudar y acabar con la sangría que se vive en Puerto Príncipe y demás ciudades haitianas. “¡Por favor, evitemos que termine arrasado por el caos y la anarquía!” Ha dejado leer y escuchar Abinader, fuertemente impresionado por las matanzas que se suceden en las calles de las principales urbes de Haití, urbes que, dicho sea de paso, son un cúmulo de escombros y miserias, por todo lo que ha sucedido aquí.

            Su clamor lo dijo en dirección a la Organización de las Naciones Unidas (ONU), con estos términos: “¡O luchamos juntos por salvar a Haití o lucharemos solos para proteger a República Dominicana!” En clara demostración de que su propio país sufre, indirectamente, los embates de la violencia que ocurre al otro lado de la línea fronteriza. También, empujado por la inmigración, en huida, de miles de haitianos, quienes buscan seguridad, alimento, un lugar dónde vivir y medicina en suelo dominicano. Lo cual no deja de ser una carga social y económica para su gobierno. “Evitemos que Haití termine arrasado por el caos y la anarquía, no permitamos que la crisis que allí se vive, se expanda por toda la región.” Agregó.

            Lógicamente, Luis Abinader se muestra preocupado y fuertemente impresionado por los enfrentamientos reiterados que se dan en Puerto Príncipe entre las bandas del crimen organizado, que siembran el terror y dejan tendidos decenas de cuerpos inertes de personas inocentes, cuyo único “delito” ha sido el de estar en el sitio equivocado donde se dieron las masacres. Por ejemplo, hace pocas fechas, centenares de habitantes de la zona norte de la Capital, abandonaron sus casas ante los ataques violentos por las disputas de territorios, que es una guerra interna que desangra a la postrada nación caribeña. Al margen, el gobierno provisional y las fuerzas del orden, solo miran con total impotencia, porque no pueden hacer nada para detener la enorme sangría generalizada que se está dando a diario.

             Por su parte, la ONU, mostrando su desidia, su “letargo”, su “modorra” y su indolencia en este y en otros casos, como la matanza en la Franja de Gaza que llevan a cabo los israelíes, en una depuración racial a “plena luz del día” y ante los ojos del mundo entero, lo único que hace es elaborar estadísticas y darlas a conocer en sus sesiones plenarias; es así como ha informado que más de 800 personas murieron el pasado enero, debido al enfrentamiento entre las bandas de criminales callejeros; y Antonio Guterres ha hecho énfasis en algo que ya todos sabíamos: “Haití está entre las naciones que más sufren hambre, lo que refuerza el caos y la violencia. Un vientre vacío es combustible para la agitación.” Recalcitró el Secretario General de la ONU. Sin embargo, su argumentación sonó a algo así como “descubrir el agua tibia”; es decir, solo reafirmó lo que ya se sabe hasta la saciedad con respecto a esta nación de las Antillas Mayores.

            Regresando al presidente dominicano, Abinader, no solo se dirigió a la ONU y OEA, sino que su petitoria de ayuda la extendió a la comunidad mundial y se despliegue una fuerza internacional para enfrentar y detener el caos generado por años de crisis política y social. Estas fueron sus declaraciones a la prensa: “Desde septiembre del 2021, nuestro gobierno viene denunciando, ante diversos órganos de la ONU, el continuo deterioro de las condiciones sociales en Haití. Lamentablemente, la grave situación que vive el país vecino, no ha sido atendida con la urgencia y la contundencia que merece. El resultado es que hoy Haití, con gran parte de su territorio controlado por bandas criminales, está al borde de una guerra civil. Se acabó el tiempo de las promesas. A partir de hoy, entramos en el momento de la realización. El dinero aparece ahora o el colapso de Haití será irreversible.” Puntualizó el mandatario de República Dominicana.

            La realidad actual de esta nación se decanta en su total ingobernabilidad; es decir, hay gobierno provisional, después del asesinato de su último presidente, Jovenel Moïse, que es menos que nada, pues no gobierna, no puede gobernar y no lo dejan gobernar los delincuentes que pululan por las calles, que, dicho sea de paso, tampoco gobiernan porque esa no es su intención, sino la de crear mayor incertidumbre, peligrosidad y caos. Haití, en síntesis, es una nación que se enfila hacia el colapso total, una situación que se ha agravado mes a mes, día a día, desde el magnicidio contra el ex mandatario Moïse, cuando estaba en su casa de habitación en Puerto Príncipe, en el 2021, y fue ultimado a balazos por un comando de 28 sicarios, 24 de ellos ex paramilitares colombianos, pagados por alguien que todavía permanece en las sombras y cuya identidad no ha sido posible dilucidar por parte de las autoridades policiales. Moïse tenía 53 años de edad cuando fue asesinado, dormía al lado de su esposa, Martine, quien, “por arte de magia” fue respetada durante el atentado y no sufrió ni un rasguño por parte de los criminales. De acuerdo con la versión que brindó a los agentes investigadores, no le hicieron nada porque fingió que estaba muerta. En la actualidad, hay 11 individuos presos, incluyendo al empresario haitiano-chileno, Rodolphe Jaar, quien fue condenado a cadena perpetua en un tribunal de los Estados Unidos, por “conspirar para cometer asesinato o secuestro fuera de Estados Unidos y de brindar apoyo material con resultado de muerte.” Y es que, según el juez que lo envió a prisión, Jaar “fue responsable de proporcionar armas a los cómplices colombianos, para facilitar la realización de la operación (el atentado contra el ex mandatario Moïse).” Fue apresado en República Dominicana en enero del 2023 y aceptó viajar por voluntad propia a los Estados Unidos, donde se declaró culpable de la mencionada acusación; es decir, por brindar apoyo al comando que asesinó al entonces presidente haitiano. Desde el instante cuando se supo del magnicidio, Haití desembocó en el empeoramiento de su crisis social, delincuencial, política –amén de la económica, que ha sido su problema permanente-, y sangrienta, que al resto de la humanidad tiene profundamente conmovida.

            Esa misma situación sangrienta, ha desatado también una fuerte crisis diplomática con República Dominicana, cuyo gobierno ha exigido al haitiano que tome las medidas frente a las bandas criminales, exigencia que no ha podido cumplir, debido a la falta de recursos materiales y humanos que padece el Estado de Haití, su Poder Ejecutivo propiamente.

Paliativos ante el enorme caos…

            El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas dio un primer paso, aunque tímido: aprobó el año pasado una resolución para autorizar una misión multinacional de apoyo a la seguridad de Haití; no obstante, el presidente dominicano, Luis Abinader, denunció que “todo se ha quedado en palabras. El colapso de Haití sería una amenaza para nosotros y la región. Por eso, quiero advertir hoy a la comunidad internacional que República Dominicana luchará con todas sus fuerzas para evitar ser arrastrada al mismo abismo de Haití. ¡Evitemos que Haití acabe asolado por el caos y la anarquía; no permitamos que la crisis allí, se extienda por toda la región. La comunidad internacional no puede permitir que la tragedia haitiana continúe ni un solo día más.”

            El gobierno haitiano, por su parte, también ha dado pasos cortos en relación a la crisis que sufre el país y ha decretado un estado de emergencia y toque de queda nocturno, después de que unas 12 personas murieron cuando los pandilleros atacaron una penitenciaría, la más importante de la Capital, y permitieron la fuga masiva de presidiarios. En un comunicado gubernamental, se dio a conocer que “(el propósito) es restablecer el orden y tomar las medidas apropiadas para recuperar el control de la situación. Las fuerzas del orden han recibido el mandato de usar todos los medios legales a su disposición, para que se respete el alto al fuego y detener a los infractores.” Indicó la nota que fue firmada por Patrick Michel Boivert, el primer ministro interino, tras la ausencia del titular en ese cargo, Ariel Henry.

            El hecho del asalto a la cárcel se presentó cuando bandas armadas irrumpieron en el edificio penitenciario, fuertemente armadas, y permitieron la fuga de unos 3,600 reclusos, de un total de 3,696, que componían a la población carcelaria. Ya en las calles, aumentaron todavía más el caos reinante, la inseguridad y los actos delictivos. Incluso, dentro de la refriega que se dio en la prisión, fueron asesinados unos 12 reos y de los fugados, otros 15 ya han sido muertos en las vías públicas de Puerto Príncipe. Sus cuerpos han sido encontrados, esparcidos en varios puntos de esta ciudad Capital; y otros 10 estaban inertes en los alrededores de la penitenciaría asaltada. La explicación concedida por el gobierno a los periodistas, describió “el desenfreno de criminales fuertemente armados, que quieren a toda costa liberar a personas detenidas, sobre todo por secuestro, asesinato y otros delitos graves, y que no dudan en ejecutar a civiles y saquear bienes públicos y privados.”

            Un dato llamativo es el de los mercenarios colombianos que dieron muerte al anterior presidente de la República, Jovenel Moïse, quienes decidieron no escapar en medio del desorden causado por los pandilleros y se mantuvieron juntos, hasta que se restableció la calma. Uno de ellos relató a la prensa: “No me volé (huyó), porque no debo nada. Estoy viviendo un karma, solamente Dios sabe lo que estoy viviendo y lo que me ha tocado vivir. No me volé –repitió-, porque no debo nada y aquí estoy dando la cara porque soy inocente, soy inocente ante el mundo. Así que no debo nada. Estoy acá en esta prisión, en este momento la prensa puede dar cuenta de cómo es este lugar. Soy inocente, yo a este lugar, Haití, vine con una propuesta de trabajo.” Así dijo Francisco Eladio Uribe, ex soldado de Colombia, supuestamente implicado en el magnicidio contra el ex gobernante haitiano.

            Por su parte, el gobierno colombiano pidió al de Haití, protección especial para esos 17 ciudadanos suyos y solicitó también que los prisioneros sean trasladados a otro penal, si lo hubiere, donde se les pueda ofrecer mayor seguridad. Mientras tanto, en las calles y avenidas de las principales ciudades haitianas, en especial la Capital, la violencia se desató y adquirió dimensiones nunca antes vistas. Incluso, uno de los líderes de las pandillas dijo que el objetivo que se han planteado es derrocar al actual primer ministro, Ariel Henry. Así según declaraciones suyas al diario local, Le Nouvelliste. Además del ataque a la prisión, los pandilleros han centrado sus ataques a lugares estratégicos como el aeropuerto internacional y edificios que pertenecen al gobierno. Una crónica aparecida en un diario español, relata así el clima subversivo que se vive en Haití en estos momentos: “Desde que comenzaron los disturbios (…), al menos cuatro policías han muerto y decenas de personas han resultado heridas en un país sumido en una grave crisis política, de seguridad y humanitaria. Desde el primer día de la crisis, se registra una violencia sin precedentes en Haití, marcada por el aumento de enfrentamientos entre la policía y las pandillas armadas, la intensificación de los tiroteos en los barrios y el incremento de muertos y heridos.”

            De toda esta barbarie que parecía no tener “pies ni cabeza”, esto es… un propósito, un objetivo claramente definido, ni un quién tampoco, que fuera “la persona pensante” que actuara en calidad de líder de las bandas delincuenciales, surgió de pronto la figura de Jimmy Cherizier “barbecue”, quien lidera a la coalición de pandillas, cuyo nombre es “Vivir Juntos.” Se trata, según fuentes policiales, de un individuo que ha obtenido gran poder sobre los pandilleros, fue policía en un pasado no muy lejano y él mismo ha pedido a los padres de familia no enviar a sus niños a las escuelas, para evitar ser masacrados en las calles. “¡No los envíen, para evitar daños colaterales!” Manifestó a los padres este nuevo cabecilla de los delincuentes. Por otra parte, “barbecue” insistió en que su propósito es derrocar al actual primer ministro, Ariel Henry, y no descansará hasta alcanzar la concreción de su plan. Actualmente, Henry se encuentra en Kenia, África, solicitando ayuda al gobierno de esa nación para atenuar la honda crisis que consume a Haití. Y, precisamente cuando su avión se elevó con destino a Nairobi, Kenia, la violencia se desató sin control alguno en Puerto Príncipe y otras poblaciones. “La batalla durará tanto como sea necesario –dijo ‘barbecue’-. Seguiremos luchando contra Ariel Henry.”

            Una vez en la nación africana, Henry firmó un acuerdo para enviar policías kenianos a la isla, en el marco de una misión internacional apoyada por las Naciones Unidas, para luchar contra la violencia de las bandas criminales. En concreto, el gobierno de Kenia liderará el despliegue de fuerzas que intentarán recuperar el control de la Capital haitiana; serán 1,000 policías quienes estarán al frente de la misión multinacional, que tendrá como único objetivo pacificar a Haití, su pueblo y capturar a los líderes pandilleros. El presidente de Kenia, William Ruto, dio a conocer el acuerdo con su contraparte haitiana, Ariel Henry: “Hoy (…) me complace informar que el primer ministro haitiano y yo, hemos sido testigos de la firma de este instrumento (el envío de efectivos policiales). También hemos discutido los próximos pasos para permitir la aceleración del despliegue, (porque) la paz en Haití es buena para el mundo en su conjunto. Aprovecho esta oportunidad para reiterar el compromiso de Kenia de contribuir al éxito de esta misión multinacional.” Afirmó.

            Con la rúbrica del documento que contiene el acuerdo bilateral haitiano/keniano, se cumple con el mandato del Consejo de Seguridad de la ONU, emitido en octubre del 2023, para enviar una misión de apoyo a la Policía Nacional de Haití, cuando los pandilleros controlan al 80 por ciento del país, en especial la Capital. Serán unos 2,600 efectivos policiales, los que viajarán al país caribeño y estarán compuestos por agentes del orden de Benín, Jamaica, Bahamas y Antigua y Bermuda. El financiamiento correrá a cargo de los Estados Unidos, Canadá y Francia y hasta el momento no ha sido efectivo en modo alguno, por la indolencia de esos tres gobiernos, a pesar que también fue un mandato de la ONU.

            Para finalizar, una descripción de lo que es esta nación caribeña, comparte la isla de La Española con la República Dominicana, tiene un tercio de ese territorio, una población de 11,724,764 habitantes; sus jóvenes tienen una edad promedia de 24,3 años y una esperanza de vida de 64,8 años. Es la nación más pobre de América, y según un informe del Banco Mundial del 2023, el 63 por ciento de los haitianos viviría con US$3,65 diarios; y al menos unos 5,2 millones de personas necesitan ahora mismo asistencia alimentaria y de vivienda, una cifra que aumentó un 20 por ciento desde el 2022. Cerca de la mitad de los haitianos mayores de 15 años, son analfabetos y solo el 50 por ciento de los niños habían completado la escuela primaria en el 2020, según datos Human Rights Watch. Haití fue la primera colonia en independizarse en América, en 1804, y, por aquel entonces, a cambio de la libertad de esta nación, el gobierno de Francia le impuso un arancel del 50 por ciento de reducción a las importaciones francesas y una indemnización de 150 millones de francos (unos US$1,000 millones de hoy en día), a cambio del reconocimiento diplomático de la nueva nación.

            Un dato increíble de asimilar en estos momentos, argumenta que una vez Haití fue una nación próspera, de las mejores en ese sentido de todo el continente americano; pero el mal manejo de sus finanzas y el saqueo constante de sus arcas públicas, por parte de sus distintos dictadores, postraron al país y lo condujeron a la situación imperante en la actualidad, entre otros aberrantes motivos.


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