¿Subirá al Trono de Japón una Mujer por Primera Vez en Toda su Historia? ¿Romperá la Férrea Tradición Sexista?
TOKIO-(Especial para The City Newspaper) Todo parecía ir bien en “el Imperio del Sol Naciente”, según se le conocía así al Japón, porque su rutina era acorde al sentimiento positivo y generalizado de su progresista pueblo, hasta que la Casa Real presentó un inconveniente que no pudo ser pasado por alto: el Emperador y su esposa no tuvieron un hijo varón, un hombrecito que fuera el heredero imperial y llenara las expectativas que la tradición y las leyes japonesas se han planteado desde varios siglos atrás. Y el problema ha alcanzado ribetes todavía más complicados, cuando la única hija de la pareja es eso precisamente… una hija, una mujer…
En cualquier caso, en el mundo Occidental o en los mismos japoneses, una hija hubiera colmado de felicidad a las parejas que le dieron vida, que la concibieron; pero en este caso particular y especialísimo, más bien plantea un serio problema de orden tradicional, sexista y Constitucional, ya que la ley vigente desde tiempos inmemoriales, solo prevé la sucesión del Trono de hombres, de herederos mas-cu-li-nos. Para los viejos, para los que son inflexibles, es mejor esperar y ver “qué puede pasar” o que la monarquía desaparezca por completo antes que tener a una mujer Emperatriz y gobernando sola, sin un Emperador, aunque se case, porque el tema pasa solo por ella, el sitial solo le pertenecería a ella, que es la hija de los actuales Emperadores.
Sin embargo, los japoneses, haciendo gala de esa cultura exquisita que siempre les ha caracterizado, en un 80 por ciento, en el corazón del pueblo, de esas gentes que se levantan temprano cada día y pueblan las calles de las grandes ciudades para ir a trabajar, “no habría ningún problema en tener a la cabeza del Estado a una Emperatriz, a una linda y distinguida damita cuyo nombre es Aiko.” Lo cual significa que apoyan moralmente a la Princesa y les encantaría verla en el seno del Imperio nipón.
De dioses a seres terrenales…
Con la derrota de Japón al final de la Segunda Guerra Mundial, los estadounidenses que arribaron a la destruida Tokio, lo primero que hicieron fue sacar al entonces Emperador Hirohito de su palacio y presentarlo al pueblo en su verdadera dimensión, con su verdadera identidad: “¡Vean… -gritó a la muchedumbre el General Douglas MacArthur, comandante en jefe de las tropas norteamericanas en el Pacífico-, no es un dios, es un ser humano como ustedes y como yo!” Allí mismo acabó el mito y nació el hito que marcó el descalabro militar japonés. En todo caso, siguió gobernando, pero su pueblo lo sentía de manera diferente, lo aceptaba de manera distinta y lo respetaba, aunque ya no lo adoraba como lo hacía hasta antes de 1945, año del final de la gran guerra.
Este breve repaso por la historia reciente, para observar la actualidad de la naturaleza de la Familia Real japonesa, compuesta por el Emperador Naruhito, su esposa Masako, y su distinguida hija, la damita Aiko. Ahora, más que nunca, no son vistos como “dioses bajados del Sol”, sino dentro del estatus de “símbolos de la unidad del Estado y del pueblo.” No más que eso. Un periodista occidental, emplazado en Tokio, ha dejado escuchar en el interludio de una rueda de prensa: “La Familia Real parece una especie en peligro de extinción (…). Se están quedando sin personal.” Son únicamente tres personas las componentes de este núcleo familiar y quien debió ser un hombrecito, un Príncipe, por el contrario es una linda, culta e inteligente princesa que “ha puesto de cabeza” a todos los tradicionalistas y constitucionalistas de su país.
En palabras directas y sencillas… Aiko, su sola presencia, aunque esté en silencio, denota su oposición a la famosa Ley Sálica, que no da pie para que una mujer asuma el Trono nipón y mucho menos si no está casada. Es por eso que ha comenzado un debate frontal y apasionado en este país en referencia a esta ley, para mantenerla o cambiarla. Esto último, facilitaría las cosas grandemente…
Entonces, la gran pregunta que surge es: ¿Está Japón preparado para tener una Emperatriz? Las últimas encuestas hechas a la población, como hemos señalado anteriormente, indican claramente que el 80 por ciento de los ciudadanos no ven inconveniente en tener a una linda Princesa transformándose, ante los ojos de todos, en una elegante Emperatriz, semejante a la crisálida que da origen a la bella mariposa. Y en el caso de que la Ley Sálica cambiara, ella se convertiría en la primera Emperatriz japonesa no consorte, después de más de 250 años de historia. La última mujer que ocupó el Trono fue Go-Sakuramachi, quien gobernó entre el 15 de septiembre de 1762 y el 9 de enero de 1771.
En estos momentos, la Ley en mención impide que Aiko, quien tiene 21 años de edad, sea la heredera; además, la situación para la joven se complica porque el gobierno, en el 2006, abandonó la posibilidad de allanar el camino para que las mujeres subieran al Trono, luego de que el hermano menor del actual Emperador, el Príncipe Akishno, y su esposa, dieran a la nación el ansiado heredero varón, el Príncipe Hisahito, quien ahora ostenta 17 años de edad. Es decir, en el caso de que la Ley Sálica no sea cambiada en el tiempo que está por venir, tendría que subir al Trono de Japón, “sí o sí”, el Príncipe Hisahito, aunque no sea hijo de los actuales Emperadores, haciendo a un lado a su prima Aiko. Un hecho que sería muy deprimente para quienes queremos ver a esta linda “joven de porcelana” sentada en el Trono “del Sol Naciente.”
De hecho, miles de seguidores de esta muchacha encantadora escriben a diario en las redes sociales a su favor y elogian sus gestos de solidaridad con la actual situación económica del país, que ha “arrinconado” a los japoneses a llevar una vida más austera. Por ejemplo, han destacado el hecho de renunciar a una tiara valorada en unos €200,000, cuando celebró su mayoría de edad, fue un gesto que impresionó gratamente al pueblo, más aún cuando pidió prestadas joyas a su tía, un acto que “derritió” hasta los corazones más duros e hizo que cayeran rendidos a sus pies sus miles y miles de admiradores. Y es que la realidad actual de Japón no es halagüeña para nadie, ya que los salarios han caído a niveles preocupantes y los precios de los artículos de primera necesidad se han disparado hasta las nubes.
La chiquilla tiene “ángel”… tiene “duende”…
Es amada, es admirada por los japoneses, por la inmensa mayoría. De eso no se tiene la menor duda y ella ha sabido granjearse ese cariño; por ejemplo, en su primera conferencia de prensa en el 2022, impresionó a toda la nación con su inteligencia y su fina arteria humorística. Fue cuando dijo en aquella comparecencia ante los periodistas: “Por el momento daré prioridad a mis estudios; pero haré todo lo posible para ayudar a Sus Majestades (sus padres)” en su labor en pro del pueblo. “Quiero estar cerca del pueblo”, manifestó de manera textual así mismo. Actualmente, Aiko cursa estudios de literatura japonesa en la Universidad Gakushuin, de Tokio.
Ese mismo día, frente a los “flashes” de las cámaras de los fotógrafos y el adormecedor sonido de los aparatos de la televisión, la Princesa se refirió al tema de una futura boda: “El matrimonio me parece algo muy lejano. Todavía no pienso casarme. Creo que la relación ideal es estar con alguien con el que hacerse reír el uno al otro.” Pero en este punto existe y aflora otro inconveniente y se fundamenta en que, si decidiera casarse con un plebeyo, como lo hizo su prima Mako y otras mujeres de la Corte Imperial japonesa, perdería irremediablemente su estatus y ya no podría convertirse en Emperatriz, como la quieren millones de compatriotas.
Además, el gobierno la hizo a un lado, observó la imposibilidad de que asumiera el Trono cuando nació su primo Hisahito, según hemos reseñado en este mismo reportaje en las líneas anteriores; pero ahora la idea de que sea ella y nadie más la Emperatriz, ha cobrado gran auge y muy posiblemente el gobierno se pliegue a las exigencias de la población llegado el momento cuando sea necesario que Aiko asuma ese cargo.
Ciertamente sus actitudes, su desempeño ante la prensa y sus palabras centradas, sencillas y atinadas, parten de su personalidad carismática: “La niña tiene ‘ángel’, tiene ‘duende’ y sabe ganarse las voluntades de las gentes”, destacan cronistas españoles presentes en sus conferencias con los periodistas. Sus declaraciones han hecho que los japoneses la vean como la única opción para asumir el mando del Imperio y atrás ha quedado el año 2001, cuando su madre, Masako, no soportó la inmensa presión de traer al mundo a un heredero varón. Fue tal la necedad que partía desde muchos ángulos de la vida del país, que enfermó física y mentalmente. Esa presión provenía principalmente de funcionarios conservadores de la Corte y de muchos medios de comunicación. Tanto ella, Masako, como su esposo Naruhito, no eran Emperadores todavía, pero el futuro les obligaba a engendrar y concebir un niño…
En todo caso, no pudo corresponder a la presión aquí descrita e hizo nacer a una niña que ha ido floreciendo conforme han pasado los años, hasta convertirse en la Princesa que todos admiramos. Masako, su mamá, diplomática de formación, quien estudió en las Universidades de Harvard y Oxford, prácticamente desapareció de la vida pública debido a la enfermedad que le hicieron contraer con la enorme presión psíquica; sufrió “un trastorno de adaptación”, situación personal que le impide atender sus compromisos con la regularidad deseada. Es por ello que el Emperador ha hecho múltiples apariciones oficiales en soledad, sin su consorte, porque “mi esposa necesita paz y tranquilidad”, ha explicado Naruhito.
Y mientras su culta y distinguida madre prefiere quedarse en los salones del palacio, su hija Aiko aumenta simpatizantes a su favor, fecha tras fecha. Son millones quienes la quieren ver Emperatriz y así lo ha revelado recientemente una encuesta de la agencia de noticias japonesa Kyodo. Una idea, una imagen, que no solo fascina, sino que seduce conforme ella avanza en su vida personal y se acerca el momento álgido de cambiar los rostros en el Trono del Imperio del Sol Naciente.